El Paradero

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Desde los PPP se escribe

Bienvenidos a nuestra nueva publicación del folletín el Paradero. En esta ocasión compartiremos contigo cuentos, poemas, experiencias e historias que se tejen en cada uno de los Paraderos Paralibros Paraparques de Bogotá y las Biblioestaciones en Transmilenio. ¡Disfrútalos!

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Desde los PPP se escribe

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Para leer!

ยกBienvenidos a la P! ................................................................ Desde los PPP se escribe ..................................................................................................... 3 Experiencias y reflexiones en la P .................................................................................... 12

ยกBienvenido a la Bibloestaciรณn!................................................. Experiencias y reflexiones en la Biblio .............................................................................. 18

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Ximena Martínez Promotora de lectura PPP Fundacional Engativá Pueblo Paula de primer nombre, común y plano, pero Ximena, toda, de alma. Cuatro, mi número de la suerte. Metida en la literatura por azar y por el eco de las historias que contaban en el llano. Promotora de lectura y universos mágicos, amante del baile, cantante los domingos en la iglesia (que me gusta más por su gente, que por la fe que profesa). Leo en los buses y Leo de signo zodiacal.

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Algo celestial Ximena Martínez El remate empezó una semana después de la cuaresma. El negocio de los Angarita era ya una inversión perdida y la clausura era inevitable. Los precios bajos debían atraer a los pocos fieles que quedaban, de forma que la bodega estuviera vacía para después de la Santa Semana. Era la última movida. El último intento por recuperar, aunque fuera un poco, la inversión en el local. Las ventas se reducían a un cirio por día e incluso, las esencias y los riegos estaban intactos meses atrás. Ni hablar de los inciensos. La bodega en el piso de arriba estaba abarrotada de cientos de varitas de canela y vainilla, jabones chinos, más velas, biblias y cristos, y más que nada, vírgenes. El cartel anunciaba los bajos precios. La gente se asomaba por la puertica y lanzaba una mirada rápida de desinterés. Casi todos seguían de largo y los pocos que entraban, lo hacían para mendigar o preguntar por una dirección. Nada. La fe o la superstición ya no era la misma de antes. La gente ya no rezaba, no encendía velas a los santos: no creía. Las biblias seguían empolvadas y las camándulas permanecían en el mostrador… Don Félix estaba más que desanimado. Quedaba menos de una semana para entregar el local y solo había vendido las usuales velas y uno que otro cristo pequeño. Las tres y media. Aún nada. Una mujer de vestido corto y negro, entró. Vecino, ¿cuánto por la virgen? Eesste, dijo como aletargado, ¿Cuál de todas?, y ahora examinaba con disimulo las piernas de la mujer. La grande, los labios rojos le sonreían desde la puertica y unas uñas largas del mismo color, señalaban una María de un metro. Ésa…, respondía con calma, disimulando la alegría de tener una compradora por fin, Ésa se la puedo dejar a quince mil. ¿Si se la compro, vecino, usted me la puede llevar? Sí, sí. Cómo no... Y necesito, dijo interrumpiéndolo, Otras diez más pequeñas. ¿A cómo son? Las pequeñas se las dejo a cinco mil, y los ojos se le salían de la emoción. Uy, ¿y si le llevo veinte de ésas y la grande? Es que a mis niñas les encanta rezarle a la virgencita. A tres mil, mínimo, y sintió el vigor de las viejas épocas. Sí, sí, sí. Empáqueme las pequeñas y me lleva la grande, ¿sí? ¿Para dónde la necesita? La mujer le alarga una tarjeta, paga con un billete de cien mil y se va sin recibir el cambio. Don Félix, agradecido por el milagro de vender tanto en una misma tarde, da la vuelta a la tarjeta y lee: Las Vírgenes Damas de compañía celestial Carrera 4 # 01-47

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Dennis Acevedo Promotora PPP Sauzalito Es una bogotana que estudia Creación literaria en la Universidad Central. Tiene 19 años, pequeña en edad y estatura. No tiene más certeza s que pueda afirmar sin sonar pretenciosa, excepto que la literatura es el refugio donde aprende a sanar; al escribir se pone en una mesa de disección y en sus partes encuentra a l mundo, con su magia y sus dolores; al hacer promoción de lectura de scubre a la voz y a los ojos lectores tejiendo vida, reconstruyendo la realidad en capas de ficción y verdad, creando medicinas capaces de llegar a lugares donde lo tangible no alcanza. .

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Beatriz Dennis Acevedo, Nadie derramaba lágrimas tan rápido como Beatriz. “Todos tenían algo de patéticos al llorar”, lo leyó pero no recordaba dónde, tampoco si había prendido la estufa para hacer tinto, ni lo que pasó el día de El apocalipsis. El apocalipsis. Miró por la ventana y el mundo seguía en pie; los buses aceleraban, las casas se sostenían, las personas sobrevivían. ¿De dónde sacaba la gente el combustible para caminar todos los días? También lo olvidó desde El último día. —Mamá, báñese ya, que se le va a hacer tarde —dijo Sonia abriendo la puerta de la habitación. Dos perras criollas entraron corriendo, se subieron a la cama y se revolcaron al lado de las piernas huesudas de Beatriz. —Ya estoy lista —respondió mirando a las perras. A pesar de que su madre tenía la cabeza abajo, Sonia vio sus ojeras brillantes y mojadas. El tumor en el lagrimal debió salirle por llorar tanto. Se contuvo de regañarla porque temió que le diera quejas al oftalmólogo. —Parece una foto poniéndose la misma ropa, pero baje así, que ya casi llega el taxi —dijo intentando desviar sus pensamientos, y salió de la habitación deseando ser más fuerte. El cuerpo de Beatriz era una mata sin sol. Nunca salía de la habitación para evitar peleas, para respirar tranquila el dolor que se regaba por las costillas cada vez que despertaba, como una mancha de pintura que no se lavaba desde El apocalipsis. No importaba la ropa que usara, no pretendía verse bonita, además dentro del armario estaban los restos de El último día en forma de trajes de lino, camisas y corbatas perfumadas de humedad. Escuchó un pito; por la ventana vio al taxi frente a su casa. Se agarró de la reja y, haciendo temblar sus delgados huesos, se levantó. Arrastró los pies hacia la salida. En la puerta colgaba una foto en blanco y negro de un hombre, con manchas amarillentas en la mejilla y en el sombrero de paño. Beatriz se apoyó en la puerta, miró a los ojos de la foto. Tal vez le había dado su fuerza a Rafael el día de El apocalipsis, para que no fuera El último día, pero ella nunca fue suficiente y se quedó en el infierno, en vez de morir con él.

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David Galvis Promotor PPP Carmen de la laguna Estudiante de 6° semestre de Licenciatura en Educación Básica con Énfasis en Ciencias Sociales en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Es un apasionado por la literatura en general pero en especial disfruta el género testimonial y la poesía; aunque no siempre fue así, antes de los 16 años le huía a la literatura. Producto de malas experiencias escolares que generaron cierta fobia por la lectura que luego en soledad –con la complicidad de un ejemplar del título 23 de libro al viento “Por qué leer y escribir”–, se convirtió en una pasión y posteriormente un estilo de vida. Trabaja como promotor de lectura en espacios no convencionales en el PPP de Carmen de la Laguna hace 7 meses con el objetivo de ayudar a jóvenes inmersos en distintos conflictos y problemáticas ligadas a sus condiciones de clase a alejarse de la violencia del barrio por medio de la oralidad, el hip hop y la literatura.

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¿Y ahora agosto qué? Cuántas pulgadas de sinsabores entre los labios y los ojos cuántos milímetros de nostalgias entre las cejas y la nariz cuántos píes de melancolía entre la barbilla y los lagrimales son necesarios para que una fotografía manifieste la frenología de: 'tristeza' 'impotencia' 'rabia' incluso, quizá. Cuántos kilómetros entre tu pecho y el mío cuántos días entre tus pupilas y las mías cuántos poemas entre tus oídos y mis labios cuántos susurros entre lo indecible y lo irreal son necesarios para la conquista de tus fragilidades. The clash El EZLN La escuela de Fráncfort The selecter El vaho a licor. Cuba entre tus piernas yo naufrago en ellas Moscú en tus caderas mi cama Siberia sin ti Qué hago recitándole romances a la luna a las 4 de la tarde. Ningún cigarrillo Un habano La aguja acariciando suavemente "esa negrura, que ronda por tu ser, tal vez, sea un gran querer, lejano".

Continúo como la geografía llegando siempre un poco demasiado tarde a todas partes. David Galvis Julio 23 de 2017

Escrito con ebria caligrafía Bastan tres gramos de imaginación Dos horas en un trancón Observar un instante el amanecer derramado en el tejado Verme en tus pupilas Fallecer en tus piernas Renacer en tus labios Compartir el café con Ana y Camilo El café luego de la guerra Bailar por no llorar Hojas secas y rotas en el suelo del bar Labios nómadas Píes que sedentarios tropiezan Ver las gotas de lluvia bombardear tus pestañas Basta una tarde de soul Una llamada de auxilio por un corazón que sin aviso explotó Un poema escrito con ebria caligrafía Sueños imperecederos Utopías donde mantengo las carcajadas y los trasnochos con la misma energía Despedirte con el deseo a flor de piel y no conforme con ello seguir diciéndote 'Ah,Dios' David Galvis Mayo 6 de 2017

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Desde los PPP se escribe Domingo Preparar el desayuno mientras mamá prepara el almuerzo Hacer bromas flojas Y reírse de todas Jugar en cama con los animales Comer a destiempo Leer sin tener que Escribir sin saber porque El parque atiborrado de gritos y alegrías De goles y home runes De parejas con ilusiones Las tardes en casa de Sebastián Las sonrisas de Camila Las llamadas de quienes sin serlo, son familia Contar las hojas del árbol que en Salitre se caían No tomar tinto Ser yo cada minuto del insomnio Releer conversaciones Repetir las mismas canciones Los conciertos El mercado Las riñas La policía Las muendas Los Simpsons Los ‘te quiero, te quiero’ La peluquería Las tardes en Alpujarra Las mariposas muertas Las canciones lloviendo Las veces que intentas Los poemas donde ‘te sigues yendo’

Las tareas Las visitas a casa de Alejandra Las conquistas imposibles La risa ante las caídas Las canciones en el ordenador desordenando todo a mi alrededor Salir al parque cuando el escondite estaba en la calle Las noticias de las siete llegando a las ocho y yo llegando después de las nueve Los chiflidos a la ventana El balón de micro junto a la puerta Los días enteros soñando en las canchas Los bocetos que jamás terminé Las primeras lecturas del Che Esperar por el mensaje de ella toda la noche El olor a vainilla y café Los resquicios de imaginación puestos en el papel La duda silvestre de no llorar en varios años El nadaismo El alcoholismo Los peces como metáfora del encierro y la libertad Los años venerando los domingos Su adrenalina sórdida Las bailarinas enseñándome a perder Los relojes detenidos enseñándome acerca del poder El frío La pintura Rapear hasta entrado el lunes Las flores Los pensamientos

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Desde los PPP se escribe Los sueños rotos Los zapatos colgados de los cables La fantasía de hacerla sonreír una razón para salir Un domingo más Un poema inacabado Una utopía siniestra Una sonrisa sin respuesta David Galvis 20 de marzo de 2017 Aprendí a mentir. Y me escondo en aquel tejado de las madrugadas y escucho los susurros de la soledad me habla de ti. Me acomodo y escribo algún poema alguna elegía a tus labios al rojo de tu palabra. Y viendo la ciudad negra con algunas luces al fondo del cielo dibujo con mis dedos tus ojos y los vuelvo mi morada.

que he aprendido a mentir. Las aceras cubiertas por la lluvia los tejados crujiendo aún las últimas gotas mis labios en tu piel fresca el comunismo recorriendo algunos callejones. Las nubes espesas comienzan a poblar mi cielo sus grietas me consumen cómo estas letras inconclusas mis ideas de ti siempre son idealizadas. Siempre eres otra mujer la que me toma nerviosa de la mano la que duda al mirarme a los ojos y la que me permite naufragar en su remanso estos versos. Mientras esquivo la muerte huyo del sueño y miento hasta volver mis utopías algo cierto. David Galvis 4 de noviembre de 2016

Me sumerjo en esa calma todo es silencio cuando duermes y te vigilo, te cuido, custodio tu paz mientras teorizo la guerra. Grito tu nombre a las banderas de los palacios atiborrados por soldados de invierno para asustarlos con ese tu nombre. Y hasta la luna cálida se oculta dejándome a solas con mis pensamientos y descubro así 10


Desde los PPP se escribe Partitura de un romance en lucidez Sinfonía: "viendo tus pies descalzos mientras caminas imagino rimas, soy un indecente, de los que escriben por el placer de sentir."

Mareas turbulentas altas y bajas desconciertan olor a hierbabuenas mentas almendras Paisajes inexistentes pero sigo rastreando tus dientes sonrisas insurgentes. Los saludos monótonos de las gentes estoy reencarnando ¿lo sientes? El mar pleno la luna alta. Postre de nata No me sale ni un soneto Los domingos la lluvia de rosas las flores flamingo "mejillas felposas" Musa fúnebre, te invito a mi verbena, hay suficiente tinta para ambos, estarán bien, yo sé que entenderán, como lo solía hacer yo cuando llegabas con fragancias de felicidades subastadas que se disipaban con la brisa de mis versos.

¿cuantas veces? cuantas veces confundí los vasos Tus mafaldas tus tropiezos tus faldas la de blancos lunares mis ojos fijos en ellos Los sábados no supieron volver y cada amanecer me pregunto "¿seguiste leyendo a Turgueniev?" Te guardé otros libros... ¿vienes? La rosa marchita el tango que se repite imagino un acorde o una pintura una partitura los oleos de mi hermana mi cama desordenada mi piel desordenada mi prosa desordenada mi desnudes escalonada No te vi reconocí tu voz. Estoy mejor los pinos escriben más que yo pero aquí estoy continúo mirando el cielo. La tinta se mantuvo. David Galvis 29 de diciembre de 2017

Me anticipo a tus pasos bebo suave licor de sauces 11


Experiencias y reflexiones en la P

Lecturas en los Parques: Recital de Poesía PPP Novios. Álex Chico (España) Si hay una combinación que siempre funciona es la que reúne en una misma frase a la literatura y al parque urbano. Pocos espacios tan creativos dentro de la ciudad como las extensiones verdes robadas al asfalto. Por eso siempre trato de visitarlos cada vez que llego a un nuevo lugar. En Bogotá hay algunos que merecen la pena. Uno de ellos es el Parque de Los Novios. Fui allí con una felicidad doble: por acceder a un nuevo recinto lleno de árboles, entre bloques de hormigón y carreteras, y por leer unos cuantos poemas a los que se acercaron a pasear por el parque, durante la mañana del último domingo de septiembre de 2017. Creo que el punto de partida es inmejorable, porque en pocos lugares existe una correspondencia tan exacta entre lo que escribo y lo que veo desde la página. Gracias a la amable invitación del Taller de poesía UPN, Carlos David Contreras y yo pudimos recitar un buen puñado de textos. Era un día gris, con amenaza de lluvia, pero apenas importó a los que allí nos congregamos. Es curiosa la suma de azares para que una situación así se produjera. Por eso, cuando ocurre, solo podemos dejarnos llevar, hasta ver dónde nos alcanza la palabra. Hablamos del pasado y del presente, de casas deshabitadas y multitudinarias. Hablamos de la violencia y de cómo la literatura puede reparar algunas heridas. Hablamos de la utilidad y de la necesidad de la poesía. Hablamos como amigos que llevaran mucho tiempo charlando. Casi toda la vida, diría, como si continuáramos con un ritual que hubiera comenzado años atrás. Poco importaba que casi todos fuéramos desconocidos. Nos unía un aquí y un ahora. A veces no necesitamos nada más. Nos basta con prolongar un momento que por su intensidad resulta eterno. Ese tipo de instantes que nos detienen y nos fijan en un lugar para siempre. Por eso sigo allí, en la explanada verde, rodeado de libros y de árboles. Al frente, un lago gris se mimetizaba con el paisaje. Como nosotros.

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Experiencias y reflexiones en la P

Cantando mundos: Nanas para nuestros bebés. Por Diego Fernando Laguna Rivera Acompañante académico PPP.

El pasado 21 de octubre, en el marco del 11° Festival del libro Infantil y Juvenil, realizamos una actividad de lectura con Ingrid Ramos promotora del PPP Nicolás de Federmán en la fundación Significarte. En esta fundación encontramos mujeres entre los 13 y 18 años víctimas de varios tipos de violencia y en estado de embarazo o lactancia. Las mujeres que conviven en este hogar se encuentran en un estado de desapego total hacia su rol de madre y un rechazo al encierro en el que se encuentran. Durante la actividad promovimos la relación madre e hijo a través de la música infantil, tradición oral y nanas del mundo. En un principio conversamos alrededor de las nanas más conocidas por los asistentes. En medio de algunos susurros temerosos escuchamos: “Duérmete niño, Duérmete ya, Que viene el coco y te comerá” Poco a poco las participantes compartieron algunas de las nanas y canciones infantiles de sus infancias. En sus ojos observamos los recuerdos de sus tierras, de sus madres, de sus abuelas que les cantaban y animaban a dormir en medio de dulces susurros. Ya un poco más fuerte empezamos a cantar alegremente aquellas canciones que tanto solemos recordar: “Arroz con leche Me quiero casar Con una señorita de la capital” Con nuestras voces alegres realizamos una lectura compartida del libro “Beso, beso” de Margaret Wild y Verónica Uribe e invitamos a las asistentes a besar a sus hijos, masajearlos, abrazarlos y arrullarlos en los diferentes momentos del cuento. A partir de 13


Experiencias y reflexiones en la P esas caricias y mimos, construimos con las madres participantes algunas canciones de cuna para sus bebés. Así, en medio de risas, algo desentonadas y tímidas, escuchamos creaciones que acompañarán los días de esos pequeños: “Juan José es un niño muy guapo y juguetón Cuando su mamita le da teta Juanito es dormilón” Finalizamos cantando y compartiendo algunas estrategias para leer con sus bebés. ¡Las invitamos a seguir encantándose con la sonoridad de las palabras, de las caricias, de los susurros y de los llantos!: “Duerme Luciana No quieres dormir El lobo te buscará Ya es hora de dormir Duérmete pequeña Te canta tu mamá No llores, no llores Que tu mami aquí está”

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Experiencias y reflexiones en la P

Desde el P.P.P Parque Fundacional de Engativá Pueblo: Gajes del oficio o dicho de otro modo: Pre-ocuparse. Ximena Martínez Promotora de lectura PPP Fundacional

Esta historia no tiene inicio ni final. O más bien, tiene infinitos inicios y finales, todos dándose al mismo tiempo. Pienso que desde que soy promotora de lectura concibo de otra manera el tiempo. ¡El tiempo! ¡Qué vaina tan rara! Mientras un chico agarra un libro, lo siente, lo palpa, otro, al mismo tiempo, está recorriendo las líneas de la mitad del libro, abriéndose la cabeza y adentrándose a un nuevo mundo, y otro, otro, está cerrando el libro, con un suspiro que no suena, con la respiración honda porque una palabrita le recordó a su abuelo, a su mamá, o a sí mismo, o lo hizo pensar ¿quién soy yo mismo?, y otro, otro, puede que no haya sentido nada profundo, claro, ¡pero amó la ilustración!, el juego del color, las formas, y quién dice, ¿quién dice que esto no es profundo? ¿Usted? ¿Yo? Todo en milisegundos. Un instantáneo caos de multiplicidad. ¡Que vaina tan bonita! Como soy una promotora y escritora en proceso de formación, constante, a veces confusa, a veces dolorosa, me preocupo. Y odio el verbo. ¿Preocuparse? Pre-ocuparse. Ocuparse de algo antes de su debido tiempo, anticiparse, muchas veces, de una forma angustiosa. Y sí, sí, me preocupan mis lectores. Porque, en este año (recién cumplido) como promotora, sé que hay niños que llegan a mi P sin desayunar, sin haber tenido la oportunidad de compartir con sus padres un momento de calidad en la rutina rutinaria de los días que pasan. Por su parte, los padres que (otra vez, ¡qué ironía!) se pre-ocupan por trabajar y pagar deudas, descuidan el afecto, el tiempo que podrían pasar juntos y lo reducen, le restan, lo dividen, cada vez más, a una cifra infinitesimal, chiquita, chiquitita. El chico me mira, a mí, y lee, y agarra el libro con sus manitas (también infinitesimales) y yo me encargo de hacerle olvidar todo, y le presto mi voz y escucho sus disparates (que también me hacen olvidar todo a mí y mis preocupaciones egoístas, personales, individuales, individualísimas) y entonces me divierto. Y pasa, y me pre-ocupo de nuevo, porque el señor de los helados, tiene cincuenta y aun no sabe leer. Me pre-ocupo, porque según yo, la academia, y el mundo viciado por la academia, saber leer las palabras del texto, los amasijos de letras que llamamos párrafos, o versos, solo se da de la forma en que entiende el significado, la semántica de cada palabrita puesta, solo se da en cuanto no 15


Experiencias y reflexiones en la P titubea cuando lee en voz alta, y lee de corrido, sin equivocarse y no confunde la "o" con la "a" y luego nos cuenta de qué va el texto. Y me preocupo. Pero entonces, descubro que intentando enseñarle a leer, a él, a don Humberto, él ya sabe. Él lee el mundo. Y me lee a mí. Y tiene el don del teatro, y entonces lee gestos y los repite, los replica, y grita y habla (muy gracioso, por cierto) e imita acentos y crea personajes... entonces, ya sabe leer. Entonces me pre-ocupo de nuevo, porque yo creía que leer era éso, lo de la academia, lo que nos dicen siempre, que la c y la h juntas suenan "ssschh", entonces yo leo "chasquido" y es así. Y no. Y entonces, me preocupo, de nuevo, ¡qué manía la mía!, ¿por qué entonces para qué estoy yo?, si presto mi voz, si presto mis dedos para señalar las palabras, las ilustraciones, si presto mi vida y así la vivo, siendo promotora de lectura, ¿qué es leer? ¿cómo leemos el mundo? ¿cómo te leo a ti? ¿cómo leo tu historia? ¿cómo nos leemos? ¿cómo nos pre-ocupamos todos? ¿qué estilo prefieres de pre-ocupación? ¿frunces el ceño? ¿te quedas en silencio? ¿haces como si nada pasara? ¿le hablas a tus vecinos, cualquier día, y le cuentas el porqué de tu preocupación? ¿Me lees? ¿Me pre-ocupas? Entonces el tiempo y el sujeto son distintos, o son la misma vaina, pero hechos de particularidades, de historias pequeñitas, del día en el parque, del versito que me leí un día y no entendí pero me quedó sonando, de la promotora que conocí en la P Fundacional y me enseñó a des-preocuparme o disfrutar de lo pre-ocupado que estoy, y vivir, y leerme la vida porque sino la leo, así sea en voz bajita, ¿para qué la quiero? Y entonces, me revelo, o emancipo, o libero, o cualquier sinónimo que elija, de creer que mi historia no es válida, de que yo no sé leer, de que yo estoy solo, de que no cuento, no importo... y me releo, y me descifro, y me encuentro válido, valioso, asombroso ¡y tan libre!, leyendo libros, leyendo el mundo: ¡librísimo!

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Un lugar, mil historias Por: M P S ¨MANOLO¨ Usuario Bibloestacion Portal Sur Había estado buscando por mucho tiempo un espacio dedicado a la lectura, donde no solo pudiera leer sino también escapar de la realidad. La mayoría de mis tardes eran como el Cable a tierra de Fito Páez: dejaba escapar sueños por mi ventana y perseguía fantasías en mi habitación, creía morir de nuevo todos los días. Un día de tantos, mientras buscaba sitios donde escapar al infame mundo cotidiano, pude acertar al espacio donde podría abrir mis alas y volar sentado 2 horas en una silla: una Bibloestación. Allí conocí a un promotor de lectura y éste me hizo lugar sin condiciones, pues es el requisito principal para soñar. El tiempo, como siempre rutinario, pasó sin dar lugar a formalidades, pero con los días empecé a conocer personas. Quizás, para algunos, subnormales, para mí, gente agradable: conocí a un tipo que vomitaba conejitos blancos (era una horrorosa ternura); una anciana que asesinó a un joven por vengar a su hijo (me recordaba tanto a mi abuela); un barbero cobarde (una vez me enamoré de una chica brasilera pero no llegamos a nada, pues me aclaró que solo podía amar a Roberto Carlos); empecé a salir con un robot que me invitó a su casa en Marte; un cazador estúpido que le gustaba hacer viajes en el tiempo (no me agradó pues siempre quiere ir al pasado). También he encontrado gente muy generosa, como no recordar aquella pata de mono que me dio un viejito, o el viaje que hice a las nieves del Kilimanjaro, con una pareja muy rara. Son tantas historias en las que pude escapar y volar muy lejos sin que se quebraran mis alas, vivir y regresar de nuevo a casa, gracias a un pequeño espacio y una intención. el Café con letras es un espacio para la lectura y los amigos, soñar y viajar, para tomar café aun cuando no hay café. Lo mejor es que mi idea y las intenciones de leer son las mismas, soñar.

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Desde Bibloestacion Portal 20 de Julio, Radiografía de una lectora... Radiografía de una lectora "Sin bibliotecas, ¿qué nos quedaría? No tendríamos pasado ni futuro" Ray Bradbury

Por Andrea Gutiérrez Velandia Usuaria Bibloestación Portal 20 de Julio.

Paul Klee fue el primer libro que tomé prestado de la bibloestación del portal 20 de Julio. Una tarde al llegar de la universidad me fijé en la bibloestación, sentí curiosidad y me acerqué a preguntar con deseo de encontrar algo que se acercara a mis intereses. El chico que atendía me dijo que debía llenar el formulario y esperar, así fue, en menos de 15 días ya me encontraba afiliada. Pasó mucho tiempo, quizá cuatro meses, sin que fuese por otro libro pues me acercaba a solicitar libros que requería para la universidad. Poco a poco el espectro se amplió gracias a las recomendaciones de Wilson y a ese pequeño lugar que tiene una muy cuidadosa colección. Empecé a ir de manera más constante, terminaba un libro, empezaba otro, terminaba otro con ilustraciones bellas y a manera de juego solicitaba uno más. Empecé a sentir que nunca había leído, que no sabía leer, que nunca supe que era la poesía porque las imágenes se encontraban detenidas, muertas, nulas. La palabra para mí había perdido valor de sustancia, de ánimo para mi ser, por el deceso abrupto de un ser amado, mi hermana del alma, prima de carne. Sin embargo, en las palabras de Gérard de Nerval y Federico García Lorca encontré estímulo, y mi soledad se disipó, sentí comunión con otros seres que, a partir de su dolor, de su miedo a la vida misma, de su corazón a pulso, sus letras se tornaban tórridas. Las palabras, aquellas que habían perdido color y fuerza, empezaron a parirse desde mis entrañas fuertemente: poesía, miedo, muerte, soledad, carne y amor. Estás palabras de alguna manera resonaban dentro y fuera del Portal 20 de Julio. La ubicación de la bibloestación es estratégica pues la mayoría de sus usuarios usamos Transmilenio como medio de transporte. Sin embargo, a pesar de que la bibloestación se encuentra como en una especie de torre de marfil, muchos no la ven porque lo único que llevan en su cuerpo y mente es una carrera dirigida hacía el alimentador. Allí me encontré con Wilson quien es una persona cálida, con una conversación que teje sensaciones y conocimiento cuyo aporte va mucho más allá de la entrega de un libro.

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Experiencias y reflexiones en la Biblio

*** “Putas asesinas” me acompañó por 20 días en los que encontré cotidianidad, evocando los paseos familiares, encontrando una generación con un cuerpo social cansado, un cuerpo vacío que se llena con la televisión, la abundancia de la publicidad, el bombardeo de imágenes saturadas de mentira y de necesidades innecesarias. Existe una influencia cultural por los años 1960 manifiesta en la televisión. El deseo no se ve reflejado en el arte, sino en las necesidades o la producción masiva del “deseo” a través de productos para estar mejor o ser “feliz”. Una mujer encuentra en la televisión el prototipo aún patriarcal de su príncipe azul, ligado claro a la producción en serie que los años posteriores a la primera guerra mundial atomizó. Un príncipe azul que le protegerá de todos los daños y perjuicios de una sociedad acelerada y descontenta. En “Putas asesinas” encontré muchas imágenes de la TV, que han acompañado nuestras familias, nuestras vidas, e incluso lo más íntimo de los seres. Es interesante visualizar cómo a través de la televisión una mujer siente que puede hacer real su imaginario, hasta lo más íntimo de su ser, observando a un tipo con cuerpo bello y ojos sin profundidad,(sin futuro), porque nada es profundo y todo está vacío, un hombre que puede hacerla feliz y saciar sus deseos. Al nombrar el vacío hago referencia a una sensación generalizada de la juventud, de no tener un mañana, acompañado de una ruptura de la generación de sus padres trabajadores y obreros. Las relaciones entre las generaciones en cuanto al significado de viejo y joven, vejez -juventud, se tornan en caminos distintos, evidentes disoluciones sociales, familiares, religiosas, económicas, etc. En este cuento existe un hombre con nombre “Max”, probablemente su seudónimo, ya que la carencia de Identidad es clara en la escritura de Bolaño. Max hace parte de un grupo de gigolós, una de las clases emergentes o grupo social de dicha época, entre tanto una juventud abanderada exige sus derechos, una juventud con aires de rebeldía. Esta mujer, en términos del tiempo, no quiere verse reflejada en el espejo, se encuentra en un sábado vicioso y triste, con expectativas sin fondo, con sensación de abandono, y Max, el príncipe de la máquina del tiempo, acompañándola en su casa bajo los cuadros de España ¡Oh! España, príncipe de buitres. La pintura de los reyes católicos es una crítica directa a la colonización y la influencia de la iglesia católica, a la memoria, al miedo, al hieratismo generacional, a la soledad, a la patria acompañada de una incomprensión del himno. La frase “no podemos contemplar nuestros rostros” más allá de una frase poética, es una denuncia de la generación sin identidad, sin rostro, sin nombre, sin un lugar, sin una tierra; circunstancias que dan lugar al nacimiento de los gánster, por las prohibiciones de los gobiernos, como una salida a la ilegalidad; tu otro yo, tu imagen se extingue y busca fugas.

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Experiencias y reflexiones en la Biblio *** “El arenero”, un librito que cabe en la palma de una mano me pareció siniestro, seco, cargado de recuerdos infantes y aromas que perturban y acompañan la mañana al despertar. En sus páginas sientes un atisbo de un recuerdo, pero que deja una sensación de ausencia, de esos recuerdos diluidos, perdidos, con neblina. Un libro que te lleva por los pasillos de la memoria, hacia el sótano, caminando en un piso de madera con una vela grasienta entre las manos. Los momentos en la bibloestación son bonitos porque entre letra y letra ha nacido una amistad con Wilson. Inicialmente la conversación se tornaba en el intercambio de lecturas de libros leídos, de las cosas que no has gustado y las que no. Una tarde hablábamos sobre el poder de la palabra, y el peligro de ser poeta, ya que más que oráculos, los poetas guardan un misterio: palabra escrita y dicha, palabra y acción. Risas llenas de sinestesia, de complicidad, llenas de Heridas y Ruido. Del ruido de las heridas que no se callan en nuestros corazones, en nuestra mente. Un libro que me acercó al dolor, desde otra mirada; que no está mal llorar niña, que no está mal sentir dolor, que yo también he perdido mis seres amados y visto la carne pálida y fría. Pero como te digo amigo Wilson, hasta el sonido de los perros en el barrio, en las calles, se hace odioso, más bien son lamentos y quejidos como si los perros tampoco aquí conociesen la esperanza. “Las heridas del ruido” es un libro cargado de luto que me acompañó mi propio luto, unos versos que esperaba escuchar desde hace algún tiempo, viscerales, entrañables, desgarradores, sinceros; acompañados de unas ilustraciones que son fieles a sus letras, me sentí alegre de que alguien compartiese conmigo lo que siente, lo que escribe, alguien que también había sentido que los gritos sucios laceran, que la noche ensangrentada va amotinada de heridas ruidosas. Luego vino el señor Charles Bukowski en “Peleando a la contra” para terminar de entintarme con el mundo sórdido, un libro sin asco, cercano en su manera de describir las cosas, la llamada poesía sucia, limpio mis días. Este libro se aleja de los estereotipos. Un sin número de veces uno se siente el peor bicho que pueda existir, el señor Charles afirma que todos somos tal bicho y no hay por qué sentirse mal. Por su parte, “Peleando a la contra” no es un libro fantasioso, me gustó mucho por su sinceridad al denominar a las cosas como lo son y no usar adornos baratos, ni vendernos una idea de algo. Amé su trabajo como Cartero: una vida que nos muestra que no todas las vidas son iguales, que cada persona tiene su tiempo personal. El Cartero es un libro sin pretensiones de artista. En él encontré un cómplice del trago que también descubrí cuando era niña en una fiesta familiar. Una fiesta donde lo único que se hace es comer papas fritas y bailar. En esta fiesta me encontraba en una de esas habitaciones destinadas para los niños, pero que iban acompañadas de adultos con ciertos dolores del cuerpo y gemidos extraños; tenía sed, en la mesita de noche había una botellita, oscurita ella, y la bebí, me supo 20


Experiencias y reflexiones en la Biblio amargo, que cosa más fea pensé y la gente grande se bebe esa porquería. Tiempo después descubrí el vino, con ese sí que conocí la embriaguez, gracias señor Bukowski, por esa complicidad, por esa ebriedad que hallé en sus letras. Me despido no sin antes decir que las Bibliotecas en los portales son estaciones que se pierden en el tiempo en un cuadrito mágico, un vagón para las letras, porque bien podría seguir escribiendo con cada uno de sus libros y con cada una de las conversaciones que he tenido en este lugar y como cada uno de éstos ha venido tejiendo en mi vida como si fuesen uno solo.

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