FASCÍCULO-09

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“El camino de la fe ilumina la alegría y el entusiasmo” Porta fidei 2

Año

de la

Fe

2012 2013

La Fe nos da

alegría 9


La alegría que

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proviene de la fe

a transmisión de la fe cristiana es ante todo el anuncio de Jesucristo para conducir a la fe en Él. Desde el principio, los primeros discípulos ardieron en deseos de anunciar a Cristo: “No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hch 4, 20). Y ellos mismos invitan a los hombres de todos los tiempos a entrar en la alegría de su comunión con Cristo (Catecismo de la Iglesia Católica, 425). La alegría verdadera brota de un manantial inagotable de nuestro interior. Es relativamente fácil apreciar si una persona es alegre o no. La forma en que vive las situaciones fáciles y difíciles, cómo ilumina la vida, cómo ve sus cualidades, y las de los demás; cómo sabe reaccionar ante las circunstancias. Desde luego, una persona alegre no es resentida, envidiosa, timorata. Es muy diferente una persona divertida, de una persona alegre, la diferencia está en la interioridad, en la profundidad, en la serenidad, en la afabilidad, en la comprensión, en su sentido de la vida. La persona divertida quiere que si ella está contenta todos lo estén y si está triste exige comprensión. La alegría se contagia, estimula, abre horizontes, comunica una visión fecunda. La persona alegre lo es tanto si gana como si pierde. La alegría implica energía, fuerza, surge del interior. No es una persona alegre la que está contenta cuando las cosas le van bien, pero es difícil cuando le van mal.

rodean. La persona alegre vive de su fuerza interior, que está en relación íntima con su fe. La alegría profunda es consecuencia del amor, del sentirse amado y del amar.. Y sólo es posible la alegría profunda por la fe en Jesucristo resucitado. Porque sólo Él da sentido a nuestra vida y a nuestra muerte con todo lo que conllevan. Necesitamos sentir un encuentro personal vivo, de ojos abiertos y corazón palpitante con Cristo resucitado. Estamos llamados a beber júbilo de la fuente del regocijo.

La persona alegre vive de su fuerza interior, que está en relación íntima con su fe.

Como católicos podemos ser atacados en muchas formas: por nuestra veneración hacia la Santísima Virgen, por el crucifijo que podemos llevar en el pecho, entre otras muchas. Pero algo que nunca nadie puede atacar, una espada cuyo filo es suave, pero ante la cual no hay escudo, es la alegría. Nadie puede reclamarnos el que seamos alegres, nadie nos dirá “¡Incongruente!” si fuimos amables y sonreímos con el pobre hombre que pide dinero en las calles. Nadie nos reclamará por pasar una tarde en un hospital llevándole alegría a los enfermos.

La alegría está muy relacionada con la actitud que tenemos para decidir cómo afrontamos las cosas que nos

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Alégrense

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en el Señor

a vida del hombre es una lucha: a veces hay que atacar al enemigo y otras veces hay que resistir sus ataques. La fe da al hombre decisión, valor, coraje, energía, constancia y aguante para combatir, sobrellevar y resistir las dificultades de la vida. Puedes imaginarte a un ser humano fuerte, como un soldado con una espada y un escudo. Con la espada ataca a los enemigos y con el escudo aguanta los golpes. Los Golpes para el cuerpo son: las necesidades, la pobreza, el hambre, el frío, los dolores y las enfermedades. Hay personas que sufren un defecto en su cuerpo: ceguera, sordera, parálisis. Los adversarios del cuerpo son cosas exteriores que lo dañan: los vicios, el alcohol, la droga, la pornografía. Asimismo, los golpes del alma pueden ser por ejemplo la inmensa tristeza de ver la enfermedad o la muerte de un ser querido, la ingratitud de un hijo, el odio de otra persona, el no lograr lo que uno busca en la vida a pesar de esforzarse mucho. Por otra parte, los adversarios del alma son los defectos, las cosas malas como el egoísmo, el orgullo, la flojera, la ira, la impaciencia. Todo eso que no te deja ser mejor, acercarte más a Dios, y que por más que luchas y luchas, ahí sigue. Sólo a través de la gracia de Dios y una fe afianzada en Él podemos combatir sin desfallecer. Hay muchas personas que se cansan y no quieren luchar por ser mejores, por acercarse más a Dios, por alejarse del pecado. Se entregan a una vida de rutina. Lo que les falta es fe en la gracia de Dios. La fe no nos deja ser tibios, siempre nos da fuerzas para volvernos a levantar, para esforzarnos por ser mejores. Cuando tengas una pena grande, no pidas a Dios que te quite la Cruz, sino que te de la fe que te fortalezca para llevarla. ¡Confía en Dios! Piensa en esos momentos que Dios es tu Padre, te ama y que tal vez, aunque ahora no entiendas, esa pena a la larga será para tu bien, te acercará a Dios y te ayudará en tu salvación.

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¡Pon tu fe en acción! Realiza con tus amigos un Rosario Viviente

El rosario es una fórmula muy sencilla para hacer que el mundo se una en un gran abrazo de paz con la oración. En 1826, Paulina Jaricot, una joven laica, concibió la idea del Rosario Viviente, durante un tiempo de sufrimiento debido a una grave enfermedad. Quería hacer la vida de oración sencilla y posible para todos, sin importar edad y condición social. De esta manera, encontró un modo maravilloso para propagar la devoción a la Madre de Dios e invocar su auxilio todos los días. La idea que tuvo fue distribuir entre veinte personas las veinte decenas del Rosario. Es así que nació la Asociación Internacional del Rosario Viviente, que consiste en rezar una decena del Rosario, con el propósito de hacerlo cada día. El integrante se inscribe en una lista que reúne a veinte personas, conocidas o desconocidas entre sí, donde cada una rezará y meditará un misterio del rosario designado por la Asociación del Rosario Viviente, que será el mismo para todos los días. El rosario es una fuente inagotable de bendiciones y salud, y un arma poderosa para conseguir de la Virgen aquellas gracias y favores que tanto necesitamos. Al adherirse a esta devoción, se realiza una oración en unión con más de dos millones de personas; al unirse a ellas, las gracias y méritos del rosario, se multiplican. Así que, iniciemos entre nuestros familiares y amigos esta gran obra: el rosario viviente.


Joven: vive tu fe

Testigos de Cristo Santa Mónica

La hoja blanca de papel

Nació en Tagaste (África del Norte, hoy Argelia) en el año 332. Desde joven, ella deseaba dedicarse a la vida de oración y de soledad pero sus padres dispusieron que tenía que esposarse con un hombre llamado Patricio. Este era un buen trabajador, pero de genio terrible, además mujeriego, jugador y pagano. Aunque él criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande hacia los pobres, nunca se opuso a que dedicara de su tiempo a estos buenos oficios. Y quizás, el ejemplo de vida de su esposa logró su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio se hiciera bautizar, y que lo mismo hiciera su suegra. Las lágrimas gruesas y frecuentes de Mónica eran para y por su hijo Agustín, ante quien puso cuantos medios pudo para que le llegara su conversión, sobre todo su oración; y sus lágrimas dieron fruto. Cuando tenía 56 años y Agustín 33 tuvo el inmenso consuelo de verlo hecho cristiano. Entonces podía morir tranquila, acompañada de sus hijos, corría el año 387.

Este cuento de Khalil Gibrán nos puede ayudar a reflexionar sobre la necesidad de salir de nosotros mismos y darnos a los demás, en vez de quedarnos como muñequitos de aparador, como nos invita a vivr la moda y la comodidad de hoy. Dijo un día una hoja blanca de papel: “Me he formado blanca, nítida, inmaculada y pura, y así seré hasta la eternidad. Prefiero quemarme y volverme ceniza blanca antes de permitir que me mancille la negrura y me macule la suciedad”. Oyó un tintero aquellas razones y se rió en su negro corazón, pero no se atrevió a tocar aquella hoja blanca de papel. La oyeron también las plumas y tampoco la tocaron. Y así permaneció la hoja de papel blanca, nítida, cual la nieve... pero vacía.

Frases Célebres “El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz” (Beata Madre Teresa de Calcuta) “Aquel que tiene fe no está nunca solo” (Thomas Carlyle)

“Todo el que cree, piensa. Porque la fe, si lo que cree no se piensa, es nula” (San Agustín de Hipona) “La fe se refiere a cosas que no se ven, y la esperanza, a cosas que no están al alcance de la mano” (Santo Tomás de Aquino)

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Publicación coleccionable elaborada por la Oficina de Pastoral www.cancunchetumal.org www.annusfidei.va


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