Poesía de la Semana Santa

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erdóneme ustedes, amigos lectores, pero el alma, en estos días, esté donde esté, escapa a mi tierra, atravesando espacio y tiempo. Les invito a recorrer conmigo calles y plazas y quién sabe si alguno de ustedes quiera tener, después, la dicha de revivir lo leído aquí en la realidad más plena…

su guía, su estandarte de cofradía cuyas borlas sostienen dos pequeños cofrades… Avanza la noche, avanzan los capuchones con sus hachones y su silencio y también con sus miradas bajo el capuz. Nuevos tambores, nuevas cornetas y la Virgen sobre su paso, su dolor derrama mientras se acerca quedamente… La noche compungida casi no respira, hecha madre con la madre, Déjenme ir hacia el llano, hacerme llano que comienza a gerhecha dolor, hecha acogida austera castellana… El corazón encominar, lentamente, la futura espiga. Llano que ansía horizonte, gido contempla. Solo el viento, en una leve caricia, susurra una que muta en horizonte siempre más allá… Déjenme hacerme oración indescifrable… A pie de acera los niños, sentados, miran pinar y labrantío desde la fría noche y madrugada al día que ya, a la Señora, sobre el cielo negro recortada… De pronto me veo a primaveral, va alargando su luz y temperatura entre flores de mi mismo, hecho niño, sentado sobre el bordillo, veo a mis padres almendro. Déjenme aderezarme de esa austeridad, cálida en lo y abuelos, a tantas generaciones anteriores que, sentados a pie de profundo del hogar para quien entra de veras, pero fría, señera, acera, contemplaron en silencio en una congoja reverente, serena, en su superficie de seriedad y sentido auténtico… Déjenme recode profundidad inexplicable… Tantos vallisoletanos que vivieron rrer la plaza mayor que ya luce crespones negros sobre sus soporla semana santa de una misma forma desde hace tantos años, tales de castellanía. La acera de San Francisco aguarda ya, muda, tantos siglos… lo que habrá de venir el Viernes Santo… Acompáñenme por Platerías hasta la Iglesia de la Cruz, luego iremos a las Angustias Y transformado en cofrade, bajo mi capuchón negro, miro a y después a la Iglesia de Jesús y a San Benito, y a Santiago, y a la la Virgen de la Vera Cruz junto a la que estoy… Al comenzar a Antigua, y a… A las rúas todas, a las plazas y rinconadas… ¿Me caminar de nuevo veo a un lado, sonriendo con profundidad y siguen?... satisfacción a D. Gregorio Fernández que hablando con D. Juan de Juni no acaban de creerse lo que contemplan: Esos santos de Allá a lo lejos, ya caído el día, exangüe, en sus coletazos de luz, palo salidos de sus gubias y su trabajo, esos pinos que fueron se oyen las cornetas y un redoble acompasado de tambor. Me transformados día a día en una Virgen, en un Cristo, en todo un acerco deprisa hacia el sonido aunque, curiosamente, mi misconjunto escultórico… “¿Dónde me viste que tan bien me retrama prisa parece ralentizarse. Una procesión pasa. Los cofrades, taste?” dice la leyenda que preguntó Cristo atado a la columna a hachón en mano, portan con él su luminaria pequeña, necesaD. Gregorio cuando lo terminó, y éste, humilde, contestó: “En mi ria, imprescindible, imperecedera en su mismo ser efímero. Fila corazón, Señor, en mi corazón”… disciplinada a ambos lados de la calzada. La gente calla vuelta misteriosamente hacia adentro, expresando toda la emoción en La procesión se aleja. La gente, en grupos pequeños, se disperla mirada que acaricia, de pronto, cuanto contempla. La ciudad sa hablando en voz más baja de lo habitual. Algunos guardan se hace silencio. El cielo, ya negro, cúpula inmensa del templo silencio. Otros, aún miran hacia atrás o acompañan la procesión mismo en que se transforma la urbe toda. La prisa se hace caldetrás de la misma… Retumban los tambores, rasgan la noche las ma. El ruido, silencio. Las miradas huidizas, firmes y profundas cornetas… La ciudad toda se hace silencio y templo y llanura y miradas. Redoblan los tambores, las cornetas rasgan el velo de la cofrade, lo sea o sin serlo… Porque en su esencia castellana, con noche misma. Los cofrades, avanzan… Cristo en cruz, sobre un su cicatriz acuosa que es el Pisuerga, guarda en sí la hondura paso avanza. Avanza… Todos lo contemplan sin poder apartar inexplicable de emociones que se desatan año tras año, tan punla mirada. Una mujer llora. Un niño pregunta a su padre que lo tuales como la primavera, en su Semana Santa… Así es Valladosostiene, en voz baja…Todos miran, miramos. Todos callan… El lid, así es mi tierra, así una de sus semanas grandes que enamora cristo avanza, su espalda muestra, pegada a la cruz y con él se el alma… lleva las miradas –tal vez del corazón-… Nuevos cofrades tras

Artes ...

Semana Santa

Texto: José Miguel Jiménez Fotografías: Eduardo Vaquero Diseño: José Fco. González


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