Dos escenas de una calle en el centro histórico de Cabo Haitiano, Haití.
y se desvirtúan los propósitos y se vulneran esos rasgos de identidad cultural que la hicieron ganar un favor estético que le permitió enquistarse en la nostalgia referencial de una sociedad en gestación. Las casas “sin autor” quedan así identificando márgenes de pobreza, relegadas, pero siguen representando una estampa, guardando un sabor, un prestigio social valorativo y, equitativamente, representando al rango económico de sus propietarios, gente humilde y trabajadora. Gente que habita la periferia urbana y también los centros, cualquier intersticio urbano y se destaca por su colorido y por su ingenuidad formal, por su espontaneidad constructiva. En Latinoamérica, contextos geográficos y culturales que nos pertenecen; y en la región del Caribe, porque del Caribe formamos parte, las circunstancias distintivas que enmarcan a la arquitectura popular son similares pero diversas. En resumen, que tierra, lodo, barro, piedra, madera y ladrillo han dado forma persistente a la arquitectura del mundo. Los estudios arqueológicos y antropológicos han permitido conocer las particularidades de esa manera genuina de hacer el cobijo para habitarlo o trabajarlo. Mientras más enraizada está la noción de lugar, mayores rasgos de autenticidad tiene la arquitectura que se populariza dentro de los cánones tradicionales y permanece como testimonio de valor y representatividad social, con sus jerarquías económicas a la vista y sus preeminencias ideológicas y religiosas, sincretismos e ignorancias. A continuación cuatro colaboraciones de destacados profesionales en sus respectivos países, elaboradas especialmente para este libro, que se enmarcan dentro de la amplia zona tropical lindando al sur con Brasil (Capricornio) y al norte con Martinica, Islas Vírgenes y Puerto Rico (Cáncer).
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Arquitectura popular dominicana