Los gigantes de Gáldar y los avistamientos canarios Manuel Borraz Aymerich Monografía 1 Cuadernos de Ufología Santander, 1992 Introducción Ricardo Campo El ensayo para el que tengo el placer de escribir esta introducción, sugerida por su propio autor, es una de las contribuciones más destacadas de la ufología racional española. Quizá sería conveniente explicar que con la expresión ufología racional no pretendo aceptar un estado de cosas dado y extendido; me refiero a la presunta seriedad de lo que pasa por ser ufología, por cuanto todo el mundo tiene a gala ser racional y serio, pero en la mayoría de las ocasiones –no en esta- es prácticamente imposible percibir esos rasgos cuando un ufólogo escribe o profiere algún discurso (presupongo cierta coincidencia generalizada en el significado de lo que es racionalidad y seriedad). Los Gigantes de Gáldar y los avistamientos canarios desmantela las suposiciones platillistas sobre cinco espectaculares observaciones de luces extrañas observadas desde las Islas Canarias entre 1974 y 1979, y aporta datos cuantitativos sobre la magnitud de los fenómenos divisados. Interpreta racionalmente los testimonios más fantasiosos (como el del médico F. J. Padrón, testigo del 22/6/76, del que toma nombre el ensayo que comentamos), creando un escenario en el que los casos estudiados quedan identificados como efectos en la alta atmósfera del lanzamiento de misiles balísticos desde submarinos al oeste de Canarias (como había ocurrido con antelación y volvería a ocurrir años después en muchas otras partes del mundo). Como se imaginará el lector, este amplio artículo pasó completamente desapercibido entre los interesados; unos probablemente no entendieron lo que argumenta Borraz; otros, simplemente, lo desecharon por poner en duda la visión mágica y enigmática de lo acaecido con argumentos que no pudieron ser refutados. Simplemente, preferían creer que ocurrieron cosas “extrañas” antes que exigirse a sí mismos ir más allá de las apariencias y la propaganda. El estudio de Manuel Borraz sobre los más famosos episodios ufológicos canarios de la historia supuso el golpe de gracia a un misterio artificial. Desde el mismo momento de ocurrir, la prensa, al menos en los casos más espectaculares, apuntó la posibilidad de que lo observado fueran cohetes o misiles, pero estas informaciones quedaron sepultadas bajo el peso de especulaciones periodísticas absurdas sobre platillos volantes cuyos autores ya los habían percibido con antelación y avisos de que vendrían más ovnis. Conviene resumir con brevedad la historia de algunos de los sucesos de los que se ocupa Borraz en su trabajo de 1992. De ahí en adelante vieron la luz datos e informaciones importantes, pero que en realidad vinieron a confirmar las hipótesis del autor. La primera aproximación crítica a uno de esos casos (5/3/79) fue la de Ballester y Guasp, quienes centraron el caso adecuadamente en una sección de Los OVNIs y la Ciencia (Plaza y Janés, 1989 pp. 48-58) con las opiniones y valoraciones de diversos expertos que identificaron perfectamente lo que se observa en las fotografías del “ovni de Canarias”.