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LULA EN CHINA

Después de varios años de ausencia, América Latina parece regresar al escenario global de mano del presidente brasileño, Lula da Silva, quien cuenta con una experiencia internacional importante y determinación para estar en el centro del debate internacional. El compromiso de Lula de luchar contra el cambio climático y defender el bosque del Amazonas le generaron mucha simpatía en todo el mundo.
No obstante, sus declaraciones sobre la guerra de Rusia contra Ucrania han empezado a preocupar a muchos. A ello hay que añadir que, en su nueva Estrategia de Política Exterior, Rusia contempla por primera vez a Brasil, junto a Cuba, Nicaragua y Venezuela, como país con el que quiere “fortalecer la amistad, la comprensión mutua y profundizar las asociaciones multifacéticas de beneficio mutuo”.
Es por eso que la visita que Lula hará esta semana en China se observa con gran atención en más de una capital. Se trata no solamente de las relaciones bilaterales entre China y Brasil, sino también de la posición de Brasil en un nuevo entorno mundial marcado por el realineamiento de las relaciones políticas y económicas.
La visita a China tiene como objetivo fortalecer los lazos entre los dos países. China es el primer socio comercial de Brasil desde hace catorce años y Brasil es el receptor más importante de las inversiones chinas en Latinoamérica. Destaca el gran despliegue que caracteriza este viaje en comparación con las visitas de Lula a los Estados Unidos, Argentina y Uruguay. El ministro de Exteriores, Celso
Amorim presumió en varias ocasiones que a Lula le acompañará una delegación de más de 200 empresarios, varios ministros, legisladores y gobernadores.
Está prevista la firma de una veintena de acuerdos. La reunión de Lula con Xi servirá también para tratar la participación de Brasil en el grupo de los BRICS. La cumbre anual de esta plataforma que se celebrará en agosto en Sudáfrica tendrá un fuerte componente africano, empatando muy bien con la tradicional conexión de Brasil con esta región. Pero tampoco hay que sobreestimar este foro. Ya en los tiempos de Jair Bolsonaro, el representante de Brasil, Marcos Prado Troyjo, se desempeñó como presidente del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS.
Es a raíz de su renuncia que la expresidenta Dilma Rousseff fue nombrada recientemente como jefa de este banco para complementar el mandato brasileño hasta 2025. Queda finalmente por ver si la visita de Lula servirá para darle más sustancia al plan de paz para Ucrania. Tanto él como el presidente de China son autores de propuestas que generaron cierto eco internacional.
No obstante, hasta ahora ambas proposiciones se quedaron en el plano de palabras y, como mucho, consultas con la parte rusa, por lo que difícilmente se puede esperar que la reunión entre Lula y Xi traerá algunas novedades para Ucrania. Así que hay expectativas reservadas sobre los resultados de esta visita más allá de su dimensión bilateral, aunque todos los ojos estarán puestos en Lula y Xi.
Pero esto no sucede solamente en México, en donde llegó a gobernar un hombre con un proyecto con profundas raíces sociales, que miró de frente, a los ojos, a los más desprotegidos, para empoderarlos con un programa social inédito, único en la historia de nuestra nación. En todo el mundo se ha venido dando un despertar, la necesidad de un cambio de rumbo, de una “metanoia social” que permita empoderar a los ciudadanos, a los hombres y mujeres de a pie, como suele decirse.
Desde Washington, la capital de Estados Unidos, nos enteramos que funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM) iniciaron un encuentro rodeados de fuertes críticas por la lentitud que han mostrado para aplicarse ante los grandes desafíos del mundo en materia de cambio climático y sobre todo de desarrollo social.
Hay que recordar que, al iniciar este año, el Secretario general de la Organización de Naciones Unidas, António Guterres, condenó el “sistema financiero global moralmente en bancarrota… Diseñado para beneficiar a los ricos y los poderosos”. Sus palabras nos remitieron a la propuesta que desde siempre ha venido haciendo Andrés Manuel López Obrador en México y que aquí hemos reiterado: invertir la pirámide, empoderar a los más necesitados, atender a los olvidados de siempre.
Voces críticas están pidiendo “un giro dramático” para estas instituciones internacionales. Es decir, que empiecen a considerar lo verdaderamente importante para el mundo, frente a los intereses de oligarquías o de grupos que quieren seguir manteniendo sus propios intereses.
La prensa internacional consigna que Alemania ya se ha sumado a los llamados por “reformas fundamentales” en el Banco Mundial. En febrero, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, afirmó que el modelo multilateral actual es “insuficiente para abordar el momento”.
Además, la revista The Economist describió al FMI como una institución que padece una “crisis de identidad”, y declaró que el Fondo “está paralizado porque es una institución multilateral que aspira a representar a todo el mundo, y al mismo tiempo es un club controlado por Estados Unidos y sus aliados occidentales”.
El modelo mexicano de transformación que ha impulsado el presidente Andrés Manuel López Obrador puede servir de modelo y de guía para estas instituciones internacionales en crisis. Lo que el mandatario mexicano ha hecho es recoger las voces de “los de abajo”, de quienes menos tienen, de quienes han servido siempre de escalón para que los poderosos se impulsen en sus proyectos de enriquecimiento. Es el momento del pueblo y el pueblo lo sabe. No hay duda.