Azul Marino Nº90

Page 47

C

omo cantaba Bobby Darin en Beyond The Sea, en algún lugar más allá del mar, está esperándonos un amor, de pie sobre la arena dorada, mientras observa los barcos que salen a navegar. Todos estaremos de acuerdo en que no hay nada más romántico que una travesía por alta mar: la brisa en el rostro, el olor a sal en la piel… Y un horizonte en el que perder la mirada con ese amante que, como entonaba el crooner, espera un apasionado abrazo cuando su objeto de deseo llegue a puerto. Sí, navegar siempre ha cotizado al alza y las celebrities de todos los tiempos han sabido convertir cualquier embarcación, desde las más lujosas hasta las más deportivas, en un escenario perfecto para el disfrute.

A

l g u no s f a mo s o s , c omo Hu m ph rey Bogart, llevaban el mar en sus venas, siendo reconocido como un espléndido marino que amaba surcar las aguas a toda velocidad, muchas veces, en compañía de su mujer, Lauren Bacall. Su regata favorita, en la que participaba siempre que sus compromisos como actor se lo permitían, fue una que se celebraba de Newport a Catalina Island, en California. Tanto es así que fue bautizada como The Bogart Series en su honor. Otro que adoraba echarse al mar fue el mismísimo Albert Einstein, que repartía su amor por la navegación entre sus dos barcos, Tinef y Tummler. Aunque el genial científico ponía mucha pasión, la física cuántica no le ayudaba en absoluto a adquirir destreza ante el timón: de hecho, cada dos por tres encallaba en la costa lo que, lejos de disgustarle, resultaba parte de la diversión. También tuvo algún momento de tensión en sus travesías John Lennon: en una de ellas, de Rhode Island a las islas Bermudas, a bordo del Megan Jaye, le pilló una tormenta con toda la tripulación enferma y tuvo que llevar el barco a lugar seguro él solito. Lo logró, por supuesto, y de aquella experiencia inspiradora surgió la fuerza suficiente para producir su último disco, Double Fantasy.

De los platós al barco Humphrey Bogart era un consumado marino, participante habitual de la regata entre Newport y Catalina Island. En la foto aparece a bordo de su yate Santana, junto a Lauren Bacall.

L

as aguas mediterráneas, mucho más calmadas que las del océano, fueron testigo de la felicidad de Raniero de Mónaco y Grace Kelly, la actriz de Hollywood reconvertida en Su Alteza Serenísima por obra y gracia del matrimonio. Mallorca los acogió en uno de los momentos más dulces y románticos de su vida, la luna de miel. Cuando su barco, Deo Yuvante II –regalo de boda de Aristóteles Onassis– atracó el 21 de abril de 1956 en la bahía de Pollensa, los ilustres recién casados se convirtieron en objetivo de los paparazzi, que pretendían documentar cualquier gesto cariñoso de la pareja. El hotel Formentor se blindó para preservar su intimidad y nadie pudo acercarse a la habitación 322 que, desde entonces, recibió el nombre de Grace Kelly Suite. Durante su viaje de novios, acudieron a los toros, disfrutaron de los bellos parajes naturales de la isla y fueron agasajados con menús que incluían delicias como langosta pochada con salsa a la crema de chantilly o biscuit glacé amandine.

N

o nos engañemos, un buen barco contribuye a que nuestro nivel de glamour y magnetismo ante los demás crezca. La familia Kennedy nunca necesitó elevar los suyos, sencillamente, porque ya los traían en su ADN; sin embargo, sus miembros siempre supieron hacer de la navegación una de sus actividades favoritas. Quien abrió esa pasión náutica fue John Fitzgerald Kennedy que, en su juventud, ya lucía sonrisa a bordo de su velero Manitou mientras sorteaba las aguas alrededor de la isla Nantucket, en Massachusetts. JFK trasladó su amor al resto del clan, incluida su mujer, Jackie, quien al quedar viuda acabaría casándose con un armador, Aristóteles Onassis. En el caso del millonario griego, navegar era su vida y no en sentido figurado… Además de reportarle muchos ceros a sus cuentas en el banco, utilizó sus embarcaciones como perfecto decorado para sus conquistas. Que se lo digan a María Callas, cuya historia de amor con el magnate se fraguó en la cubierta del

47


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.