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Edición Digital 151 (Opinión)

Jorge Mendoza Yescas Cónsul General de México conphoenix@sre.gob.mx
CONSULADO GENERAL DE MÉXICO EN PHOENIX
Innovación en Servicios Consulares
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Como parte de los esfuerzos del Gobierno de México, através de la Secretaría de Relaciones Exteriores, para modernizar y mejorar los servicios que brinda a la comunidad mexicana, el 1 de marzo del presente año dio inicio un nuevo servicio de atención telefónica para programar citasen las 57 representaciones consulares de México en Estados Unidos y Canadá.
El nuevo servicio tiene el nombre de MiConsulado y está disponible a través de los siguientes medios:
Nueva línea telefónica para citas en Estados Unidos y Canadá: 1-(424)-309-0009.
Nueva página de internet para citas en la red consular de México en todo el mundo: https://citas.sre.gob.mx/
En consecuencia, la anterior línea telefónica y plataforma de citas denominada Mexitel, ha sido deshabilitada y no está ya disponible.
El nuevo servicio de atención telefónica cuenta con 400 operadores, un esquema mejorado de capacitación y tecnología de vanguardia que permite atender hasta 35 mil llamadas diarias.
De igual manera, el 1 de marzo en curso, el Consulado General de México en Phoenix inició la expedición de pasaportes electrónicos de nueva generación a las personas mexicanas
residentes en el centro y norte de Arizona.
El nuevo pasaporte electrónico cuenta con más de 50 elementos de seguridad, entre ellos un chip que almacena la información de la persona, lo que evita su falsificación y agiliza la entrada en puertos fronterizos. Incluye una lámina de policarbonato donde se registran los datos personales que evita alteraciones y mal uso.
Los pasaportes electrónicos de menores de edad o personas con discapacidad, cuentan con una hoja a color que contiene la información de quienes ejercen la patria potestad o la tutela sobre dichas personas, lo que protege y facilita el tránsito seguro de los menores de edad, así como de las personas que no pueden valerse por sí mismas.
Estas acciones se enmarcan en una serie de esfuerzos que está emprendiendo la Secretaría de Relaciones Exteriores para mejorar y modernizar sus servicios, a través de la red consular, en favor de millones de personas mexicanas que viven en América del Norte.

Maritza L. Félix Periodista @MaritzaLFélix maritzalizethfelix@gmail.com
CRUZANDO LÍNEAS
¿En dónde guardas tus silencios?
Una mujer es un ser de silencios. Uno tras otro.
Una mujer es un ser de silencios. Uno tras otro. Escondemos palabras, amores y rencores en la garganta y en las caderas; acumulamos lo que no queremos decir en el vientre y los pies que se nos hinchan en protesta. Tenemos secretos tensados en la barriga y la garganta. Se nos ahogan los pensamientos en los párpados y los brazos. Tenemos clósets y hornos atiborrados de ahorita, mejor mañana y millones de vale más no decir nada.
Callamos mucho. Hemos perfeccionado el arte de responder con ojos y lágrimas; así, sin ruido. Callamos tanto que nos juzgan cuando gritamos de euforia, de dolor, de placer o de impotencia. Cuando nos atrevemos a hacerle un agujero a la nada, nuestro mundo tiembla… el mundo, todo, tiembla.
Hemos sepultado oraciones enteras por generaciones. Sangramos, parimos, migramos y, a veces, huimos de puntitas, entre murmullos. Nos lavamos con lágrimas, mientras se nos empastan los labios de la resequedad de verbos. Tenemos la lengua entumecida y nos hacen falta besos (muchos), cafés y charlas hasta la madrugada. Pero estamos solas demasiado; nos quedamos a merced de la conciencia y el maldito subconsciente atiza las voces internas que poco o nada saben del silencio.
Y solo cuando nos derrumbamos, lo rompemos todo, hasta el silencio.
Tenemos silencios propios y colectivos; guardamos muchos ajenos. También tenemos secretos. Los desnudamos a cuentagotas. Guardamos con más celo aquellos de amores que no nos explicamos o de dolores pospuestos; quizá arrumbamos las conversaciones con nuestro pasado y Dios nos libre si algún día nos atreviéramos a entablar un diálogo interno con nuestros demonios alimentados de miedo.
Tratamos de escuchar siempre al más allá, para no oír lo que traemos dentro. No queremos escuchar a los otros, porque nos vemos en un espejo. Asusta la nada. Se impone la quietud. Aturde la falta de algo.
Para romper un silencio debe escucharlo alguien, vale con una misma. Es cuestión de callar nuestros sonidos para escuchar nuestras voces. Nos aturden los pensamientos, nos distraen los crujidos de las articulaciones, el tronido de rodilla, el zumbido del oído, el latido del corazón, la respiración entrecortada, los gemidos, los suspiros, el martillo en la cabeza, las carcajadas, los pucheros, los gritos cotidianos… y el mundo: el tráfico, la radio, la música, los aplausos, las sirenas, las conversaciones ajenas, el teclado, los ladridos, el viento, los llantos… en fin, todo lo que suena.
El silencio también suena; grita, se impone, separa o une, dignifica o condena.
Tengo muchos silencios guardados en mi cuerpo y otros más en mi ordenador. Yo rompo los míos en renglones, en
historias, en mensajes de texto y fotografías callejeras. A veces, solo a veces, hablo. Tengo conversaciones que nunca salen de mi mente y expresiones que se me han clavado en el cerebro. Fantaseo mucho y digo poco. Necesito dejar de hablar de los otros, para ocuparme de los míos. Hay días que también me pesa el alma. Sé que no soy la única. Las mujeres somos los cofres del silencio. Tú ¿dónde pones los tuyos? ¿Los guardas y los silencias? ¿En qué parte los has escondido en tu cuerpo?
Maritza L. Félix es una periodista, productora y escritora independiente galardonada con múltiples premios por sus trabajos de investigación periodística para prensa y televisión en México, Estados Unidos y Europa. Es becaria Senior programa JSK Community Impact de Stanford, The Carter Center, EWA, Fi2W, Listening Post Collective y el programa de liderazgo en periodismo de CUNY

Salvador Reza Phoenix, Aztlán srza@aol.com 602.446.9928 (Donde vive el espíritu de la verdad)
TONATIERRA
Dicen los expertos que en el 2021 estábamos a 100 segundos de medianoche en el reloj nuclear, el mecanismo que avisa un desastre nuclear que culminara con el fin del mundo como lo conocemos.
El reloj nuclear puede avanzar o se puede devolver de acuerdo con las condiciones del ser humano en tiempo y espacio en el que vivimos, pero aun si se trata de un reloj imaginario, con la guerra entre Rusia y Ucrania, acelera las posibilidades de una guerra nuclear. Esta guerra nuclear, según lo estamos viendo por los medios de comunicación, la mortandad seráa acelerada mil veces.
No solo seria la destrucción de ciudades ucranianas, sino sería Nueva York, Los Angeles y Chicago, del lado de Estados Unidos; en Europa sería Lóndres, Frankfurt, Paris, y otros, mientras que en Rusia sería Moscú, San Petersburgo, Novosibirsk, y otras.
Eso no contempla si los chinos se sienten amenazados y se unen a la trifulca bombardeando Tokyo, Korea y los países que los rodean.
La devastación al mundo entero sería una nube nuclear moviéndose en las corrientes de aire y marinas contaminando el mundo entero, los muertos serían millones y los afectados a largo plazo billones.
Los peces perecerían o estarían contaminados y los animales salvajes también serian afectados; los sobrevivientes sin comida, sin agua, con una economía devastada empezarían a saquear las tiendas, se unirían en pandillas de defensa contra otras pandillas.
En lugares de Estados Unidos, donde hay más armas que ciudadanos, se volvería una especie de todos contra todos y los que tienen más chanza de sobrevivir serían aquellos que se encuentran lejos de las ciudades y que saben sobrevivir de la naturaleza sin necesidad de electricidad, ni tecnología.
Los carros cerca de la explosión estarían inservibles porque la radiación destruiría las baterías y otros aparatos eléctricos, aun si no estuvieran inmediatamente cerca de la explosión, los teléfonos celulares ya no servirían ni para tomarse selfies y mucho menos para hablar con los seres queridos.
Si los gobiernos lo saben, las corporaciones lo saben, las religiones lo saben, como han permitido que la situación en Ucrania llegara hasta este momento poniendo al mundo entero en peligro.
Es como si el mal se hubiera apoderado del mundo; la enajenación del ser humano de su esencia natural se ha deteriorado a un mundo virtual donde el juego ha llegado a hacerse realidad.
En un mundo donde el operador de un avión drone puede dirigirlo desde Miami Florida para volar columnas de tanques en Ucrania, Afganistán, o Pakistán, los sentimientos humanos han sido atenuados a juegos virtuales donde no se alcanza a ver el sufrimiento humano causados al apretar un botón de la computadora.
Es algo así como las cacerías virtuales en Texas donde pagas miles de dólares por matar venados a control remoto y después te llega por paquetería la carne de venado destazado y listo para cocinar, de esa forma ya no tienes que ver el sufrimiento del venadito antes de dar su ultimo suspiro, ya no tienes que ver la sangre escurrir cuando lo degollaste para que no siga sufriendo; ya no tienes que darte cuenta que acabas de matar a tu hermano y que se sacrifico por ti.

El venadito da su vida para que tu te alimentes espiritualmente y dejes de creerte superior al resto de la creación, en tiempos bíblicos eran los corderos los sacrificados hoy son miles de seres humanos muertos en guerras entre hermanos.
La insensibilidad y la enajenación combinado con un lavado de cerebro nacionalista es la formula perfecta para que algún militar, un político, un operador de misiles nucleares insensibilizado lance el primer ataque que se convertirá en una lluvia nuclear que nos sensibilice a entender lo que somos.
Somos seres humanos miserables, dignos de lastima, ni siquiera llegamos a entender lo que otros animales entienden muy bien: estamos aquí para cumplir con el propósito de la creación no a destruirla con la locura humana de creerse omnipotentes.