3 minute read

¡Las palabras sí importan!

Gabriela Zenteno

La historia de lucha por el voto de las mujeres mexicanas deviene desde 1947, al reconocerse en la Constitución el derecho a participar en las elecciones municipales, pero no es si no hasta el 17 de octubre de 1953 que el Presidente Ruiz Cortines promulgó las reformas constitucionales para que las mujeres mexicanas obtuvieran plena ciudadanía y, con ello, el poder de acudir a las urnas, en las elecciones federales de 1955, a emitir su voto por primera vez.

Este hecho histórico narrado brevemente, es sumamente importante en nuestra historia femenina en México, sin embargo, el derecho a votar y ser votada es solo la punta del iceberg. Hoy la realidad nos rebasa y nos exige reconocer e identificar otras formas y espacios en los que es necesaria la participación de las mujeres para lograr la igualdad sustantiva entre las personas; además que esta plenitud en el ejercicio de sus derechos exige cambios estructurales, desde el pensamiento y el habla.

La nación mexicana está aún en construcción y, desde luego, en proceso de consolidación como un Estado democrático, en el que se extienda a garantizar que no exista ningún tipo de violencia y discriminación en todos los espacios, públicos o privados, incluso en el lenguaje. El Estado democrático lo construimos todas y todos desde nuestra trinchera, día con día, estemos o no dentro de las estructuras de poder. Por ello, tendríamos que desaprender lo aprendido a lo largo de nuestra crian- za, desaprender desde ese lenguaje no incluyente, hasta las ideas y formas de sentir respecto de lo diferente.

La violencia y discriminación en general, perpetrada a cualquier grupo vulnerable, afecta los valores como la igualdad, la transparencia y la confianza, dichos valores son pilares fundamentales en la construcción y consolidación de un sistema democrático, plural e incluyente. Las palabras generan actos, por ello, deben ser el vehículo o manifestación de actitudes dirigidas a reconocer a las personas en condiciones de igualdad.

Las palabras tienen poder, poder de resolver problemas, pero también de empeorar una situación; poder de emocionarnos de forma incluyente y respetuosa, pero también de excluir y hacer sentir mal a una o a un grupo de personas; claro que importan las palabras, y más cuando salen de la conciencia y de la boca de quienes son parte fundamental de la construcción del Estado democrático y de todos aquellos actores y actoras líderes de opinión.

Todas y todos tenemos derecho a la libre expresión, a decir, escribir o hablar lo que pensamos sobre un tema o de alguna persona, pero en muchas ocasiones se nos olvida cuidar las palabras para no discriminar. Tanto la libertad de expresión como la no discriminación, son considerados un derecho humano, pero ¿hasta dónde un derecho limita al otro? No siempre es claro este límite entre la no discriminación y la libertad de expresión, aquí lo importante es no perder de vista que, en un Estado democrático, en una democracia constitucional todos y todas somos igualmente libres y que el derecho a la libertad expresión tiene su límite cuando afecte o soslaye el derecho de otro u otra a no ser discriminado; esta idea se encuentra incorporada en el artículo 32.2 de la Convención Americana de Derechos Humanos, que dice “Los derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás, por la seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común, en una sociedad democrática”.

Así, pues, ocupados por la consolidación democrática paritaria, libre de discriminación y violencia en la entidad chiapaneca y con la idea de sensibilizar a medios de comunicación y áreas de comunicación social de las instituciones, como el Tribunal Electoral, el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana y la Secretaría de la Igualdad de Género, quienes conforman el Observatorio de Participación y Empoderamiento Político de las Mujeres en Chiapas (OPEPM), a través del grupo de trabajo “Monitoreo de medios de comunicación”, han delineado el taller “Las palabras sí importan” con la colaboración del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED). Es destacable que se realice este tipo de talleres, ya que la única manera de lograr el respeto e igualdad entre la sociedad y una democracia paritaria es la sensibilización y educación de toda la ciudadanía.

Erasto velasco señaló que el dinero destinado a obras demandadas había sido robado en San Cristóbal de Las Casas mientras retiraba efectivo, lo que después desmintió

This article is from: