La arquitectura popular es una arquitectura de celosías, de montantes, de apergolados; arquitectura de balcones con barandas de balaústres, de techos a dos, tres y cuatro aguas, con sus ventiladores; arquitectura de puertas con persianas de medio punto y, sobre todo, arquitectura de escasos materiales sabiamente utilizados como madera, hierro, zinc y en uno que otro caso, hormigón (figura 6).
Figura 5
Figura 6
Pero esencial es también reconocer la existencia de otras actividades orientadas hacia la recuperación de los valores de la arquitectura vernácula, como lo hicieron los estudios que sobre los pueblos de San Germán, Ponce y Mayagüez se llevaron a cabo en la década de los 80´s en el Colegio de Arquitectos de Puerto Rico. Dicha labor se realizó bajo las presidencias de los arquitectos Luis Sierra y Luis Flores, y estuvieron dirigidos por el arquitecto Jorge Rigau. Otro trabajo significativo y que trasciende del ámbito arquitectónico al histórico social es el libro Puerto Rican Houses de Carol F. Jopling. Como se ha evidenciado, no son escasos los esfuerzos de valorizar nuestra arquitectura popular. Aquellos mencionados aquí han sido delineados para destacar la importancia que estas estructuras tienen en nuestro ámbito cultural. A pesar de todos estos denuedos, cada día se pierden más de estas estructuras ante la presión de intereses económicos-especulativos y, como se vio al principio, muchas veces a mano de aquellos que debieron defenderlas. El estado actual de las cosas demuestra que lo preocupante no es la pérdida de una arquitectura popular que, aunque significativa en ocasiones, puede resultar caprichosa y onerosa su conservación; lo preocupante es la nueva producción de una arquitectura popular, desvinculada por completo de las mejores tradiciones constructivas, y con una proliferación masiva a través de toda la geografía de la Isla. Este nuevo vernaculismo popular, (figuras 7, 8 y 9), bien podría ser un catálogo de formas, materiales, elementos y colores de lo más exiguo de la sociedad que representa. Es una arquitectura víctima de una sociedad de mercado, de globalización, de apariencia, en donde lo que importa y debe prevalecer es la “casa vitrina”, lo que se muestra, no lo que se es. Como decía Aberlado Díaz Alfaro en su ensayo “Teyo y la Nueva Arquitectura”: 66
Arquitectura popular dominicana