El Gran Cambio

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La emigración al extranjero ha sido una de las marcas más visibles de la evolución social y económica del país durante el pasado medio siglo. Según el censo de población de los Estados Unidos, en 1960 había solamente 11,883 dominicanos residentes legales en aquel país, la mitad de los cuales (5,105) había llegado en los diez años anteriores. Inmigrantes más antiguos (5,627) llegaron entre 1941-50; otros todavía más viejos (1,150) arribaron entre 1931-40. Los rígidos controles políticos del régimen de Trujillo, así como el desconocimiento del mercado de trabajo en los Estados Unidos por las masas dominicanas, explican la relativa pequeñez de estos números. La crisis política desatada por la caída de la dictadura y el cese de los controles a la emigración estimularon la emigración hacia los Estados Unidos, nación que en esa época estaba abierta a recibir todos los dominicanos y cubanos que estuviesen dispuestos a emigrar legalmente. En el mismo año en que murió el dictador, 1961, llegaron legalmente a Estados Unidos unos 7,000 emigrantes dominicanos. Al año siguiente el número subió a casi 17,000. La aprobación de una nueva ley de migración en los Estados Unidos en 1965 creó nuevas condiciones que estimularon la salida de miles de dominicanos hacia aquel país. Por esas razones entre 1961 y 1970, el número de emigrantes nacionales hacia Norteamérica se multiplicó diez

Vista aérea de la ciudad de Santo Domingo Jesús Rodríguez 2014 PÁGINA 168

Vista aérea del río Ozama Apeco 1975

Vista aérea del río Ozama Jesús Rodríguez 2014

Torre Silver Sun Jesús Rodríguez 2013

Utensilios de la pobreza Pedro José Borrell 1977

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veces en relación con la década anterior. Para 1970 el número de inmigrantes dominicanos legales en Estados Unidos había subido a 93,292. Algo similar tuvo lugar en los veinte años siguientes. Entre 1971 y 1980 abandonaron la isla legalmente con destino hacia Norteamérica 148,135 dominicanos, mientras entre 1981 y 1990 el proceso migratorio mantuvo la misma dirección: 252,035 dominicanos fueron aceptados como inmigrantes legales por los Estados Unidos. Entre 1991 y 2000 entraron legalmente a ese país 335,251 residentes dominicanos, pues como la legislación estadounidense favorece la unificación de familias los emigrantes se dedicaron a pedir a sus parientes de manera creciente. También favoreció este crecimiento una modificación constitucional de la República Dominicana, en 1994, que permite a sus ciudadanos poseer una doble nacionalidad. Debido a esos factores, pero sobre todo a causa de la intensa atracción que ofrece el mercado laboral estadounidense, el total de dominicanos que han ido a residir legalmente a los Estados Unidos en el último medio siglo supera hoy el millón de personas. Existe otra población dominicana compuesta de por lo menos otras 400,000 personas, mayormente niños y adolescentes, que descienden de los inmigrantes y que por haber nacido en territorio norteamericano son de nacionalidad estadounidense, aunque muchos continúan siendo dominicanos cultural y étnicamente. Por ello puede decirse que la población dominicana en los Estados Unidos sobrepasa hoy el millón y medio de personas.

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El censo de población estadounidense levantado en 2010 mostró que en ese año había 1,414,703 individuos de ascendencia dominicana en aquel país. En los últimos cincuenta años la República Dominicana también ha exportado hacia Europa y algunas partes de América Latina más de 200,000 personas adicionales. Solamente en España había 141,220 dominicanos residentes en el año 2011. Estas cifras dicen que alrededor del 15 por ciento de la población dominicana vive hoy en el extranjero. Estudios recientes y encuestas nacionales señalan que en ese último año por lo menos 76 de cada cien hogares poseen un pariente cercano viviendo en el extranjero. La expulsión de dominicanos hacia el exterior ha servido al país como válvula de escape que le quita presiones a la economía y al sistema político del país, que de otra manera no hubiera podido dar empleo a toda esa mano de obra. Muchos emigrados retornan al país convertidos en técnicos y profesionales o en modernos empresarios, en tanto que otros regresan también deportados después de haber adquiridos destrezas indeseables en los Estados Unidos. Unos y otros muestran rasgos de una modernidad desconocida en el país hace tres décadas. Por el lado positivo, los aportes de los migrantes que retornan van más allá de la importación de electrodomésticos, ropas nuevas y autos de último modelo. Muchos regresan convertidos en verdaderos agentes de cambio

Villa Hena, Casa de Las Raíces Gazcue Jesús Rodríguez 2012 PÁGINA 174

Edificio Yaquito Ricardo Briones 2013

Torre Veiramar, Malecón Ricardo Briones 2006

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Malecón Center, Santo Domingo Miguel Cruz 2005 PÁGINA 176

Calle San Luis, Santiago Julio González 1974 PÁGINA 178

después de haber asimilado conocimientos académicos y técnicos modernos, y una disciplina laboral propia de sociedades que hace tiempo realizaron su revolución industrial. Un censo de negocios propiedad de los dominicanos en la ciudad de Nueva York, publicado en marzo de 1999, muestra la enorme capacidad de adaptación de los emigrantes al mercado norteamericano. En ese censo se observa cómo los dominicanos han logrado reconstruir una sociedad criolla en Manhattan, Bronx y otros barrios neoyorquinos, al tiempo que aprenden nuevas destrezas laborales y empresariales que luego transfieren a la República Dominicana. Según este censo, en 1999 los dominicanos eran dueños de 7,231 bodegas, 2,243 salones de belleza, 1,696 talleres de mecánica, 1,194 boutiques, 1,139 talleres de desabolladura, 948 oficinas profesionales, 691 restaurantes, 391 factorías, 368 supermercados, 269 cafeterías, 173 tiendas de repuestos de vehículos, 89 ferreterías y 63 farmacias, además de contarse entre ellos más de 3,000 taxistas y 3,316 vendedores ambulantes. Hoy esos números han aumentado significativamente. La emigración a los Estados Unidos ha venido a acelerar el proceso de americanización de la población dominicana que se inició durante la primera ocupación militar de los Estados Unidos, y se acentuó con la influencia creciente del cine, la música y la televisión norteamericanos. Después del cine y la televisión, la emigración de retorno ha sido el otro gran vehículo de norteamericanización de las costumbres en la República Dominicana tras la muerte de Trujillo en 1961. Para muchos dominicanos de hoy

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