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Todos somos Escuela

Un carnaval prepandémico

POR QUÉ

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ALLÁPORFEBRERO de 2020, cuando éramos felices y no sabíamos la que se nos venía encima, celebramos sin mascarillas, pero con máscaras y disfraces, sin distancias de seguridad y con muchos abrazos, juerga y comilona el Carnaval 2020, que dedicamos al Museo del Prado en el 201 aniversario de su fundación. Cuatro grupos de alumnas y profesores nos deleitaron con sus coreografías y ripios, con los que homenajearon a Goya, a Velézquez, El Greco y a los materiales de pintura sin los que los anteriores no habrían podido deleitar nuestros sentidos. A continuación, el pregón con el que Álvaro abrió la última fiesta que la Escuela celebró. Fiestas que, no lo dudéís, están cerca de volver.

Pregón

Profesores, alumnos, invitados, visitantes... amigos sanfederiqueños todos: Bienvenidos a la fiesta más preciada de nuestra escuela, el carnaval. Nuestra más preciada fiesta porque si bien nos tomamos el mundo muy en serio, a nosotros mismos nos tomamos muy en broma y estamos deseosos de que llegue el día en que podamos manifestar a nuestra alegría de vivir sin que por ello decaiga nuestro compromiso con crear un mundo mejor, el día en que la parodia, la chanza, la ironía se adueñan de nuestras aulas, pero no por ello decae nuestro deseo de cambiar el mundo. Así que como manda Don Carnal, hoy es día para dar rienda suelta a la carne y a la comida, al ingenio, la crítica y la sátira, y diferir la penitencia y la contención. Hoy es día para atacar al poder establecido sin temor a que leyes, censuras y mordazas nos sancionen; toca sacar a relucir nuestros ripios, nuestras coplas para dar rienda suelta a nuestra fantasía y talante festivo; toca desempolvar todo nuestro ingenio para rendir culto a la espontaneidad y la libertad. Y es que con humor somos más libres, el humor derriba la pereza y el conformismo; el humor consuela a los hombres de lo que somos. Por eso los poderosos temen al humor, porque nos quieren serios y taciturnos. Pero hoy nuestras sonrisas, nuestra burla, bien entendida, les va a desenmascarar

para que su poder nos parezca menos irresistible. Y lo haremos como nos gusta, en grupo, en convivencia con los demás, trabajando codo con codo y más que nunca este año en el que el lema del curso 'Somos por y con los demás' nos invita a trabajar juntos, a tomar conciencia de que no somos islas, de que solo somos humanos si nos relacionamos con los demás, de que valemos lo que valen nuestras relaciones. Así, cuatro grupos de profesores y alumnos han trabajado durante semanas juntos, unos con otros para nuestro jolgorio, por nuestra diversión. Porque se suele decir que el carnaval nos permite por un momento ser otra persona, dar rienda suelta a nuestros instintos, para luego, volver a ser lo que somos, lo que fuimos. Pues no creo que sea así en nuestro caso, porque el espíritu crítico, expresado con una sonrisa en la boca va en nuestro ADN. Somos más eso que decía Chesterton de que a algunas personas los disfraces no les disfrazan, les rebelan, cada uno se disfraza de lo que es por dentro. Y eso es lo que somos y seremos, con y sin disfraz: ligeramente contestatarios, un poco mordaces y siempre alegres, con y sin careta Este año celebramos el carnaval homenajeando al Museo del Prado en su 201 aniversario, y es que en nuestra Escuela no necesitamos números redondos para celebrar la cultura, pasados los fastos del segundo centenario del museo celebrado el año pasado nosotros conmemoramos a nuestros más excelsos pintores este 2020 porque el arte, la cultura nunca debe dejar de ser motivo de celebración. Así que hoy Goya, Velázquez, El Greco y los materiales de pintura serán la excusa para poner el mundo del revés, para como ya dejó plasmado Goya en algunas de sus escenas subvertir los valores de nuestra sociedad y enfrentarse a las jerarquías, militares y religiosas en aquella época, política y bancaria en la nuestra. Subvirtamos pues al modo goyesco hoy disfrazados, mañana sin disfraz, este mundo adusto y adocenado Así pues, sin más dilación que empiece la fiesta de carnaval. Como dijo Rubén Darío: ‘Musa, la máscara apresta, ensaya un aire jovial y goza y ríe en la fiesta del Carnaval’.

2020, un año berlanguiano

POR DAVID ÁLVAREZ RIVAS

POCOSNOMBRES más mitificados y conocidos en la historia del cine español que el de Luis García Berlanga (Valencia, 12 de junio de 1921). En este 2020 se conmemoraban 20 años de su óbito. Y eso fue la excusa perfecta para programar la Seana de Cine de San Fede con 5 obras que recorrían una peculiar personalidad, con una peculiar forma de ver el cine. Contribuyó a forjar los hitos más importantes del cine español, como en la crea-ción de la primera de la Escuela de Cine, la Academia de las Ciencias y las Artes… Su vida, al igual que su obra, destacan por la ironía y situaciones mordaces y surrealistas. A Berlanga la Guerra Civil (1936) le pilló con 15 años recién cumplidos. Entonces era un adolescente sin nada que hacer. Durante el transcurso de la Guerra se intelectualizó, leyendo libros que robaba de las librerías, redactando poemas e incluso intentando hacer un periódico. También se divirtió, asistiendo a cabarets y mostrando parte más sexual que siempre acompañó a su cine.Tuvo la suerte de que un médico amigo de la familia lo destinara al botiquín, librándose de combatir en el frente, pero sin tener ni la más remota idea de labores sanitarias. Una situación berlanguiana se le presentó al tener que sarjar un quiste en el cuello de un comisario político mientras este le amenazaba con pegarle un tiro si no lo hacía de una forma hábil. En 1941 se alistó voluntariamente en la División Azul, ejército de voluntarios un claro objetivo: salvar a su padre de la pena de muerte. Le habían impuesto un millón de pesetas de penalización para salvarle la vida. Esa época le marcó de tal manera que el ejército y sus personajes fueron protagonistas en películas como La Vaquilla. Estrenada en 1963, coincidió con la orden de Franco de fusilar al comunista Julián Grimau y ejecutar a varios anarquistas. Por aquella época, el caudillo era conocido como "el verdugo". Por ello, cuando la película de Luis García Berlanga se presentó en Venecia, todo el equipo fue recibido a pedradas por anarquistas italianos que creían que la cinta era una apología a Franco, debido a su título, llegando incluso a intentar prohibirla en Italia. Aunque, tras su proyección, recibió el premio de la crítica internacional en el Festival de Venecia. En España fue muy censurada, como la omisión

de las escenas en las que el protagonista habla de partir a Alemania y, desde luego, a Franco le pareció una ofensa: "Berlanga no es un comunista; es algo peor, es un mal español". Berlanga y su gran amigo Juan Antonio Bardem decidieron escribir un drama rural. Tuvieron que hacer varias veces el guion ante el escepticismo de los productores hasta que decidieron contar la historia de un pueblo que se preparaba para la llegada de los Americanos. Así nació ¡Bienvenido, Mister Marshall! La cinta fue premiada en el Festival de Cannes, pero tuvieron muchos problemas allí. La delegación americana protestó porque, en un momento de la película, se arrastra la bandera de barras y estrellas por un riachuelo. Además los productores, imprimieron dólares con retratos de Isbert y Lolita Sevilla y los sembraron por todo el festival. Como consecuencia de estos sucesos, Berlanga y los productores acabaron en comisaría y tuvieron que censurar esa secuencia. Tras su fallecimiento en 2010, el mayor de sus hijos, José Luis García-Berlanga, encontró una biblioteca privada en el estudio del director en Madrid fuera de lo común: hallaron cerca de tres mil libros sobre el erotismo y la pornografía. La biblioteca estaba formada por libros, revistas, manuscritos y estampas (algunos de ellos hasta dedicados) y consta de ediciones francesas, inglesas, españolas y alemanas de los siglos XIX y XX. Según sus descendientes, al director le interesaba mucho el sadomasoquismo y el bondage, y además descubrieron que muchas de estas obras eran muy antiguas, encontrando primeras ediciones de obras de litera-tura erótica. Coincidiendo con el décimo aniversario de la muerte del antiguo Presidente de Honor de la Academia y autor de joyas del calado de la Trilogía nacional, la Escuela San Federico intentó sumarse a ese homenaje. Debido a la declaración del estado de alarma, sólo se pudieron proyectar 2 de las cinco películas seleccionadas. Calabuch y Plácido fueron acogidas por las alumnas con gran deleite. Y presentado el ciclo por el profesor de cine de la Com-plutense de Madrid, Ricardo Jimeno. José Luis Borau, el que fuera presidente de la Academia de Cine lo resume: "Cada vez oímos con mayor frecuencia describir a un personaje o una situación de la vida real como fellinianos, buñuelescos o berlanguianos. Término este último que, dicho sea de paso, bien cabría incorporar al diccionario de la española, cual homenaje debido a quién nos ha proporcionado una visión agridulce y conmovedora de nosotros mismos, además de ser, de puertas adentro, nuestro primer creador cinematográfico". Pues la Real Academia ha hecho caso a Borau y, como colofón al año de Berlanga, en su última revisión del Diccionario, la RAE ha añadido el término ‘berlanguiano’:“perteneciente o relativo a Luis García Berlanga o a su obra;que tiene rasgos característicos de la obra de Luis García Berlanga”.

En el Transiberiano

POR RUFI CAMPOS

JOANNA LUMLEY, actriz y modelo inglesa, protagonizó a los 68 años un documental para la televisión británica sobre un viaje en el Transiberiano, desde Pekín a Moscú, que han repuesto en España y merece la pena recordar. Antes estuvo en Hong Kong -colonia inglesa de 1841 a 1997-, donde vivió cuatro años de pequeña; su padre, militar, estuvo destinado allí. El viaje hasta Pekin, de 2.200 kilómetros, lo hizo en tren bala. En la capital china viven 21 millones de personas (uno de cada cinco habitantes de la Tierra es chino). Aunque el régimen del país es el comunismo, el vertiginoso desarrollo financiero e inmobiliario, signo del éxito capitalino, es el auténtico rey. Las marcas más acreditadas en moda, joyería, cosméticos, coches, etc. exponen sus productos en lujosas tiendas. Joanna paseó en un Rolls Royce, el coche más caro del mundo, con una distinguida señora china, millonaria, dedicada a grandes negocios de la construcción. Visitó el Palacio Imperial, que está en la plaza de la Paz Celestial, donde aparte de los emperadores vivían las numerosas concubinas, custodiadas por eunucos. Pu Yi, el último emperador, abandonó el palacio en 1924. Una señora de 90 años le enseñó la habitación, que se conserva intacta, donde vivió sus últimos años la concubina favorita del emperador. El Transiberiano sale de Pekín hacia Mongolia. Se detiene en la ciudad de Dantong, donde hay muchos budistas (en China viven 40 millones). En la ladera de una montaña, en grandes grutas, hay numerosas figuras de budas. Sobresale una por sus dimensiones; solo la nariz mide 1,70 metros. El guía, un joven chino, a la pregunta de si está casado contesta que los padres eligen con quién tiene que hacerlo y que, además, en China hay 33 millones más hombres que mujeres. Joanna visita un colegio y los niños le hacen preguntas. Responde que está casada con un músico y tiene dos hijos ya casados. La siguiente parada es la muralla china, al amanecer, desde un sitio estratégico. La acompaña un profesor americano casado con una china, que estudia su historia. En el siglo XIII, Gengis Kan, al frente de un ejército mongol, invadió China. En el siglo XIV, los mongoles fueron expulsados por la dinastía Qin. Se calcula que la batalla entre chinos y mongoles superó las víctimas de las dos guerras mundiales. Para evitar nuevas invasiones, construyeron la muralla de 8.850 kilómetros. Tardaron 276 años y emplearon a un millón de obreros cada año. El tren, por el desierto de Gobi, se dirige a la capital de Mongolia, Ulan Bator. Allí conoce a un célebre chamán que entra en trance y habla con los antepasados del siglo XIII. Nadie toma decisiones sin contar con él. En la estepa de la inmensa Siberia viven en yuntas y se dedican al pastoreo. Hay dos

caballos por habitante. La leche de yegua es muy apreciada y con la nata hacen productos de belleza. Pasa la noche en la yunta de una familia. La temperatura es de 3º bajo cero; el estiércol es el único combustible. Comprueba que las personas más sencillas son las más hospitalarias. A las afueras de Ulan Bator, en una extensa planicie, han erigido un monumento de 40 metros de altura, en acero inoxidable, a su gran héroe Gengis Kan. Para contemplar la magnitud de su efigie, hay escaleras que llegan a la grupa del caballo y desde la cabeza de este se ve la grandiosidad de la escultura. Tienen minas de cobre, uranio y oro. De esta última, que está a cielo abierto, extraen dos toneladas de oro al año. Unos jóvenes interpretan para ella una melodía con sonidos guturales originales de Mongolia. El tren se dirige ahora a UlanUdé, ciudad rusa. Los controles en la frontera son exhaustivos. Los vendedores mongoles, para pasar sus productos (zapatillas, calcetines, chalecos de pelo de camello, todo de excelente calidad) a la zona rusa, los reparten entre los pasajeros y los recogen al otro lado de la frontera. El truco falla a veces. Contempla Joanna las interminables estepas rusas cubiertas de nieve en todo el recorrido hasta Moscú. Irkutsk es la ciudad más poblada de Siberia. Se la conoce como el París del este, donde ha resurgido la religión ortodoxa. También añoran las antiguas costumbres y, con trajes rescatados de antaño, celebran bailes victorianos. El siguiente destino es el lago Baikal, el más grande del mundo, donde desembocan 336 ríos y de donde solo sale uno. Tiene 1600 metros de profundidad y 894 especies endémicas. La temperatura es de 25º bajo cero y el espesor del hielo de cinco centímetros. Lo cruzan toda clase de vehículos. Joanna observa que las estrellas en Siberia tienen un brillo especial y disfruta de la hospitalidad rusa cuando visita, en una aldea de pescadores, a un joven matrimonio que tiene un precioso bebé, le enseñan remedios caseros muy eficaces y brindan con vodka. De allí, se dirige a la ciudad de Krasnoyarsk, a orillas de río Yeniséi, y visita a un oligarca magnate de la construcción. Su magnífica casa está rodeada de cuidados jardines, ahora cubiertos de nieve. En el interior hay muebles lujosos, una colección de relojes de pulsera carísimos, cuadros y, en una vitrina, en el interior de un huevo de la firma Fabergé, una botella de vodka con pepitas de oro. En la mesa sirven los mejores manjares, caviar incluido, pero… tanta riqueza resulta poco acogedora. Su fortuna asciende a 30.000 millones de euros. La economía rusa está acaparada por 111.000 personas. La ciudad de Ekaterinburgo, en los montes Urales, es la próxima parada. Allí visita la magnífica catedral, construida en el solar de la bonita residencia del abogado Ipátiev, donde los soviets recluyeron y posteriormente asesinaron a la familia imperial. Boris Yeltsin, jefe comunista de la zona en

1976, mandó destruir la casa y años después edificaron la catedral. La ciudad fue denominada durante años ciudad sin ley. De vuelta al tren, Joanna contempla en la estación una escena conmovedora: en el andén, jóvenes soldados que se dirigen a sus destinos de emplazamiento, quizás en lugares remotos, se despiden de sus mujeres que tienen en brazos a sus bebés. Al otro lado de los Urales, ya en Europa, está la ciudad de Perm, conocida por sus fábricas de armamento y por poseer la mejor escuela de ballet del mundo. Sus alumnos vienen de todo el mundo y solo admiten 40 por año. Joanna comprueba la dureza del aprendizaje y conoce a un bailarín de 14 años que ha ganado cuatro medallas de oro. La última parada, antes de llegar a Moscú, es Vladimir. En compañía de hijo de un oligarca ruso, dueño de dos diarios británicos, viaja en trineo para ver una iglesia del siglo XII, situada en la confluencia de dos ríos. Sencilla y hermosa, alberga el icono de la Virgen de Vladimir, que por orden de Stalin sobrevoló la ciudad de Moscú como protección contra la invasión nazi en la segunda guerra mundial. Surtió efecto. Al dictador aún le quedaba aún resabio de su etapa en el seminario. Y, por fin, Moscú. Nieva copiosamente en la plaza Roja. Nuestra Joanna contempla su grandiosidad y belleza (su nombre, en ruso antiguo, significa "bonita") y recuerda que en los años 1968-70, en plena guerra fría, hizo aquí un reportaje para la revista Vanity Fair. Frente a ella tiene la muralla del Kremlin y el mausoleo de Lenin; a la derecha, el museo de Historia; y a su espalda, San Basilio y los almaceces Gum. En estos últimos comprueba el cambio radical experimentado por las numerosas tiendas instaladas allí, todas atractivas y lujosas, en comparación con las que había a finales de los años 60, sin ningún atractivo en los escasos productos que mostraban. En Moscú ocurre lo mismo que en Pekín. El vertiginoso desarrollo financiero e inmobiliario es el auténtico rey. Visita una agencia de modelos. Las chicas son guapísimas, debido a la mezcla de sangre de las familias que viajaban de este a oeste. El fascinante viaje termina en la estación del monumental metro de Moscú Komsomolskaya, en la línea Koltsevaya. Por una puerta secreta, y acompañada por un funcionario, baja a 65 metros en el subsuelo, donde se halla un búnker donde los soviéticos desarrollaron su programa nuclear en 1946. Trabajaban 2.500 militares. Entraban vestidos de civiles por la citada puerta y allí se ponían el uniforme. Gracias a las notas que tomé de televisión cuando transmitían el reportaje, he podido escribir este relato.

Segundo trimestre

Enero

Lunes 11:Comienzo de las clases.

Febrero

Lunes 22: No lectivo

Marzo

Jueves 25: Asamblea fin de trimestre

Y esperamos que las vacunas nos permiten celebrar Carnavales, Semana de Cine y otras actividades, de lo que os informaremos puntualmente.