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AICM sobresaturado; tocando límites de inseguridad

El directivo reprocha a las aerolíneas su falta de cooperación para aliviar presión en un aeródromo que este año prevé cerrar con un récord de 52 millones de pasajeros

Una rosa de los vientos guía al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). La principal puerta aérea del país ha pasado oficialmente a manos de la Secretaría de Marina. El acuerdo fue publicado el martes pasado en el Diario Oficial de la Federación, sin embargo, el control castrense sobre la terminal aérea tiene poco más de un año, cuando los marinos remplazaron a los agentes de la Guardia Nacional en las tareas de seguridad y se nombró en la dirección general al vicealmirante en retiro, Carlos Velázquez Tiscareño (Ciudad de México, 1950). Aunque ha pasado más de la mitad de su vida en el mar, el mayor desafío del director del AICM está en tierra: gestionar una termi- nal aérea de 769 hectáreas que está al límite de su capacidad desde hace casi una década y donde día con día se deben de resolver un puñado de frentes diferentes: desde las deudas millonarias de aerolíneas y locatarios hasta la delincuencia y el tráfico de estupefacientes.

Pregunta. ¿Cuáles eran los principales problemas del aeropuerto cuando asumió la dirección del AICM, hace poco más de un año? Respuesta. Había muchos problemas de seguridad, de pérdida de maletas, de objetos robados, muchas demoras en los vuelos, cancelaciones de las aerolíneas, había problemas de inmigración ilegal, de lavado de dinero, de tráfico de personas, de drogas y las deudas que tenía todo el mundo con nosotros, había muchos lugares ilegalmente ocupados por años, aerolíneas que debían mucho dinero y seguían volando, por ejemplo, Aeromar, debía 540 millones de pesos, no pagó y le dimos un ultimátum y lo paramos. Además de vuelos ilegales, sin slots (permisos de despegue y aterrizaje) reservados.

Esta última fue una de sus primeras medidas, ¿ya está regularizado el desfase entre los horarios comerciales y oficiales de las aerolíneas?

R. Controlamos ahora todas las salidas, falta controlar las llegadas, pero es más complicado porque puede ser que un vuelo venga demorado desde el origen. Necesitamos tener más coordinación con los aeropuertos de origen, pero ya estamos trabajando en ello. Aquí en el área de administración había un mundo de corrupción, un mundo de locatarios sin contratos, con muchas deudas, con mucho desorden en la asignación de locales, unos con justificación por la pandemia, pero otros sin justificación.

P. ¿Cuánto dinero perdía el aeropuerto por este desorden administrativo?

R. Cuando nosotros llegamos había como 7.500 millones de pesos en deudas, pero algunas de esas deudas no las podemos cobrar como la de Interjet, como la de Mexicana, como la de Aeromar, que sabemos que no se van a poder cobrar, pero aun así entran en nuestras finanzas. En cuanto a la deuda con los locales, implementamos de julio a diciembre del año pasado un programa solidario para todos los locatarios taxistas, todos los que tenían una deuda aquí. Muchos le entraron, pagaron, otros no y tuvieron que cerrar y a otros les metimos un pleito en el jurídico. Con todas estas medidas se ha recuperado mucho de este adeudo. Yo creo que estamos por el 85 por ciento o 90 por ciento de recuperación del adeudo en locales.

P. En materia de seguridad, ¿cuáles son las principales acciones que han emprendido?

R. Nosotros tenemos que estar vigilando a todos los empleados de las compañías para que vean que estamos encima de ellos. No tenemos reportes de robo de maletas desde febrero, pero tenemos muchos intentos frustrados de robo de objetos que los observamos con las cámaras, tenemos 1.700 cámaras en todo el aeropuerto y habrá más.

P. ¿Cuántos agentes vigilan al aeropuerto, actualmente?

R. 1.500 marinos, 600 policías auxiliares y otros agentes que contratamos para revisiones en el punto de inspección de pasajeros.

P. ¿Qué están haciendo para frenar el tráfico de drogas en el aeropuerto?

R. Casi diario tenemos capturas de droga, de cocaína, de metanfetaminas. Le estamos pegando muy duro

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