Los petroglifos son de trazos delgados y profundos, y en ocasiones se aprovechó el volumen de la superficie parietal y sus múltiples posibilidades expresivas para conformar el contorno de la figura. Generalmente, están grabados en las entradas de las cavernas y en los abrigos rocosos, o sobre grandes peñascos ubicados en los cursos de los ríos y charcos de agua, como acontece en Chagüey, provincia Dajabón,501 y Anamuya, provincia La Altagracia.502 La mayoría de los bajorrelieves son caras que salen de las rocas y han permanecido imperturbables por siglos formando paneles en las paredes de las cuevas.503 También los encontramos en bloques líticos, destacándose sobre la verde sabana o en medio de un valle Guayabal en Padre las Casas; tales peñascos, localizados con frecuencia en lugares aislados, pudieron haber servido para marcar áreas con recursos fluviales o límites fronterizos entre distintos cacicazgos. Las imágenes antropomorfas esgrafiadas en el pórtico de las cavidades rocosas parecen los celosos guardianes que custodiaban la entrada de las cuevas en señal de estricta vigilancia, como Mácocael, a quien el sol transformó en piedra por llegar tarde a la cueva encomendada a su cuidado. De esta cueva, llamada Cacibajagua, salió, según el relato mítico transcrito por fray Ramón Pané, la mayor parte de la gente que pobló la isla.504 De ahí que podamos inferir la estrecha relación que para los taínos existía entre las cavernas y el origen subterráneo de la humanidad.505
Petroglifos de la Piedra Letrada, La Culata, Constanza, RD. Pictografías de la guácara del Hoyo de Sanabe, Sánchez Ramírez, RD.
305 TAÍNOS, ARTE Y SOCIEDAD
boscoso, como la Piedra Letrada en Constanza o la roca de