Miradas a la discriminación

Page 439

Fernando Rivera Calderón

llorar, pero extrañamente comencé a reír, a reír para mí mismo, a reírme con lágrimas en los ojos de mi horrible, espantosa, bochornosa, ridícula y francamente risible situación. Finalmente, te volviste loco. Era como Pepe el Toro: riendo y llorando. ¿Cómo cambiaron las cosas? No sólo fue eso. En ese tiempo estudiaba por las tardes en el Centro de Arte Dramático, A. C., de Coyoacán, y ese espacio de libertad amorosa en el escenario era la antípoda de mis días en el colegio. Sin embargo, viví un incidente en la misma época de la golpiza en las canchas: me reí a media función y arruiné la obra que estábamos haciendo. Era una escena dramática y, de pronto, un borracho entre el público se cayó por las escaleras y yo, de nervios, empecé a reír contagiando a mi compañera de escena y a todo el público. Fue horrible y lo tomé como mi despedida del teatro. La risa había arruinado mi vida, pero en la otra cancha me mostró otro camino para drenar el dolor. ¿Y eso qué tiene que ver con la discriminación? Lo que pasa es que un día se me ocurrió escribir una especie de canción sobre El Marrambo, un tipo hipergordo que nos pegaba a todos. En el camión siempre íbamos haciendo cánticos tipo “Al chofi no se le para” o “Chicharrón con pelos” y se me hizo fácil entrarle al género. Cuando el monstruo se subió al

437


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.