A la izquierda, espacio conector desierto de la cocina con el cuerpo de la casa. En la cocina la separación de las tablas en horizontal facilita la dispersión del calor y los humos. A la derecha, la enramada familiar, el depósito de leña y en primer plano la cocina. Cutupú, La Vega.
Con los bosques en franco deterioro ambiental, principalmente desde principios del siglo XX, dada la tala indiscriminada de toda especie de árboles y su desmonte sistemático, principalmente para dejar espacio a la siembra de monocultivos en latifundios y minifundios, época en que, por ejemplo, fueron devastados los frondosos bosques selváticos de la región Este para dar paso a la industrialización azucarera, la actividad constructiva fue mermando significativamente hacia mediados de ese siglo. Eso, unido a la asimilación de nuevas ofertas comerciales, espaciales y estructurales, sobre los modelos importados que imponían incluso nuevos materiales de alto contraste, ocasionó que la arquitectura espontánea, denominada también folclórica, perdiera la gracia y significación que siempre tuvo. Esos enclaves industriales trajeron sus particulares formas y espacios arquitectónicos que fueron traspasados a las casas de los conjuntos residenciales para ejecutivos, empleados medios y obreros. El proceso de capitalización de las zonas boscosas del Este del país extrapolaba así su importancia desde tiempos coloniales y los enfatizaba, hacia principios del siglo XX, ya en tiempos neocoloniales, reflejando el tráfago de influencias que se manifiesta con relación a la casa de los campamentos esenciales de esos ingenios azucareros, tanto aquellas de los obreros casi esclavos, en su mayoría importados campesinos haitianos que eran alojados en lo que se conoce como “bateyes”, especies de campos de concentración donde la degradación humana se manifestaba en la pobreza ancestral, que aparecía incluso en las casas de los técnicos y funcionarios de los ingenios, que pulverizaron las herencias e impusieron modelos que venían ensayándose desde los tiempos en que era construido el Canal de Panamá. El cemento importado le facilita las labores al grupo de pioneros constructores de edificaciones perdurables. Los más afamados fueron los catalanes José Domenech, José Turull Villanova y Jaime Malla Salom. En La Vega desarrollaba una intensa actividad constructiva el ingeniero Zoilo Hermógenes García, el primer dominicano que obtuvo un diplomado en ingeniería, en 1902. Era graduado del Institut Industriel du Nord de la France (hoy día École Centrale de Lille) y llegó a ocupar el cargo de Director General 88
Arquitectura popular dominicana