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Recesióndemocrática
VICENTE ANTONIO ZEBALLOS
SALINAS …“los financistas de la política peruana trabajan para dinamitar el Estado de derecho con el fin de que el Estado no se inmiscuya en sus negocios” [Alberto Vergara]
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“Es una injusticia sostener, queenelPerúsehaproducido una ruptura del orden constitucional y de la democracia”, manifestaba recientemente Mario Vargas Llosa en la ceremonia de condecoración que le tributó la jefa de Estado Dina Boluarte.
Pero,¿somosunpaísdemocrático? donde sus instituciones funcionan, lo ciudadanos se sienten identificados con ella, el Estado en su conjunto facilita el bienestar común, hay pleno respeto por las libertades públicas, se respeta la autonomía de los órganos constitucionales.
Semanas atrás, la prestigiosarevista The Economist difundiósu “Índice de Democracia”,enelquesevalora:proceso electoral, pluralismo, funcionamientodelgobierno,participaciónpolítica,culturapolítica y libertades civiles. Nuestro país de ser una democracia defectuosa paso a la cate- goría de regímenes híbridos, confundido entre matices democráticos y autoritarios, lo quesignificaunmanifiestoretroceso, y que las propias circunstancias fácticas no nos proponen elementos para contrarrestarla.
Desdeelretornoalademocracia, la desconfianza en la clase política se ha incrementado, casi todos los expresidentesestánenvueltosengraves líos con la justicia penal, dos privados de su libertad en el fundo “Barbadillo”, otro a punto de concretarse su extradición; y cuando nuestra atenciónestabapuestaenadherirnos a la OCDE, mostrando solidez institucional, estabilidad política y solvencia financiera, la pandemia del COVID-19 desnudó las profundasbrechassocialesenlas queestábamosinmersos.
Si bien ya arrastrábamos conflictos políticos, estos afilaronsusmanifestaciones,como lo anota Steven Levitsky “losasesinosdelademocracia utilizan las propias institucionesdelademocraciademanera gradual,sutil e incluso legal paraliquidarla”.
Y la realidad palpable nos describe un afán autoritario coludidoentreelEjecutivoyel Legislativo,solventado por los poderes fácticos, empezando por quebrantar el principio de separación de poderes con el irresponsable aval del Tribunal Constitucional,al habilitar el sometimiento del sistema electoral a la representación parlamentaria y la renuncia a la supremacía constitucional, el deplorable rol asumido por la actual responsable del Ministerio Público,con un manifiesto sesgo en su actuar; la afectación a los derechos fundamentales de los ciudadanos,sinejerciciodecontrolsobrelosresponsables;elempoderamiento arbitrario de las fuerzasdelorden,conmenoscabo de los fundamentos democráticos; la abdicación del necesariocontrolpolíticoalas autoridadesdegobiernoytantomásquedecir.
Alberto Vergara, en un ensayo periodístico, nos decía “las democracias suelen sucumbir ante tiranos formidables, mientras que la peruana está muriendo de insignificancia”, dejándonos un mensaje “los financistas de la política peruana trabajan para dinamitar el Estado de derecho con el fin de que el Estado no se inmiscuya en sus negocios”.

Cuántarazóntienesuacertado análisis, hasta podríamos atrevernos a hablar de una democracia secuestrada, es el marketing impuesto sobre los debates de ideas, pasando nuestra decisión electoral a estar condicionada por lo que la direccionada información nos transmite, especialmente los medios de comunicación;yennuestropaís, estos últimos, intervienen sin rubor alguno en la nota interesada, parcializada y agresiva,sinconsiderarelsentidocomún del ciudadano de a pie y el hartazgo que van generando.
Cada día,se limitan los derechos ciudadanos, cuando desde la ciencia política y la realidad cotidiana nos reclamanmayoresespaciosdemocráticodeliberativos,ocurriendo lo inverso, sembrando una reacción lógica, los ciudadanos no se identifican con su democracia. El Barómetro de las Américas,publicado el año pasado nos decía que sólo el 50% de peruanos se identifi-
Lacuraparalosmales delademocraciaes másdemocracia; lamentablementeni porasomo,estamos encaminadosenesa determinanteruta… caba con la democracia como forma de gobierno;y es la respuesta al desencanto, a la mentira y engaño político, allí también encontramos la respuesta a esas decisiones electorales por lo nuevo o desconocido, pero que significa un recambio a lo tradicional, sin dimensionarconsecuencias.
Entonces, la vieja premisa que la democracia aún con susdebilidadeseslamejorforma de gobierno está en observación,ynoesunaapreciación singular nuestra -en el mundo se están generalizando las protestas-,aquí nos encontramos con un problema estructural, la desigualdad. Los ciudadanos reclaman al otrora estado de bienestar,renegando del modelo privatista de educación, salud o pensionario, lo que tiene incidencia en el debilitamiento de nuestrademocracia.
Lacuraparalosmalesdela democracia es más democracia; lamentablemente ni por asomo, estamos encaminados en esa determinante ruta, noesperemosunsacudónciudadano a las posturas autoritarias que se vienen imponiendo.