Arquitectura popular dominicana

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construcción la ocupación norteamericana de 1916 a 1924. Quizás la parte más singular de esta parte del libro es la que trata sobre los “elementos originales del cuerpo compositivo” de la vivienda dominicana “en un proceso de resistencia”. Con gran intuición profesional, los autores exponen cómo la vivienda popular fue perdiendo los elementos más positivos que contribuían al bienestar de la familia que la habitaba. Toda esta información presentada por los autores es fundamental para entender la razón por la cual la arquitectura popular dominicana fue antes como fue y es hoy como es. Estamos ante un ejercicio teórico sumamente importante en el que unos pensadores perspicaces nos introducen en los vericuetos de la imaginación para que palpemos una realidad que existió y que, aún modificada, palpita y requiere respuestas. En la segunda parte del libro, el trabajo titulado “La casa popular dominicana”, los autores aclaran, de entrada, que su investigación se concentrará en “las manifestaciones de arquitectura más conocidas que son las habitacionales construidas por la gente del pueblo, la mayoría, sin educación académica, y que son versiones habitacionales que popularizadas por la facilidad de acceso a formas, materiales y sistemas constructivos”. Luego explican que el universo de investigación escogido comprende toda la geografía nacional. Se trata, pues, de una investigación totalizadora que definirá los “modelos de vivienda que conforman el muestrario gráfico” de República Dominicana. Para orientar su investigación, los autores se basan en varios trabajos previos de la vivienda dominicana realizados por profesionales dominicanos, en el estudio del desarrollo histórico de la vivienda dominicana y en los conceptos sobre la vivienda típica antillana emitidos por críticos como el arquitecto italo-argentino Roberto Segre. Vienen, después, los resultados del trabajo de campo. Luego de analizar en todo el país 8,360 casas, “que fueron documentadas, fotografiadas y tipificadas”, los autores concluyen y prueban que, a pesar de las grandes variaciones encontradas en ese cuantioso número de unidades, sólo existen dos modelos tipológicos representativos: el lineal y el nuclear que, como es de esperar, presentan “múltiples variantes, las cuales se podrán clasificar atendiendo a los siguientes aspectos: tamaño de la vivienda; su proporción y escala; materiales empleados en pisos, paredes y cubiertas; tipo de estructura en fundaciones, paredes y techos; elementos compositivos y ornamentales; aditamentos y servicios y finalmente, ubicación dentro del entorno rural o urbano”. Estos son las premisas fundamentales de la investigación realizada. Lo que sigue, de sumo interés para definir el tema, es la comprobación de lo establecido. Los primeros ejemplos que ponen los autores son ilustrativos: uno es derivación de la tendencia estilística neoclásica, y el otro de la victoriana, que, junto con la georgiana, son las corrientes arquitectónicas que dominaron la construcción de las edificaciones populares en el Caribe durante el siglo XIX. En República Dominicana, esas corrientes se mantienen en la vivienda popular durante el siglo XX, inclusive cuando la madera de las paredes es sustituido por los bloques de cemento. Es solamente en la segunda mitad del siglo XX que la tendencia estilística moderna es

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