Arquitectura popular dominicana

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San Francisco de Macorís a La Jina, donde estaba la estación Baird construida por el ingeniero inglés nacido en Calcuta (India), Charles McGregor. De allí, el tren seguía hacia Pimentel, Hostos y Villa Riva, antes de llegar a Sánchez, todos centros recolectores que se beneficiaban del regadío natural que hacía anualmente uno de los tres grandes ríos dominicanos: el Yuna, alimentado por el Camú, haciendo un recorrido al mejor estilo de un Nilo dominicano. La otra ruta del ferrocarril hizo el recorrido Moca-Santiago-Puerto Plata, pero sin poder beneficiar con su paso a las poblaciones intermedias que se situaban en su trayecto, dadas las difíciles condiciones topográficas del terreno, escarpado por efectos de las estribaciones septentrionales de la cordillera que divide la franja marítima frente al Atlántico y el ubérrimo valle del Cibao central. Esa prosperidad material se tradujo en otras de carácter conceptual y, por ende culturales (artísticas e intelectuales) que se reflejaron económicamente en el desarrollo físico de las poblaciones de la región, en contraste con las restantes de otras regiones que no estaban siendo favorecidas por la misma modalidad de transporte, nada fortuita, puesto que se correspondía con la necesidad de utilizar la riqueza natural del suelo para su explotación agrícola en toda la demarcación. Esa cultura de la subsistencia, que incluye los pastizales para sostenimiento de la ganadería, manifiesta la independencia económica que suministró la agricultura a las poblaciones más concentradas, compactas y coherentes, en sus aspectos urbanos más elementales, como lo evidencian Santiago de los Caballeros, La Vega, San Francisco de Macorís y Moca, poblaciones donde, por efectos de la bonanza económica de esos años, buscaron y encontraron trabajo muchos de las esforzados constructores prácticos y alarifes de la época. Luís Mendoza fue uno de ellos. Construyó por lo menos dos cine-teatros: “La Progresista” en La Vega, todavía en pié; y el “José Trujillo Valdez”, posteriormente denominado “Carmelita”, en San Francisco de Macorís (demolido a finales de 2005). Otro gran constructor fue Onofre de Lora (¿?-1899), quien hizo los trabajos del templo de Santiago Apóstol en la hidalga ciudad de los 30 Caballeros. En 1892 nació Juan Bautista del Toro Andújar, el primer dominicano en obtener el título de arquitecto (París, junio de 1930) y en 1895 nació Humberto Ruiz Castillo, en Las Matas de Farfán (+1966), quien haría, entre otras obras notables, la capilla del Palacio Nacional, el Alma Mater de la entonces Universidad de Santo Domingo, en colaboración con A. J. Dunoyer de Segonzac y Pierre Dupré, el templo de San Juan Bosco y el de Moca. En 1897 nació en Albacete, España, Romualdo García Vera (+1930), constructor del emblemático Hotel Mercedes, en Santiago. Concluia el siglo XIX y Casimiro N. de Moya databa su Plano de la Ciudad y Contornos de Santo Domingo el 30 de mayo de 1900. Así, finalizaba una centuria donde los rasgos de identidad dominicana se acentuaron, enfatizándose en las realizaciones arquitectónicas, perfilando un futuro promisorio al nacer quienes serían pioneros de sus ejecutorias.

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