un elemento sobre otro o en la superficie; también por el simple hecho de dar mantenimiento a la madera. Finalmente al seguir tradiciones o rituales el uso del color constituye un valor en sí mismo. Tal es el caso de algunos poblados de la región Este, como San Rafael del Yuma, Boca de Yuma, Nisibón y en particular Otra Banda. En este último todos los vecinos se afanan por quien pinte más bonita su casa, en una competencia muda cuyo certamen se efectúa anualmente bajo el consentimiento de todos y sin ningún premio más que la satisfacción familiar. Franklin Mieses Burgos ha intuido y pregonado esta verdad absoluta: “Y es por eso que eres, en tu naturaleza de abismo sin medida, el redentor espacio de la estricta negrura, de la perfecta sombra equilibrada, en donde ningún cuerpo creado discrimina con la presencia de su forma, o la ilusión formada por un bello color que en realidad no existe ni siquiera en la falsa verdad del arcoiris…”. En los espacios interiores suele variarse el color cuando se pretende diferenciar las áreas sociales de los dormitorios y estos a la vez quieren diferenciarse entre sí: el de los varones con el de las hembras y estos con el matrimonial. Otro aspecto que cabe destacar y que actúa de manera inconciente, aunque no constituye una regla fija, es el predominio que mantienen en el exterior los colores “fríos”, identificados como masculinos (azul, verde) en contraposición con los colores “cálidos” –el rosado predomina– que se identifican como femeninos, quizás como un reflejo donde cada género mantiene su hegemonía. De la misma forma en que algunos propietarios reflejan su precariedad al no poder pintar sus casas por la falta de recursos económicos, en el caso contrario, aquellos propietarios que sí pueden hacerlo, ven en esto un mecanismo para elevar su estatus social. Los colores elegidos cuando se va a pintar la casa tienen una gama de significados que varían de uno a otro propietario. Para unos la combinación elegida le asigna cierto carácter de elegancia o sobriedad. Para otros, por el contrario, simbolizan humildad o modestia. También puede significarle gracia y alegría. A la izquierda combinación de color, forma y textura realizada en una pared de mampostería. Pueblo Viejo, Azua. A la derecha, armonía monocromática en azul, Hato Mayor.
Arquitectura popular dominicana
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