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PRENSA LIBRE Guatemala, domingo 26 de agosto de 2012 - DOMINICAL

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ACTUALIDAD INDUSTRIA ARTESANAL

ACTUALIDAD / NACIONAL

REINO de ranas

Foto Prensa Libre: OSWALDO CARDONA

ESTANQUES donde eclosionan los huevecillos y crecen los “tepocates”.

En Santa Rosa hay una finca dedicada a la ranicultura, para vender una carne que para unos es delicia y para otros... POR OSWALDO CARDONA

CRIADERO

Desde hace 12 años, don Rafael Pierri cultiva unas cien mil ranas toro, en su vivienda ubicada en la finca Las Marías, aldea La Libertad, Taxisco, Santa Rosa. Desde lejos se escucha el extraño sonido de la ranera, donde se cultiva la especie denominada rana toro, que sirve como platillo culinario en los diferentes restaurantes nacionales y extranjeros. Para iniciar este cultivo se trajo el pie de cría en envases plásticos oxigenados desde Brasil y así comenzó el cultivo de esta especie de anfibios en varias granjas de la Costa Sur, pero debido a las inundaciones se perdieron y ya solo quedó este lugar. La rana toro es originaria de la selva brasileña, pero luego de varios estudios se logró adaptarla a un entorno artificial, en donde come mezclas alimenticias en estanques que pueden contener hasta mil ranas cada uno. Al final solo sigue funcionando este cultivo en la finca Las Marías y se está enviando a algunos restaurantes chinos y otros restaurantes de tipo gourmet. El cultivo se hace de la manera más higiénica, con agua bien tratada y en las mejores condiciones, para evitar el desarrollo de hongos u otros microorganismos.

50 mil al unísono

EXPORTACIÓN Pierri cuenta que desde hace 12 años nació la idea entre varios empresarios, con el objetivo de exportar la carne a Estados Unidos, lo cual después de muchos esfuerzos se logró por muy poco tiempo, pero lamentablemente el precio bajó en ese mercado debido a la competencia asiá-

P

or el momento hay 50 mil ranas en proceso de engorde y 50 mil renacuajos o “tepocates” en la finca Las Marías, dedicada al cultivo de estos anfibios para alimento. En seis meses llegan a ser ranitas de engorde , siempre y cuando no les falte el agua oxigenada. Se alimentan con concentrado de tilapia. Carlos Girón, vecino de la aldea, dijo: “Sí, me he enterado de las ranas en la finca y ya las comí y son sabrosas, pero algunas personas no las comen, pero es porque no estamos acostumbrados a esta clase de carne, por la fama de los sapos que son malignos”. Afirmó: “Yo invito a los vecinos a que, cuando puedan comprar una libra de ancas, lo hagan y van a disfrutar de su sabor”. Rafael Pierri, propietario, espera que este alimento se difunda más, por su cualidades nutritivas.

tica, aunque no era el mismo tipo y calidad de carne. El proceso de reproducción de esta especie se da en tres etapas: reproducción, transformación y engorde. Las ranas toro tanto hembra como macho logran tener hasta dos mil huevecillos, que luego se colocan en cubículos para la siguiente etapa, que es la transformación, que lleva hasta tres meses.

Foto Prensa Libre: OSWALDO CARDONA

UNA RANA que prácticamente ha alcanzado el tamaño ideal para ser destazada.

Foto Prensa Libre: OSWALDO CARDONA

Foto Prensa Libre: OSWALDO CARDONA

UN PEQUEÑO juega en un área llena de ranas toro.

MUESTRA de cómo se pueden consumir, fritas, las ancas de rana.

La etapa de engorde es la más prolongada, ya que lleva nueve meses que alcancen un peso de media libra, con lo cual son seleccionadas algunas para continuar la reproducción y otras para ser destazadas.

un platillo de ancas de ranas, como sopas, en “sancocho” con arroz y verduras. En el mercado nacional cuestan unos Q40 los cinco pares de ancas de rana. En nuestro país son muy pocas las personas que consumen la carne de este anfibio, a pesar de que contiene un alto porcentaje de proteínas y es catalogada como un platillo afrodisiaco, por la testoterona

DELICIA PARA UNOS Para algunas personas resulta repulsivo este tipo de carne, pero hay varias formas de preparar

que tiene. Felipe Ramírez, administrador de la finca Las Marías, afirmó que debido a que casi no se habla de la rana, son muy pocas las personas que saben que en la aldea hay un criadero. “En algunas pocas ocasiones los vecinos me preguntan si es cierto que en mi casa hay ranas. Yo les digo que sí, pero muchos aún no creen que se comen”, dijo.


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