Encuentro 15
El Espíritu Santo en el Misterio Pascual
Público objetivo: Adultos: Padres de familia, Padrinos, Abuelos, Catequistas y otros responsables de la formación espiritual de los niños.
Objetivo de la Cápsula: Reconocemos la fortaleza que proviene del Espíritu Santo en los momentos de dolor.
¿EN DÓNDE ESTAMOS? z Cuando estás triste o preocupado, ¿a quién le pides ayuda? z En tu familia, ¿acostumbran a pedir ayuda al Espíritu Santo en los momentos de
duda, tristeza o desánimo? z ¿Cómo podría el Espíritu Santo ayudarnos en los momentos de dolor, tristeza o
angustia?
PARA REFLEXIONAR Escuchamos Lucas 23,44-45 Y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: “¡Padre, en tus manos entrego mí espíritu!”.
Compartimos z La exclamación de Jesús está llena de un sentido que revela la lucidez y la libertad
de la entrega en el sacrificio de Jesucristo, por ello, es fácil suponer que la mirada de Jesús se dirige al cielo. z La presencia del Espíritu Santo en el momento de la muerte de Jesús se supone
ya por el simple hecho de que “quien sufrió es una Persona de la Trinidad”; en su pasión se halla presente la Trinidad y, por consiguiente, también el Padre y el Espíritu Santo. z La pasión y muerte de Jesús es un misterio de amor en el que se hallan implicadas
las tres Personas divinas.
En comunidad, guiados por el Espíritu Santo
Referencia: https://issuu.com/ppceditorial.mexico/docs/191071_alianza_g6_issuu
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z Si la gran obra del Espíritu Santo es la Pascua del Señor Jesús, misterio de
sufrimiento y de gloria, también los discípulos de Cristo, por el don del Espíritu Santo, pueden sufrir con amor y convertir la cruz en camino de salvación. z El Espíritu del Hijo nos da la gracia de tener los mismos sentimientos de Cristo y
amar como él amó, hasta dar la vida por los hermanos.
TIEMPO EN FAMILIA z Investiguemos en qué consisten el don de fortaleza y el fruto de gozo del Espíritu
Santo. Comentemos cómo se ven reflejados en nuestra vida diaria. z Pidamos al Espíritu Santo que sane nuestras debilidades y nos fortalezca en los momentos de angustia, dolor o tristeza.
ORAMOS Espíritu Santo, Dios de infinita pureza; santifica mi alma. Espíritu Santo, que habitas en mi alma transfórmala y hazla toda tuya. Espíritu Santo, Amor sustancial del Padre y del Hijo, permanece siempre en mi corazón.