Movimiento Punk. Practicas y discursos de un NMS

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plasman en elaborados conceptos ideológicos centrados en cuestiones relacionadas con el reparto del poder político y la distribución de los recursos económicos. En su lugar aparecen reivindicaciones, enraizadas en y motivados por valores postmaterialistas (paz, ecología, libertad sexual, autorrealización, derechos de la mujer, etc.) y derivadas de las protestas contra los nuevos riesgos de la modernización…” (L. Mees; Op.cit.: 1998: 307). Esta cita de L. Mees, consustanciada con su crítica a lo “nuevo” de éstos movimientos sociales1, sugiere algunos de los fundamentos de emergencia del colectivo punk; a saber: la identificación no-clasista y la visibilización de muchos de los valores que han sido denominados como postmaterialistas, aunque debería fijarse respecto de dichos valores su adhesión e incorporación como sentidos “adquiridos” en un posterior momento histórico de articulación y solidaridad moral con otras formas de protesta y acción colectiva contrahegemónicas. La definición de Mees sobre las reivindicaciones de los NMS, sin embargo, queda en “estado alterado” respecto a la estructura de significación política del movimiento punk, en tanto “coliciona” con sus facetas reivindicativas de carácter netamente ideológico respecto al poder político. De manera conciente la orientación válida para la acción colectiva de los punks: promovía el contacto con el mismo, pero la dimensión conceptual difiere de otras pertenecientes a los tradicionales movimientos de lucha política: la relación sigue existiendo, pero como “negación del poder en todas sus formas”, por lo que el reparto del poder ó su toma eran considerados “marcos de referencia” frente a los cuales generar discursos y prácticas contra-hegemónicas. Y allí reside la principal diferencia con los tradicionales movimientos sociales: nacionalistas, obrero-socialistas, etc.; destacando asimismo un sentido de articulación ó “apego ideológico” a las proclamas libertarias del “viejo” movimiento anarquista. Respetando el concepto de movimiento contracultural con el cual Da Silva Forttes y Mansilla Vega (1999) abordan al colectivo punk, sugerimos acompañarlo con algunas consideraciones posteriores. La definición dada por los autores sobre la contracultura es la siguiente: “…Se puede decir que lo que aspiran los practicantes de la contracultura es no ser meramente una manifestación dedicada a ir en contra de la cultura, sino más bien su intención es ser una manifestación cultural específica que camina en sentido opuesto a la cultura tradicional…”. Lo contracultural para los punks, tenía forma en aquello que denominamos y luego describiremos como “usina de producción cultural” (“nativa”): que abarcaba desde lo musical hasta lo comunicacional, pasando por el uso corporal denominado como la “estética del rechazo” (al menos en los primeros años de emergencia), y los recitales alejados de las apuestas rockeras mercantilistas. Queda en claro que se puede hablar de contracultura, pero siempre que no se olvide, que la identidad colectiva sostenida y alejada de lo hegemónico: era una identidad política que derivada en acción colectiva se manifestaba en un ‘combate ideológico’ al sistema económico y político, sobre todo frente a sus facetas simbólicas (legales, educativas, éticas, etc.). La intelectualidad-punk adjudicaba al “sistema” significados carentes de seguridad ontológica al menos para los miembros del movimiento. Reproduciremos un fragmento de un manifiesto publicado en el fanzine Resistencia N°1 (1984, re-edición de 1989, Buenos Aires) que nos acerca a dicha representación por el lado de sus efectos (develados): “…el sistema ya tiene todo preparado. Ya sabe que hacer con nosotros. Ya sabe como controlarnos. Ya sabe como acabar con nosotros. Vamos a dejar que lo hagan??. […] “Nos destruímos ó destruímos al sistema”…”, más abajo en dicho manifiesto emerge la frase “Viva la anarkia”. En el plano científico-social, citaremos una definición de “sistema” desde uno de los pocos trabajos producidos por antropólogos argentinos respecto del movimiento social que abordamos; nos referimos al análisis de Lo Coco, Bellizi y Cuevas (Op.cit, s/f, U.B.A.), los cuales refieren lo siguiente: “…El capitalismo es el “sistema” y el “estado fascista”, los dos términos [como] homologables…”; definición otorgada por un punk entrevistado.

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Mees, sugiere reveer la validez de la antinomia teórica estructuralista: rmaterial-postmaterial como algo sólidamente apreciable, ya que las instancias de lucha pueden contener a ambos tópicos.

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