Apéndice Situación actual de la artesanía en la República Dominicana
La artesanía dominicana nunca dejará de ser tema de actualidad por su gran relevancia y expresión identitaria en el ámbito de lo cultural; por los cuantiosos recursos que genera, en el ámbito de lo económico; y en lo social, por la posibilidad de cohesionar a las familias que participan activamente de esta rama del arte, por medio de la autogestión. También determina la existencia del sujeto que lo hace objetivo (de ahí su relativa independencia existencial), visualmente palpable para el disfrute de lo estético y lo funcional; y además del medio material en que este arte logra hacerse tangible. En su condición de «arte» habría que indicar la ausencia consuetudinaria por quienes la ejercen en el país, sin que tampoco se les oriente a la percepción de su condición de artistas, reproduciendo un ciclo caracterizado por un pragmatismo de incidencia genérica que, en la mayoría de los casos, hace de cada artesano un sujeto conservador, capaz de considerar innecesario aprender más de lo que sabe. Frente a esta realidad no existe la vocación por cultivar el arte que asumieron al momento de convertirse en artesanos. El desconocimiento por parte del sujeto de su condición de artista ha mantenido a la mayoría de los artesanos dominicanos en un estatismo impropio de la dialéctica que rige el proceso natural de la vida. Esta contradicción de fondo ha sido muy desfavorable para la innovación y la renovación de sus obras. La mencionada condición de inmovilidad es evidente al contactar directamente a la mayoría de los artesanos del país y escuchar sus reflexiones acerca de su desempeño, donde algunos manifiestan llevar más de 20 años haciendo lo mismo y declaran convencidos que no alterarán su esquema preestablecido. Aun con este panorama, puede presumirse de cierto avance comprobable por la consolidación como disciplina, por la garantía material que ofrece a determinados sectores de la economía y por ser portaestandarte de los rasgos culturales que definen al ser dominicano. Estas incidencias valorativas tienen en su haber dignos representantes, como lo fueron el yugoslavo Iván Gundrum y el ceramista cubano Luis Leal en la década de 1950; luego el escultor y dibujante Joaquín Priego en la década de 1960; el artista español Juan Montalvo y la pintora Ada Balcácer en la década de 1970, cuando se Artesanía dominicana l un arte popular 203
v Página opuesta: Representación neotaína de la «Diosa luna», hecha en barro de una sola quema (monococción), terminada en acrílica. Taller de Ramón Antonio Guillén, Yamasá.