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Pescadores de Fukushima y su larga lucha para volver a la normalidad

Soma, Japón, 17 jun EFE).- Tras más de una década lastrados por la crisis nuclear de 2011, los pescadores de Fukushima temen ahora que el inminente vertido al Pacífico de agua residual de la planta atómica siniestrada torpedee sus esfuerzos para volver a la normalidad. Las restricciones sobre la pesca local a raíz del accidente atómico se levantaron por completo en 2021, aunque las limitaciones de capturas por motivos de sostenibilidad y el estigma nuclear hacen que las actividades pesqueras se mantengan muy por debajo del nivel previo al desastre.

Los pescadores de Fukushima, en su día uno de los caladeros con más renombre de Japón, ven venir ahora un nuevo golpe para su reputación: la descarga al océano de toneladas de agua radiactiva y depurada de la central, medida a la que se oponen con firmeza pese a las compensaciones y a las garantías de seguridad que ofrecen las autoridades niponas. Un estigma difícil de borrar En la lonja de Soma, a unos 50 kilómetros al norte de la planta atómica accidentada, la captura del día más abundante es pulpo, calamar y platija. Decenas de operarios descargan con rapidez el pescado fresco y lo transportan en cubos y cajas al mercado mayorista en una nave a pocos metros de donde amarran los barcos de arrastre.

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Los productos marinos aquí capturados, así como en otros puntos de la costa de Fukushima, son objeto de constantes análisis de radiactividad desde 2011 por parte de las autoridades niponas. Los resultados, que se hacen públicos, muestran niveles dentro de los límites nacionales en prácticamente la totalidad de las muestras. Pese a esta monitorización y a sucesivas campañas de información para borrar el estigma radiacti- vo del pescado y otros alimentos originarios de esta región, estos aún son vistos con desconfianza por consumidores de todo Japón e incluso escasean en los supermercados locales.

“Sentimos que sigue

La publicación de los "Papeles del Pentágono" tuvo un gran impacto mediático en Estados Unidos y aumentó la oposición de la ciudadanía en contra de la guerra.

Ellsberg fue a juicio acusado de espionaje, pero el juez declaró nulo el proceso en 1973 tras detectar que el Gobierno había pinchado el teléfono del acusado, entre otras irregularidades.

El analista formó parte del equipo del Pentágono al que el entonces secretario de Defensa, Robert McNamara, encargó en 1967 elaborar un informe sobre la guerra de Vietnam.

A medida que aumentaba la oposición al conflic- habiendo todavía una influencia negativa”, dice a EFE Tomomitsu Konno, presidente de la cooperativa pesquera de SomaFutaba, quien no obstante considera que los análisis de las capturas “están mejorando poco a poco” la imagen de sus productos. Aún así, Konno estima que las actividades pesqueras apenas se han recuperado un 20 o un 30 por ciento respecto a niveles previos al desastre.

La muerte de Ellsberg coincide con la acusación judicial de este jueves contra Jack Teixeira, el joven miembro de la Guardia Nacional que estuvo a cargo de la filtración de documentos del Pentágono sobre la guerra de Ucrania.

Teixeira, detenido el 13 de abril, colgó en internet información que daba detalles sobre los planes de Estados Unidos y la OTAN para reforzar la ofensiva ucraniana contra Rusia y apuntaba a que Washington podría haber espiado a algunos de sus aliados, como la propia Ucrania, Corea del Sur e Israel.

Algunos analistas compararon su potencial impacto al provocado en 2013 por Edward Snowden cuando expuso el alcance de los programas de espionaje masivo que Estados Unidos puso en marcha tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.

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