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La crisis de desaparición forzada en nuestro

El problema se ha incrementado en los últimos años, principalmente desde el sexenio del expresidente Felipe Calderón Hinojosa tras emprender la mal llamada “guerra contra el crimen organizado”

SUGEYRY ROMINA GÁNDARA / SIN EMBARGO

En México, la crisis de desaparición de personas se ha convertido en una de las problemáticas más sensibles y graves del país. Actualmente, se estima que hay al menos 112 mil personas desaparecidas, y esta cifra oficial sigue en aumento. Sin embargo, esta situación no sólo afecta a los adultos, sino también a los niños y niñas, quienes se han visto orillados a vivir en una situación desgarradora: se convierten en infancias buscadoras.

Esta crisis se ha incrementado de manera alarmante en los últimos años, principalmente desde el sexenio del expresidente Felipe Calderón Hinojosa tras emprender la mal llamada “guerra contra el crimen organizado”. Esto ha llevado a que tengamos hoy en día al menos una generación de niños que han crecido desde la búsqueda de sus seres queridos y que tengan que enfrentarse a diferentes problemáticas, que van desde la afectación emocional y de identidad, hasta la deserción escolar, aspectos que no han sido bien atendidos, de acuerdo con organizaciones, colectivos y expertos.

“Cada desaparición forzada que padecemos en México y en cualquier parte del mundo es un delito de lesa humanidad, es decir nos afecta a toda la humanidad y eso involucra, por supuesto, a las infancias […] conforme van avanzando las situaciones de presencia de esta grave violación a los derechos humanos y, a la par, los procesos organizativos de las familias buscadoras, es que vamos reconociendo la presencia de menores de edad como integrantes de estas familias buscadoras, como víctimas directas e indirectas de este delito, y en los procesos de defensa del derecho de las personas a ser buscadas y que se van incorporando a las labores familiares de la búsqueda”, señaló Andrés Hirsch, de la Brigada Nacional de Búsqueda, que integra a más de 120 colectivos en busca de sus seres queridos, en entrevista con SinEmbargo.

La Red por los Derechos de las Infancias (REDIM) cuenta con el informe más reciente llamado “La Infancia Cuenta en México 2022: Niñez y Desapariciones: Cómo la desaparición afecta a niñas, niños y adolescentes en México”, en el cual destaca que las niñas, niños y adolescentes son víctimas de varias formas por las desapariciones en México, un delito en aumento.

El documento no solo aborda el análisis en cuanto a la situación de las infancias desaparecidas en el país, sino que también revela una realidad con la que se están formando las infancias en México: la de la niñez y adolescencia buscadora.

“En una edad de continuo aprendizaje, las infancias buscadoras crecen caminando entre matorrales, cargando un pico o una pala, llevando agua o una cubeta, siempre con la esperanza firme de encontrar a su ser querido. Como dice Fernando, y se alude al inicio de esta presentación, las búsquedas se vuelven una ‘aventura’ que hace que cualquier hallazgo transite entre los elementos de lo lúdico y la dolorosa realidad que aqueja a más de cien mil hogares”, resalta el estudio, en el cual se incluyen las historias de niños, niñas y adolescentes que participan activamente en la búsqueda de personas desaparecidas en el país.

La REDIM estima que al menos uno de cada 352 niñas, niños y adolescentes vive la desaparición en su propia casa. Sin embargo, destacan que se trata de estimaciones debido a que no hay un registro fiable y confiable sobre el tema.

“No tenemos precisiones estadísticas ni podemos aportarlas aquí porque no existen: no han sido censados ni contabilizados en específico”, detalla el documento.

LA PARTICIPACIÓN

Fernando es un niño que, a sus 10 años de edad, ya tenía claro y grabado no solo el olor sino también la imagen de una persona torturada, herida por balas y amarrada que encontró durante una búsqueda. El pequeño ya tenía al menos cinco años de experiencia en la búsqueda de personas, habiendo asistido al menos nueve veces a búsquedas activas y en fosas clandestinas. El pequeño busca a su tío y a lo largo de ese lapso, ha visto cadáveres a su corta edad.

La historia de Fernando es una de las, al menos, 14 que se presentan en el informe de Redim, en el que también se visibiliza, desde entrevistas con perspectiva derechohumanista, cómo los niños y niñas viven la búsqueda. Fernando narró que ha visto cadáveres en velorios, pero no es lo mismo. También ha visto a personas muertas en películas, pero tampoco es lo mismo. “En las películas no se ven tan feos como son los cuerpos”, dice el pequeño a Redim para el informe en cuestión.

El pequeño parece estar agobiado cuando habla de esto -aclara el estudio-, tampoco lo contó con morbo, pues compartió que al ver a las personas torturadas y enterradas, piensa en el sufrimiento de las personas y que varias de ellas eran inocentes y las mataron. “Es injusto porque no debían nada, los mataron. [A quienes lo hacen] sí se les tiene miedo. Porque ellos tienen la libertad, ellos no tienen reglas, ellos pueden ir a tu casa y te matan”, narró el menor, de acuerdo con Redim.

Aunque en las Brigadas de Búsqueda y actividades de rastreo de los colectivos en campo se ven niños con picos y palas para ayudar en el rastreo, los espacios desde donde las infancias

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