Polilla #2

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el tiempo

ISSN 1900-9623

Organiza:

Estudiantes del Programa Licenciatura en Espa単ol y Literatura


Contenido Editorial

Tinta que corre

3 John Harold Giraldo Herrera. Sancho Panza: La Identidad Quijotesca.

8

Daniel Mauricio Rodríguez León. El componente sociocultural como soporte pedagógico en el proceso de aprendizaje de lengua y literatura en la educación básica.

11

Daniel Mauricio Rodríguez León. Imagen e identidad femeninas, en Adiós a la virgen de Óscar Collazos.

14

Luis Eduardo Marulanda. Zalamea y Díaz-Granados: Perspectivas urbanas que traspasan el umbral del tiempo.

18 Mariana Valencia Leguizamón. De la marginalidad a la identidad colectiva. Sobre el uso del lenguaje en la novela Un beso de Dick, de Fernando Molano Vargas.

22 Julián Alberto Duque Uribe. Maqroll: el héroe novelesco en

Rector Marco Alfonso Nieto Vicerrectoría Académica Julio César Victoria Aguirre Vicerrectoría Administrativa José Fernando Echeverry M. Vicerrectoría de Investigaciones Alfonso Londoño Orozco Decano Facultad de Educación Luis Eduardo Téllez Chivatá Director Programa Español y Literatura Numael Mora Álvarez

Amirbar y sus viajes (Paralelo con el héroe Griego).

25 Rafael Antonio Sánchez. Bernardo Pareja García: Una visión trágica del mundo.

Di-vagando

29 Beyddy Muñoz Loaiza. Poemas. 32 Carlos Mario Cortez Hurtado. De entre las flores del hombre yo bebo Rosas.

32 Daniel Moreno López. Parpadea… 33 Alexander Ríos. Poemas. 34 Juan David Zambrano Valencia. Rúbricas de cambio. 38 Francisco J. G. Campillo. A.P.P.E.C.E.P.O Entre líneas

43 Rubiel Medina Quintero Un rosario de sumas y restas. 44 Beyddy Muñoz Loaiza. Periodismo literario con Ciudad X

*** Polilla, Revista Literaria Número 2, abril de 2006 ISSN 1900-9623 Red Nacional de Estudiantes de Literatura REDNEL Nodo Quindío Dirección Mariana Valencia Leguizamón Comité Editorial Beyddy Muñoz Loaiza Daniel Mauricio Rodríguez Ángela Bibiana Mejía Julián Alberto Duque Asesoría Editorial Carlos A. Castrillón Susana Henao Portada e ilustraciones Pedro José Giraldo Giraldo Diagramación Juan Andres Muñoz Gallego Contactos revistapolilla@yahoo.com


Periodismo literario con Ciudad X

Editorial

Beyddy Muñoz Loaiza Estudiante Programa Español y Literatura Universidad del Quindío

Realidades caóticas e historias deslumbrantes de la urbe carcomida por la humanidad y demás desechos es lo que describe la revista Ciudad X del programa de Comunicación Social y Periodismo. El proyecto arrancó en agosto de 2003 pero mostró su trabajo concreto con el primer número en junio de 2004, con notas esparcidas en 8 páginas en blanco y negro. La propuesta tomó más fuerza y fue así como en noviembre de 2005 salió el segundo número con 20 páginas (8 en blanco y negro y 12 en color), contando dentro de ellas con un pequeño texto concerniente al acercamiento del proceso de la escritura de Mario Mendoza escrito por él mismo y titulado El mar y el desierto.

Este semestre es esperado el tercer número con todas sus secciones: Señales (reportaje), Ópticas (crónica), Tríptico (poesía), Garaje (cuento), Sinfonías (música), Peatones (escritor invitado), Esquizotipia (cómic), Espectros (reportaje gráfico). Ciudad X se puede conseguir en todos los puestos de revistas de la ciudad y en la Librería El Quijote. Pueden encontrar más información sobre la r e v i s t a e n www.ciudadcafe.com/ciud adx y enviar sus escritos e imágenes a la dirección: ciudadx@hotmail.com

Es un placer para el Comité Editorial presentar esta nueva edición de Polilla, Revista Literaria , u n a pub l icación comprom e tida con diferentes manifestaciones de la producción escrita. En este número se destaca la narrativa colombiana contemporánea, tanto en la creación como en la reflexión crítica (ensayo, reseña, fragmento de novela). Así mismo, la poesía y la prosa poética forman parte de los contenidos expuestos en esta edición. Destacamos el fragmento de una novela de Francisco J. G. Campillo, A.P.P.E.C.E.P.O, la cual es percibida por él mismo como “se supone que APPECEPO, es un fragmento de la novela que uno de los personajes ha querido siempre escribir: una novela sobre las estatuas de Popayán; ahora bien, el personaje autor del APPE C EPO es un pe r sonaje masculino pero quien quien narra esa novela es la voz de una muchacha muy joven y un tanto rebelde que de algú n modo represe n ta a este personaje cuyo nombre es Daniel Graz. En relación a Fragmenta es dificil poder dar una idea, pero lo intentaré: Fragmenta es, por una parte, el nombre de la novela, pero es por otra, el nombre de Popayán en la novela. Y como el sentido de la palabra fragmenta lo indica, hace alusión a la experiencia de lo fragmentario: la vida se compone de fragmentos q ue l u ego uno va intentando ensamblar para construir figuras del sentido (...) En el fondo, Fragmenta es una visión-otra de Popayán, eso creo que está presente en APPECEPO. Agradecemos la participación de la comunidad universitaria en el presente proyecto y los invitamos a seguir formando parte de él.


Un rosario de sumas y restas Rubiel Medina Quintero Estudiante del Programa de Español y Literatura, Universidad del Quindío

¿Qué parecido hay entre una hermosa mujer paisa con voluptuosas curvas y una cara angelical con un hombre paisa millonario, de costumbres vulgares y aspecto físico ordinario? Sencillo, no sólo que ambos son paisas sino que son los protagonistas de las últimas dos películas colombianas producidas en Medellín: Rosario Tijeras, dirigida por Emilio Maillé y Sumas y restas, por Víctor Gaviria. Los directores coincidieron para estrenar por el mismo tiempo sus más recientes producciones.

son producto de la ficción, sino hechos “cotidianos” de los que se han apropiado los escritores de estas historias para crear a través de la imagen y los artilugios del cine producciones que han dejado mucho que decir; un mostrario de talento, inteligencia y de ingenio colombiano que aunque teniendo como materia prima el lado negativo de sus gentes, utiliza adecuadamente los recursos literarios, actorales y fílmicos para dar belleza a estas situaciones y mostrar una Colombia que duela en el exterior más que por la violencia que acá se produce, porque se muestra la cruda realidad que obliga a que sus gentes hagan lo que sea por satisfacer sus necesidades, por hacer respetar su dignidad o por defender lo que tanto aman. Cuando se ven ambas películas, se siente que el horror y la desazón se apoderan de la mente y duele hasta los huesos ver que el país se desangra por la herida de la intolerancia hecha por el cuchillo de la ambición y la lucha “a toda arma” por conseguir una oportunidad de supervivencia o un medio de hacer realidad un sueño.

Estos filmes narran crudas historias que recogen lo más duro de la realidad de la “Ciudad de la Eterna Primavera”; sus situaciones cargadas de ironía, delincuencia y sangre, no

Indudablemente, hay que resaltar las apropiadas interpretaciones de los actores en ambas películas. En Rosario Tijeras la excelente actuación de Flora Martínez, constituye un factor de éxito. Pasará mucho tiempo antes que la fuerza interpretativa, espectacular cuerpo o hermoso rostro de la actriz se borren de la retina del espectador. Claro que no sólo ella iluminó la pantalla; el actor español Unax Ugalde (Antonio), que aunque un poco perdido con el acento, haciéndose al inicio bastante fastidioso, en el transcurso de la película empezó a encantar (borrando del mapa a Manolo Cardona, “Emilio”); actúan además Rodrigo Oviedo (Johnefe), Juan David Restrepo (Wilmar en “La virgen de los sicarios”), Alejandra Borrero (doña Rubiela, la mamá de Rosario). En Sumas y restas de Víctor Gaviria, y aunque su estilo es trabajar con actores naturales, es de admirar el excepcional encuentro con la actuación de Juan Carlos Uribe (Santiago) y de Fabio Restrepo, un taxista que accidentalmente quedó en el reparto del film. Su personaje, Gerardo, un hombre cuarentón, dueño del negocio de producción de cocaína, muestra todas las facetas que como negociante, “un levantado de la plata”, y como hombre puede tener y padecer. Sin decir que hay actor malo, pues todos son naturales, esta película sin lugar a dudas muestra la evolución cinematográfica de Víctor Gaviria, que sin deslindarse de los conflictos orilleros de Medellín y de los constantes hijueputazos, demuestra que está preparado para la globalización y que desde hace rato está al nivel del cine internacional. El flashback, el buen manejo de las cámaras, de las actuaciones, la fotografía, la dirección de arte y la musicalización ochentera de Rosario Tijeras fueron recursos muy adecuados para la certera adaptación de lo que Jorge Franco Ramos quería mostrar en su libro. Incluso, la novela se ve superada por la película en la forma magistral como se soluciona la muerte de Rosario; su antiguo amor después de un último beso le devuelve el veneno de la muerte con un mortal balazo. La producción audiovisual colombiana está en déficit de historias. Hay mucha gente para trabajar sin saber sobre qué. A pesar de ello emociona muchísimo que historias como estas, tan nuestras, con ingredientes novedosos, creadas apenas para satisfacer el morbo colombiano, son reconocidas y aplaudidas a nivel mundial, donde aún creen que todo lo que aquí ocurre es ficción.


Sancho Panza: La Identidad Quijotesca John Harold Giraldo Herrera Estudiante de la Maestría en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira. Docente en la misma universidad.

Introducción En la dinámica de conmemoración de los 400 años de la obra representativa de la Literatura Hispánica se habla de forma preponderante de la figura de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de sus múltiples aventuras, de sus relaciones simbólicas, de las implicaciones socio-culturales, del ideal de hombre que subyace en él, de las fracturas que ejemplificaron una época y unos estereotipos, de su platonismo hacia Dulcinea, en fin… Pero poco crédito se le concede a su amigo de andanzas, y este será un intento por poner en el centro del

análisis a Sancho Panza y reclamar sus connotaciones y por ende su significado, apreciar cómo sin este sería imposible concebir la misma constitución de Don Quijote. Más aún, no sobran en las Instituciones educativas las relaciones arbitrarias y desafortunadas de profesores que comparan por desidia y por una absoluta ignorancia- a Sancho Panza con algunos estudiantes para decirles que son o se van a quedar “brutos”. Vaya sinrazón y falta de conocimiento real de la importancia y significado del personaje para el mundo de las letras y para la misma arquitectura y desarrollo del sin par libro de caballerías. Entre las diversas miradas que se hacen del Quijote hay una que debiéramos exaltar porque tiene una vigencia inigualable: cuando las sociedades tienden a enclaustrar a sus individuos, a encerrarlos en unas circunstancias de sedentarismo y aislamiento frente al mundo, es entonces cuando la figura de Don Quijote y su amigo nos invitan a explorar el mundo con su ejemplo, a recorrer el camino, ese donde es posible el encuentro, el diálogo y el hallazgo de las aventuras, es en el transitar donde el hombre habita y persigue sus utopías, sus desencantos también, sus búsquedas más batalladas; recordando unas palabras del escritor Eduardo Galeano en su texto Ventana sobre las utopías: “Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-, me acerco dos pasos y ella se aleja dos pasos, camino diez pasos y el horizonte se corre diez paso más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar”. Por consiguiente, en el Quijote, en ese género sorprendentemente bien elaborado que es el del diálogo, se hace la siguiente intervención: La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres (II, 58). Como si fuera una premonición o una advertencia, Cervantes revela una de las cualidades que doblega y somete al ser humano: la de vivir en cautiverio, preso de las circunstancias, esclavo del tiempo, encerrado en sus fronteras y postergado a sus realidades. Cuando hoy la sociedad enfrenta un problema de valía, ese de la soledad, el Quijote nos incita, nos provoca a vivirnos, a encarar las aventuras para salir de la cárcel y perseguir los ideales como faros a alcanzar. Don Quijote y Sancho no sólo asumen la aventura para ir por el mundo en la necesidad de componer desvaríos, sin razones que enmendar, enderezar entuertos, deshacer agravios, imponer la justicia, sino que van tras la búsqueda de sí mismos, de concretar sus sueños, de explorar lo inhóspito. Sancho es la demostración, es el ejemplo latente de cómo realizarse, de cómo encontrar sus claves y misterios, es el personaje que desde una iniciación muy ingenua va adquiriendo trascendencia, cobra vigor, gana en desarrollo: es de los personajes de iniciación en la literatura que construye una personalidad y un perfil trascendente, así al principio no lo parezca. En este sentido hay que referirse a dos Sancho Panzas o a dos momentos, porque Sancho no es el mismo cuando sale guiado por Don


Quijote al inicio de la obra y cuando por poner un extremo- gobierna la ínsula.

Cómo surge y quién es Sancho Panza En este tiempo solicitó Don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien (si es que este título se puede dar al que es pobre), pero de muy poca sal en la mollera. En resolución, tanto le dijo, tanto le persuadió y prometió que el pobre villano se determinó salirse con él y servirle de escudero. Decíale, entre otras cosas, Don Quijote que se dispusiese a ir con él de buena gana, porque tal vez le podía suceder aventura que ganase, en quítame allá esa pajas, alguna ínsula, y le dejase a él por gobernador della. Con estas promesas y otras tales, Sancho Panza (que así se llamaba el labrador) dejó su mujer e hijos y asentó por escudero de su vecino (Cervantes, 1976: 51-52). En primera instancia se podría decir que Sancho es producto del azar y de la necesidad. Es una de las pocas situaciones que no tiene en cuenta Don Quijote cuando después de leer libros días y noches enteras se le llena la cabeza de encantamientos y decide armarse caballero, piensa en sus armaduras, en su caballo, en sus rituales, en su amada, en sus principios, trata de cumplir con las exigencias de la caballería, sin embargo se olvida de contar con un escudero. Es sólo hasta la segunda salida del Quijote, cuando luego de retornar a casa para sanar sus heridas después de las primeras peripecias y desasosiegos que recibe, cuando piensa tal vez de forma utilitarista- en su escudero, producto de los consejos de un ventero quien le recomienda que tenga un acompañante que lo ayudase. Utilitarista porque al verse maltrecho en sus primeras aventuras ve la necesidad de un acompañante para que lo ayude en su recorrido, no por

principios caballerescos, esto último se le ocurre posteriormente. Es el escudero el único de las pocas criaturas que no tiene que crear, ni imaginar, pues no tiene que inventar su nombre, tampoco le pone mayores desafíos, sólo el de servirle y acompañarle. No obstante, es gracias a Sancho que Cervantes rompe con la estructura de soliloquios del caballero e inserta la magia de los diálogos, nos permite ver a Don Quijote por la finura de la conversación en dos contrastes paradójicos: el de un tipo seco de carnes, alto, lánguido y repleto de la dosis más alta de fantasía, y el de una figura bonachona, rústica, baja, “elemental”, provista de poca capacidad imaginativa aunque esto pueda ponerse en duda-. El hecho de no tener que fantasmagorear con Sancho también marca la trama realista de la historia: a tanta irrealidad y fantasía era preciso otorgarle la visión plana y cruda de los acontecimientos. Algunos interpretan que la aceptación de Sancho ante semejante desparpajo que significaba abandonar a su familia y encaminarse a las andanzas era producto de la situación desastrosa que vivía España en la época en donde se enmarca la obra. Cualquiera hubiera aceptado el reto de vagar por el mundo a cambio de cualquier ofrecimiento, aunque es precisamente la búsqueda de aventuras, el camino, el intercambio de palabras, donde se forman los principales elementos de la personalidad de Sancho y Don Quijote. Recordemos que lo que incita a irse a Sancho con el Quijote es su idea de ganar fortuna, obtener los botines de lo que quedara en las peleas y -algo de lo que Sancho no tenía ni idea qué significaba- y convertirse en Gobernador de una ínsula. Si bien es válido pensar que Sancho es un tipo codicioso, que sólo va con Don Quijote por un interés muy particular, su manera de pensar cambiará rotundamente. Sancho es de los hombres que en el camino se

párpados cuando venga, no encontrará sino que todo se perdió cuando apagaron la luz, ni un precepto siquiera podrá desdoblar para cumplir con lo que dijimos, así que digan cómo es que corren o tapen el frasco del amarillo que se riega, digan ya que están detrás de sus rostros corriendo como crujidos enlazados o como casto abanico cuyos pliegues recata, o si no quieren no digan nada pero hagan algo para recibir a los que vienen sin entender por qué es que corremos tan extendidos de manos, casi difuminados de contornos blancos ya muy lejos de lo que al principio se dijo, que hemos sucedido en líbico marfil con todo y que me han declarado temblor enemigo de estatuas y otros animales homéricos, de modo que a destrizar la sórdida gavilla, amputemos los cabellos de las siglas, no acepto coronas queriendo que diga que no se puede y que no arda ni hable como una cinta entre papeles anemológicos que ellos sellan fuertemente firmados, diciendo aquí están los estatutos formales no disueltos por ninguna risa, aquí está el orden de lo pensado sin gatos donde el viento quema flores o mancille los ínclitos aceros, la lechuza no teme tijeras porque va en bicicleta con dos diamantes como filo,

esta es la hora en que el alma asesina al cuerpo, cunden rumores de que


si cambia el humo, por qué no la música que reorganiza los encuentros, las fugas de las estatuas, la noche misma en que volvemos a mirarnos,

uno se acostará en la hierba y le saldrán a bailar los osos tras cualquier distraimiento, vendrá la madre a recogerle a uno las manos, pero una ya no es una niña que no pueda dar patadas en el paterno muro o que no sepa ciertas cosas, como que todo puede explotar si uno lo quiere, como que todo puede volverse del color que no ha sido, pájaros con cara de haber volado más allá de todo, más allá de mí misma, donde las estatuas son de la furia la alegría, donde lo inviolado es el cáliz de una lívida rosa, donde la carretera es un mar de gafas que hemos dejado en el camino, donde el viento por las orillas abre los párpados de muchachos recién dormidos, y no es que se vaya desnuda pero a continuación la espalda flota, la vida flota, no hay hierro que no se pudra entre las flores del jardín, ni señora que no diga dios mío cómo llegó a tanto, mientras otras manos recogen los utensilios casi evaporados, las cigüeñas blancas desplumadas, los pujantes machos untados de amarillo, la púrpura desteñida y rota de razas soberbias, la zurda banda de pillos y gañanes, y también las palabras perdidas, con las que no se nombra ni a una hormiga blanca, ni a la flor de humo que cayó al pozo del principio completamente muda y sin pétalos de los que se pudiera hablar afuera de la fiesta, mientras se toma aire y nos dicen que nunca nos vieron pero que nos conocían, la ciudad es grande contesta uno, o todas las estatuas, o por qué no las montañas si está la luna, para todo hay un posible, unos pies jugando en el lodo, una frente en llamas apagada, una banda de pájaros golosos, un libro de corte fino y largo, se trata de que la noche tiene tantos lados donde esconder el hueco de una duda, una cenefa quebrada, donde poner la pieza del puzzle perdido, donde desescribir una historia, donde revertir algún sentido, donde descubrir que nunca nos fuimos, y que por ello nos volvemos a ver, sólo que también cambiamos, pues si cambian las piedras,

hay que saber entender estos juegos, jugarlos, habitar entre líneas quebrándose como si no importara, ser la que se asoma a lo que no somos, soy la reina de las vagas mariposas, todo consiste acaso en saltar, en golpear, en expandir cada punto, en guitarrear con poimandres, en artimañar con estrictas manos, en bailar acaso como las sombras de los árboles en un muro blanco, es posible que la noche no termine, y que nada vuelva al sitio de antes, es posible unir el hilo del número uno y el hilo sin vocales para tejer esa frase que ha quedado sin decirse, pues adentro, adentro, la música le envolvió las manos y no dijo adiós, no dijo árboles florecidos, no dijo largo reposo aletargó la espada, no dijo ni porque la tempestad de seda en que se perdieron las nociones de los cuerpos, ni porque la puerta fue de diamante para cuando volvió a entrar el que se había ido a otro barrio a conseguir el chorrito de vino para la sed nunca clausurada del deseo de reírme, si reírme por todo, por las estatuas, de las estatuas, con las estatuas bailarinas de blancos senos redondos y desnudos, y más tarde cambiadas, hundidas en los estanques creyendo que son pozos de alcohol, o sentadas afuera de todo lo que se quedó dormido, de todo lo que no se dijo en el justo momento en que puño va, araña roja viene con uñas a la cara, y el pelo ni hablar de lo derramado por lo azuloso que se puso, en medio de tantas verificaciones que se hicieron para ver quien fue el que originó el castillo cayéndose a golpes, o la marea por las ventanas con gritos que se oían venir del piso de arriba, y la voz que dijo, resurja ya el paisaje lleno de neblina y vámonos porque han sucedido muertos, Corramos y que las estatuas robadas nos alcancen montadas en sus cabellos amputados, quien se quede dormido no encontrará ni sus

forman, se impregnan de los dotes de sus amigos, adquiere sus principales características por el intercambio, por el encuentro. Si sólo se quedara encerrado en sus quehaceres domésticos su perfil no hubiese logrado mayor revelación, como le sucede al cura, al barbero y a los amigos de Alonso Quijano, que no tienen mayores cambios en el curso de las historias, por estar ellos anclados en sus mundos, mientras que Sancho y el Quijote amplían sus panoramas y perspectivas: el camino los forja. Sancho desde luego representa el lado pragmático y popular de la historia, es un campesino egoísta y leal, sin embargo es el perfil bromista ante un Quijote convencido a cabalidad de sus irrealidades, es el complemento ideal para el contraste del caballero. Pero sus alcances van más allá de los matices o de verlos como complementariedad, porque ambos son uno mismo, una misma entidad vista desde su diversidad y complejidad. Don Quijote y Sancho Panza constituyen un ser humano poético. Sancho representa al apego a los valores materiales, mientras que Don Quijote ejemplifica la entrega a la defensa de un ideal. Muestran la complejidad de la persona, materialista e idealista a la vez: son una contradicción.

Algunas acciones de Sancho Panza Hay que decir que Sancho es un hombre pacífico y que no le interesa participar de las andanzas pendencieras de su amo. En las batallas rehúsa tener una directa intervención más que la de prevenir al Hidalgo de sus delirios y de ser quien define lo que está sucediendo ante las alucinaciones y fantasmagorías del Quijote. Su desconocimiento del arte de las caballerías lo postergan como un solo observador de los fenómenos, también su perfil bajo y sus solas ganas de quedar con lo que se gane en las luchas. En este sentido se obtiene una figura antitética de lo que sería un real escudero.

Esto le dice Sancho a su amo en una de las batallas: Señor, yo soy hombre pacífico, manso, sosegado, y sé disimular cualquier injuria, porque tengo mujer e hijos que sustentar y criar (…) que en ninguna manera pondré mano la espada ni contra villano ni contra caballero, y que desde aquí para delante, de Dios perdonó cuantos agravios me han hecho y han de hacer. De tal manera que en varios de los episodios de batalla Sancho no sólo va a toparse con la peor de las partes, así no tenga una participación directa, sino que va a contar de manera expectante; sin embargo, a medida que acontecen las aventuras y pasan las desgracias Sancho se introduce en las peleas; pero es sin duda el transcurrir, las múltiples conversaciones entre Sancho y Don Quijote las que hacen que cada uno acoja de sí cada cosa. Por ejemplo, Don Quijote asume que Sancho no debería hablar mucho porque lo hace sin pensar, de ahí un refrán muy conocido que pronuncia el Hidalgo, “al buen callar llaman Sancho”, y le pide sobriedad en sus

comentarios, pero esto sólo será una simple disposición porque Sancho no cesa nunca de hacer sus apreciaciones. Don Quijote gana en su capacidad de bromista, es decir, va a realizar en sus apuntes comentarios graciosos como lo hace Sancho constantemente. En la primera parte hay dos hechos de relevancia que van mostrando un perfil de Sancho, el primero consiste en otorgarle al Quijote uno de los nombres más reconocidos con los que se lo identifica, luego de verlo maltrecho por la aventura sostenida con el cuerpo muerto o de los encaminados; estando en una venta a oscuras en uno de los cuartos y bajo la luz de una vela, a Sancho se le ocurre llamarlo El caballero de la triste figura, rótulo que no desdeñó su amo, que le pareció apropiado, que tomó como apelativo y que usaría en varias oportunidades. Sin duda es un nombre que demuestra el lado poco apacible de la representatividad Quijotesca, su realidad, su mirada agónica, melancólica y desfallecida, es el nombre que se antepone a la ensoñación, al idealismo y lo coloca desde el punto de vista material. Martín de Riquer anota que ese nombre viene del caballero Belianís de Grecia, que se hacía llamar el caballero de la rica figura, o de uno de los inspiradores de Cervantes, el príncipe Deocliano del libro Clarián de Landanis, quien se apelaba como Don Quijote (Riquer, 1970: 78).


El otro es la carta a Dulcinea que le manda Don Quijote con Sancho y que este pierde de forma desconocida, y que al toparse con el Cura y el Barbero la pronuncia de mil formas aduciendo que se la sabe de memoria: “Tornóla a decir Sancho otras tres veces, y otras tantas volvió a decir otros tres mil disparates” (I, 26). El hecho es que nunca llega a manos de la amada del Hidalgo y que gracias a ese suceso a Sancho le toca inventarse una Dulcinea que está muy vista desde lo lógico pero que de hecho la ensalza en una ficción; de aquí se desprende parte del aquijotamiento de Sancho. En el intercambio maravilloso que realizan amo y escudero se muestran los matices de la realidad y la ensoñación, pero esta vez será Sancho el que inventa una historia que no tiene asidero, ya que no ocurre, pero que sí pareciera a los ojos del lector válido que hubiera sucedido. Pero es en la segunda parte del Quijote donde Sancho irá más allá de esta invención. Un hecho particular es también el de la intervención directa de Sancho como librador de la batalla cuando a Don Quijote se le ocurre liberar unos reos de alta vileza que llevan presos, pues este episodio es de los pocos que le parece justo a Sancho y por eso interviene.

El Quijote apócrifo y el aquijotamiento de Sancho Algunos especialistas han realizado muestras de cómo gracias a Sancho se puede hablar de la falsedad de autoría de la Segunda parte del Quijote; una de las posibilidades de prueba de ello es la de que el personaje de Sancho ya no habla ni razona como antes; es un personaje de otro nivel, deja de lado la rusticidad y sus comportamientos tienden a ser refinados. Sin embargo, esto es sólo la señal de que Cervantes ha perfilado mejor al escudero y esto porque ha ganado en evolución, es decir, se ha impregnado de los pareceres de su amo. Así como Don Quijote tiene mucho de ese flanco jocoso y elemental de su escudero. La huella más clara del perfil elaborado de Sancho se evidencia cuando éste gobierna la ínsula; sabemos que es una broma que le juegan unos duques que han leído la primera parte de la novela de andanzas al Quijote y a su servidor; pero sin duda se le permite demostrar a Sancho todo lo que ha conseguido almacenar en su dialogar con el Quijote, sus imaginarios ya no son simples y sus sueños acrecientan la idea de un personaje justo, generoso y con una capacidad de idealización similar a la del Caballero de la triste figura. El gobierno de la ínsula Barataria por parte de Sancho concreta la promesa primera que le hizo Don Quijote, pero además pone en juego una serie de fundamentos vitales para el significado de amistad que engloban la pareja y la simbiosis entre ambos, como esa consolidación de la forma de lo humano; así lo plantea Norbey García Ospina: “La razón y la sensibilidad carecen de forma material, pero las podemos entender como formas de lo humano en el sentido que sea cual sea el lugar desde el que las miremos nos evocan tal categoría. Son formas de darse lo humano, pudiéramos decirlo en un lenguaje cotidiano” (García, 1999). La simbiosis que muestran Don Quijote y Sancho: imaginación, fantasía, intuición, lógica, reflexión, sueños, asombro, motivación, como esas formas de darse lo humano. De tal manera que frente al gobierno de la ínsula se mezclan las posiciones y pareceres de los personajes en una sola. El gobierno de Sancho de la ínsula Barataria representa el sueño más alto alcanzado por parte del escudero, ya que siempre evocaba y vivía de ilusiones frente a que algún día su amo le entregará una ínsula para que él fuese el gobernador y, en efecto, ya a punto de concretar su ideal casi lo

pone en duda. No obstante, no desperdicia ser el gobernador de ella. Este gobierno, al contrario de lo que piensan los Duques aragoneses, es un ejemplo trascendente de ética política muy apropiado incluso de recalcar en nuestros días. Como buen político, Sancho idea un programa y

de poesía, pobrecitas paredes, a l g u i e n d e b e r í a p r o t e s t a r, preocuparse, cuidarlas, alimentarlas con el sagrado potaje alimenticio del sentido de los poemas que incitan a vivir, porque eso es lo que necesitamos, tanto nosotras estatuas andariegas, como las otras que llevan tanto tiempo metidas en la cárcel de una postura amarrada al metal sin que nadie pueda decir cuál fue el delito que esas estatuas cometieron para que las condenaran a semejante nudo ciego de inmovilidad, no entiendo, por ello nuestra organización está comprometida a defender el derecho de las estatuas al movimiento, no descansaremos hasta no verlas corriendo felices y desnudas por una pradera, para siempre ebrias que es el estado en que una estatua debe permanecer para no caer en el congelamiento de una estatua, ya que cuando se está ebria de lo que dan ganas es de bailar para quitarse de encima el peso de los días, pero también porque sí, porque a nosotras las estatuas lo que nos gusta es bailar, porque nosotras las estatuas es mentira que seamos estatuas, es completamente de otra forma, ni siquiera nos llamamos caldas, obando, valencia, josé hilario, nos llamamos culper killer, edy jumper, rupy blast, boylan strong, para mencionar sólo unos nombres, y nos gusta andar en moto cuando el día todavía es un caballo arrasando puertas, o nos gusta hacer bulla con tambores hasta quebrarlo todo o derretirlo, o nos gusta andar entre cosas recién hechas para brillar o para sonar o para volar fuera de las cavernosas cuevas del deber cumplido, es cierto, no lo negamos, podemos repetir de forma distinta lo que vemos, una mariposa no tiene por qué morir sin antes haber dicho denme un trago, un muro no tiene por qué no ser un muro que nunca nadie atraviesa, se está al comienzo de la noche y cada estatua quiere empezar a reír, queremos por lo demás sentir las cosquillas en el agua, que se revelen de una vez por todas los labios, que salten las hormigas para siempre como fósforos, que la fisiología entienda lo invisible y

muerda, en consecuencia recibamos estos anuncios tendientes a despertar mejores transiciones, es lo justo, una muchacha tiene que hacer todo lo posible para que el viento no la olvide, eso fue lo que hizo la estatua de la musa, se pintó los párpados y también la miel de azul, olvidó la lira entre los escarabajos, dejó a su poeta llorando alejandrinamente, y se perdió ahí donde el verano no era un espectáculo para cualquiera, pero antes dijo que en yampopa faltaban más cines, no era que se quejara, fue más bien que recordó una vieja tonada, pero luego las manos se le volvieron inexorables o vivas parásitas de hielo, los pies no quisieron esperar el paso de los trenes, y ya no hubo quien pudiera volver a acoplar tantas sílabas que quedaron regadas como flores en el piso, alguien quiso leer un adiós pero le salió un lado imprevisto a la calle, un lado que estaba contando otra historia distinta, no que hubieran robado como oro la inmovilidad de las estatuas, sino que había venido el desierto blanco por donde salieron corriendo inmediatamente se dieron cuenta que en el horizonte estaban completamente desnudas, pero antes pusieron los templos sobre pequeñas agujas, y al cabo sucedió que cayeron y se quebraron, no fue posible que nadie asistiera a la última misa, ni siquiera nadie encontró abierto los armarios, ni respondidas las preguntas que el viejo policía hizo mientras la luz roja de las patrulla giraban fingiendo no saber nada, ni siquiera la niña que era yo pudo decir por qué del blanco salieron pontífices detrás de tantos colores alterados por la situación de emergencia producida, claro que se trata de un estado de excepción, o si no miren como quedaron las pastillas, los meses de reventados, los cristales en fragmento, la línea exacta de las cosas se partió y repartió por las grandes gradas en voluptuosos pliegues de color indeciso, pero aquello fue otro asunto distinto, vagamente remediable con sólo abrir un pequeño hueco en la tierra junto al pedestal vacío donde antes alguien estuvo tanto tiempo siendo lo mismo, pastoreando los lentos caracoles babosos y cansados, porque un hueco bien hecho remedia cualquier inconveniente o rebaño, o si no miren lo que sucede en los cementerios donde nada se oye palpitar como antes, donde sólo preguntas quedan que ni para qué, donde el grado de lo que no está parece más hondo, y todo por cavar un hueco, por reestablecer no se sabe ya qué orden, pues por más que se ponga una palabra tras otra, ya no se dirá lo mismo,


A.P.P.E.C.E.P.O Francisco J. G. Campillo Profesor Universidad del Cauca. La Asociación Payanesa Por el Cambio de Estatuas Por Otra Cosa trabaja arduamente en cívica tarea, porque declaramos que las actuales estatuas se hallan muy cansadas de estar ahí tan exiliadas de todo impulso en esos parques y ya la gente casi ni las mira, a excepción de estudiosos de la cultura que no tienen ojos, lo cual resulta francamente paupérrimo o digamos que triste o en todo caso constituye una soporífera reiteración del mismo programa en la ya de por si tediosa pantalla de lo real y por ello es que nuestra asociación propone: guardar en destrucción por un tiempo las estatuas, desembutirlas definitivamente, que desglorifiquen ya, o cortarles la cabeza del estar ahí paradas como si no hubiera cielos, o declararles con ruido de tambor la quiebra, para mientras tanto, por ejemplo, ahí donde está cabizbajo el sabio Caldas pensando en sus botas de gato, deberíamos poner una puerta a la dimensión desconocida, el conjunto de Mendelborg, un infundibula crono sinclástico, o en su defecto, el ojo estramónico de un argonauta de lo imposible, y así con las otras efigies que pueblan los parques de nuestra ciudad, de modo que los niños y los ancianos que salen a los domingos puedan tener su visión propia de la complejidad o el universo nada menos que desde cualquiera de los parques de este olvidado lugar de la tierra bastante aburrido a veces, o si no, pregunten a las estatuas y ellas dirán en su neoclásico inmovilismo el tedio en el que se hallan sin poder saltar a la condición de cuerpos vivos que bailan, pues yo no creería en un dios que no supiese bailar, esto quiere decir: inyectemos en las venas la velocidad de las músicas para que escapen continuamente a su condición de estatuas, y pongamos en uno de los pedestales por ejemplo, el cuerpo joven y vigoroso de un ladrón que, además de un reloj, se ha robado lo absoluta determinación de correr como un desesperado pues atrás viene la policía y entonces veremos en el pedestal el recuerdo de quien tan sólo hace un rato estuvo parado ahí. ¿qué tal señor alcalde la propuesta? aunque por otra parte, y a propósito de nosotras las mujeres, yo propongo que pongamos en el lugar de Sebastián De Belalcázar y su enorme caballo, una niña enamorada que por esa razón no podrá permanecer mucho tiempo ahí y se irá, pero no importa, ella dejará en su lugar un poema vacío y resplandeciente en donde los ojos de los espectadores podrán leer una historia de amor escrita con nubes que pasan, con mansedumbre de buena hierba, con risas y con calles caminadas buscándolo a él, pero un poco sin buscarlo para entregarle un cofre donde le digo en una carta que una de estas noches salgamos a poner las estatuas en ningún lugar, o a cambiarlas por un estanque de fondo tan cambiante, o por puertas para que lo infinito entre, o por pliegues hormigueantes para los acuarios, por desdoblamientos o hasta por relámpagos etc., de modo que APPECEPO tenga un segundo componente o decreto de cara repentinamente asomada, por lo cual alzo la mano de algún maniquí recién llegado y propongo como otra de las actividades predilectas de nuestra ong ong ong salir ya sin más demora, asaltar a la noche para escribir en las paredes poemas de Roberto Juarroz a quien admiro mucho, pues si no, para qué las pintan de blanco, para qué están tan vacías y tan necesitadas

lo cumple a cabalidad exceptuando sus primeras ideas reacias que eran las de respetar a la iglesia, porque ni siquiera se agencia una misa en su gobierno. Sancho acomete un gobierno progresista, de corte revolucionario, con una intensa necesidad de poner en escena los principios humanísticos: es una imagen del pensamiento de Cervantes explícito desde Sancho. Sancho logra hacer lo que tiene pensado Don Quijote: la lucha por imponer la justicia, de enderezar los entuertos y deshacer los agravios, pues en este sentido Sancho logra, en palabras del yugoslavo Lúdovik Ostere, lo siguiente: Así acabó con los revendedores, liberó la importación de vinos, reguló sus precios y moderó los del calzado; tasó los salarios de los criados y estableció severas sanciones contra los adulteradores de vino y los cantantes de composiciones deshonestas y por último dictó tan buenas que, según afirma Cervantes, hasta hoy se guardan en aquel lugar y se llaman “Las Constituciones del gran gobernador Sancho” (Ostere, 151). Sus otras disposiciones fueron la de gobernar en el acto, es decir, se movilizaba hacia el lugar de los hechos y desde allá impartía justicia de modo muy significativo, pues prueba en varios pleitos ser un excelente juez. Además, visita las cárceles, las plazas, las carnicerías, inspecciona el mercado y los alimentos, produce un acompañamiento sin igual. Todo ello demuestra que su capacidad quijotesca es tan igualable como la de su propio amo. Las palabras de Marcelino Menéndez y Pelayo nos hablan de la figura trascendente de Sancho que se equipara a la del Quijote: “Sancho no es una expresión incompleta y vulgar de la sabiduría práctica, no es solamente el coro humorístico que

acompaña a la tragicomedia humana: es algo mayor y mejor que esto, es un espíritu redimido y purificado del fango de la materia por Don Quijote; es el primero y mayor triunfo del ingenioso hidalgo; es la estatua moral que van labrando su manos en materia tosca y rudísima, a la cual comunica el soplo de la inmortalidad” (Menéndez y Pelayo, 1978: 15). Para terminar, las ideas un poco aceleradas de maestros que comparan a sus estudiantes con Sancho son un elogio. La figura de escudero es tan íntegra que no se puede ver a Don Quijote por un lado y a Sancho por el otro, ambos son el estereotipo fracturado de una época, son la sublimación de los elementos sobresalientes del ser humano, son la prueba indeleble de amistad y encuentro en el camino, de llamamiento a la aventura. En los 400 años del Quijote no hay que dejar de observar el ejemplo vivo de Sancho, pues en él reposan las características básicas de un personaje trascendente. Franz Kafka en sus disquisiciones realizó una mirada de Sancho Panza con la que quiero terminar: Sancho Panza, que por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con el correr de los años, mediante la composición de una cantidad de novelas de caballería y de bandoleros, en horas del atardecer y de la noche, apartar a tal punto de sí a su demonio, al que luego dio el nombre de don Quijote, que éste se lanzó irrefrenablemente a las más locas aventuras, las cuales empero, por falta de un objeto predeterminado, y que precisamente hubiese debido ser Sancho Panza, no hicieron daño a nadie. Sancho Panza, hombre libre, siguió impasible, quizás en razón de un cierto sentido de la responsabilidad, a don Quijote en sus andanzas, alcanzando con ello un grande y útil esparcimiento hasta su fin” (Kafka, 1985: 213).

Bibliografía CERVANTES, Miguel de (1976). Don Quijote de la Mancha. México: Editorial Cumbre. DE RIQUER, Martín (1970). Aproximación al Quijote. Barcelona: Editorial Salvat. GARCÍA OSPINA, Norbey (1999). “Ponencia”, presentada ante el Primer Simposio Colombo-Alemán: Desarrollo Comparado de las conceptualizaciones en experiencias pedagógicas en Colombia y Alemania. Medellín. KAFKA, Franz (1985). “La verdad sobre Sancho Panza”. En Obras completas. Barcelona: Editorial Salamandra. MENÉNDEZ Y PELAYO, Marcelino (1978). “Prólogo”. En: CERVANTES, Miguel de. Don Quijote de la Mancha. Medellín: Bedout. OSTERE, Lúdovik (sf). “Actualidad del gobierno de Sancho Panza”. En Revista Plural, (151).


El componente socio-cultural como soporte pedagógico en el proceso de aprendizaje de lengua y literatura en la educación básica Daniel Mauricio Rodríguez León Estudiante del Programa de Español y Literatura, Universidad del Quindío.

La presente ponencia pretende ofrecer una mirada al proceso de enseñanza/aprendizaje en función de la significatividad que representen para el estudiante los contenidos a tratar. Para ello, se sugiere tener en cuenta las necesidades cognitivas del estudiante, su realidad sociocultural y la lúdica como recurso fundamental para ser utilizado en las primeras etapas de la formación escolar. Desde esta perspectiva, la tipología textual narrativa nos invita a reconocer la versatilidad de géneros, como la leyenda popular y el relato maravilloso, al buscar una aproximación menos ingenua entre los estudiantes de educación básica y los contenidos de lengua y literatura dispuestos por el docente para dicho periodo. Ello implica una adaptación en el proceso de enseñanza - aprendizaje orientada hacia la contextualización de las actividades concebidas. Dicha contextualización deberá articularse en virtud de la realidad cultural en la que se inscribe el grupo al cual va dirigida la actividad y, por esta razón, se parte de la didáctica como campo interdisciplinar que exige el aporte de disciplinas como la lingüística del texto y la psicología cultural. Así pues, vemos cómo la institución educativa debe preocuparse por enriquecer y ampliar la comprensión que los estudiantes tienen del mundo que les rodea e inducir los métodos culturalmente apropiados para la adquisición de un conocimiento funcional y proyectable a favor de su desarrollo. Para ello, es necesario que el docente ofrezca información que sobrepase la experiencia personal del estudiante, y consiga dotarle de herramientas que agilicen su empleo de la experiencia y la información, en provecho propio y de la sociedad. De igual manera, se concibe el lenguaje como la práctica social mediante la cual el individuo exterioriza su pensamiento y lo confronta con el de los

demás miembros del colectivo que le rodea, a fin de construir su identidad personal y social. Toda entidad cultural, y en especial la literatura, se trabaja entonces como el producto ideológico, social e histórico del pensamiento cultural bajo el cual sale a la luz, y no a partir de “la lengua como un sistema de formas inmutables o como un proceso incesante de creación individual” (Silvestri: 1993: 22), como señala Adriana Silvestre en su reflexión sobre Bajtín, quien por su parte afirma que “cada discurso es dialógico, está dirigido hacia otra persona, a su comprensión y a su efectiva y potencial respuesta” (Cit. Silvestri, 1993: 65). En este sentido, se advierte la claridad con que el docente debe trazar sus objetivos, los medios para llegar a ellos y la importancia de los mismos con miras a una formación funcional y pertinente en lo referido a la clase de lengua y literatura en la educación básica. De otro lado, en el proceso de aprendizaje es importante operar desde los conocimientos en desarrollo que el estudiante potencialice a través de sus propios recursos, teniendo como base el trabajo guiado al principio del proceso, donde el docente plantea sus actividades sin esperar, ni resultados inmediatos, ni la asimilación total del contenido en cuestión. Es decir, se trabaja desde la zona de desarrollo próximo (Z.D.P), definida por Vigotsky como “la distancia entre el nivel real de desarrollo, determinado por la capacidad de resolver independientemente un problema, y el nivel de desarrollo potencial, determinado a través de la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o en colaboración con otro compañero más capaz”. La solución de estos problemas puede conseguirse a través de la lúdica, en particular del juego, como recurso de capital importancia para

Preceptos para la eternidad Lóbrego ejército, escuchad y aprended -pregona el Macho Cabrío: Sois mi estirpe, valientes y conocedores también, mortífera contienda habéis vivido y con mágica fortaleza el laurel conquistado han. El galardón… el Mundo direccionado a vosotros es… y tan alta inteligencia sabrá ser guía. Seguid con éxito la excelsa serpiente. Que el poder os acompañe y la fuerza nunca desfallezca, que os satisfagan las más inhóspitas complacencias, y la libertad sea vuestro dogma, vuestra ley perpetua... pues vosotros sois mi indubitable efigie -reveló-. Bóreas. ÍMMORTALÍS COLÛBRA.

De pertinente reflexión, el legado de la Bestia ? Desarrollad la guerra, la guerra intelectual, puesto que Satanás es la representación del ser humano en la tierra y viceversa, por consiguiente, que se haga honor acertado a tal mandato. Porque debéis recordar por siempre mortal: “el satanista no es malvado, es virtuoso”. ? La “maldad” y la “bondad” son conceptos complejos, que diversos se denotan en cada especie. ? La existencia de Dios va mucho más allá de lo que se ha pensado y aun más la de su genial rival. ? Muerte al débil, vida al fuerte, ¿qué significa verdaderamente el postulado? ? Que Satanás ha dicho: “El mal será mi bien”. ? La apotegma: “El satanismo es una religión de la Tierra” (Antón Szandor La Vey).

Leed con perspicacia -afirmó el sabio- Bóreas. MAGÍSTER OBSCÛRUS.


La consumación del holocausto, el fin de la ofrenda Leviathan ruge ferozmente, violentas olas golpean con astucia los desgastados cuerpos de fe, afiladas esquirlas de aer socavan los muros sacerdotales con destreza, el hundimiento de la terra es implacable, y fatales deflagraciones de focus deslíen los ya deteriorados cuerpos somnolientos. Millares de catervas destrozan brutalmente la rústica portezuela del único santuario en pie… Las tenêbrarum elevan himnos de gloria; la polvareda se disipa y en lo alto de la montaña se entrevén interminables cruces invertidas simbolizando la derrota una por cada alma abatida- de Christus y su trascendente padre… un universo quebrantado… en preciosas ruinas la iglesia se distingue y bajo la melancólica túnica yace el ilegítimo Templo de Saber insolente quien así lo nombrara-. Dragados los cristianos han quedado, la segregada posesión a la tumba abruptamente. Es un triunfo Pagano -propugnaré eternamente-. Bóreas. “ESTRELLA DEL DÍA”.

“El retorno del Rey”

precario intelecto, cuya esencia avergüenza la real sabiduría humana litigo con odio-. Bóreas. LA FACULTAD, EL GRÍMOÍRE.

El enemigo feneció. El imperio a quien pertenece, y tras la victoria, derrocada ha sido la estéril ignorancia, la árida debilidad, la punzante abstinencia y la arcaica esclavitud. SATANÁS entronado es en mano de los malignos, quienes lo proclaman Monarca Perenne de la Tierra (bella, fértil, esbelta, fecunda, de contextura armónica, del hombre y para el hombre, para el auténtico hombre) y de los Infiernos (donde sufre el perdedor y las tormentosas culpas son infalibles equinoccios). Que así sea para la infinitud pronuncian con regocijo las tropas demoníacas-. Bóreas. SANCTUS DIAVOLOS.

efectos funcionales en la educación básica, entendiendo por juego la actividad cultural mediante la cual el niño asume un determinado rol (a nivel imaginario), que lo lleva a ensayar comportamientos y situaciones para las que no está preparado en la vida real. Estos comportamientos y situaciones poseen cierto carácter anticipatorio o preparatorio, y al ser experimentados por el niño, permiten que el docente haga de los escenarios lúdicos terrenos sólidos para la articulación del juego, como herramienta generadora de Z.D.P y, por ende, funcional en el proceso de aprendizaje. Sin embargo, cabe señalar que no todos los juegos generan Z.D.P y, por el contrario, muchos de ellos se limitan a procurar la obtención de un determinado resultado, precedido por un procedimiento regularmente mecánico, donde el participante difícilmente tiene oportunidad de sopesar su conocimiento previo o exteriorizar su criterio, a fin de crear el conflicto cognitivo necesario para la fijación del conocimiento. Cada actividad generadora de Z.D.P, deberá manejar una dimensión social que permita al niño hacer uso de las reglas culturalmente preestablecidas, de manera que le induzcan a la solución de problemas y a generar situaciones favorables para él y para el colectivo sociocultural al que pertenece. Desde la lúdica, como catalizador de una realidad social, se pueden interrelacionar elementos de comprensión y producción que resulten atractivos para el niño y que se orienten desde estrategias que favorezcan el proceso de enseñanza aprendizaje. Para efectos de comprensión y producción textual, el docente deberá procurar que en sus actividades el estudiante evidencie la presencia de su contexto, de sus conocimientos previos, de sus intereses, de sus motivaciones, etc. Teniendo en cuenta la proximidad que debe existir entre las expectativas del estudiante y los procedimientos adoptados por el

profesor al desarrollar los contenidos, la narrativa nos ofrece en géneros como la leyenda popular, el mito o el relato maravilloso, un panorama lo suficientemente amplio como para orientar las actividades en función de las leyendas regionales, por ejemplo, cuya presencia en la mente de los pueblos y su proximidad con la realidad inmediata de los alumnos, permite trabajar aspectos diversos a partir de algo que ya pertenece a la experiencia del estudiante. Por otro lado, cabe recordar que, como señala Solé, “los hechos que suceden en una historia -y los elementos que la componen: escenario, personajes, problema, acción, resolución- nos permiten ir prediciendo que ocurrió a lo largo de ella; es un proceso que hay que enseñar a aprender” (Solé, 2001: 23). Este procedimiento puede favorecer el proceso de aprendizaje, en la medida en que el docente genere situaciones próximas a la realidad del estudiante, con lo que al trabajar sobre los géneros mencionados, el alumno podrá ser puesto en conocimiento del texto narrativo, como la consecuencia de la estructura formalmente pre-establecida que subyace a él en los géneros aquí tratados. No obstante, el profesor deberá valerse de la transposición didáctica, (concepto mediante el cual se designa el paso del saber sabio al saber enseñado), a fin de facilitar una asimilación del contenido que parta de lo conocido por el estudiante, y de la relación que los nuevos contenidos guarden con las etapas tanto anteriores como posteriores del proceso. Así, vemos como tras viajar por la tradición oral a lo largo de la historia, las leyendas populares permiten que el docente dé por sentada su presencia como textos culturales en la mente de los estudiantes, y adopte así estrategias que favorezcan el proceso de enseñanza-aprendizaje en función de los presupuestos sugeridos.


En resumidas cuentas, el docente de educación básica debe hallar la forma de incorporar en su clase de lengua y literatura, las actividades, procedimientos o reflexiones necesarias, para captar la atención y el interés de sus alumnos. De igual manera, deberá utilizar estrategias de comprensión y producción textual, apoyadas en la concepción del aprendizaje modulada desde la lúdica, y a partir de la realidad inmediata del estudiante. Ello presupone a su vez la idea de estudiante como miembro individual del colectivo socio-cultural en que se inscribe, y parte potencial del futuro próximo, que exige de las sociedades actuales la formación de individuos autosuficientes, competentes y preparados para asumir de manera favorable su rol como ciudadanos partícipes de una cultura comprometida con la causa de su realidad social.

Bibliografía De manera que cualquier intervención del docente, deberá partir de lo que el estudiante ya conoce y atender a sus necesidades cognitivas desde coyunturas pedagógicas que además de involucrar su realidad cultural, permitan: - Fortalecer el proceso de aprendizaje, desde la participación conciente, activa y lúdica del estudiante. - Favorecer un clima de trabajo cooperativo. - Garantizar un desarrollo del contenido que parta de los aspectos más generales y de allí llegue a los elementos subordinados del tema. Según E. M. Santi “las barreras del lenguaje, probablemente, se deben menos a una falta de competencia gramatical de índole oracional, que a la capacidad de dominar activa o pasivamente determinadas clases de textos” (Cit. Reyzábal y Tenorio, 1994: 39). Esto implica que la capacidad de comprender y producir diversas clases de textos resulta de suma importancia para adquirir la competencia comunicativa. Esta competencia se hace imprescindible en la comprensión lectora y la producción escrita, ya que involucra la lengua y la literatura como instrumentos de comunicación (lo real), y no como el estudio gramatical o histórico con base en un modelo de lengua ideal (no real), donde el proceso de enseñanza / aprendizaje queda reducido generalmente a la memorización de datos o reglas prescriptivas que poco o nada tienen que ver con la realidad experiencial del estudiante.

CHEVALLARD, Yves (1991). La transposición didáctica del saber sabio al saber enseñado. Buenos Aires: Aique. GALBRATH, Barbara et al (1997). “Aprendizaje y enseñanza en la zona de desarrollo próximo”. En ÁLVAREZ, Amelia (Ed). Hacia un currículum cultural: la vigencia de Vygotski en la educación. Madrid: Fundación infancia y aprendizaje. REYZÁBAL, Victoria y TENORIO, Pedro (1994). El aprendizaje significativo de la literatura. Madrid: La Muralla. SILVESTRI, Adriana y BLANCK, Guillermo (1993). Bajtin y Vigotski: la organización semiótica de la conciencia. Barcelona: Anthropos. SOLÉ, Isabel (2001). Estrategias de lectura. Madrid: Grao.

plaga la vacuidad, ¡es él!, el Maestro, el Dios fórmico… Emperador de las profundidades, del averno… Sin duda alguna está aquí; el colofón del día ha llegado, pienso-. Bóreas. SALVE SATANÁS.

Presencia maléfica. Ante su excelsitud se postran los vasallos. El tan temido y esquilmado enemigo con refulgentes alaridos irrumpe en la noche, lobos aullando en su nombre se oyen a lo lejos, una eminente corte le da la bienvenida, los elementos confabulan bajo el manto de la portentosa sombra -es

ello a su favor, lo sé-; todos callan, el silencio se apodera del ritual…… La elipsis quebrantada es, y una perversa voz en el espacio ensordece: Seres de lúgubre intelecto, vuestra Majestad Imperial, os impartirá su voluntad, -dijo-. Bóreas. LARGA VIDA AL REY.

Fúnebre exordio, la voz del Emperador Furia… crueldad… venganza… ansias de aniquilación flotan en la atmósfera. Sobre su trono el Soberano nos observa con gnosis, los admirantes imploran fervorosamente su rugido… callaos y escuchad dice a sus fieles: Leales almas vetustas, demonios enfurecidos, a vuestra merced dispongo la más inicua armería de destrucción, el litúrgico cataclismo se acerca y os anuncio que el decadente ya colapsa. De vosotros depende que el trono de la sombra retome la potestad despojada por la emética falacia cristiana, a la sazón, que un magnificente grito aturda la existencia del débil… -Arguyó con egregio-. Bóreas. AVE SATÁN.

El designio del Rey. Rostro del cambio -El frenesí era inconmensurable: Mis aguerridos hermanos, sombríos corceles de la noche, furibundos espíritus letárgicos, despertaos ahora, es esta la estratagema… Vuestra mente aunque no lo refleje lo sabe, sois luchadores natos dispuesto a vencer, que se oiga en su interior, que lo apropie el discernimiento, y sea empleado en el campus de batalla, pues con ímpetu os digo: El método será la guerra, ya que a cambio la fuerza, el poder, el goce, la sabiduría y la emancipación serán la victoria. Siendo así Legión pagana, que os oiga el aire, el agua, la tierra y el fuego, y que “los ángeles caídos se levanten en un mar de sangre”. Profirió con violencia-. Bóreas. SPÍRÎTUS PERNÍCÍOSUS.

El destierro de la precaria doctrina, acabose de la aurora Temerosos… desahuciados… aberrantes… es como se perciben las sectas judaicas en el intervalo de la conflagración, no desconocen el poder de su Adversarîus, de su ineludible Príncipe… La diatriba lanzada a los vientos, sardónicos lamentos se vislumbran en la cúspide de la cruz, alegórica es la presencia satánica en la contienda. Corren, se ocultan, imploran perdón, clemencia; fosca misericordia suplica con degradante lamento la raza inferior… No -discrepa la Alteza desde su plateado trono-: No, pues vosotros habéis osado llamar Dios a un insecto rastrero, a un sanguinario individuo, habéis tenido las agallas para repudiar lo que os dije en épocas remotas, me habéis escarnecido y desgarrado sin el más mínimo indicio de compasión durante innumerables siglos, ¿y hoy me instáis misericordia?… No hallo en vosotros rasgos de orgullo, de honor… sois la más despreciable e insolente casta, natural decadencia. Es por tanto y la historia, que ordeno mi ira os corroa, os desmembré sin compasión alguna, que mi cólera atomice en vuestro interior, fracture vuestra médula y disgregue vuestro


Rúbricas de cambio

Imagen e identidad femenina, en Adiós a la virgen de Oscar Collazos Daniel Mauricio Rodríguez León Estudiante del Programa de Español y Literatura, Universidad del Quindío

Juan David Zambrano Valencia Estudiante del Programa de Español y Literatura, Universidad del Quindío.

criaturas sientan vuestra brutal tormenta, apuntaló las directrices-. Bóreas. HUMEANTE BRÍO.

conocimiento. En Adiós a la virgen Óscar Collazos nos invita a reflexionar sobre una perspectiva a través de la cual, una vez más, el hombre exterioriza su concepción de la mujer, en función de los recursos que el sistema socio-cultural pone a su disposición para ello.

Fuliginoso abismo -Y así ha sido-. Las maldiciones fueron atendidas y vosotros tendréis privilegios sobre los mortales, no dejéis de declamar la letanía, blasfema hermandad, el arribo está cerca, que la anatema sea percibida en las honduras, que turbulentas quimeras invadan vuestros sueños, caótica ha de ser vida la del pueblo semítico-. La afluencia del antiguo Sucesor está próxima. Mirad la lejanía, “el Sol naciente es rojo, hoy se ha derramado sangre”, sangre cristiana, ahrrr…………… Ahrrr………… ¡Oh espectro misantrópico!……… -El suelo comienza a vibrar cual garrafal hecatombe. Colosales grietas se ven pelechar. Un funesto ardor salta a la vista. Monstruosas llamas surgen del más recóndito lugar… lo subrepticio deja de serlo… letales bramidos enmohecen los cielos, el crepúsculo enajenado se encuentra, las cabras retumban con exaltación y apoteosis, - he visto-. Bóreas. SALVATGE MALÍGNÎTAS.

Oh genuino adversario, encumbrada Deidad, daos significado a mi cosmos. Bóreas

Señales de maldad, el sutil Príncipe de las negruras

Como imagen paralela a su realidad misma, la mujer ha ocupado un lugar de carácter diverso en el pensamiento del hombre a lo largo de la historia. Una historia tejida a partir de las visiones dominantes del mundo, que tras limitar el pensamiento y restringir el comportamiento femenino, han distorsionado su evolución lógica. Hoy, derrocada su exclusión de las esferas política, económica y cultural, la mujer forma parte integrante de las estructuras socio-culturales de occidente, y puede por tanto hablarse de los puntos inflexivos de su papel en el orden patriarcal del mundo.

El alba ha perecido y el cielo se matiza de tempestuosas tinieblas… Un suspiro infernal embriaga el ambiente, dotes de maldad, sapiencia, argucia, grandeza. Magno es el poder que emana, sublime su fuerza, el goce su designio… Por etérea sabiduría fue tocado, es esta su horda, su ardiente flama, ahaa; vestigios de manumisión permean el horizonte... Una oscura ráfaga de luz

Así, se nos presentan en el plano literario las reflexiones de un hombre sobre la visión de la mujer actual. Una mujer de la que él se sirve para narrar el trance vivido por una niña al atravesar la pubertad, en una novela cargada de erotismo y desprovista de prejuicios moralistas. Allí se ve además reflejada la profunda búsqueda de identidad en que se inscribe la adolescencia una vez asumidos los vaivenes del auto-

¡Ah!, un luciferal hálito se respira…

Latente ansiedad, el éxtasis siniestro Malévolo creador de céfiros prohibidos. Serpêre del Tartärus -he dicho-, acudid a mi llamado ¡oh portentoso Señor nocturno!... vuestro titánico ejército aclama la llegada, pérfida Beatitud, escuchad el enfurecido canto. ¡Oh prodigioso Señor nocturno!, el culto exhortante está… ¡Ah Magníficus sapîdus, Bestîa níger; auscultare martyrium de Deus!; que la prodigiosa arte sacuda la esfera viviente, que el efímero tiempo detenga su curso, que la beldad de la Luna observe desleída, atónita, y que las demás

Un eje de simetría, dado lo anterior, podría sernos de utilidad para establecer la diferencia entre los siguientes momentos de la imagen femenina: Desde el punto de vista literario, la primera etapa de producción (fundamentalmente masculina), trazó los ejes éticos y estéticos adoptados en las etapas posteriores por la mujer, cuya expresión literaria fue, por tanto, inauténtica, como señala Sigrid Weigel al aseverar que “el contenido y el modo narrativo de la escritura de las mujeres no se pueden considerar como expresiones originales de la experiencia femenina tout court” (Weigel, 1986:76). Del mismo modo que la imagen de la mujer sobre sí misma se vio permeada por la perspectiva patriarcal bajo la cual fue regido el mundo y en particular la producción literaria de aquel entonces, “en el orden masculino, la mujer ha aprendido a verse como inferior, inauténtica e incompleta” (WEIGEL, 1986:72). Hablar de una imagen femenina, es entonces referirnos a un punto de vista unilateral de los hechos (el masculino en nuestro caso), desde el cual le son atribuidas sus características principales al fenómeno ideológico subyacente a dicha imagen. De modo que la mujer de ese periodo patriarcal y machista por excelencia, se vio no sólo relegada a un segundo plano de la producción literaria, sino además excluida de un mundo generado por y para los hombres, donde su única posición neutral giraba en torno a las actividades que, por razones ajenas a su voluntad, le fueron encomendadas en calidad de obligaciones. En este sentido, la producción literaria de las mujeres ha sido objeto de numerosos estudios que deja sugerida la problemática de una manera más amplia. El estilo femenino, como aspecto diferenciador respecto al modo narrativo del hombre, no es un caso cerrado. Al respecto, BIRUTÉ CIPLIJAUSKAITÉ sostiene que “la escritura femenina concebida como tal se encuentra aun en periodo de experimentación” (CIPLIJAUSKAITÉ, 1988:224). Con lo cual, ubicar una imagen de la mujer a partir de su producción escrita resulta, en sí, carente de sentido. El que exista un estilo determinado cobra importancia si a través de él se expresan los deseos y experiencias de la mujer como un todo autónomo e independiente de la imagen que de ella, ha proyectado el hombre. Parafraseando a Weigel, el estilo como característica en la diferenciación de género, tan sólo constituye el punto de partida hacia la reflexión sobre el problema. La autenticidad de la escritura femenina implica, por tanto, una reflexión de carácter cultural donde la mecánica social tiende a determinar la identidad de quienes conforman el cuerpo


social en cuestión.

esfera sexual.

Una cosa es clara. Los miembros de un sistema regido por fundamentos impuestos desde afuera, asumen y aceptan sus roles dentro de él, en razón de la imposibilidad para modificarlos desde adentro sin un soporte estructural bien constituido. Por consiguiente, se llega en nuestra reflexión, a la imagen de la mujer como el producto de las condiciones socio-culturales que han determinado su rol en los diferentes momentos de la historia. En este sentido, las coyunturas que permiten diferenciar a la mujer anteriormente descrita, de la actual ofrecen un panorama que justifica el cambio de su imagen, tanto a partir de la perspectiva femenina como de la masculina.

Esa es, a mi juicio, la columna vertebral que atraviesa la novela Adiós a la virgen, de la que quisiera extraer, para acentuar algunos aspectos, el siguiente fragmento:

Retomando la novela de Collazos, tracemos ahora una imagen de la mujer actual, o más aún una perspectiva con base en la cual se ofrezca una imagen de la mujer en la actualidad. Para ello, es necesario recordar que aun cuando Patricia Uribe es la narradora del relato, Óscar Collazos es quien nos ofrece el mundo de los personajes, esa perspectiva inmersa en la realidad que emerge del texto, para ubicarse en la construcción que nace cuando se emprende el acto mismo de lectura. Esa lectura que trae, refleja y ofrece el mundo de las imágenes a que corresponde la realidad que se desea proyectar. En contraste con la imagen de mujer como segundo sexo, se podría pensar que Collazos no sólo expone a una mujer libre de pensamiento, sino que además sugiere una búsqueda de la identidad personal articulada desde la experiencia erótica. Dicha experiencia puede concebirse como un fenómeno (más o menos) exento de roles sexuales, que podría ser visto como un mecanismo del que, tanto hombres como mujeres, nos servimos para consolidar nuestra identidad en lo referido al auto-conocimiento de la

¿Se era naturalmente, legítimamente inexperto a los dieciocho años? ¿Se era natural, legítimamente exigente a mis quince? ¿Me estaba extraviando en una perversión? ¿Pervertida yo, la acomplejada tetona hija de padres liberales y alumna de un liberal colegio privado?” (Collazos, 1995: 42). Como puede observarse, son diversos los aspectos derivables del fragmento citado. Partamos entonces del problema de género a fin de retomar la idea anterior. La pubertad, como puente conector entre la niñez y la edad adulta, representa, tanto para el hombre como para la mujer, una etapa de transición donde se

Poemas Alexander Ríos Estudiante de Literatura Universidad Nacional de Colombia

Nubes Las nubes deben recordar moverse. O si no se quedan observando tantas cosas que hay para ver. Una bandada de flamencos, dos hombres parados en la playa que les devuelven la mirada, un amanecer verde en el ártico, una pelea a muerte en la plaza de un pueblo, un buque a punto de estrellarse, algún Ícaro pretencioso, un globo que se eleva, otra nube bellísima, un avión fallando… Pero a veces se aburren y no les queda más que contar el número de aves que pasan o de tragarse toda la luz para entristecer los días, y así, pendientes hasta del saludo obligado del viento, pendientes de la vida que pasa. Cuando dos nubes hace mucho no se ven, se abrazan y llueve.

Pecera Los peces duermen con los ojos abiertos porque se han entregado a una espera infinita. Sí, esperan la caída del anzuelo o de un pez rosado de ojos rojos. Para los peces la muerte es un pescado negro que se revuelca, ahogado, fuera del agua. Y el amor..., depende del amo, quien en su soledad necesite comprar otro pez. Esperan con los ojos abiertos flotando en la perfecta calma que sólo puede existir en una pecera; en el perfecto aburrimiento de una piscina abandonada por los niños. Se hace tarde. La pecera, no sé por qué, se va oscureciendo. El pobre pez, solo, se hace tan pesado como si hubiera tragado una moneda, y se queda en un rincón donde no se le puede ver.

Perro que ladra La muerte del pelícano ¿Es verdad que el pelícano queda ciego? - Sííí… De tanto meterse en el agua Gesto de caída con la mano derecha Es de noche. Un pelícano cae muerto Estaba tan ciego que no pudo distinguir el mar de la tierra Grito de niño sonámbulo Consternación familiar Primera insinuación de la madre por enterrarlo -Pero ni que fuera una persona intervino el tío Una lágrima de abuela retardada. El primero se retira a sus tareas masturbatorias La madre se levanta temprano a barrer el cadáver Empezaba a llenarse de moscas.

¿Acaso no puede uno caminar a oscuras, en la noche, sin que lo delate el ladrido acusador de un perro? Le ladra a la noche como reclamando mi presencia. El perro hace mucho no puede dormir, tiene pesadillas, escucha pasos. El amo lo felicita por ladrar, aunque no le gusta que lo haga, le toca levantarse, buscar la escopeta y todos saben que al usar un arma hay alguna probabilidad de morir. Al amo le gusta esperar a que los ladridos cesen y de nuevo caer bajo la rima repetitiva del grillo trasnochado.


De entre las flores del hombre yo bebo Rosas Carlos Mario Cortez Hurtado Estudiante de la Universidad Nacional.

De entre las flores del hombre yo bebo Rosas, Rosas músicas del fruto del amor que también amo yo. Amor al silencio hecho soledad, amor a la soledad por mentir la timidez. Y allí tú estas, con tu eterna compañía ajena a tu saber, y te preguntas quién y yo te digo: yo, un amigo fiel

Parpadea… Daniel Moreno López Estudiante del Programa de Español y Literatura, Universidad del Quindío

He sentido una presencia rozar mi aura. Vuelvo mi mirada en su búsqueda, pero se mezcla con el viento y confunde y esquiva la dirección de mis ojos. Después de unos segundos, al comprobar que ha capturado mi atención, decide mostrarse. Y ahora la veo. Sigo caminando pero mi voluntad sigue a la presencia...

(aunque no me oigas, aunque no sepas de mí) Yo hablo de ti, de lo que yo te amo. Dolor junto a ti, mi dolor por mis dolores, pero no sé de los tuyos y no importa porque los oigo como cantos, también ocultos llantos. De entre las flores del hombre, yo amo las Rosas.

Tiene un gran manto, cuyo fondo es una capa con textura de tierra volcánica delineada por un haz de luz que se convierte en una ráfaga de destellos que hipnotizan con su rápido movimiento bajo el cielo. Parece un ente que pasa oculto en el viento con el único fin de mostrar los fosfenos que guían a otro estado a quienes se dejan llevar por ella.

Ellas que me traen su aroma en Dragones del amor, resonando en mi ser como lo fue ayer, cuando te vi, tú allí, y el olor, y el silencio, y la soledad, y tú allí, en medio de tantos, medio humanos, medio marranos, pero allí… Estirándome a su lado [(azulado) también rosado], un tanto maravillado… …Me pregunto por el fin. Y llegará pronto para salir sin decirte adiós (sólo para recordar que fue ayer) Empezar de nuevo las mañanas aritméticas, simétricas, patética, pero mañanas de amor, de Rosas músicas del fruto del amor que también amo yo. Mientras bebo a sorbos la vida, a tientas bajo el sol, ando pensando en crear, en decir, en amar…

Y en su quietud me muestra figuras que el movimiento oculta. Figuras que parecen fotografías minimizadas de formas gigantes. Desde el fondo del manto, los ojos del espíritu que habita en sus alas por un día me miran directo al alma y no sé si es un gesto de saludo y de despedida, pero en su repentino movimiento me sonríe, y se abandona nuevamente al viento. Sé que morirá en unas horas, al anochecer, pero también sé que sus descendientes me seguirán, en su inagotable movimiento y en su corta quietud. Y aunque el movimiento difumine su manto con el cielo, aunque el movimiento de sus alas se pierda en el destello del sol, otra mariposa parpadeará frente a mis ojos mientras sigo caminando.

empiezan a consolidar las estructuras psíquicas que orientarán a futuro el comportamiento y el pensamiento de los adolescentes próximos a la conquista de su identidad. Dicha conquista, se ve profundamente afectada por una serie imprecisa de factores externos que, generalmente, configuran el carácter de la identidad adquirida. En consecuencia, la distinción de género queda parcialmente excluida de nuestro análisis, dada la neutralidad de la problemática expuesta por Collazos en la cita anterior, donde además, se logra entrever la influencia que los cánones impuestos por el sistema social ejercen sobre la mente de sus miembros. Desde el punto de vista cultural, se exponen los conflictos resultantes de una adolescencia cobijada por el yugo de los estereotipos fisicopsíquicos de las esferas sociales dominantes, donde la profundidad con que el canon de belleza afecte los intereses del colectivo, queda involucrada en el problema de identidad. La adquisición de identidad, tiene por tanto, un elemento definido por aquellos factores que el núcleo socio-cultural califique como adecuados o inadecuados, buenos o malos, naturales o anormales así como los demás aspectos que constituyen el pensamiento y determinan el comportamiento de las personas. Pero, ¿quién puede determinar qué esta bien? ¿Qué es natural, correcto o indebido? Todos formamos parte de las amalgamas sociales que heredamos del pasado. Somos recibidos por entidades culturales regidas bajo principios, valores y preceptos que categorizan e intentan determinar el tipo de individuos que las componen. Nuestra visión de mundo está basada en la visión de mundo que atraviesa nuestros contextos, y sólo cuando voluntariamente hayamos asumido como adecuada una determinada posición frente a los hechos y fenómenos del mundo, podremos contar con la conquista de una

verdadera identidad. La imagen femenina, sería finalmente ese reflejo de identidad con que el hombre (principalmente) ha mostrado a una mujer; vulnerable en el pasado, vanguardista en el presente, y de cuyo futuro, falta todo por decir.

Bibliografía COLLAZOS, Óscar (1995). Adiós a la virgen. Bogotá: Planeta. WEIGEL, Sigrid (1986). “La mirada bizca: sobre la historia de la escritura de las mujeres”. En FEKER, Gisela (Ed). Estética feminista. Barcelona: Icaria. CIPLIJAUSKAITÉ, Biruté (1988): La novela femenina, contemporánea (1970-1985) hacia una tipología de la narración en primera persona. Antrophos: Barcelona.


Zalamea y Díaz-Granados: Perspectivas urbanas que traspasan el umbral del tiempo Luis Eduardo Marulanda Estudiante del Programa de Español y Literatura,

para estallarla

H

como un niño...

Fácil pensarlo

Así era cuando te soñé.

Universidad del Quindío.

Resumen En nuestra existencia cotidiana, la única experiencia posible es la que proporciona la evidencia de la vida, la evidencia de la búsqueda y el placer de creer encontrarnos. Un tesoro que muchas veces queremos encontrar afuera y otras, buscamos adentro, en el santuario donde crecen nuestras emociones. La búsqueda ha sido inherente al ser humano, sobre todo para aquel que percibe el mundo, y desde una perspectiva particular que se sustrae a la superficie, atraviesa los espacios de la conciencia y sus conexiones con los muros de las ciudades y de los cuerpos transeúntes, viajantes permanentes en universos desconocidos para la gran mayoría de los humanos, contagiados de indiferencia y de alienación, infectados de inanición emocional. Eduardo Zalamea y José Luis Díaz-Granados, hacen parte de esa minoría, de aquellos que buscan todo el tiempo, que buscan fuera y dentro de sí. Aquel asume la ciudad como un punto de llegada y éste, como un laberinto infernal, pero ambos, como un punto de encuentro con el yo más íntimo.

Desde los más recónditos rincones del alma humana en los que columbran chispazos de ilusión y de esperanza, surge el fuego ardiente de la expectativa, de la aventura, de la emoción

III temblorosa que acomete al hombre en sus primeros estadios de la vida. Que lo acomete, lo nutre y lo empuja hacia la búsqueda, hacia el anchuroso mundo hecho de caminos sin señales ni advertencias. La única advertencia posible es la que proporciona la experiencia, la evidencia de la vida y de la muerte. Es esa llama antigua y rigurosa, que arde alimentada por la sangre, por los músculos tejidos de miedos y de pasiones y por anhelos centenarios de búsqueda y de victorias, la que incendia el horizonte de un joven de diecisiete años, protagonista de la novela de Eduardo Zalamea, 4 años a bordo de mí mismo, protagonista y alter ego de su escritor. Lo incendia tanto como al propio horizonte que le define la piel y los 5 sentidos por los que se filtra el mundo, bajo los cuales palpitan los sueños y el asombro en un corazón niño hecho de ansias y de impulsos. El escritor, quien vio su primer destello de luz en un frío noviembre bogotano de 1907, elevó su voz, cargada de angustia, de un dolor acumulado durante su travesía a la Guajira, iniciada después de un intento de suicidio que fracasó cuando su amigo, el poeta Gregorio Castañeda Aragón, lo llevó a un hospital en Barranquilla. La voz fresca e intensa de Zalamea se escuchó con todo su ímpetu en 1934, seis años después de su regreso de las salinas de Manaure, cuando publicó su crónica de viaje a las ciudades de la Costa Atlántica colombiana. Por desgracia se trató de una voz sin eco, una voz que exhortaba a la huida de la provincia literaria, una voz innovadora, que no obtuvo más que la atención de los moralistas que la matizaron con la pornografía y el escándalo social, una voz ahogada en su época y que no fue reconocida

He conocido tu cuerpo varias veces no te inquieta desnudarte ante mi presencia -Eres mi mejor amigo dices sin sonrojarte.

IV Con mi pestañeo pasan los segundos y quisiera sellarlos para no mirarte más. Hoy terminaré con todo esto: en mis manos tengo las cuerdas tus pinzas preferidas el arma el pene.

Todavía Cuando me siento llegan las respuestas 2x1=3 Quito capital de Venezuela llegan ahí están todo es correcto así como este amor.


de fresas con crema. No importa

Sólo siente Los brazos piden clamor al cuerpo

la tienda está cerrada, para no cargarlo más el caballito apagado, mientras se balancea “de nuevo mi bolsillo con la exhalación del otro cuerpo. lleno de lo que no quiero Miras el sol aunque me evité la diarrea”. sientes el aire

Fugacidad

miras la carretilla y las tablas de tu cama

Y se vio ¿Por qué no un pedazo de tela sostenerlo, montando en el aire, hasta allí, en sus venas, hasta el cielo? conjeturando la timidez

sino hasta que en el panorama literario de generaciones más nuevas, afloraron necesidades, también nuevas, de apropiarse de la realidad desde otras perspectivas. Su particular estilo asumió las n o v e d o s a s y, p o r e n t o n c e s , desconocidas técnicas narrativas de James Joyce y Marcel Proust. Hasta ese momento de la novelística colombiana, nadie se había aproximado de este modo a las técnicas contemporáneas de la escritura: el torrente de la conciencia

fluye a través del monólogo interior, la realidad sufrida es recuperada mediante la sensualidad de la palabra, de la poderosa corriente narrativa: Zalamea se sumerge en el océano de la palabra, bucea entre una técnica que le haga posible la confrontación del espíritu con la realidad, va en busca de un lenguaje de la piel, un lenguaje corporal que pueda expresar el vigor de sus sensaciones, el diario de sus cinco sentidos. Así es como descubrimos al protagonista saliendo de su Bogotá natal con “$58. Y unas cuantas lágrimas” (Zalamea, 2003: 20); esa ciudad de los años veinte a la que “solamente 2 cosas la hacían amable: las mujeres y los automóviles.” Y donde “Las mujeres eran unas 100.000 y 1.500 tal vez los automóviles” (Zalamea, 2003: 19). Y lo vemos dando cuenta del goce que produce la conquista de una vida verdadera, de la contingencia de los días, del ejercicio de la vida, del amor y de la muerte. Asaltado por la inercia y la molicie, se va en pos de esa vida verdadera, de un punto donde fijar el eje de la existencia y nacer a la experiencia, entre borbotones de cotidianidad, como un surtidor de fuego y erotismo. Y así sube al tren con rumbo a Barranquilla, donde se embarca en “El Paso”, en un viaje marítimo hacia La Guajira, un viaje que se traduce en conciencia, en construcción de hombre desde afuera hacia dentro de sí mismo, en una travesía mayor entre dos extremos de la experiencia: el pensamiento y el cuerpo. Una vez en La Guajira, se arroja en busca de experiencias, se abre y se llena de tierra árida y de sal, de mar y de horizonte, del sexo comprometedor de las indias y de amistades y de alianzas que lo acercan al amor, al dolor, a la vida y a la muerte inexorable que se anuda a los sentidos y a la vida, que se agazapa en cada par de ojos, en cada palabra y en cada corazón:

las piernas y la pelvis de esas piernas

Hielo Y yo aquí sentado

y la cabeza esperando a que entre esa falda con piernas de esa pelvis.

Sobre mí cae otra vez la muerte, ahora muy cercana y de brazo con el amor. Otra vez el amor y la muerte. ¡Maldita sea! ¿Por qué ha de ser esto siempre así? Un hombre besa a una mujer o una mujer se entrega a un hombre, y ese beso, ese contacto de labios o de sexos abona la muerte, que nace del espasmo, regada con la sangre de las entrañas, y llena de vibraciones de nervios, como una planta de hojas cortantes, de acero negro. Con unas hojas que no proyectan sombra. (Zalamea, 2003: 189).

esas caderas Esas venas que hacen retumbar hasta el Everest llevan un nombre esa maldita confianza en mí nombre innombrable que no disimulas envinado que defiendes ante ellos. bebido.

II Sólo recuerdo estar así esperando desde siempre como un abrigo en el armario como una mina a una pierna

Pero esta búsqueda refiere a la piedra, a la tierra, al mármol de los templos antiguos, a la plegaria elevada al dios que habita fuera del corazón humano; ese dios constructor de sus designios. Refiere a las comunidades, a las ciudades, a la multitud, a la comunicación con el otro para establecer puentes que conduzcan al interior de sí mismo. Nuestro protagonista busca y busca sin saber hacia dónde quiere ir, en qué coordenada terrestre debe escarbar para encontrar el tesoro de saberse con un lugar propio, un lugar conquistado para sí. Un tesoro que siempre está fuera de él, en los otros, en las ciudades que encarnan a ese dios milenario que teje los hilos de la vida. El hombre de todos los tiempos siempre ha buscado, y lo ha hecho guiado por su propio instinto, un instinto primario que ejerce su voluntad y espina el alma con sus dubitaciones, con sus asaltos. Es necesario encontrarse, del modo que sea, pero encontrarse para reconocer un espacio, para abrigar la esperanza de una aurora y la confianza en el ocaso. Para ello están los otros, para buscarnos en ellos, para llegar a nosotros mismos a través de sus ojos, de sus pensamientos, de sus propios


Poemas

instintos y, desde luego, de su sexo inevitable y siempre redentor. El otro se erige como un templo de sabiduría, como una ciudad de múltiples caminos construida en otra ciudad de edificios también múltiples.

Beyddy Muñoz Loaiza Estudiante Programa Español y Literatura Universidad del Quindío

Esas ciudades, las de los edificios, que esconden en sus bolsillos la vida y sacan a diario sus manos llenas de muerte, se constituyeron en oráculos, en puntos de llegada luego de extenuantes y largos días de peregrinación. Ciudades de madera y de cal, de viento y de mar, de arena y de sal, ciudades que sirven para limitar los espacios y hacer más pequeño el mundo, para encarnar en ellas la razón de la vida y recorrerlas, como se recorren los ángulos de la memoria, para encontrar las piezas que hacen falta en el rompecabezas de la existencia. Ellas ejercen un poder milenario de congregación, de unificación, que cautiva sin más, que llama desde la distancia con voz de hada buena y afectuosa. En la novela de Zalamea, la ciudad es punto de llegada para iniciar el crecimiento, es punto de encuentro del todo y la parte, del cuerpo y el pensamiento; paso obligado para nacer a la vida, para ser un hombre de verdad. Y los hombres, puentes, vasos comunicantes, catalizadores de la duda y el amor que ayudan a su protagonista en la búsqueda, en la corriente de conciencia, en la interiorización a través del monólogo y de un lenguaje profuso y poético que expone el cuerpo a la avidez de los sentidos, del goce de la conquista de una vida propia y real, lograda en aventuras, trabajos y amores en plena correspondencia del espíritu libertario frente a una realidad cruda y palpable que podemos vislumbrar en espacios diversos o, más bien, en un espacio ambiguo.

Camila

gomas coloridas,

Pero yo también aleteo

los redondos chocolates

me paro en la mierda

la paleta sonriéndole

olisqueo el café

con ganas de llegar a su intestino,

le huyo a la mallita.

“mis pocos pesos alcanzan

También sé zumbar

sólo para un chicle de tatuaje,

morirme rápido

también

pegarme contra la ventana

se insertará en mi piel”.

igual que tú, Camila.

No importa podría gastarse todo

Uno puede vivir dos experiencias, dos mundos, dos torrentes que fluyen paralelos entre el universo interno y el externo del narrador, nos damos cuenta de que el viaje es una excusa que no se reduce a la travesía, al desplazamiento de un lugar a otro, sino que se trata de un acontecimiento cuya importancia radica en que el protagonista está “a bordo de sí mismo”, él es su propia nave, y desde allí observa un mundo, en el que vive y está afuera, pero lo introyecta, lo monologiza, crea un espacio interior que se enriquece cada vez más mientras vive en el otro. El viaje real es el del espíritu, el de la conciencia que se mueve, que crece y se alimenta con la experiencia, con la desnudez de la vida y revela las claves de la existencia, el misterio de la vida. Pero se da cuenta que en esa Guajira remota, aislada, casi sitiada, no está el sentido que buscaba, y tiene que recobrar los afectos de su ciudad natal, de su incesantemente rememorada ciudad, en la que intenta redescubrir el orden y la vida: Ahora recuerdo la ciudad, que he perdido, con cariño. La ciudad de las prostitutas y los ladrones, de las madres y los humildes. Todo lo mío está allá. Y allá está todo lo que anhelé por mucho tiempo y no pude lograr. En alguna boca me espera el amor, tal vez en unas manos está recogida para mí la dulzura, y el descanso, y el anhelado descanso me busca en los rincones de una casa tranquila, llena de flores y de nidos (Zalamea, 2003: 8182). Y en efecto, a ella se va a continuar buscando, pero se va perseguido por el amor, por la muerte y la conciencia de que siempre el uno hilará la otra. Esta búsqueda en la ciudad, esta fe en que allí palpita la vida y crece en cada par de ojos la personalidad y la experiencia vital para el crecimiento, la creación de un mundo interno plagado de pensamientos propios, deambula en las páginas de Zalamea, quien responde a los requerimientos

de una época, a sus búsquedas personales y a sus lecturas del, por aquellos tiempos, apenas conocido Joyce, ese maestro del monólogo interior que también influyera tanto en la narrativa de nuestro contemporáneo Díaz Granados. El paso del tiempo, las necesidades propias de la expresión de realidades diversas y nuevas aunadas a las tendencias postmodernistas, han contribuido para que el samario Díaz Granados asuma la ciudad no como un punto de llegada, como una portadora de vida y de conciencia, como un dios mítico cuya finalidad consiste en repartir destinos a diestra y siniestra, sino como una destructora de conciencias y destinos, un espacio laberíntico en el que confluyen la diversidad y la invisibilidad. Un espacio en el que el hombre se mueve sin sentidos definidos y en el que la búsqueda se hace hacia adentro. José Kristián, su protagonista en Las Puertas del Infierno, se resuelve en un solo monólogo interior que traduce sus angustias y sus búsquedas. No tiene en cuenta lo externo para crecer y su

Y el amor pregunta

el oro de Richie Ricón

Y el amor pregunta:

y bañarse en una tina

¿dónde quedé yo sin los dos? Si yo era la “R” de su ciRco la “S” de su kamaSutra la burlona “L” de su fideLidad. Comprensible ¡Con el aserrín de la caja del gato!

Detenida Detenida, frente a la dulcería y con las monedas en su mano, mira con atención las


punto de llegada radica en lo más íntimo de su ser, en una época bombardeada por la diversidad y en la que el pensamiento va de un lugar a otro sin ton ni son, sin identificarse ni arraigarse realmente. La ciudad deviene puerta que conduce al infierno del anonimato, una puerta que se cruza estando “a bordo de sí mismo” navegando en el navío del propio cuerpo, en una travesía hacia lo más recóndito del alma y del cuerpo. Algo así hace el protagonista de Zalamea, quien también bucea en su interior en busca de respuestas, pero conectado siempre con un mundo exterior que se las ofrece en un recorrido muy humano y muy autobiográfico. Otro rasgo que lo aproxima a José Kristián; pero nunca llega a ser como este, tan consciente de sí mismo, del dolor y de la angustia de ser en un mundo que se le revela ajeno y distante, en una ciudad de otros, con muros que dispersan y atrapan, una ciudad que no ofrece más que miseria y confusión, y

entonces no tiene más opción que confinarse en su propio cuerpo, en su pensamiento monomaníaco y en la construcción de sí mismo a partir de los otros en una convivencia infinita. Pero uno y otro: protagonista de Zalamea y José Kristián, se reconcilian en la búsqueda, en la necesidad del encuentro con un algo que les proporcione cierta seguridad, cierto equilibrio. El buceo interior se traduce en ellos, en una válvula de escape, en un modo de redimensionar el mundo exterior y de ir más allá, de cruzar las fronteras del hombre, insalvables sin el pensamiento y la conciencia. Mientras uno busca en su entorno, en las personas, en los parajes, el otro lo hace en el sexo y en la religión. De la ciudad del primero surge el conocimiento del hombre, los miedos, las mentiras, las maquinaciones humanas que hacen posible la convivencia y el martirio de saberse huérfano entre la multitud, perseguido por una soledad que se hace grande a medida que conoce. De la del segundo, crece la angustia del ser anodino, del que perece en la multitud, del que sufre el peso del cemento, de las ciudades dentro de la ciudad y de los muros de suplicio que separan al hombre, que lo privan del contacto y lo arrojan a las cloacas de su propio pensamiento. Y de ambos queda claro que la búsqueda no termina, sino que empieza en cada frase, en cada mirada, en cada atardecer, en cada par de ojos, y que en una ciudad u otra, el ser humano siempre será arrastrado por la ventisca de la soledad, por la angustia de saberse una brizna, un hacedor de nada en una ciudad implacable y letal. Solo entre la multitud, el hombre va haciéndose un camino propio, pulsando los recodos de la memoria, amontonando los minutos, y aunque despierte con otro cuerpo a su lado, en medio de cuatro paredes de cemento o de yotojoro, no tendrá más que sus pensamientos y sus dudas gravitando en un mundo interior que lo empuja a descubrir en el otro un mapa de preguntas, cuyas respuestas continuarán siendo tanto una tentación y un misterio como la certeza absoluta de la soledad y la muerte. Por ello oímos gritar al aventurero de Zalamea: Yo que he levantado y derruido figuras, paisajes, olas; yo, que construí playas azules, sin arenas, playas tranquilas y blandas como las palmas de las manos…Yo, que hice a mi antojo indias y compañeros, miradas, sonrisas y aventuras, todo cuanto encierra una vida desconocida, me encuentro ahora solo y perdido, sin que oprima mis espaldas el peso de una resignación dolorosa. ¡Todo, todo, todo para siempre perdido…! (Zalamea, 2003: 82)

Bibliografía DÍAZ GRANADOS, José Luis (1985). Las puertas del infierno. Bogotá: Oveja Negra. IRIARTE, Alfredo (1983). “Medio siglo después de su publicación: Cuatro años a bordo de mí mismo”. Bogotá. Magazín Dominical, Nº 63, junio 10 de 1983. MARULANDA, Luis Eduardo (2005). “Las Puertas del Infierno o los postigos de mundos marginados”. En: Polilla, Revista Literaria. No. 1. Octubre. Pp. 11-13. ZALAMEA, Eduardo (2003). Cuatro años a bordo de mí mismo (Diario de los 5 sentidos). Bogotá: El Tiempo.


De la marginalidad a la identidad colectiva. Sobre el uso del lenguaje en la novela Un beso de Dick, de Fernando Molano Vargas Mariana Valencia Leguizamón

cambiantes, por nuestra movilidad. Movilidad que nos lleva a modificar las maneras de ver el mundo, de vivirlo, de narrarlo.

Estudiante del Programa de Español y Literatura, Universidad del Quindío.

Resumen Con la novela colombiana Un beso de Dick, de Fernando Molano Vagas, se evidencia claramente la identificación que se puede dar en el lector de la obra con el personaje principal de ésta. Identificación que trasciende, en muchos casos, el pensar y sentir del mismo lector y que ha sido tema de estudio para autores como Humberto Eco y grupos académicos de diferentes instituciones como la Universidad Complutense de Madrid, tiene su origen, entre otros aspectos, en el uso del lenguaje y en una forma particular de narrar. La autora Biruté Ciplijauskaité, en su análisis sobre la narrativa femenina contemporánea, se aproxima de manera directa a los factores que influyen en el encuentro íntimo que se da entre lector y personaje central en este tipo de narrativa. La literatura y en general las artes son un espejo de lo que somos, del mundo que habitamos. Podríamos decir que dan cuenta de nosotros mismos y que futuras generaciones nos conocerán a partir de la lectura que hagan de los signos que dejemos a nuestro paso. Es por eso que son

La novela femenina contemporánea, como la define Biruté Ciplijauskaité, responde a una manera particular de narrar, a la necesidad, como ella misma lo dice, de escribir con el cuerpo y las emociones: “A medida que cambian las estructura sociales se hace más evidente la necesidad de reflejarlas -o incluso anticiparlas- en la escritura. La subversión se extiende a todos los niveles y aspectos: temas, tradiciones literarias recogidas, modelos estilísticos y lingüísticos” (Ciplijauskaité, 1988: 205). Por lo tanto, hablar de novela femenina contemporánea, no es hablar únicamente de novelas escritas por mujeres, sino más bien de aquellas que, siendo escritas por hombres o mujeres, cumplen con las características de dicha categoría, como es el caso de Un beso de Dick de Fernando Molano Vargas, novela que irradia un alto contenido de sensibilidad y pasión. A propósito de Molano Vargas, en el prólogo de la novela mencionada Héctor Abad Faciolince comenta: “En medio de tanta trivialidad, de tanta literatura banal y sin hondura, los libros de Molano vienen llenos de franqueza y tienen la capacidad de aferrar, al mismo tiempo, el pulso de nuestras angustias y esperanzas, y de captar (en medio de la vida que se disuelve de modo ineluctable) el dulce aroma de seguir viviendo”. Y es que Molano Vargas tiene la frescura, la lucidez y la sensibilidad necesarias para presentar de manera transparente las relaciones humanas -en Un beso de Dick la relación amorosa entre dos jóvenes homosexuales-, para acercar a sus lectores a la vida misma de sus personajes y conducirlos hacia la identificación, elemento

donde vibra tu grito proceloso. La pregunta que me surge después de haber estudiado parte de la obra de don Bernardo es: ¿Es necesaria la complicidad con el mal para hacer buena literatura? Y si es necesaria, ¿dónde queda el contenido ético que se dice hay en toda obra de arte? La pregunta no carece de valor, sobre todo cuando vemos que una buena obra literaria, bien sea novela o poesía, no está escrita, como decía el escritor francés André Gide, “con buenos sentimientos”. En ella todo el bien y todo el mal se mezclan y entrecruzan formando el nudo de lo humano. De no ser así, seguramente dejaríamos de ser lo que indiscutiblemente somos. Cabe anotar que don Bernardo no rompe con el Cristianismo sino que asume su marco filosófico para remodelarlo o torcerlo. Cuestiona los conceptos éticos individuales en permanente conflicto con la moralidad y las creencias convencionales. Defiende la libertad de su visión y su búsqueda, dentro de un dualismo de tipo agustiniano, lo que por supuesto lo ubica dentro de un legado demoníaco. Descubramos por nosotros mismos los misterios insondables de la obra de este poeta quindiano, y démosle la oportunidad de que algún día, sus anhelos más íntimos se hagan realidad. Por ahora sólo me resta observar cómo don Bernardo sigue sentado en el corcel del futuro, esperando que su obra llegue antes de que el odio la habite, y recemos para que los deseos del poeta de ver al Dios de los cielos dialogando con su ángel Lucifer, no necesiten de zona de despeje para llevarse a cabo.

Bibliografía


A través de su poesía, don Bernardo desarrolla una teología de El Ser supremo en maldad, nos hace pensar que cree en su existencia, pero acto seguido desmitifica cualquier convencionalismo religioso. En otras, es ateo; pero no ateo a sangre fría: su ateísmo raya con la provocación a Dios y goza con el sacrilegio. Sustituye por lo general a Dios por la Naturaleza en el estado de movimiento perpetuo pero tan pronto es su fiel creyente como también su juez. Así habla del cielo en “Lluvia Anímica”: Mi vida es un sitial de demoníacas pasiones; ángel hastiado de cielos hipotéticos. Pero más adelante, cree en la existencia del hijo del creador, para hacernos caer en cuenta de que el mal hace parte del camino de la conciencia para la construcción del bien. Así leemos en “Soneto a Cristo”: ¡Oh, buen Jesús!...Tus parábolas divinas avivan el fuego de tus doctrinas, redentoras de un mundo flagelado. Esta dicotomía, cielo-infierno, no hace más que reflejar la angustia de un poeta que sufre infinitas penas y revela abiertamente los dos estados opuestos del alma humana; la lucha constante entre el bien y el mal. Tan sincero es su dolor como su soledad y su angustia: Este mi sollozo de amargura ya no es sollozo contenido sino tremente aullido en la noche desatado. Mi satánico canto cincelado en pórfidos tremendos de pavura no es el canto de ángel enamorado sino la rauca ululación de un hombre herido. Más adelante, en otra de las obras de don Bernardo (Pareja, 1997), encontramos vestigios de una posible influencia del poeta inglés William Blake, quien considera que es imposible ser poeta y pertenecer al partido de los ángeles. En “Vidente de la Montaña” leemos el siguiente pasaje:

Percibo en el limo insolado aerias imaginaciones del vidente William Blake, cultor de un orden nuevo en la esfera del canto, guiado por la visión de tener el infinito al alcance de la mano. El mal, según San Agustín, implica un espejo, una imagen, lo que podríamos llamar “un simulacro”. El pecado, en la Ciudad de Dios, escribe, es la “glorificación” otorgada a una imagen. Pecar conlleva la adoración a una representación “falsa” que bloquea la vinculación con la verdadera potencia generadora. “El pecado es exaltación de una imagen o simulacro con que se está sustituyendo la devoción que se debería a la fuente divina. Esta veneración, obligada a Dios, se desvía al entregarse a un simulacro”. Honrar a la imagen y no al creador constituye el mal. Esto lo parece reflejar muy bien don Bernardo en su poema “El Ángel Desterrado”: Omnipotencia del abismo oscuro y emperador del palacio ignito. ¡Ah, ya sé!... Tú también eres infinito y dueño de un pensamiento puro. Eres tétrico, pero jamás impuro, en tu vejada caverna de granito. Los obcecados ángeles del Mito te llaman réprobo de pávido conjuro. ¡Oh, Satán!... Fuiste príncipe de las alturas y hoy centinela fiel de las negruras del infierno donde sueñas silencioso; eres magno artífice de epinicios allá en tus insondables precipicios

indispensable para considerar una obra como artística, según plantea Umberto Eco: “Podemos, pues, legítimamente afirmar que un personaje artístico es significativo y típico cuando el autor consigue revelar los múltiples nexos que unen los rasgos individuales de sus héroes [personajes] con los problemas generales de la época; cuando el personaje vive, ante nosotros, los problemas generales de su tiempo, incluso los más abstractos, como problemas individualmente suyos, y que tienen para él una importancia vital” (Eco, 1965: 234). Así entonces, en Un beso de Dick nos encontramos con una obra cuyo valor estético nace en la utilización magistral del lenguaje que Molano usa para narrar la historia de Felipe, un joven de diez y seis años, estudiante de bachillerato, divertido, fanático del fútbol, que se enamora profundamente de uno de sus compañeros de clases. Si bien la novela maneja una estructura sintáctica sencilla, la carga semántica contenida en ella es el resultado de una elaboración minuciosa del lenguaje que atiende en gran medida a las características de la novela femenina contemporánea, en la que diálogos, monólogos y silencios, inmersos en una narración íntima, llevan al lector a reconocerse en la sinceridad de palabras que recrean situaciones cotidianas pero cargadas de poeticidad, como es el caso de la novela mencionada: Pero aún me puse a pensar que si yo fuera el novio de Alicia en Alicia en el país de las maravillas, podría coger esa Luna para llevármela con sólo estirar la mano: la mojaría con mis orines para calentarla un poco, y para que no se enfriara la guardaría debajo de mi camisa... o entre la pretina de mi pantalón, mejor. Y todavía pensaba, llegando a la puerta de mi casa, que sería delicioso untarle mermelada de punta a punta y estarme toda la noche lamiéndole su curvita (Molano, 2002: 30).

Este reconocimiento se debe en parte a la posibilidad absoluta que tiene el lector de percibir el tono personal, cercano, que da la narración en primera persona, en la que el “yo” del narrador se confunde con el personaje principal de la novela, de aproximarse no sólo a las palabras dichas sino también a los pensamientos del personaje, a sus conflictos internos, recurso importante para sumergir al lector en las aguas de la narración, para llevarlo de la mano a la subjetividad del protagonista, a sus sentimientos, sus pasiones y a reconocer en ellos los suyos propios: La primera persona es la apropiada para la visión intimista, pues da apariencia de experiencia vivida, de autenticidad. [...] Esta técnica establece una especie de complicidad entre el narrador y el lector, una relación de conmovida simpatía muy semejante a la que se instaura, en la vida real, entre un hombre que cuenta sus aventuras, sus desilusiones o sus triunfos, y otro que escucha. (Alonso y otros, 2002: 98). Y es que en Un beso de Dick, el personaje principal llega a aproximarse de tal manera al lector que pareciera que lo incluye en su discurso, que espera una respuesta de él: “¿Cómo será cuando me muera?... ¿Será que si me muero veo otra vez a Hugo? Si lo veo le hablo; y le pregunto si se acuerda de mí. Y lo abrazo mucho. ¡Qué bruto!: ¿Cómo voy a abrazarlo si ya no voy a tener brazos ni nada? ¿Y cómo voy a verlo siquiera?... ¿O será que sí? ¿Será que el alma tiene ojos? (Molano, 2002: 114). De este modo, el autor hace un intercambio en cuanto a la naturaleza de la fuente discursiva; ya no se trata de la palabra escrita, que se presenta como unidad de discurso completa, como información terminada que se le da al lector sin esperar participación alguna de su parte. Ahora entra en juego la palabra hablada, espontánea, que convierte al lector en oyente, en observador de la situación, con capacidad y espacio para intervenir en ella, para descifrarla y predecir en muchos casos lo que va a suceder, lo que sucede, lo que se siente, para acercarse a través de los silencios y los signos que los representan, utilizados de manera constante y acertada en el transcurso de la novela, a aquello que las palabras difícilmente podrían


Bernardo Pareja García: Una visión trágica del mundo decir y que en la comunicación directa comprendemos casi por instinto a partir de la lectura de signos no lingüísticos: -¿A usted le gusta... le gustan los hombres? -Noo. Ahh... [...] -O sea... sí me gustan. No... no los hombres... Es que... es... ¡Uff: qué preguntica! -... -Lo que pasa es que yo... -... -... -“Yo”, ¿qué? -A mí... -... -A mí sólo me gusta usted, Leonardo. -¡¡¿Sí?!! -¿Le... le molesta? -¡Pa-ra nada!

Ahora bien, si el uso de silencios y signos de puntuación sirve como instrumento para acercar al lector a la manera como se presentan los hechos, para ambientar un poco los diálogos, e inferir lo que viene, existe otro elemento que adentra al lector en la psicología y la emotividad del personaje central de la novela. El monólogo interno surge como instrumento para mostrar la naturaleza de los sentimientos del personaje, lo espontáneo, lo indeciso, lo inconcluso, la asociación emotiva en vez de la coordinación racional, diría Ciplijauskaité. A través de este elemento y su conjugación con figuras literarias e imágenes poéticas, Molano convierte la descripción de un acontecimiento sencillo en un juego de palabras, en un relato fresco, contado con humor y sencillez desde la inocencia con que se puede amar cuando se es adolescente: [...] un día jugaré en la Juve. Si no soy futbolista, filmaré películas buenas y me haré famoso y rico: Felipe El Conquistador tendrá bajo sus zapatos el mundo como un balón... ¿y para qué? Ah, yo sólo quisiera que Leonardo me amara; que él estuviera ahora a mi lado... y ser como de él. Felipe sólo sueña ser el hombre más grande de este mundo, Hugo. Para que Leonardo lo desnude cuando quiera... (Molano, 2002: 18). Y retomo la frase: “Para que Leonardo lo desnude cuando quiera”, sí, para que Leonardo desnude a Felipe. En fragmentos como este, Molano se acerca de tal manera a la sensibilidad del lector, a su yo, que consigue erotizarlo, sin importar sus tendencias sexuales, porque ¿existe acaso alguien que no se haya sentido enamorado jamás? ¿Alguien que no desee desde lo más profundo de su ser que el objetosujeto de su amor lo desnude, lo ame? En este punto, entra a jugar un papel importante esa identificación ya mencionada, el reconocimiento que se da a través del lenguaje, de los

Rafael Antonio Sánchez Estudiante del programa de Español y Literatura, Universidad del Quindío

La poesía como tal es un hecho único y personal que llega a nosotros a través de la palabra. Con ella se intenta explicar una visión subjetiva del mundo, que se refleja en la forma, pero sobre todo en el contenido de una obra. Convengamos, el contenido es lo esencial o no es nada. Desentrañar el sentido de una obra, y en este caso una obra poética cuyo contenido campea entre el Eros y el Thanatos, necesariamente obliga a un estudio profundo de la relación entre la literatura y el mal. El Mal que la literatura expresa posee para nosotros, por lo menos así lo pienso yo, un valor s o b e r a n o . Evidentemente, esta relación no se manifiesta de manera tan clara a primera vista, pero me parece que si la literatura se aleja del mal muy pronto se vuelve aburrida. Y es que definitivam ente, sin el diablo y sin el mal, no p o d r í a concebirse el mundo, al menos el que todos conocemos. En el Quindío, tenemos un poeta que se debate entre el bien y el mal, “desposado con la nada” y amante de la oscuridad como pretexto para ver surgir la luz. “Es desde la oscuridad de donde se puede

ver brillar mejor a las estrellas y es del polvo de donde se levanta para escuchar la música de los astros”. Estamos hablando de don Bernardo Pareja. Este poeta, nacido en 1918 en el municipio de Quimbaya, es uno de los pocos que quedan, por no decir que el último, de principios del siglo XX. Su obra, que inicia cuando escribe sus primeros sonetos a la edad de 19 años, ya dejaba vislumbrar su espíritu rebelde, no sólo de pensamiento sino también de forma, ya que nunca perteneció a la parafernalia de ninguna corriente literaria. Gracias a esto, pudo abrir un camino novedoso y transformador en la poesía colombiana. Así describe la obra de este poeta, el escritor Humberto Jaramillo Ángel, en el prologo de Arcilla Iluminada: Os confieso que aún existe un poeta que parece recién venido a nuestro ambiente de las capillas sacrílegas de Jules Bois y de Lorrain. En su universo alientan espíritus enfermos. En sus cántaros hay aguas venenosas. Su vino está hecho de jugos terribles. Su huerto interior está guardado por viejos cancerberos y en su noche tétrica no brilla una sola lámpara de consolación y de esperanza. [...] Es tremendo. Es frenético. Es humilde y soberbio. Impreca a Jesús y a Luzbel. Cree en el Cielo y delira con verse hundido en las llamas del Infierno [...] Una zarza ardiente. Un río desbordado. Un viento destructor. Un ángel perdido en la tierra. Lucifer mismo. Algo como un santo laico o como un profeta sin patria y sin gentiles. En un trabajo realizado por el escritor y docente universitario Carlos Alberto Castrillón, referente a la obra de don Bernardo, se lee lo siguiente: “Tiene una poderosa fuerza interior que lucha por salir a la claridad del verso, pero sólo deja huellas de una agonía incomunicable” (Castrillón, 2000). De igual manera, Gabriel Jaime Gómez, en el prólogo de Limo Constelado cuestiona de alguna manera la claridad del lenguaje utilizado por el poeta Bernardo Pareja. “Es una poesía que no admite la lectura fácil (...) Me atrevería a decir que es una obra para élites, capaces de hollar en las canteras de la cultura universal para entenderla”. Nuestro poeta no se queda atrás, y anota: “La poesía no se hace ni se explica. La poesía se escribe con palabras. La poesía debe existir en espacio tiempo, y ojalá esté bastante alejada de lo popular”. Esta explicación de don Bernardo, parece encontrar su asidero teórico: “Igual que los sueños, la obra toma ciertas materias primas- el lenguaje, otros textos literarios, diferentes maneras de percibir el mundo- y los transforma en producto mediante el empleo de ciertas técnicas. Las técnicas mediante las cuales se lleva a cabo esta producción son los diversos recursos que conocemos con el nombre de forma literaria. (...) Una lectura ingenua de la obra literaria puede no llegar al producto textual propiamente dicho” (Eagleton, 1988: 215).


El añorar tiempos o lugares no sólo pertenece al mundo real, tal vez es el mundo imaginario como el descrito por Cervantes, que permite evocar diversas imágenes, ya que en el otro vemos reflejado lo que somos. Además, hay que tener en cuenta que añorar puede llegar a convertirse en el paso previo al retorno de aquel viaje, al retorno de Ulises a Itaca. Sin embargo, mientras Ulises retorna victorioso, Maqroll retorna al mar como siempre, con lo que traía puesto, perseguido por las fuerzas del orden y sin saber muy bien por qué: “La mayoría de las aventuras de la novela Griega están organizadas, precisamente, como pruebas del héroe y de la Heroína; en especial como pruebas de su castidad y de su fidelidad” (Bajtin, 1989). En contraste con el héroe griego este antihéroe actual regresa sin demostrar castidad, fidelidad, victoria etc., este antihéroe regresa confortado por el hecho de haber arriesgado su vida una vez más, por el hecho de estar otra vez en el mar, por el hecho de ser un hombre sin rumbo y sin destino fijo, por estar siempre en contra de la ley, por ser libre: “El barco inició al lento cabeceo contra las olas, sentí que volvía a ser el de siempre; Maqroll el Gaviero sin patria ni ley entregado a lo que digan los antiguos dados que ruedan para solaz de los dioses y ludibrio de los hombres”. El retorno no es sólo en el navío Luther, tampoco es un retorno físico, es un retorno en el recuerdo, el haber evocado por un momento su viaje a la mina de Amirbar, llamada así porque al pasar el viento el choque contra la roca da la sensación de pronunciar aquella palabra, este es sólo un recuerdo que está presente en muchos otros viajes por todos los puertos del mundo. Hablar del Gaviero, como del héroe griego, es hablar de muchos otros hombres con sueños, expectativas y desafíos que día a día se lanzan al abismo sin comprender por qué, y donde los lugares y las palabras adquieren un valor diferente, y sólo nos dejan descubrir una parte, la cual creemos poseer, pero que es tan extensa como el mar. Estos hombres nunca dan por terminadas sus aventuras y esperan encontrar algún día la muerte para estar con ella cara a cara. O como el Itinerante Maqroll: “No me diga que se imagina que yo voy a vivir retirado en una casita con flores en las ventanas, en Ámsterdam, en Amberes o en Glasgow. Esos son lugares de paso donde se cocinan los negocios y comienza la aventura pero no para vivir en ellos mucho tiempo”.

Bibliografía

sentimientos, de las pasiones y que trasciende la posición que tenga el lector con respecto a la homosexualidad, tema desarrollado en la novela. “En el caso de que nuestra situación personal coincida, aunque sólo sea en forma matizada, con la del personaje, el reconocimiento actúa como principio de una resolución ética” (Eco, 1965: 225). Resolución ética que se relacionaría en este caso con el respeto por la identidad ajena, por la diferencia, si es el caso, y que culminaría satisfactoriamente con la indiferencia ante la diferencia. Otro aspecto importante a resaltar en la narración de Molano Vargas y que contribuye en gran medida a la reconstrucción que el lector haga de Un beso de Dick, es la singularidad para recrear imágenes, que si bien son clara muestra de un amor homosexual mirado con recelo, se presentan en la novela en espacios sumamente aceptados y en ocasiones valorados por su aporte en la confirmación de la masculinidad, como es el caso del fútbol. “O sea... Es que cuando usted se cae y..., porque le han dado una patada y eso, y usted se retuerce así, a mí me dan ganas de ir... como a consentirlo...; yo no sé, algo así... [...] Yo quisiera que se quedara ahí quieto, y pasarle así: despacio, despacio los dedos” (Molano, 2002: 59). Y más adelante: “...Y el que quedó más triste fue el arquero: ¡lástima!: con esa cara tan bonita a mí me da como pesar. Leonardo viene a darme la mano: qué buena esa jugada, me dice, y ahora me golpea en el trasero y yo me rasco el pelo en la nuca porque se me eriza de lo más rico...” (Molano, 2002: 87). Nuevamente, el monólogo interno nos conecta con el narrador, con la pureza de sus sentimientos. Pareciera, que el autor intenta con todas estas descripciones, mostrar la naturaleza de una realidad que se puede presentar en cualquier espacio social y que por alguna extraña razón ha sido juzgada, negada o reducida a la categoría de disfunción, como es el caso de la homosexualidad: “...O sea: uno sabe que eso no debe ser así. Pero... ¿cómo hace uno para sacarse el amor del cuerpo si uno está todo enamorado?: eso no es como sacarse

una astilla de un dedo” (Molano, 2002: 75). “Uno sabe que eso no debe ser así [...]” le explica Felipe al lector, pero ya en este momento el lector-oyente fácilmente podría responder “Y ¿por qué no puede ser así?”. Y es que los elementos utilizados en el transcurso de la narración muestran de tal manera la naturalidad del sentimiento, la fuerza y la inmensidad del amor, que cualquier discurso moralista y obtuso perdería su validez, si es que alguna vez la tuvo. Muy posiblemente, cualquier lector-oyente podría tener la claridad que tuvo la tía de Felipe para ver la situación: -...Yo creo que eso está bien. -¿A usted no le molesta? -Nnno. Yo me imagino todo y... me parece bello. O sea, yo me imagino al otro muchacho, y lo imagino hermoso..., y los veo a ustedes dos juntos..., y entonces todo me parece bello. Y limpio.

Bibliografía ALONSO, C., DOMINGO, F. y RODRÍGUEZ, F. (2002). El comentario de los textos literarios. Madrid: Universidad Complutense. CIPLIJAUSKAITÉ, Biruté (1988). La novela femenina contemporánea (1970-1985). Hacia una tipología de la narración en primera persona. Barcelona: Anthropos. ECO, Umberto (1965). Apocalípticos e integrados. Barcelona: Bompiani. MOLANO VARGAS, Fernando (2002). Un beso de Dick. Bogotá: Babilonia.


Maqroll: el héroe novelesco en Amirbar y sus viajes (Paralelo con el héroe Griego) Julián Alberto Duque Uribe Estudiante del Programa de Español y Literatura, Universidad del Quindío.

Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y estos tenían el color mismo del Mar y eran alegres e invictos. Ernest Hemingway El viaje en sí mismo es el viaje en torno a la conciencia; un viaje que no justifica los actos, es sólo la condición del recuerdo que trae las imágenes, deja pensativo y frío a quien sin razón pero con pasión busca descifrar los laberintos de su ausencia. Maqroll el Gaviero es la imagen viva de todo caminante, un ser auténtico y escéptico, astuto y sensible, práctico y complejo. Su presencia en Amirbar aparece en representación del héroe que viaja y dispone de su destino; como el viento al velero, trata de tenerlo pero no puede dirigirlo, y mucho menos escoger el lugar. Con el objetivo de descifrar el viaje de Maqroll, se hace necesario recurrir a la presencia del héroe griego en la novela, ya que al recurrir al pasado vemos reflejado el presente de nuestros actos. La presencia de Maqroll en Amirbar genera ese carácter cosmopolita, debido a que en la novela describe lugares exóticos, apartados y extraños. Así mismo, aparecen personajes de todas las nacionalidades, como Yosip y Jalina, Leopoldo, Antonia, Nils Olrik y Abdul Bashur, entre otros, que se entrelazan para hacer de Amirbar un solo fragmento del universo creado por Álvaro Mutis en Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero; este marino viaja por puertos de todo el mundo y por razones extrañas es seducido por la fiebre del oro, motivo por el cual abandona el mar para emprender una nueva aventura sobre la tierra: Esa clase de desafíos son los que me permiten todavía seguir viviendo sin buscar la puerta falsa. El mar me los ha ofrecido siempre y puede ser con ellos de una generosidad devastadora. Por esto, cuando estoy en tierra, padezco una especie de desasosiego, de limitación frustrante, casi de asfixia, que desaparece tan pronto subo la escalerilla del barco que va a partir conmigo en alguno de esos viajes inauditos en donde la vida acecha como una loba hambrienta (Mutis, 1995). Como mencionaba anteriormente, Maqroll no puede acostumbrarse a estar fuera del mar, su vida gira en torno a los puertos, por lo tanto este viaje rompe con los esquemas de sus otras aventuras. Por otra parte, es necesario reconocer que el estilo empleado por Álvaro Mutis hace uso del recurso del viaje, pero no como narración en tiempo presente, sino en tiempo ulterior. La narración estructura el viaje por medio del recuerdo, por esta razón tal vez encontramos un esquema paradigmático que oscila entre California, tiempo simultáneo, y Amirbar, tiempo ulterior. Parece como si el autor sustituyera “las reflexiones que suele hacer por su cuenta respecto de la situación de un personaje, con las reflexiones del personaje mismo, empleando su propio estilo, pero no a guisa de monólogo, sino como si el autor estuviera dentro del personaje y la novela se fuera haciendo dentro del cerebro de este” (Baquero, 1970: 49). Así, la relación recuerdo-viaje es sin duda un esquema circular donde Maqroll, sin desplazarse de California, visita el recuerdo de la mina en el valle de Cócora. En cuanto a la temática de la novela, hay que tener en cuenta que es la fiebre del oro lo que lo lleva a lanzarse a esta nueva aventura, no por ambición, sino por ese

extraño deseo de conocer otros lugares, otras personas y otros problemas. También las expectativas en cada viaje hacen del Gaviero un hombre que vive en un riesgo constante, residente de cualquier latitud, que tiene dominio de diversas lenguas y por ende varias visiones de mundo, lo que convierte a este personaje en un hombre dado al olvido y a la indiferencia, pero siempre dispuesto a emprender una nueva aventura: “Partimos a la madrugada… ustedes habrán experimentado muchas veces esa vaga ansiedad que se siente al partir a esas horas hacia un lugar desconocido”. Al afirmar antes que la fiebre del oro es lo que lo lleva a la aventura, simplemente es para tratar de encontrar una justificación, pero esta no es la causa mayor; es sólo el deseo de viajar, porque no existe un objeto de búsqueda, ni respuesta exacta; es esa extraña fuerza que lleva a realizar los actos, justificados en el absurdo, por causas que casi siempre se desconocen y que son inherentes a quien las vive. El extraño mundo de las casualidades que se presenta amorfo y que poco a poco constituye lo que se podría llamar el destino. Cabe decir que, a diferencia de la novela Griega donde el destino está definido, aparece la novela actual y es todo incertidumbre, el destino ya no está escrito, el héroe de la novela actual descubre cada día que el camino no está definido y los obstáculos son demasiados. Vale la pena afirmar lo que plantea Bajtin con respecto a la novela griega: “El tiempo del suceso de la aventura es el tiempo especifico de la intervención de las fuerzas irracionales en la vida humana; la intervención del destino” (Bajtin, 1989). Según Bajtin el tiempo del suceso en la novela griega está sujeto a la intervención de dioses, hechiceros y demonios, quienes acechan y tienen el dominio del héroe. En Amirbar, Maqroll tampoco es dueño de su destino, él reconoce que su posición frente a los viajes es de incertidumbre y desconocimiento con respecto a las situaciones que se presentan: “A veces tengo la impresión de que todo lo que me sucede viene de una región marginal y nefasta ignorada de los demás y destinada desde siempre para mí”. Si bien la presencia del destino en ocasiones dirige el rumbo de Maqroll, en otras es él quién cree poder manipularlo, para lograr que su vida gire en torno a lo que es posible, frente a los deseos y sus realizaciones. Esta dicotomía denota el carácter contradictorio que deja al descubierto la humanización del personaje. No obstante, como la gran mayoría de seres errantes que se dedican a viajar y a vagabundear, como lo fueron los Flaneur en Paris, este no es tiempo que se pierde en el vacío; es el tiempo de una constante reflexión y añoranza, de tiempos mejores o peores, que traen consigo imágenes posibles de recrear, cada vez que quieren encontrarse a sí mismos. El concepto de añoranza también aparece como una constante que permite reconocer el deseo de regresar de aquel viaje, lleno de tragedias, de muerte y degeneración, aun cuando no existe una transformación del héroe, como en la novela Griega. Maqroll añora: “Esa noche, al pensar en ello, me di cuenta de que el lugar me recordaba esos apacibles remansos a la orilla de los cuales Don Quijote dialogaba con Sancho evocando las doradas edades de un pasado legendario”.


Maqroll: el héroe novelesco en Amirbar y sus viajes (Paralelo con el héroe Griego) Julián Alberto Duque Uribe Estudiante del Programa de Español y Literatura, Universidad del Quindío.

Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y estos tenían el color mismo del Mar y eran alegres e invictos. Ernest Hemingway El viaje en sí mismo es el viaje en torno a la conciencia; un viaje que no justifica los actos, es sólo la condición del recuerdo que trae las imágenes, deja pensativo y frío a quien sin razón pero con pasión busca descifrar los laberintos de su ausencia. Maqroll el Gaviero es la imagen viva de todo caminante, un ser auténtico y escéptico, astuto y sensible, práctico y complejo. Su presencia en Amirbar aparece en representación del héroe que viaja y dispone de su destino; como el viento al velero, trata de tenerlo pero no puede dirigirlo, y mucho menos escoger el lugar. Con el objetivo de descifrar el viaje de Maqroll, se hace necesario recurrir a la presencia del héroe griego en la novela, ya que al recurrir al pasado vemos reflejado el presente de nuestros actos. La presencia de Maqroll en Amirbar genera ese carácter cosmopolita, debido a que en la novela describe lugares exóticos, apartados y extraños. Así mismo, aparecen personajes de todas las nacionalidades, como Yosip y Jalina, Leopoldo, Antonia, Nils Olrik y Abdul Bashur, entre otros, que se entrelazan para hacer de Amirbar un solo fragmento del universo creado por Álvaro Mutis en Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero; este marino viaja por puertos de todo el mundo y por razones extrañas es seducido por la fiebre del oro, motivo por el cual abandona el mar para emprender una nueva aventura sobre la tierra: Esa clase de desafíos son los que me permiten todavía seguir viviendo sin buscar la puerta falsa. El mar me los ha ofrecido siempre y puede ser con ellos de una generosidad devastadora. Por esto, cuando estoy en tierra, padezco una especie de desasosiego, de limitación frustrante, casi de asfixia, que desaparece tan pronto subo la escalerilla del barco que va a partir conmigo en alguno de esos viajes inauditos en donde la vida acecha como una loba hambrienta (Mutis, 1995). Como mencionaba anteriormente, Maqroll no puede acostumbrarse a estar fuera del mar, su vida gira en torno a los puertos, por lo tanto este viaje rompe con los esquemas de sus otras aventuras. Por otra parte, es necesario reconocer que el estilo empleado por Álvaro Mutis hace uso del recurso del viaje, pero no como narración en tiempo presente, sino en tiempo ulterior. La narración estructura el viaje por medio del recuerdo, por esta razón tal vez encontramos un esquema paradigmático que oscila entre California, tiempo simultáneo, y Amirbar, tiempo ulterior. Parece como si el autor sustituyera “las reflexiones que suele hacer por su cuenta respecto de la situación de un personaje, con las reflexiones del personaje mismo, empleando su propio estilo, pero no a guisa de monólogo, sino como si el autor estuviera dentro del personaje y la novela se fuera haciendo dentro del cerebro de este” (Baquero, 1970: 49). Así, la relación recuerdo-viaje es sin duda un esquema circular donde Maqroll, sin desplazarse de California, visita el recuerdo de la mina en el valle de Cócora. En cuanto a la temática de la novela, hay que tener en cuenta que es la fiebre del oro lo que lo lleva a lanzarse a esta nueva aventura, no por ambición, sino por ese

extraño deseo de conocer otros lugares, otras personas y otros problemas. También las expectativas en cada viaje hacen del Gaviero un hombre que vive en un riesgo constante, residente de cualquier latitud, que tiene dominio de diversas lenguas y por ende varias visiones de mundo, lo que convierte a este personaje en un hombre dado al olvido y a la indiferencia, pero siempre dispuesto a emprender una nueva aventura: “Partimos a la madrugada… ustedes habrán experimentado muchas veces esa vaga ansiedad que se siente al partir a esas horas hacia un lugar desconocido”. Al afirmar antes que la fiebre del oro es lo que lo lleva a la aventura, simplemente es para tratar de encontrar una justificación, pero esta no es la causa mayor; es sólo el deseo de viajar, porque no existe un objeto de búsqueda, ni respuesta exacta; es esa extraña fuerza que lleva a realizar los actos, justificados en el absurdo, por causas que casi siempre se desconocen y que son inherentes a quien las vive. El extraño mundo de las casualidades que se presenta amorfo y que poco a poco constituye lo que se podría llamar el destino. Cabe decir que, a diferencia de la novela Griega donde el destino está definido, aparece la novela actual y es todo incertidumbre, el destino ya no está escrito, el héroe de la novela actual descubre cada día que el camino no está definido y los obstáculos son demasiados. Vale la pena afirmar lo que plantea Bajtin con respecto a la novela griega: “El tiempo del suceso de la aventura es el tiempo especifico de la intervención de las fuerzas irracionales en la vida humana; la intervención del destino” (Bajtin, 1989). Según Bajtin el tiempo del suceso en la novela griega está sujeto a la intervención de dioses, hechiceros y demonios, quienes acechan y tienen el dominio del héroe. En Amirbar, Maqroll tampoco es dueño de su destino, él reconoce que su posición frente a los viajes es de incertidumbre y desconocimiento con respecto a las situaciones que se presentan: “A veces tengo la impresión de que todo lo que me sucede viene de una región marginal y nefasta ignorada de los demás y destinada desde siempre para mí”. Si bien la presencia del destino en ocasiones dirige el rumbo de Maqroll, en otras es él quién cree poder manipularlo, para lograr que su vida gire en torno a lo que es posible, frente a los deseos y sus realizaciones. Esta dicotomía denota el carácter contradictorio que deja al descubierto la humanización del personaje. No obstante, como la gran mayoría de seres errantes que se dedican a viajar y a vagabundear, como lo fueron los Flaneur en Paris, este no es tiempo que se pierde en el vacío; es el tiempo de una constante reflexión y añoranza, de tiempos mejores o peores, que traen consigo imágenes posibles de recrear, cada vez que quieren encontrarse a sí mismos. El concepto de añoranza también aparece como una constante que permite reconocer el deseo de regresar de aquel viaje, lleno de tragedias, de muerte y degeneración, aun cuando no existe una transformación del héroe, como en la novela Griega. Maqroll añora: “Esa noche, al pensar en ello, me di cuenta de que el lugar me recordaba esos apacibles remansos a la orilla de los cuales Don Quijote dialogaba con Sancho evocando las doradas edades de un pasado legendario”.


El añorar tiempos o lugares no sólo pertenece al mundo real, tal vez es el mundo imaginario como el descrito por Cervantes, que permite evocar diversas imágenes, ya que en el otro vemos reflejado lo que somos. Además, hay que tener en cuenta que añorar puede llegar a convertirse en el paso previo al retorno de aquel viaje, al retorno de Ulises a Itaca. Sin embargo, mientras Ulises retorna victorioso, Maqroll retorna al mar como siempre, con lo que traía puesto, perseguido por las fuerzas del orden y sin saber muy bien por qué: “La mayoría de las aventuras de la novela Griega están organizadas, precisamente, como pruebas del héroe y de la Heroína; en especial como pruebas de su castidad y de su fidelidad” (Bajtin, 1989). En contraste con el héroe griego este antihéroe actual regresa sin demostrar castidad, fidelidad, victoria etc., este antihéroe regresa confortado por el hecho de haber arriesgado su vida una vez más, por el hecho de estar otra vez en el mar, por el hecho de ser un hombre sin rumbo y sin destino fijo, por estar siempre en contra de la ley, por ser libre: “El barco inició al lento cabeceo contra las olas, sentí que volvía a ser el de siempre; Maqroll el Gaviero sin patria ni ley entregado a lo que digan los antiguos dados que ruedan para solaz de los dioses y ludibrio de los hombres”. El retorno no es sólo en el navío Luther, tampoco es un retorno físico, es un retorno en el recuerdo, el haber evocado por un momento su viaje a la mina de Amirbar, llamada así porque al pasar el viento el choque contra la roca da la sensación de pronunciar aquella palabra, este es sólo un recuerdo que está presente en muchos otros viajes por todos los puertos del mundo. Hablar del Gaviero, como del héroe griego, es hablar de muchos otros hombres con sueños, expectativas y desafíos que día a día se lanzan al abismo sin comprender por qué, y donde los lugares y las palabras adquieren un valor diferente, y sólo nos dejan descubrir una parte, la cual creemos poseer, pero que es tan extensa como el mar. Estos hombres nunca dan por terminadas sus aventuras y esperan encontrar algún día la muerte para estar con ella cara a cara. O como el Itinerante Maqroll: “No me diga que se imagina que yo voy a vivir retirado en una casita con flores en las ventanas, en Ámsterdam, en Amberes o en Glasgow. Esos son lugares de paso donde se cocinan los negocios y comienza la aventura pero no para vivir en ellos mucho tiempo”.

Bibliografía

sentimientos, de las pasiones y que trasciende la posición que tenga el lector con respecto a la homosexualidad, tema desarrollado en la novela. “En el caso de que nuestra situación personal coincida, aunque sólo sea en forma matizada, con la del personaje, el reconocimiento actúa como principio de una resolución ética” (Eco, 1965: 225). Resolución ética que se relacionaría en este caso con el respeto por la identidad ajena, por la diferencia, si es el caso, y que culminaría satisfactoriamente con la indiferencia ante la diferencia. Otro aspecto importante a resaltar en la narración de Molano Vargas y que contribuye en gran medida a la reconstrucción que el lector haga de Un beso de Dick, es la singularidad para recrear imágenes, que si bien son clara muestra de un amor homosexual mirado con recelo, se presentan en la novela en espacios sumamente aceptados y en ocasiones valorados por su aporte en la confirmación de la masculinidad, como es el caso del fútbol. “O sea... Es que cuando usted se cae y..., porque le han dado una patada y eso, y usted se retuerce así, a mí me dan ganas de ir... como a consentirlo...; yo no sé, algo así... [...] Yo quisiera que se quedara ahí quieto, y pasarle así: despacio, despacio los dedos” (Molano, 2002: 59). Y más adelante: “...Y el que quedó más triste fue el arquero: ¡lástima!: con esa cara tan bonita a mí me da como pesar. Leonardo viene a darme la mano: qué buena esa jugada, me dice, y ahora me golpea en el trasero y yo me rasco el pelo en la nuca porque se me eriza de lo más rico...” (Molano, 2002: 87). Nuevamente, el monólogo interno nos conecta con el narrador, con la pureza de sus sentimientos. Pareciera, que el autor intenta con todas estas descripciones, mostrar la naturaleza de una realidad que se puede presentar en cualquier espacio social y que por alguna extraña razón ha sido juzgada, negada o reducida a la categoría de disfunción, como es el caso de la homosexualidad: “...O sea: uno sabe que eso no debe ser así. Pero... ¿cómo hace uno para sacarse el amor del cuerpo si uno está todo enamorado?: eso no es como sacarse

una astilla de un dedo” (Molano, 2002: 75). “Uno sabe que eso no debe ser así [...]” le explica Felipe al lector, pero ya en este momento el lector-oyente fácilmente podría responder “Y ¿por qué no puede ser así?”. Y es que los elementos utilizados en el transcurso de la narración muestran de tal manera la naturalidad del sentimiento, la fuerza y la inmensidad del amor, que cualquier discurso moralista y obtuso perdería su validez, si es que alguna vez la tuvo. Muy posiblemente, cualquier lector-oyente podría tener la claridad que tuvo la tía de Felipe para ver la situación: -...Yo creo que eso está bien. -¿A usted no le molesta? -Nnno. Yo me imagino todo y... me parece bello. O sea, yo me imagino al otro muchacho, y lo imagino hermoso..., y los veo a ustedes dos juntos..., y entonces todo me parece bello. Y limpio.

Bibliografía ALONSO, C., DOMINGO, F. y RODRÍGUEZ, F. (2002). El comentario de los textos literarios. Madrid: Universidad Complutense. CIPLIJAUSKAITÉ, Biruté (1988). La novela femenina contemporánea (1970-1985). Hacia una tipología de la narración en primera persona. Barcelona: Anthropos. ECO, Umberto (1965). Apocalípticos e integrados. Barcelona: Bompiani. MOLANO VARGAS, Fernando (2002). Un beso de Dick. Bogotá: Babilonia.


Bernardo Pareja García: Una visión trágica del mundo decir y que en la comunicación directa comprendemos casi por instinto a partir de la lectura de signos no lingüísticos: -¿A usted le gusta... le gustan los hombres? -Noo. Ahh... [...] -O sea... sí me gustan. No... no los hombres... Es que... es... ¡Uff: qué preguntica! -... -Lo que pasa es que yo... -... -... -“Yo”, ¿qué? -A mí... -... -A mí sólo me gusta usted, Leonardo. -¡¡¿Sí?!! -¿Le... le molesta? -¡Pa-ra nada!

Ahora bien, si el uso de silencios y signos de puntuación sirve como instrumento para acercar al lector a la manera como se presentan los hechos, para ambientar un poco los diálogos, e inferir lo que viene, existe otro elemento que adentra al lector en la psicología y la emotividad del personaje central de la novela. El monólogo interno surge como instrumento para mostrar la naturaleza de los sentimientos del personaje, lo espontáneo, lo indeciso, lo inconcluso, la asociación emotiva en vez de la coordinación racional, diría Ciplijauskaité. A través de este elemento y su conjugación con figuras literarias e imágenes poéticas, Molano convierte la descripción de un acontecimiento sencillo en un juego de palabras, en un relato fresco, contado con humor y sencillez desde la inocencia con que se puede amar cuando se es adolescente: [...] un día jugaré en la Juve. Si no soy futbolista, filmaré películas buenas y me haré famoso y rico: Felipe El Conquistador tendrá bajo sus zapatos el mundo como un balón... ¿y para qué? Ah, yo sólo quisiera que Leonardo me amara; que él estuviera ahora a mi lado... y ser como de él. Felipe sólo sueña ser el hombre más grande de este mundo, Hugo. Para que Leonardo lo desnude cuando quiera... (Molano, 2002: 18). Y retomo la frase: “Para que Leonardo lo desnude cuando quiera”, sí, para que Leonardo desnude a Felipe. En fragmentos como este, Molano se acerca de tal manera a la sensibilidad del lector, a su yo, que consigue erotizarlo, sin importar sus tendencias sexuales, porque ¿existe acaso alguien que no se haya sentido enamorado jamás? ¿Alguien que no desee desde lo más profundo de su ser que el objetosujeto de su amor lo desnude, lo ame? En este punto, entra a jugar un papel importante esa identificación ya mencionada, el reconocimiento que se da a través del lenguaje, de los

Rafael Antonio Sánchez Estudiante del programa de Español y Literatura, Universidad del Quindío

La poesía como tal es un hecho único y personal que llega a nosotros a través de la palabra. Con ella se intenta explicar una visión subjetiva del mundo, que se refleja en la forma, pero sobre todo en el contenido de una obra. Convengamos, el contenido es lo esencial o no es nada. Desentrañar el sentido de una obra, y en este caso una obra poética cuyo contenido campea entre el Eros y el Thanatos, necesariamente obliga a un estudio profundo de la relación entre la literatura y el mal. El Mal que la literatura expresa posee para nosotros, por lo menos así lo pienso yo, un valor s o b e r a n o . Evidentemente, esta relación no se manifiesta de manera tan clara a primera vista, pero me parece que si la literatura se aleja del mal muy pronto se vuelve aburrida. Y es que definitivam ente, sin el diablo y sin el mal, no p o d r í a concebirse el mundo, al menos el que todos conocemos. En el Quindío, tenemos un poeta que se debate entre el bien y el mal, “desposado con la nada” y amante de la oscuridad como pretexto para ver surgir la luz. “Es desde la oscuridad de donde se puede

ver brillar mejor a las estrellas y es del polvo de donde se levanta para escuchar la música de los astros”. Estamos hablando de don Bernardo Pareja. Este poeta, nacido en 1918 en el municipio de Quimbaya, es uno de los pocos que quedan, por no decir que el último, de principios del siglo XX. Su obra, que inicia cuando escribe sus primeros sonetos a la edad de 19 años, ya dejaba vislumbrar su espíritu rebelde, no sólo de pensamiento sino también de forma, ya que nunca perteneció a la parafernalia de ninguna corriente literaria. Gracias a esto, pudo abrir un camino novedoso y transformador en la poesía colombiana. Así describe la obra de este poeta, el escritor Humberto Jaramillo Ángel, en el prologo de Arcilla Iluminada: Os confieso que aún existe un poeta que parece recién venido a nuestro ambiente de las capillas sacrílegas de Jules Bois y de Lorrain. En su universo alientan espíritus enfermos. En sus cántaros hay aguas venenosas. Su vino está hecho de jugos terribles. Su huerto interior está guardado por viejos cancerberos y en su noche tétrica no brilla una sola lámpara de consolación y de esperanza. [...] Es tremendo. Es frenético. Es humilde y soberbio. Impreca a Jesús y a Luzbel. Cree en el Cielo y delira con verse hundido en las llamas del Infierno [...] Una zarza ardiente. Un río desbordado. Un viento destructor. Un ángel perdido en la tierra. Lucifer mismo. Algo como un santo laico o como un profeta sin patria y sin gentiles. En un trabajo realizado por el escritor y docente universitario Carlos Alberto Castrillón, referente a la obra de don Bernardo, se lee lo siguiente: “Tiene una poderosa fuerza interior que lucha por salir a la claridad del verso, pero sólo deja huellas de una agonía incomunicable” (Castrillón, 2000). De igual manera, Gabriel Jaime Gómez, en el prólogo de Limo Constelado cuestiona de alguna manera la claridad del lenguaje utilizado por el poeta Bernardo Pareja. “Es una poesía que no admite la lectura fácil (...) Me atrevería a decir que es una obra para élites, capaces de hollar en las canteras de la cultura universal para entenderla”. Nuestro poeta no se queda atrás, y anota: “La poesía no se hace ni se explica. La poesía se escribe con palabras. La poesía debe existir en espacio tiempo, y ojalá esté bastante alejada de lo popular”. Esta explicación de don Bernardo, parece encontrar su asidero teórico: “Igual que los sueños, la obra toma ciertas materias primas- el lenguaje, otros textos literarios, diferentes maneras de percibir el mundo- y los transforma en producto mediante el empleo de ciertas técnicas. Las técnicas mediante las cuales se lleva a cabo esta producción son los diversos recursos que conocemos con el nombre de forma literaria. (...) Una lectura ingenua de la obra literaria puede no llegar al producto textual propiamente dicho” (Eagleton, 1988: 215).


A través de su poesía, don Bernardo desarrolla una teología de El Ser supremo en maldad, nos hace pensar que cree en su existencia, pero acto seguido desmitifica cualquier convencionalismo religioso. En otras, es ateo; pero no ateo a sangre fría: su ateísmo raya con la provocación a Dios y goza con el sacrilegio. Sustituye por lo general a Dios por la Naturaleza en el estado de movimiento perpetuo pero tan pronto es su fiel creyente como también su juez. Así habla del cielo en “Lluvia Anímica”: Mi vida es un sitial de demoníacas pasiones; ángel hastiado de cielos hipotéticos. Pero más adelante, cree en la existencia del hijo del creador, para hacernos caer en cuenta de que el mal hace parte del camino de la conciencia para la construcción del bien. Así leemos en “Soneto a Cristo”: ¡Oh, buen Jesús!...Tus parábolas divinas avivan el fuego de tus doctrinas, redentoras de un mundo flagelado. Esta dicotomía, cielo-infierno, no hace más que reflejar la angustia de un poeta que sufre infinitas penas y revela abiertamente los dos estados opuestos del alma humana; la lucha constante entre el bien y el mal. Tan sincero es su dolor como su soledad y su angustia: Este mi sollozo de amargura ya no es sollozo contenido sino tremente aullido en la noche desatado. Mi satánico canto cincelado en pórfidos tremendos de pavura no es el canto de ángel enamorado sino la rauca ululación de un hombre herido. Más adelante, en otra de las obras de don Bernardo (Pareja, 1997), encontramos vestigios de una posible influencia del poeta inglés William Blake, quien considera que es imposible ser poeta y pertenecer al partido de los ángeles. En “Vidente de la Montaña” leemos el siguiente pasaje:

Percibo en el limo insolado aerias imaginaciones del vidente William Blake, cultor de un orden nuevo en la esfera del canto, guiado por la visión de tener el infinito al alcance de la mano. El mal, según San Agustín, implica un espejo, una imagen, lo que podríamos llamar “un simulacro”. El pecado, en la Ciudad de Dios, escribe, es la “glorificación” otorgada a una imagen. Pecar conlleva la adoración a una representación “falsa” que bloquea la vinculación con la verdadera potencia generadora. “El pecado es exaltación de una imagen o simulacro con que se está sustituyendo la devoción que se debería a la fuente divina. Esta veneración, obligada a Dios, se desvía al entregarse a un simulacro”. Honrar a la imagen y no al creador constituye el mal. Esto lo parece reflejar muy bien don Bernardo en su poema “El Ángel Desterrado”: Omnipotencia del abismo oscuro y emperador del palacio ignito. ¡Ah, ya sé!... Tú también eres infinito y dueño de un pensamiento puro. Eres tétrico, pero jamás impuro, en tu vejada caverna de granito. Los obcecados ángeles del Mito te llaman réprobo de pávido conjuro. ¡Oh, Satán!... Fuiste príncipe de las alturas y hoy centinela fiel de las negruras del infierno donde sueñas silencioso; eres magno artífice de epinicios allá en tus insondables precipicios

indispensable para considerar una obra como artística, según plantea Umberto Eco: “Podemos, pues, legítimamente afirmar que un personaje artístico es significativo y típico cuando el autor consigue revelar los múltiples nexos que unen los rasgos individuales de sus héroes [personajes] con los problemas generales de la época; cuando el personaje vive, ante nosotros, los problemas generales de su tiempo, incluso los más abstractos, como problemas individualmente suyos, y que tienen para él una importancia vital” (Eco, 1965: 234). Así entonces, en Un beso de Dick nos encontramos con una obra cuyo valor estético nace en la utilización magistral del lenguaje que Molano usa para narrar la historia de Felipe, un joven de diez y seis años, estudiante de bachillerato, divertido, fanático del fútbol, que se enamora profundamente de uno de sus compañeros de clases. Si bien la novela maneja una estructura sintáctica sencilla, la carga semántica contenida en ella es el resultado de una elaboración minuciosa del lenguaje que atiende en gran medida a las características de la novela femenina contemporánea, en la que diálogos, monólogos y silencios, inmersos en una narración íntima, llevan al lector a reconocerse en la sinceridad de palabras que recrean situaciones cotidianas pero cargadas de poeticidad, como es el caso de la novela mencionada: Pero aún me puse a pensar que si yo fuera el novio de Alicia en Alicia en el país de las maravillas, podría coger esa Luna para llevármela con sólo estirar la mano: la mojaría con mis orines para calentarla un poco, y para que no se enfriara la guardaría debajo de mi camisa... o entre la pretina de mi pantalón, mejor. Y todavía pensaba, llegando a la puerta de mi casa, que sería delicioso untarle mermelada de punta a punta y estarme toda la noche lamiéndole su curvita (Molano, 2002: 30).

Este reconocimiento se debe en parte a la posibilidad absoluta que tiene el lector de percibir el tono personal, cercano, que da la narración en primera persona, en la que el “yo” del narrador se confunde con el personaje principal de la novela, de aproximarse no sólo a las palabras dichas sino también a los pensamientos del personaje, a sus conflictos internos, recurso importante para sumergir al lector en las aguas de la narración, para llevarlo de la mano a la subjetividad del protagonista, a sus sentimientos, sus pasiones y a reconocer en ellos los suyos propios: La primera persona es la apropiada para la visión intimista, pues da apariencia de experiencia vivida, de autenticidad. [...] Esta técnica establece una especie de complicidad entre el narrador y el lector, una relación de conmovida simpatía muy semejante a la que se instaura, en la vida real, entre un hombre que cuenta sus aventuras, sus desilusiones o sus triunfos, y otro que escucha. (Alonso y otros, 2002: 98). Y es que en Un beso de Dick, el personaje principal llega a aproximarse de tal manera al lector que pareciera que lo incluye en su discurso, que espera una respuesta de él: “¿Cómo será cuando me muera?... ¿Será que si me muero veo otra vez a Hugo? Si lo veo le hablo; y le pregunto si se acuerda de mí. Y lo abrazo mucho. ¡Qué bruto!: ¿Cómo voy a abrazarlo si ya no voy a tener brazos ni nada? ¿Y cómo voy a verlo siquiera?... ¿O será que sí? ¿Será que el alma tiene ojos? (Molano, 2002: 114). De este modo, el autor hace un intercambio en cuanto a la naturaleza de la fuente discursiva; ya no se trata de la palabra escrita, que se presenta como unidad de discurso completa, como información terminada que se le da al lector sin esperar participación alguna de su parte. Ahora entra en juego la palabra hablada, espontánea, que convierte al lector en oyente, en observador de la situación, con capacidad y espacio para intervenir en ella, para descifrarla y predecir en muchos casos lo que va a suceder, lo que sucede, lo que se siente, para acercarse a través de los silencios y los signos que los representan, utilizados de manera constante y acertada en el transcurso de la novela, a aquello que las palabras difícilmente podrían


De la marginalidad a la identidad colectiva. Sobre el uso del lenguaje en la novela Un beso de Dick, de Fernando Molano Vargas Mariana Valencia Leguizamón

cambiantes, por nuestra movilidad. Movilidad que nos lleva a modificar las maneras de ver el mundo, de vivirlo, de narrarlo.

Estudiante del Programa de Español y Literatura, Universidad del Quindío.

Resumen Con la novela colombiana Un beso de Dick, de Fernando Molano Vagas, se evidencia claramente la identificación que se puede dar en el lector de la obra con el personaje principal de ésta. Identificación que trasciende, en muchos casos, el pensar y sentir del mismo lector y que ha sido tema de estudio para autores como Humberto Eco y grupos académicos de diferentes instituciones como la Universidad Complutense de Madrid, tiene su origen, entre otros aspectos, en el uso del lenguaje y en una forma particular de narrar. La autora Biruté Ciplijauskaité, en su análisis sobre la narrativa femenina contemporánea, se aproxima de manera directa a los factores que influyen en el encuentro íntimo que se da entre lector y personaje central en este tipo de narrativa. La literatura y en general las artes son un espejo de lo que somos, del mundo que habitamos. Podríamos decir que dan cuenta de nosotros mismos y que futuras generaciones nos conocerán a partir de la lectura que hagan de los signos que dejemos a nuestro paso. Es por eso que son

La novela femenina contemporánea, como la define Biruté Ciplijauskaité, responde a una manera particular de narrar, a la necesidad, como ella misma lo dice, de escribir con el cuerpo y las emociones: “A medida que cambian las estructura sociales se hace más evidente la necesidad de reflejarlas -o incluso anticiparlas- en la escritura. La subversión se extiende a todos los niveles y aspectos: temas, tradiciones literarias recogidas, modelos estilísticos y lingüísticos” (Ciplijauskaité, 1988: 205). Por lo tanto, hablar de novela femenina contemporánea, no es hablar únicamente de novelas escritas por mujeres, sino más bien de aquellas que, siendo escritas por hombres o mujeres, cumplen con las características de dicha categoría, como es el caso de Un beso de Dick de Fernando Molano Vargas, novela que irradia un alto contenido de sensibilidad y pasión. A propósito de Molano Vargas, en el prólogo de la novela mencionada Héctor Abad Faciolince comenta: “En medio de tanta trivialidad, de tanta literatura banal y sin hondura, los libros de Molano vienen llenos de franqueza y tienen la capacidad de aferrar, al mismo tiempo, el pulso de nuestras angustias y esperanzas, y de captar (en medio de la vida que se disuelve de modo ineluctable) el dulce aroma de seguir viviendo”. Y es que Molano Vargas tiene la frescura, la lucidez y la sensibilidad necesarias para presentar de manera transparente las relaciones humanas -en Un beso de Dick la relación amorosa entre dos jóvenes homosexuales-, para acercar a sus lectores a la vida misma de sus personajes y conducirlos hacia la identificación, elemento

donde vibra tu grito proceloso. La pregunta que me surge después de haber estudiado parte de la obra de don Bernardo es: ¿Es necesaria la complicidad con el mal para hacer buena literatura? Y si es necesaria, ¿dónde queda el contenido ético que se dice hay en toda obra de arte? La pregunta no carece de valor, sobre todo cuando vemos que una buena obra literaria, bien sea novela o poesía, no está escrita, como decía el escritor francés André Gide, “con buenos sentimientos”. En ella todo el bien y todo el mal se mezclan y entrecruzan formando el nudo de lo humano. De no ser así, seguramente dejaríamos de ser lo que indiscutiblemente somos. Cabe anotar que don Bernardo no rompe con el Cristianismo sino que asume su marco filosófico para remodelarlo o torcerlo. Cuestiona los conceptos éticos individuales en permanente conflicto con la moralidad y las creencias convencionales. Defiende la libertad de su visión y su búsqueda, dentro de un dualismo de tipo agustiniano, lo que por supuesto lo ubica dentro de un legado demoníaco. Descubramos por nosotros mismos los misterios insondables de la obra de este poeta quindiano, y démosle la oportunidad de que algún día, sus anhelos más íntimos se hagan realidad. Por ahora sólo me resta observar cómo don Bernardo sigue sentado en el corcel del futuro, esperando que su obra llegue antes de que el odio la habite, y recemos para que los deseos del poeta de ver al Dios de los cielos dialogando con su ángel Lucifer, no necesiten de zona de despeje para llevarse a cabo.

Bibliografía


punto de llegada radica en lo más íntimo de su ser, en una época bombardeada por la diversidad y en la que el pensamiento va de un lugar a otro sin ton ni son, sin identificarse ni arraigarse realmente. La ciudad deviene puerta que conduce al infierno del anonimato, una puerta que se cruza estando “a bordo de sí mismo” navegando en el navío del propio cuerpo, en una travesía hacia lo más recóndito del alma y del cuerpo. Algo así hace el protagonista de Zalamea, quien también bucea en su interior en busca de respuestas, pero conectado siempre con un mundo exterior que se las ofrece en un recorrido muy humano y muy autobiográfico. Otro rasgo que lo aproxima a José Kristián; pero nunca llega a ser como este, tan consciente de sí mismo, del dolor y de la angustia de ser en un mundo que se le revela ajeno y distante, en una ciudad de otros, con muros que dispersan y atrapan, una ciudad que no ofrece más que miseria y confusión, y

entonces no tiene más opción que confinarse en su propio cuerpo, en su pensamiento monomaníaco y en la construcción de sí mismo a partir de los otros en una convivencia infinita. Pero uno y otro: protagonista de Zalamea y José Kristián, se reconcilian en la búsqueda, en la necesidad del encuentro con un algo que les proporcione cierta seguridad, cierto equilibrio. El buceo interior se traduce en ellos, en una válvula de escape, en un modo de redimensionar el mundo exterior y de ir más allá, de cruzar las fronteras del hombre, insalvables sin el pensamiento y la conciencia. Mientras uno busca en su entorno, en las personas, en los parajes, el otro lo hace en el sexo y en la religión. De la ciudad del primero surge el conocimiento del hombre, los miedos, las mentiras, las maquinaciones humanas que hacen posible la convivencia y el martirio de saberse huérfano entre la multitud, perseguido por una soledad que se hace grande a medida que conoce. De la del segundo, crece la angustia del ser anodino, del que perece en la multitud, del que sufre el peso del cemento, de las ciudades dentro de la ciudad y de los muros de suplicio que separan al hombre, que lo privan del contacto y lo arrojan a las cloacas de su propio pensamiento. Y de ambos queda claro que la búsqueda no termina, sino que empieza en cada frase, en cada mirada, en cada atardecer, en cada par de ojos, y que en una ciudad u otra, el ser humano siempre será arrastrado por la ventisca de la soledad, por la angustia de saberse una brizna, un hacedor de nada en una ciudad implacable y letal. Solo entre la multitud, el hombre va haciéndose un camino propio, pulsando los recodos de la memoria, amontonando los minutos, y aunque despierte con otro cuerpo a su lado, en medio de cuatro paredes de cemento o de yotojoro, no tendrá más que sus pensamientos y sus dudas gravitando en un mundo interior que lo empuja a descubrir en el otro un mapa de preguntas, cuyas respuestas continuarán siendo tanto una tentación y un misterio como la certeza absoluta de la soledad y la muerte. Por ello oímos gritar al aventurero de Zalamea: Yo que he levantado y derruido figuras, paisajes, olas; yo, que construí playas azules, sin arenas, playas tranquilas y blandas como las palmas de las manos…Yo, que hice a mi antojo indias y compañeros, miradas, sonrisas y aventuras, todo cuanto encierra una vida desconocida, me encuentro ahora solo y perdido, sin que oprima mis espaldas el peso de una resignación dolorosa. ¡Todo, todo, todo para siempre perdido…! (Zalamea, 2003: 82)

Bibliografía DÍAZ GRANADOS, José Luis (1985). Las puertas del infierno. Bogotá: Oveja Negra. IRIARTE, Alfredo (1983). “Medio siglo después de su publicación: Cuatro años a bordo de mí mismo”. Bogotá. Magazín Dominical, Nº 63, junio 10 de 1983. MARULANDA, Luis Eduardo (2005). “Las Puertas del Infierno o los postigos de mundos marginados”. En: Polilla, Revista Literaria. No. 1. Octubre. Pp. 11-13. ZALAMEA, Eduardo (2003). Cuatro años a bordo de mí mismo (Diario de los 5 sentidos). Bogotá: El Tiempo.


Poemas

instintos y, desde luego, de su sexo inevitable y siempre redentor. El otro se erige como un templo de sabiduría, como una ciudad de múltiples caminos construida en otra ciudad de edificios también múltiples.

Beyddy Muñoz Loaiza Estudiante Programa Español y Literatura Universidad del Quindío

Esas ciudades, las de los edificios, que esconden en sus bolsillos la vida y sacan a diario sus manos llenas de muerte, se constituyeron en oráculos, en puntos de llegada luego de extenuantes y largos días de peregrinación. Ciudades de madera y de cal, de viento y de mar, de arena y de sal, ciudades que sirven para limitar los espacios y hacer más pequeño el mundo, para encarnar en ellas la razón de la vida y recorrerlas, como se recorren los ángulos de la memoria, para encontrar las piezas que hacen falta en el rompecabezas de la existencia. Ellas ejercen un poder milenario de congregación, de unificación, que cautiva sin más, que llama desde la distancia con voz de hada buena y afectuosa. En la novela de Zalamea, la ciudad es punto de llegada para iniciar el crecimiento, es punto de encuentro del todo y la parte, del cuerpo y el pensamiento; paso obligado para nacer a la vida, para ser un hombre de verdad. Y los hombres, puentes, vasos comunicantes, catalizadores de la duda y el amor que ayudan a su protagonista en la búsqueda, en la corriente de conciencia, en la interiorización a través del monólogo y de un lenguaje profuso y poético que expone el cuerpo a la avidez de los sentidos, del goce de la conquista de una vida propia y real, lograda en aventuras, trabajos y amores en plena correspondencia del espíritu libertario frente a una realidad cruda y palpable que podemos vislumbrar en espacios diversos o, más bien, en un espacio ambiguo.

Camila

gomas coloridas,

Pero yo también aleteo

los redondos chocolates

me paro en la mierda

la paleta sonriéndole

olisqueo el café

con ganas de llegar a su intestino,

le huyo a la mallita.

“mis pocos pesos alcanzan

También sé zumbar

sólo para un chicle de tatuaje,

morirme rápido

también

pegarme contra la ventana

se insertará en mi piel”.

igual que tú, Camila.

No importa podría gastarse todo

Uno puede vivir dos experiencias, dos mundos, dos torrentes que fluyen paralelos entre el universo interno y el externo del narrador, nos damos cuenta de que el viaje es una excusa que no se reduce a la travesía, al desplazamiento de un lugar a otro, sino que se trata de un acontecimiento cuya importancia radica en que el protagonista está “a bordo de sí mismo”, él es su propia nave, y desde allí observa un mundo, en el que vive y está afuera, pero lo introyecta, lo monologiza, crea un espacio interior que se enriquece cada vez más mientras vive en el otro. El viaje real es el del espíritu, el de la conciencia que se mueve, que crece y se alimenta con la experiencia, con la desnudez de la vida y revela las claves de la existencia, el misterio de la vida. Pero se da cuenta que en esa Guajira remota, aislada, casi sitiada, no está el sentido que buscaba, y tiene que recobrar los afectos de su ciudad natal, de su incesantemente rememorada ciudad, en la que intenta redescubrir el orden y la vida: Ahora recuerdo la ciudad, que he perdido, con cariño. La ciudad de las prostitutas y los ladrones, de las madres y los humildes. Todo lo mío está allá. Y allá está todo lo que anhelé por mucho tiempo y no pude lograr. En alguna boca me espera el amor, tal vez en unas manos está recogida para mí la dulzura, y el descanso, y el anhelado descanso me busca en los rincones de una casa tranquila, llena de flores y de nidos (Zalamea, 2003: 8182). Y en efecto, a ella se va a continuar buscando, pero se va perseguido por el amor, por la muerte y la conciencia de que siempre el uno hilará la otra. Esta búsqueda en la ciudad, esta fe en que allí palpita la vida y crece en cada par de ojos la personalidad y la experiencia vital para el crecimiento, la creación de un mundo interno plagado de pensamientos propios, deambula en las páginas de Zalamea, quien responde a los requerimientos

de una época, a sus búsquedas personales y a sus lecturas del, por aquellos tiempos, apenas conocido Joyce, ese maestro del monólogo interior que también influyera tanto en la narrativa de nuestro contemporáneo Díaz Granados. El paso del tiempo, las necesidades propias de la expresión de realidades diversas y nuevas aunadas a las tendencias postmodernistas, han contribuido para que el samario Díaz Granados asuma la ciudad no como un punto de llegada, como una portadora de vida y de conciencia, como un dios mítico cuya finalidad consiste en repartir destinos a diestra y siniestra, sino como una destructora de conciencias y destinos, un espacio laberíntico en el que confluyen la diversidad y la invisibilidad. Un espacio en el que el hombre se mueve sin sentidos definidos y en el que la búsqueda se hace hacia adentro. José Kristián, su protagonista en Las Puertas del Infierno, se resuelve en un solo monólogo interior que traduce sus angustias y sus búsquedas. No tiene en cuenta lo externo para crecer y su

Y el amor pregunta

el oro de Richie Ricón

Y el amor pregunta:

y bañarse en una tina

¿dónde quedé yo sin los dos? Si yo era la “R” de su ciRco la “S” de su kamaSutra la burlona “L” de su fideLidad. Comprensible ¡Con el aserrín de la caja del gato!

Detenida Detenida, frente a la dulcería y con las monedas en su mano, mira con atención las


de fresas con crema. No importa

Sólo siente Los brazos piden clamor al cuerpo

la tienda está cerrada, para no cargarlo más el caballito apagado, mientras se balancea “de nuevo mi bolsillo con la exhalación del otro cuerpo. lleno de lo que no quiero Miras el sol aunque me evité la diarrea”. sientes el aire

Fugacidad

miras la carretilla y las tablas de tu cama

Y se vio ¿Por qué no un pedazo de tela sostenerlo, montando en el aire, hasta allí, en sus venas, hasta el cielo? conjeturando la timidez

sino hasta que en el panorama literario de generaciones más nuevas, afloraron necesidades, también nuevas, de apropiarse de la realidad desde otras perspectivas. Su particular estilo asumió las n o v e d o s a s y, p o r e n t o n c e s , desconocidas técnicas narrativas de James Joyce y Marcel Proust. Hasta ese momento de la novelística colombiana, nadie se había aproximado de este modo a las técnicas contemporáneas de la escritura: el torrente de la conciencia

fluye a través del monólogo interior, la realidad sufrida es recuperada mediante la sensualidad de la palabra, de la poderosa corriente narrativa: Zalamea se sumerge en el océano de la palabra, bucea entre una técnica que le haga posible la confrontación del espíritu con la realidad, va en busca de un lenguaje de la piel, un lenguaje corporal que pueda expresar el vigor de sus sensaciones, el diario de sus cinco sentidos. Así es como descubrimos al protagonista saliendo de su Bogotá natal con “$58. Y unas cuantas lágrimas” (Zalamea, 2003: 20); esa ciudad de los años veinte a la que “solamente 2 cosas la hacían amable: las mujeres y los automóviles.” Y donde “Las mujeres eran unas 100.000 y 1.500 tal vez los automóviles” (Zalamea, 2003: 19). Y lo vemos dando cuenta del goce que produce la conquista de una vida verdadera, de la contingencia de los días, del ejercicio de la vida, del amor y de la muerte. Asaltado por la inercia y la molicie, se va en pos de esa vida verdadera, de un punto donde fijar el eje de la existencia y nacer a la experiencia, entre borbotones de cotidianidad, como un surtidor de fuego y erotismo. Y así sube al tren con rumbo a Barranquilla, donde se embarca en “El Paso”, en un viaje marítimo hacia La Guajira, un viaje que se traduce en conciencia, en construcción de hombre desde afuera hacia dentro de sí mismo, en una travesía mayor entre dos extremos de la experiencia: el pensamiento y el cuerpo. Una vez en La Guajira, se arroja en busca de experiencias, se abre y se llena de tierra árida y de sal, de mar y de horizonte, del sexo comprometedor de las indias y de amistades y de alianzas que lo acercan al amor, al dolor, a la vida y a la muerte inexorable que se anuda a los sentidos y a la vida, que se agazapa en cada par de ojos, en cada palabra y en cada corazón:

las piernas y la pelvis de esas piernas

Hielo Y yo aquí sentado

y la cabeza esperando a que entre esa falda con piernas de esa pelvis.

Sobre mí cae otra vez la muerte, ahora muy cercana y de brazo con el amor. Otra vez el amor y la muerte. ¡Maldita sea! ¿Por qué ha de ser esto siempre así? Un hombre besa a una mujer o una mujer se entrega a un hombre, y ese beso, ese contacto de labios o de sexos abona la muerte, que nace del espasmo, regada con la sangre de las entrañas, y llena de vibraciones de nervios, como una planta de hojas cortantes, de acero negro. Con unas hojas que no proyectan sombra. (Zalamea, 2003: 189).

esas caderas Esas venas que hacen retumbar hasta el Everest llevan un nombre esa maldita confianza en mí nombre innombrable que no disimulas envinado que defiendes ante ellos. bebido.

II Sólo recuerdo estar así esperando desde siempre como un abrigo en el armario como una mina a una pierna

Pero esta búsqueda refiere a la piedra, a la tierra, al mármol de los templos antiguos, a la plegaria elevada al dios que habita fuera del corazón humano; ese dios constructor de sus designios. Refiere a las comunidades, a las ciudades, a la multitud, a la comunicación con el otro para establecer puentes que conduzcan al interior de sí mismo. Nuestro protagonista busca y busca sin saber hacia dónde quiere ir, en qué coordenada terrestre debe escarbar para encontrar el tesoro de saberse con un lugar propio, un lugar conquistado para sí. Un tesoro que siempre está fuera de él, en los otros, en las ciudades que encarnan a ese dios milenario que teje los hilos de la vida. El hombre de todos los tiempos siempre ha buscado, y lo ha hecho guiado por su propio instinto, un instinto primario que ejerce su voluntad y espina el alma con sus dubitaciones, con sus asaltos. Es necesario encontrarse, del modo que sea, pero encontrarse para reconocer un espacio, para abrigar la esperanza de una aurora y la confianza en el ocaso. Para ello están los otros, para buscarnos en ellos, para llegar a nosotros mismos a través de sus ojos, de sus pensamientos, de sus propios


Zalamea y Díaz-Granados: Perspectivas urbanas que traspasan el umbral del tiempo Luis Eduardo Marulanda Estudiante del Programa de Español y Literatura,

para estallarla

H

como un niño...

Fácil pensarlo

Así era cuando te soñé.

Universidad del Quindío.

Resumen En nuestra existencia cotidiana, la única experiencia posible es la que proporciona la evidencia de la vida, la evidencia de la búsqueda y el placer de creer encontrarnos. Un tesoro que muchas veces queremos encontrar afuera y otras, buscamos adentro, en el santuario donde crecen nuestras emociones. La búsqueda ha sido inherente al ser humano, sobre todo para aquel que percibe el mundo, y desde una perspectiva particular que se sustrae a la superficie, atraviesa los espacios de la conciencia y sus conexiones con los muros de las ciudades y de los cuerpos transeúntes, viajantes permanentes en universos desconocidos para la gran mayoría de los humanos, contagiados de indiferencia y de alienación, infectados de inanición emocional. Eduardo Zalamea y José Luis Díaz-Granados, hacen parte de esa minoría, de aquellos que buscan todo el tiempo, que buscan fuera y dentro de sí. Aquel asume la ciudad como un punto de llegada y éste, como un laberinto infernal, pero ambos, como un punto de encuentro con el yo más íntimo.

Desde los más recónditos rincones del alma humana en los que columbran chispazos de ilusión y de esperanza, surge el fuego ardiente de la expectativa, de la aventura, de la emoción

III temblorosa que acomete al hombre en sus primeros estadios de la vida. Que lo acomete, lo nutre y lo empuja hacia la búsqueda, hacia el anchuroso mundo hecho de caminos sin señales ni advertencias. La única advertencia posible es la que proporciona la experiencia, la evidencia de la vida y de la muerte. Es esa llama antigua y rigurosa, que arde alimentada por la sangre, por los músculos tejidos de miedos y de pasiones y por anhelos centenarios de búsqueda y de victorias, la que incendia el horizonte de un joven de diecisiete años, protagonista de la novela de Eduardo Zalamea, 4 años a bordo de mí mismo, protagonista y alter ego de su escritor. Lo incendia tanto como al propio horizonte que le define la piel y los 5 sentidos por los que se filtra el mundo, bajo los cuales palpitan los sueños y el asombro en un corazón niño hecho de ansias y de impulsos. El escritor, quien vio su primer destello de luz en un frío noviembre bogotano de 1907, elevó su voz, cargada de angustia, de un dolor acumulado durante su travesía a la Guajira, iniciada después de un intento de suicidio que fracasó cuando su amigo, el poeta Gregorio Castañeda Aragón, lo llevó a un hospital en Barranquilla. La voz fresca e intensa de Zalamea se escuchó con todo su ímpetu en 1934, seis años después de su regreso de las salinas de Manaure, cuando publicó su crónica de viaje a las ciudades de la Costa Atlántica colombiana. Por desgracia se trató de una voz sin eco, una voz que exhortaba a la huida de la provincia literaria, una voz innovadora, que no obtuvo más que la atención de los moralistas que la matizaron con la pornografía y el escándalo social, una voz ahogada en su época y que no fue reconocida

He conocido tu cuerpo varias veces no te inquieta desnudarte ante mi presencia -Eres mi mejor amigo dices sin sonrojarte.

IV Con mi pestañeo pasan los segundos y quisiera sellarlos para no mirarte más. Hoy terminaré con todo esto: en mis manos tengo las cuerdas tus pinzas preferidas el arma el pene.

Todavía Cuando me siento llegan las respuestas 2x1=3 Quito capital de Venezuela llegan ahí están todo es correcto así como este amor.


De entre las flores del hombre yo bebo Rosas Carlos Mario Cortez Hurtado Estudiante de la Universidad Nacional.

De entre las flores del hombre yo bebo Rosas, Rosas músicas del fruto del amor que también amo yo. Amor al silencio hecho soledad, amor a la soledad por mentir la timidez. Y allí tú estas, con tu eterna compañía ajena a tu saber, y te preguntas quién y yo te digo: yo, un amigo fiel

Parpadea… Daniel Moreno López Estudiante del Programa de Español y Literatura, Universidad del Quindío

He sentido una presencia rozar mi aura. Vuelvo mi mirada en su búsqueda, pero se mezcla con el viento y confunde y esquiva la dirección de mis ojos. Después de unos segundos, al comprobar que ha capturado mi atención, decide mostrarse. Y ahora la veo. Sigo caminando pero mi voluntad sigue a la presencia...

(aunque no me oigas, aunque no sepas de mí) Yo hablo de ti, de lo que yo te amo. Dolor junto a ti, mi dolor por mis dolores, pero no sé de los tuyos y no importa porque los oigo como cantos, también ocultos llantos. De entre las flores del hombre, yo amo las Rosas.

Tiene un gran manto, cuyo fondo es una capa con textura de tierra volcánica delineada por un haz de luz que se convierte en una ráfaga de destellos que hipnotizan con su rápido movimiento bajo el cielo. Parece un ente que pasa oculto en el viento con el único fin de mostrar los fosfenos que guían a otro estado a quienes se dejan llevar por ella.

Ellas que me traen su aroma en Dragones del amor, resonando en mi ser como lo fue ayer, cuando te vi, tú allí, y el olor, y el silencio, y la soledad, y tú allí, en medio de tantos, medio humanos, medio marranos, pero allí… Estirándome a su lado [(azulado) también rosado], un tanto maravillado… …Me pregunto por el fin. Y llegará pronto para salir sin decirte adiós (sólo para recordar que fue ayer) Empezar de nuevo las mañanas aritméticas, simétricas, patética, pero mañanas de amor, de Rosas músicas del fruto del amor que también amo yo. Mientras bebo a sorbos la vida, a tientas bajo el sol, ando pensando en crear, en decir, en amar…

Y en su quietud me muestra figuras que el movimiento oculta. Figuras que parecen fotografías minimizadas de formas gigantes. Desde el fondo del manto, los ojos del espíritu que habita en sus alas por un día me miran directo al alma y no sé si es un gesto de saludo y de despedida, pero en su repentino movimiento me sonríe, y se abandona nuevamente al viento. Sé que morirá en unas horas, al anochecer, pero también sé que sus descendientes me seguirán, en su inagotable movimiento y en su corta quietud. Y aunque el movimiento difumine su manto con el cielo, aunque el movimiento de sus alas se pierda en el destello del sol, otra mariposa parpadeará frente a mis ojos mientras sigo caminando.

empiezan a consolidar las estructuras psíquicas que orientarán a futuro el comportamiento y el pensamiento de los adolescentes próximos a la conquista de su identidad. Dicha conquista, se ve profundamente afectada por una serie imprecisa de factores externos que, generalmente, configuran el carácter de la identidad adquirida. En consecuencia, la distinción de género queda parcialmente excluida de nuestro análisis, dada la neutralidad de la problemática expuesta por Collazos en la cita anterior, donde además, se logra entrever la influencia que los cánones impuestos por el sistema social ejercen sobre la mente de sus miembros. Desde el punto de vista cultural, se exponen los conflictos resultantes de una adolescencia cobijada por el yugo de los estereotipos fisicopsíquicos de las esferas sociales dominantes, donde la profundidad con que el canon de belleza afecte los intereses del colectivo, queda involucrada en el problema de identidad. La adquisición de identidad, tiene por tanto, un elemento definido por aquellos factores que el núcleo socio-cultural califique como adecuados o inadecuados, buenos o malos, naturales o anormales así como los demás aspectos que constituyen el pensamiento y determinan el comportamiento de las personas. Pero, ¿quién puede determinar qué esta bien? ¿Qué es natural, correcto o indebido? Todos formamos parte de las amalgamas sociales que heredamos del pasado. Somos recibidos por entidades culturales regidas bajo principios, valores y preceptos que categorizan e intentan determinar el tipo de individuos que las componen. Nuestra visión de mundo está basada en la visión de mundo que atraviesa nuestros contextos, y sólo cuando voluntariamente hayamos asumido como adecuada una determinada posición frente a los hechos y fenómenos del mundo, podremos contar con la conquista de una

verdadera identidad. La imagen femenina, sería finalmente ese reflejo de identidad con que el hombre (principalmente) ha mostrado a una mujer; vulnerable en el pasado, vanguardista en el presente, y de cuyo futuro, falta todo por decir.

Bibliografía COLLAZOS, Óscar (1995). Adiós a la virgen. Bogotá: Planeta. WEIGEL, Sigrid (1986). “La mirada bizca: sobre la historia de la escritura de las mujeres”. En FEKER, Gisela (Ed). Estética feminista. Barcelona: Icaria. CIPLIJAUSKAITÉ, Biruté (1988): La novela femenina, contemporánea (1970-1985) hacia una tipología de la narración en primera persona. Antrophos: Barcelona.


social en cuestión.

esfera sexual.

Una cosa es clara. Los miembros de un sistema regido por fundamentos impuestos desde afuera, asumen y aceptan sus roles dentro de él, en razón de la imposibilidad para modificarlos desde adentro sin un soporte estructural bien constituido. Por consiguiente, se llega en nuestra reflexión, a la imagen de la mujer como el producto de las condiciones socio-culturales que han determinado su rol en los diferentes momentos de la historia. En este sentido, las coyunturas que permiten diferenciar a la mujer anteriormente descrita, de la actual ofrecen un panorama que justifica el cambio de su imagen, tanto a partir de la perspectiva femenina como de la masculina.

Esa es, a mi juicio, la columna vertebral que atraviesa la novela Adiós a la virgen, de la que quisiera extraer, para acentuar algunos aspectos, el siguiente fragmento:

Retomando la novela de Collazos, tracemos ahora una imagen de la mujer actual, o más aún una perspectiva con base en la cual se ofrezca una imagen de la mujer en la actualidad. Para ello, es necesario recordar que aun cuando Patricia Uribe es la narradora del relato, Óscar Collazos es quien nos ofrece el mundo de los personajes, esa perspectiva inmersa en la realidad que emerge del texto, para ubicarse en la construcción que nace cuando se emprende el acto mismo de lectura. Esa lectura que trae, refleja y ofrece el mundo de las imágenes a que corresponde la realidad que se desea proyectar. En contraste con la imagen de mujer como segundo sexo, se podría pensar que Collazos no sólo expone a una mujer libre de pensamiento, sino que además sugiere una búsqueda de la identidad personal articulada desde la experiencia erótica. Dicha experiencia puede concebirse como un fenómeno (más o menos) exento de roles sexuales, que podría ser visto como un mecanismo del que, tanto hombres como mujeres, nos servimos para consolidar nuestra identidad en lo referido al auto-conocimiento de la

¿Se era naturalmente, legítimamente inexperto a los dieciocho años? ¿Se era natural, legítimamente exigente a mis quince? ¿Me estaba extraviando en una perversión? ¿Pervertida yo, la acomplejada tetona hija de padres liberales y alumna de un liberal colegio privado?” (Collazos, 1995: 42). Como puede observarse, son diversos los aspectos derivables del fragmento citado. Partamos entonces del problema de género a fin de retomar la idea anterior. La pubertad, como puente conector entre la niñez y la edad adulta, representa, tanto para el hombre como para la mujer, una etapa de transición donde se

Poemas Alexander Ríos Estudiante de Literatura Universidad Nacional de Colombia

Nubes Las nubes deben recordar moverse. O si no se quedan observando tantas cosas que hay para ver. Una bandada de flamencos, dos hombres parados en la playa que les devuelven la mirada, un amanecer verde en el ártico, una pelea a muerte en la plaza de un pueblo, un buque a punto de estrellarse, algún Ícaro pretencioso, un globo que se eleva, otra nube bellísima, un avión fallando… Pero a veces se aburren y no les queda más que contar el número de aves que pasan o de tragarse toda la luz para entristecer los días, y así, pendientes hasta del saludo obligado del viento, pendientes de la vida que pasa. Cuando dos nubes hace mucho no se ven, se abrazan y llueve.

Pecera Los peces duermen con los ojos abiertos porque se han entregado a una espera infinita. Sí, esperan la caída del anzuelo o de un pez rosado de ojos rojos. Para los peces la muerte es un pescado negro que se revuelca, ahogado, fuera del agua. Y el amor..., depende del amo, quien en su soledad necesite comprar otro pez. Esperan con los ojos abiertos flotando en la perfecta calma que sólo puede existir en una pecera; en el perfecto aburrimiento de una piscina abandonada por los niños. Se hace tarde. La pecera, no sé por qué, se va oscureciendo. El pobre pez, solo, se hace tan pesado como si hubiera tragado una moneda, y se queda en un rincón donde no se le puede ver.

Perro que ladra La muerte del pelícano ¿Es verdad que el pelícano queda ciego? - Sííí… De tanto meterse en el agua Gesto de caída con la mano derecha Es de noche. Un pelícano cae muerto Estaba tan ciego que no pudo distinguir el mar de la tierra Grito de niño sonámbulo Consternación familiar Primera insinuación de la madre por enterrarlo -Pero ni que fuera una persona intervino el tío Una lágrima de abuela retardada. El primero se retira a sus tareas masturbatorias La madre se levanta temprano a barrer el cadáver Empezaba a llenarse de moscas.

¿Acaso no puede uno caminar a oscuras, en la noche, sin que lo delate el ladrido acusador de un perro? Le ladra a la noche como reclamando mi presencia. El perro hace mucho no puede dormir, tiene pesadillas, escucha pasos. El amo lo felicita por ladrar, aunque no le gusta que lo haga, le toca levantarse, buscar la escopeta y todos saben que al usar un arma hay alguna probabilidad de morir. Al amo le gusta esperar a que los ladridos cesen y de nuevo caer bajo la rima repetitiva del grillo trasnochado.


Rúbricas de cambio

Imagen e identidad femenina, en Adiós a la virgen de Oscar Collazos Daniel Mauricio Rodríguez León Estudiante del Programa de Español y Literatura, Universidad del Quindío

Juan David Zambrano Valencia Estudiante del Programa de Español y Literatura, Universidad del Quindío.

criaturas sientan vuestra brutal tormenta, apuntaló las directrices-. Bóreas. HUMEANTE BRÍO.

conocimiento. En Adiós a la virgen Óscar Collazos nos invita a reflexionar sobre una perspectiva a través de la cual, una vez más, el hombre exterioriza su concepción de la mujer, en función de los recursos que el sistema socio-cultural pone a su disposición para ello.

Fuliginoso abismo -Y así ha sido-. Las maldiciones fueron atendidas y vosotros tendréis privilegios sobre los mortales, no dejéis de declamar la letanía, blasfema hermandad, el arribo está cerca, que la anatema sea percibida en las honduras, que turbulentas quimeras invadan vuestros sueños, caótica ha de ser vida la del pueblo semítico-. La afluencia del antiguo Sucesor está próxima. Mirad la lejanía, “el Sol naciente es rojo, hoy se ha derramado sangre”, sangre cristiana, ahrrr…………… Ahrrr………… ¡Oh espectro misantrópico!……… -El suelo comienza a vibrar cual garrafal hecatombe. Colosales grietas se ven pelechar. Un funesto ardor salta a la vista. Monstruosas llamas surgen del más recóndito lugar… lo subrepticio deja de serlo… letales bramidos enmohecen los cielos, el crepúsculo enajenado se encuentra, las cabras retumban con exaltación y apoteosis, - he visto-. Bóreas. SALVATGE MALÍGNÎTAS.

Oh genuino adversario, encumbrada Deidad, daos significado a mi cosmos. Bóreas

Señales de maldad, el sutil Príncipe de las negruras

Como imagen paralela a su realidad misma, la mujer ha ocupado un lugar de carácter diverso en el pensamiento del hombre a lo largo de la historia. Una historia tejida a partir de las visiones dominantes del mundo, que tras limitar el pensamiento y restringir el comportamiento femenino, han distorsionado su evolución lógica. Hoy, derrocada su exclusión de las esferas política, económica y cultural, la mujer forma parte integrante de las estructuras socio-culturales de occidente, y puede por tanto hablarse de los puntos inflexivos de su papel en el orden patriarcal del mundo.

El alba ha perecido y el cielo se matiza de tempestuosas tinieblas… Un suspiro infernal embriaga el ambiente, dotes de maldad, sapiencia, argucia, grandeza. Magno es el poder que emana, sublime su fuerza, el goce su designio… Por etérea sabiduría fue tocado, es esta su horda, su ardiente flama, ahaa; vestigios de manumisión permean el horizonte... Una oscura ráfaga de luz

Así, se nos presentan en el plano literario las reflexiones de un hombre sobre la visión de la mujer actual. Una mujer de la que él se sirve para narrar el trance vivido por una niña al atravesar la pubertad, en una novela cargada de erotismo y desprovista de prejuicios moralistas. Allí se ve además reflejada la profunda búsqueda de identidad en que se inscribe la adolescencia una vez asumidos los vaivenes del auto-

¡Ah!, un luciferal hálito se respira…

Latente ansiedad, el éxtasis siniestro Malévolo creador de céfiros prohibidos. Serpêre del Tartärus -he dicho-, acudid a mi llamado ¡oh portentoso Señor nocturno!... vuestro titánico ejército aclama la llegada, pérfida Beatitud, escuchad el enfurecido canto. ¡Oh prodigioso Señor nocturno!, el culto exhortante está… ¡Ah Magníficus sapîdus, Bestîa níger; auscultare martyrium de Deus!; que la prodigiosa arte sacuda la esfera viviente, que el efímero tiempo detenga su curso, que la beldad de la Luna observe desleída, atónita, y que las demás

Un eje de simetría, dado lo anterior, podría sernos de utilidad para establecer la diferencia entre los siguientes momentos de la imagen femenina: Desde el punto de vista literario, la primera etapa de producción (fundamentalmente masculina), trazó los ejes éticos y estéticos adoptados en las etapas posteriores por la mujer, cuya expresión literaria fue, por tanto, inauténtica, como señala Sigrid Weigel al aseverar que “el contenido y el modo narrativo de la escritura de las mujeres no se pueden considerar como expresiones originales de la experiencia femenina tout court” (Weigel, 1986:76). Del mismo modo que la imagen de la mujer sobre sí misma se vio permeada por la perspectiva patriarcal bajo la cual fue regido el mundo y en particular la producción literaria de aquel entonces, “en el orden masculino, la mujer ha aprendido a verse como inferior, inauténtica e incompleta” (WEIGEL, 1986:72). Hablar de una imagen femenina, es entonces referirnos a un punto de vista unilateral de los hechos (el masculino en nuestro caso), desde el cual le son atribuidas sus características principales al fenómeno ideológico subyacente a dicha imagen. De modo que la mujer de ese periodo patriarcal y machista por excelencia, se vio no sólo relegada a un segundo plano de la producción literaria, sino además excluida de un mundo generado por y para los hombres, donde su única posición neutral giraba en torno a las actividades que, por razones ajenas a su voluntad, le fueron encomendadas en calidad de obligaciones. En este sentido, la producción literaria de las mujeres ha sido objeto de numerosos estudios que deja sugerida la problemática de una manera más amplia. El estilo femenino, como aspecto diferenciador respecto al modo narrativo del hombre, no es un caso cerrado. Al respecto, BIRUTÉ CIPLIJAUSKAITÉ sostiene que “la escritura femenina concebida como tal se encuentra aun en periodo de experimentación” (CIPLIJAUSKAITÉ, 1988:224). Con lo cual, ubicar una imagen de la mujer a partir de su producción escrita resulta, en sí, carente de sentido. El que exista un estilo determinado cobra importancia si a través de él se expresan los deseos y experiencias de la mujer como un todo autónomo e independiente de la imagen que de ella, ha proyectado el hombre. Parafraseando a Weigel, el estilo como característica en la diferenciación de género, tan sólo constituye el punto de partida hacia la reflexión sobre el problema. La autenticidad de la escritura femenina implica, por tanto, una reflexión de carácter cultural donde la mecánica social tiende a determinar la identidad de quienes conforman el cuerpo


En resumidas cuentas, el docente de educación básica debe hallar la forma de incorporar en su clase de lengua y literatura, las actividades, procedimientos o reflexiones necesarias, para captar la atención y el interés de sus alumnos. De igual manera, deberá utilizar estrategias de comprensión y producción textual, apoyadas en la concepción del aprendizaje modulada desde la lúdica, y a partir de la realidad inmediata del estudiante. Ello presupone a su vez la idea de estudiante como miembro individual del colectivo socio-cultural en que se inscribe, y parte potencial del futuro próximo, que exige de las sociedades actuales la formación de individuos autosuficientes, competentes y preparados para asumir de manera favorable su rol como ciudadanos partícipes de una cultura comprometida con la causa de su realidad social.

Bibliografía De manera que cualquier intervención del docente, deberá partir de lo que el estudiante ya conoce y atender a sus necesidades cognitivas desde coyunturas pedagógicas que además de involucrar su realidad cultural, permitan: - Fortalecer el proceso de aprendizaje, desde la participación conciente, activa y lúdica del estudiante. - Favorecer un clima de trabajo cooperativo. - Garantizar un desarrollo del contenido que parta de los aspectos más generales y de allí llegue a los elementos subordinados del tema. Según E. M. Santi “las barreras del lenguaje, probablemente, se deben menos a una falta de competencia gramatical de índole oracional, que a la capacidad de dominar activa o pasivamente determinadas clases de textos” (Cit. Reyzábal y Tenorio, 1994: 39). Esto implica que la capacidad de comprender y producir diversas clases de textos resulta de suma importancia para adquirir la competencia comunicativa. Esta competencia se hace imprescindible en la comprensión lectora y la producción escrita, ya que involucra la lengua y la literatura como instrumentos de comunicación (lo real), y no como el estudio gramatical o histórico con base en un modelo de lengua ideal (no real), donde el proceso de enseñanza / aprendizaje queda reducido generalmente a la memorización de datos o reglas prescriptivas que poco o nada tienen que ver con la realidad experiencial del estudiante.

CHEVALLARD, Yves (1991). La transposición didáctica del saber sabio al saber enseñado. Buenos Aires: Aique. GALBRATH, Barbara et al (1997). “Aprendizaje y enseñanza en la zona de desarrollo próximo”. En ÁLVAREZ, Amelia (Ed). Hacia un currículum cultural: la vigencia de Vygotski en la educación. Madrid: Fundación infancia y aprendizaje. REYZÁBAL, Victoria y TENORIO, Pedro (1994). El aprendizaje significativo de la literatura. Madrid: La Muralla. SILVESTRI, Adriana y BLANCK, Guillermo (1993). Bajtin y Vigotski: la organización semiótica de la conciencia. Barcelona: Anthropos. SOLÉ, Isabel (2001). Estrategias de lectura. Madrid: Grao.

plaga la vacuidad, ¡es él!, el Maestro, el Dios fórmico… Emperador de las profundidades, del averno… Sin duda alguna está aquí; el colofón del día ha llegado, pienso-. Bóreas. SALVE SATANÁS.

Presencia maléfica. Ante su excelsitud se postran los vasallos. El tan temido y esquilmado enemigo con refulgentes alaridos irrumpe en la noche, lobos aullando en su nombre se oyen a lo lejos, una eminente corte le da la bienvenida, los elementos confabulan bajo el manto de la portentosa sombra -es

ello a su favor, lo sé-; todos callan, el silencio se apodera del ritual…… La elipsis quebrantada es, y una perversa voz en el espacio ensordece: Seres de lúgubre intelecto, vuestra Majestad Imperial, os impartirá su voluntad, -dijo-. Bóreas. LARGA VIDA AL REY.

Fúnebre exordio, la voz del Emperador Furia… crueldad… venganza… ansias de aniquilación flotan en la atmósfera. Sobre su trono el Soberano nos observa con gnosis, los admirantes imploran fervorosamente su rugido… callaos y escuchad dice a sus fieles: Leales almas vetustas, demonios enfurecidos, a vuestra merced dispongo la más inicua armería de destrucción, el litúrgico cataclismo se acerca y os anuncio que el decadente ya colapsa. De vosotros depende que el trono de la sombra retome la potestad despojada por la emética falacia cristiana, a la sazón, que un magnificente grito aturda la existencia del débil… -Arguyó con egregio-. Bóreas. AVE SATÁN.

El designio del Rey. Rostro del cambio -El frenesí era inconmensurable: Mis aguerridos hermanos, sombríos corceles de la noche, furibundos espíritus letárgicos, despertaos ahora, es esta la estratagema… Vuestra mente aunque no lo refleje lo sabe, sois luchadores natos dispuesto a vencer, que se oiga en su interior, que lo apropie el discernimiento, y sea empleado en el campus de batalla, pues con ímpetu os digo: El método será la guerra, ya que a cambio la fuerza, el poder, el goce, la sabiduría y la emancipación serán la victoria. Siendo así Legión pagana, que os oiga el aire, el agua, la tierra y el fuego, y que “los ángeles caídos se levanten en un mar de sangre”. Profirió con violencia-. Bóreas. SPÍRÎTUS PERNÍCÍOSUS.

El destierro de la precaria doctrina, acabose de la aurora Temerosos… desahuciados… aberrantes… es como se perciben las sectas judaicas en el intervalo de la conflagración, no desconocen el poder de su Adversarîus, de su ineludible Príncipe… La diatriba lanzada a los vientos, sardónicos lamentos se vislumbran en la cúspide de la cruz, alegórica es la presencia satánica en la contienda. Corren, se ocultan, imploran perdón, clemencia; fosca misericordia suplica con degradante lamento la raza inferior… No -discrepa la Alteza desde su plateado trono-: No, pues vosotros habéis osado llamar Dios a un insecto rastrero, a un sanguinario individuo, habéis tenido las agallas para repudiar lo que os dije en épocas remotas, me habéis escarnecido y desgarrado sin el más mínimo indicio de compasión durante innumerables siglos, ¿y hoy me instáis misericordia?… No hallo en vosotros rasgos de orgullo, de honor… sois la más despreciable e insolente casta, natural decadencia. Es por tanto y la historia, que ordeno mi ira os corroa, os desmembré sin compasión alguna, que mi cólera atomice en vuestro interior, fracture vuestra médula y disgregue vuestro


La consumación del holocausto, el fin de la ofrenda Leviathan ruge ferozmente, violentas olas golpean con astucia los desgastados cuerpos de fe, afiladas esquirlas de aer socavan los muros sacerdotales con destreza, el hundimiento de la terra es implacable, y fatales deflagraciones de focus deslíen los ya deteriorados cuerpos somnolientos. Millares de catervas destrozan brutalmente la rústica portezuela del único santuario en pie… Las tenêbrarum elevan himnos de gloria; la polvareda se disipa y en lo alto de la montaña se entrevén interminables cruces invertidas simbolizando la derrota una por cada alma abatida- de Christus y su trascendente padre… un universo quebrantado… en preciosas ruinas la iglesia se distingue y bajo la melancólica túnica yace el ilegítimo Templo de Saber insolente quien así lo nombrara-. Dragados los cristianos han quedado, la segregada posesión a la tumba abruptamente. Es un triunfo Pagano -propugnaré eternamente-. Bóreas. “ESTRELLA DEL DÍA”.

“El retorno del Rey”

precario intelecto, cuya esencia avergüenza la real sabiduría humana litigo con odio-. Bóreas. LA FACULTAD, EL GRÍMOÍRE.

El enemigo feneció. El imperio a quien pertenece, y tras la victoria, derrocada ha sido la estéril ignorancia, la árida debilidad, la punzante abstinencia y la arcaica esclavitud. SATANÁS entronado es en mano de los malignos, quienes lo proclaman Monarca Perenne de la Tierra (bella, fértil, esbelta, fecunda, de contextura armónica, del hombre y para el hombre, para el auténtico hombre) y de los Infiernos (donde sufre el perdedor y las tormentosas culpas son infalibles equinoccios). Que así sea para la infinitud pronuncian con regocijo las tropas demoníacas-. Bóreas. SANCTUS DIAVOLOS.

efectos funcionales en la educación básica, entendiendo por juego la actividad cultural mediante la cual el niño asume un determinado rol (a nivel imaginario), que lo lleva a ensayar comportamientos y situaciones para las que no está preparado en la vida real. Estos comportamientos y situaciones poseen cierto carácter anticipatorio o preparatorio, y al ser experimentados por el niño, permiten que el docente haga de los escenarios lúdicos terrenos sólidos para la articulación del juego, como herramienta generadora de Z.D.P y, por ende, funcional en el proceso de aprendizaje. Sin embargo, cabe señalar que no todos los juegos generan Z.D.P y, por el contrario, muchos de ellos se limitan a procurar la obtención de un determinado resultado, precedido por un procedimiento regularmente mecánico, donde el participante difícilmente tiene oportunidad de sopesar su conocimiento previo o exteriorizar su criterio, a fin de crear el conflicto cognitivo necesario para la fijación del conocimiento. Cada actividad generadora de Z.D.P, deberá manejar una dimensión social que permita al niño hacer uso de las reglas culturalmente preestablecidas, de manera que le induzcan a la solución de problemas y a generar situaciones favorables para él y para el colectivo sociocultural al que pertenece. Desde la lúdica, como catalizador de una realidad social, se pueden interrelacionar elementos de comprensión y producción que resulten atractivos para el niño y que se orienten desde estrategias que favorezcan el proceso de enseñanza aprendizaje. Para efectos de comprensión y producción textual, el docente deberá procurar que en sus actividades el estudiante evidencie la presencia de su contexto, de sus conocimientos previos, de sus intereses, de sus motivaciones, etc. Teniendo en cuenta la proximidad que debe existir entre las expectativas del estudiante y los procedimientos adoptados por el

profesor al desarrollar los contenidos, la narrativa nos ofrece en géneros como la leyenda popular, el mito o el relato maravilloso, un panorama lo suficientemente amplio como para orientar las actividades en función de las leyendas regionales, por ejemplo, cuya presencia en la mente de los pueblos y su proximidad con la realidad inmediata de los alumnos, permite trabajar aspectos diversos a partir de algo que ya pertenece a la experiencia del estudiante. Por otro lado, cabe recordar que, como señala Solé, “los hechos que suceden en una historia -y los elementos que la componen: escenario, personajes, problema, acción, resolución- nos permiten ir prediciendo que ocurrió a lo largo de ella; es un proceso que hay que enseñar a aprender” (Solé, 2001: 23). Este procedimiento puede favorecer el proceso de aprendizaje, en la medida en que el docente genere situaciones próximas a la realidad del estudiante, con lo que al trabajar sobre los géneros mencionados, el alumno podrá ser puesto en conocimiento del texto narrativo, como la consecuencia de la estructura formalmente pre-establecida que subyace a él en los géneros aquí tratados. No obstante, el profesor deberá valerse de la transposición didáctica, (concepto mediante el cual se designa el paso del saber sabio al saber enseñado), a fin de facilitar una asimilación del contenido que parta de lo conocido por el estudiante, y de la relación que los nuevos contenidos guarden con las etapas tanto anteriores como posteriores del proceso. Así, vemos como tras viajar por la tradición oral a lo largo de la historia, las leyendas populares permiten que el docente dé por sentada su presencia como textos culturales en la mente de los estudiantes, y adopte así estrategias que favorezcan el proceso de enseñanza-aprendizaje en función de los presupuestos sugeridos.


El componente socio-cultural como soporte pedagógico en el proceso de aprendizaje de lengua y literatura en la educación básica Daniel Mauricio Rodríguez León Estudiante del Programa de Español y Literatura, Universidad del Quindío.

La presente ponencia pretende ofrecer una mirada al proceso de enseñanza/aprendizaje en función de la significatividad que representen para el estudiante los contenidos a tratar. Para ello, se sugiere tener en cuenta las necesidades cognitivas del estudiante, su realidad sociocultural y la lúdica como recurso fundamental para ser utilizado en las primeras etapas de la formación escolar. Desde esta perspectiva, la tipología textual narrativa nos invita a reconocer la versatilidad de géneros, como la leyenda popular y el relato maravilloso, al buscar una aproximación menos ingenua entre los estudiantes de educación básica y los contenidos de lengua y literatura dispuestos por el docente para dicho periodo. Ello implica una adaptación en el proceso de enseñanza - aprendizaje orientada hacia la contextualización de las actividades concebidas. Dicha contextualización deberá articularse en virtud de la realidad cultural en la que se inscribe el grupo al cual va dirigida la actividad y, por esta razón, se parte de la didáctica como campo interdisciplinar que exige el aporte de disciplinas como la lingüística del texto y la psicología cultural. Así pues, vemos cómo la institución educativa debe preocuparse por enriquecer y ampliar la comprensión que los estudiantes tienen del mundo que les rodea e inducir los métodos culturalmente apropiados para la adquisición de un conocimiento funcional y proyectable a favor de su desarrollo. Para ello, es necesario que el docente ofrezca información que sobrepase la experiencia personal del estudiante, y consiga dotarle de herramientas que agilicen su empleo de la experiencia y la información, en provecho propio y de la sociedad. De igual manera, se concibe el lenguaje como la práctica social mediante la cual el individuo exterioriza su pensamiento y lo confronta con el de los

demás miembros del colectivo que le rodea, a fin de construir su identidad personal y social. Toda entidad cultural, y en especial la literatura, se trabaja entonces como el producto ideológico, social e histórico del pensamiento cultural bajo el cual sale a la luz, y no a partir de “la lengua como un sistema de formas inmutables o como un proceso incesante de creación individual” (Silvestri: 1993: 22), como señala Adriana Silvestre en su reflexión sobre Bajtín, quien por su parte afirma que “cada discurso es dialógico, está dirigido hacia otra persona, a su comprensión y a su efectiva y potencial respuesta” (Cit. Silvestri, 1993: 65). En este sentido, se advierte la claridad con que el docente debe trazar sus objetivos, los medios para llegar a ellos y la importancia de los mismos con miras a una formación funcional y pertinente en lo referido a la clase de lengua y literatura en la educación básica. De otro lado, en el proceso de aprendizaje es importante operar desde los conocimientos en desarrollo que el estudiante potencialice a través de sus propios recursos, teniendo como base el trabajo guiado al principio del proceso, donde el docente plantea sus actividades sin esperar, ni resultados inmediatos, ni la asimilación total del contenido en cuestión. Es decir, se trabaja desde la zona de desarrollo próximo (Z.D.P), definida por Vigotsky como “la distancia entre el nivel real de desarrollo, determinado por la capacidad de resolver independientemente un problema, y el nivel de desarrollo potencial, determinado a través de la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o en colaboración con otro compañero más capaz”. La solución de estos problemas puede conseguirse a través de la lúdica, en particular del juego, como recurso de capital importancia para

Preceptos para la eternidad Lóbrego ejército, escuchad y aprended -pregona el Macho Cabrío: Sois mi estirpe, valientes y conocedores también, mortífera contienda habéis vivido y con mágica fortaleza el laurel conquistado han. El galardón… el Mundo direccionado a vosotros es… y tan alta inteligencia sabrá ser guía. Seguid con éxito la excelsa serpiente. Que el poder os acompañe y la fuerza nunca desfallezca, que os satisfagan las más inhóspitas complacencias, y la libertad sea vuestro dogma, vuestra ley perpetua... pues vosotros sois mi indubitable efigie -reveló-. Bóreas. ÍMMORTALÍS COLÛBRA.

De pertinente reflexión, el legado de la Bestia ? Desarrollad la guerra, la guerra intelectual, puesto que Satanás es la representación del ser humano en la tierra y viceversa, por consiguiente, que se haga honor acertado a tal mandato. Porque debéis recordar por siempre mortal: “el satanista no es malvado, es virtuoso”. ? La “maldad” y la “bondad” son conceptos complejos, que diversos se denotan en cada especie. ? La existencia de Dios va mucho más allá de lo que se ha pensado y aun más la de su genial rival. ? Muerte al débil, vida al fuerte, ¿qué significa verdaderamente el postulado? ? Que Satanás ha dicho: “El mal será mi bien”. ? La apotegma: “El satanismo es una religión de la Tierra” (Antón Szandor La Vey).

Leed con perspicacia -afirmó el sabio- Bóreas. MAGÍSTER OBSCÛRUS.


A.P.P.E.C.E.P.O Francisco J. G. Campillo Profesor Universidad del Cauca. La Asociación Payanesa Por el Cambio de Estatuas Por Otra Cosa trabaja arduamente en cívica tarea, porque declaramos que las actuales estatuas se hallan muy cansadas de estar ahí tan exiliadas de todo impulso en esos parques y ya la gente casi ni las mira, a excepción de estudiosos de la cultura que no tienen ojos, lo cual resulta francamente paupérrimo o digamos que triste o en todo caso constituye una soporífera reiteración del mismo programa en la ya de por si tediosa pantalla de lo real y por ello es que nuestra asociación propone: guardar en destrucción por un tiempo las estatuas, desembutirlas definitivamente, que desglorifiquen ya, o cortarles la cabeza del estar ahí paradas como si no hubiera cielos, o declararles con ruido de tambor la quiebra, para mientras tanto, por ejemplo, ahí donde está cabizbajo el sabio Caldas pensando en sus botas de gato, deberíamos poner una puerta a la dimensión desconocida, el conjunto de Mendelborg, un infundibula crono sinclástico, o en su defecto, el ojo estramónico de un argonauta de lo imposible, y así con las otras efigies que pueblan los parques de nuestra ciudad, de modo que los niños y los ancianos que salen a los domingos puedan tener su visión propia de la complejidad o el universo nada menos que desde cualquiera de los parques de este olvidado lugar de la tierra bastante aburrido a veces, o si no, pregunten a las estatuas y ellas dirán en su neoclásico inmovilismo el tedio en el que se hallan sin poder saltar a la condición de cuerpos vivos que bailan, pues yo no creería en un dios que no supiese bailar, esto quiere decir: inyectemos en las venas la velocidad de las músicas para que escapen continuamente a su condición de estatuas, y pongamos en uno de los pedestales por ejemplo, el cuerpo joven y vigoroso de un ladrón que, además de un reloj, se ha robado lo absoluta determinación de correr como un desesperado pues atrás viene la policía y entonces veremos en el pedestal el recuerdo de quien tan sólo hace un rato estuvo parado ahí. ¿qué tal señor alcalde la propuesta? aunque por otra parte, y a propósito de nosotras las mujeres, yo propongo que pongamos en el lugar de Sebastián De Belalcázar y su enorme caballo, una niña enamorada que por esa razón no podrá permanecer mucho tiempo ahí y se irá, pero no importa, ella dejará en su lugar un poema vacío y resplandeciente en donde los ojos de los espectadores podrán leer una historia de amor escrita con nubes que pasan, con mansedumbre de buena hierba, con risas y con calles caminadas buscándolo a él, pero un poco sin buscarlo para entregarle un cofre donde le digo en una carta que una de estas noches salgamos a poner las estatuas en ningún lugar, o a cambiarlas por un estanque de fondo tan cambiante, o por puertas para que lo infinito entre, o por pliegues hormigueantes para los acuarios, por desdoblamientos o hasta por relámpagos etc., de modo que APPECEPO tenga un segundo componente o decreto de cara repentinamente asomada, por lo cual alzo la mano de algún maniquí recién llegado y propongo como otra de las actividades predilectas de nuestra ong ong ong salir ya sin más demora, asaltar a la noche para escribir en las paredes poemas de Roberto Juarroz a quien admiro mucho, pues si no, para qué las pintan de blanco, para qué están tan vacías y tan necesitadas

lo cumple a cabalidad exceptuando sus primeras ideas reacias que eran las de respetar a la iglesia, porque ni siquiera se agencia una misa en su gobierno. Sancho acomete un gobierno progresista, de corte revolucionario, con una intensa necesidad de poner en escena los principios humanísticos: es una imagen del pensamiento de Cervantes explícito desde Sancho. Sancho logra hacer lo que tiene pensado Don Quijote: la lucha por imponer la justicia, de enderezar los entuertos y deshacer los agravios, pues en este sentido Sancho logra, en palabras del yugoslavo Lúdovik Ostere, lo siguiente: Así acabó con los revendedores, liberó la importación de vinos, reguló sus precios y moderó los del calzado; tasó los salarios de los criados y estableció severas sanciones contra los adulteradores de vino y los cantantes de composiciones deshonestas y por último dictó tan buenas que, según afirma Cervantes, hasta hoy se guardan en aquel lugar y se llaman “Las Constituciones del gran gobernador Sancho” (Ostere, 151). Sus otras disposiciones fueron la de gobernar en el acto, es decir, se movilizaba hacia el lugar de los hechos y desde allá impartía justicia de modo muy significativo, pues prueba en varios pleitos ser un excelente juez. Además, visita las cárceles, las plazas, las carnicerías, inspecciona el mercado y los alimentos, produce un acompañamiento sin igual. Todo ello demuestra que su capacidad quijotesca es tan igualable como la de su propio amo. Las palabras de Marcelino Menéndez y Pelayo nos hablan de la figura trascendente de Sancho que se equipara a la del Quijote: “Sancho no es una expresión incompleta y vulgar de la sabiduría práctica, no es solamente el coro humorístico que

acompaña a la tragicomedia humana: es algo mayor y mejor que esto, es un espíritu redimido y purificado del fango de la materia por Don Quijote; es el primero y mayor triunfo del ingenioso hidalgo; es la estatua moral que van labrando su manos en materia tosca y rudísima, a la cual comunica el soplo de la inmortalidad” (Menéndez y Pelayo, 1978: 15). Para terminar, las ideas un poco aceleradas de maestros que comparan a sus estudiantes con Sancho son un elogio. La figura de escudero es tan íntegra que no se puede ver a Don Quijote por un lado y a Sancho por el otro, ambos son el estereotipo fracturado de una época, son la sublimación de los elementos sobresalientes del ser humano, son la prueba indeleble de amistad y encuentro en el camino, de llamamiento a la aventura. En los 400 años del Quijote no hay que dejar de observar el ejemplo vivo de Sancho, pues en él reposan las características básicas de un personaje trascendente. Franz Kafka en sus disquisiciones realizó una mirada de Sancho Panza con la que quiero terminar: Sancho Panza, que por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con el correr de los años, mediante la composición de una cantidad de novelas de caballería y de bandoleros, en horas del atardecer y de la noche, apartar a tal punto de sí a su demonio, al que luego dio el nombre de don Quijote, que éste se lanzó irrefrenablemente a las más locas aventuras, las cuales empero, por falta de un objeto predeterminado, y que precisamente hubiese debido ser Sancho Panza, no hicieron daño a nadie. Sancho Panza, hombre libre, siguió impasible, quizás en razón de un cierto sentido de la responsabilidad, a don Quijote en sus andanzas, alcanzando con ello un grande y útil esparcimiento hasta su fin” (Kafka, 1985: 213).

Bibliografía CERVANTES, Miguel de (1976). Don Quijote de la Mancha. México: Editorial Cumbre. DE RIQUER, Martín (1970). Aproximación al Quijote. Barcelona: Editorial Salvat. GARCÍA OSPINA, Norbey (1999). “Ponencia”, presentada ante el Primer Simposio Colombo-Alemán: Desarrollo Comparado de las conceptualizaciones en experiencias pedagógicas en Colombia y Alemania. Medellín. KAFKA, Franz (1985). “La verdad sobre Sancho Panza”. En Obras completas. Barcelona: Editorial Salamandra. MENÉNDEZ Y PELAYO, Marcelino (1978). “Prólogo”. En: CERVANTES, Miguel de. Don Quijote de la Mancha. Medellín: Bedout. OSTERE, Lúdovik (sf). “Actualidad del gobierno de Sancho Panza”. En Revista Plural, (151).


El otro es la carta a Dulcinea que le manda Don Quijote con Sancho y que este pierde de forma desconocida, y que al toparse con el Cura y el Barbero la pronuncia de mil formas aduciendo que se la sabe de memoria: “Tornóla a decir Sancho otras tres veces, y otras tantas volvió a decir otros tres mil disparates” (I, 26). El hecho es que nunca llega a manos de la amada del Hidalgo y que gracias a ese suceso a Sancho le toca inventarse una Dulcinea que está muy vista desde lo lógico pero que de hecho la ensalza en una ficción; de aquí se desprende parte del aquijotamiento de Sancho. En el intercambio maravilloso que realizan amo y escudero se muestran los matices de la realidad y la ensoñación, pero esta vez será Sancho el que inventa una historia que no tiene asidero, ya que no ocurre, pero que sí pareciera a los ojos del lector válido que hubiera sucedido. Pero es en la segunda parte del Quijote donde Sancho irá más allá de esta invención. Un hecho particular es también el de la intervención directa de Sancho como librador de la batalla cuando a Don Quijote se le ocurre liberar unos reos de alta vileza que llevan presos, pues este episodio es de los pocos que le parece justo a Sancho y por eso interviene.

El Quijote apócrifo y el aquijotamiento de Sancho Algunos especialistas han realizado muestras de cómo gracias a Sancho se puede hablar de la falsedad de autoría de la Segunda parte del Quijote; una de las posibilidades de prueba de ello es la de que el personaje de Sancho ya no habla ni razona como antes; es un personaje de otro nivel, deja de lado la rusticidad y sus comportamientos tienden a ser refinados. Sin embargo, esto es sólo la señal de que Cervantes ha perfilado mejor al escudero y esto porque ha ganado en evolución, es decir, se ha impregnado de los pareceres de su amo. Así como Don Quijote tiene mucho de ese flanco jocoso y elemental de su escudero. La huella más clara del perfil elaborado de Sancho se evidencia cuando éste gobierna la ínsula; sabemos que es una broma que le juegan unos duques que han leído la primera parte de la novela de andanzas al Quijote y a su servidor; pero sin duda se le permite demostrar a Sancho todo lo que ha conseguido almacenar en su dialogar con el Quijote, sus imaginarios ya no son simples y sus sueños acrecientan la idea de un personaje justo, generoso y con una capacidad de idealización similar a la del Caballero de la triste figura. El gobierno de la ínsula Barataria por parte de Sancho concreta la promesa primera que le hizo Don Quijote, pero además pone en juego una serie de fundamentos vitales para el significado de amistad que engloban la pareja y la simbiosis entre ambos, como esa consolidación de la forma de lo humano; así lo plantea Norbey García Ospina: “La razón y la sensibilidad carecen de forma material, pero las podemos entender como formas de lo humano en el sentido que sea cual sea el lugar desde el que las miremos nos evocan tal categoría. Son formas de darse lo humano, pudiéramos decirlo en un lenguaje cotidiano” (García, 1999). La simbiosis que muestran Don Quijote y Sancho: imaginación, fantasía, intuición, lógica, reflexión, sueños, asombro, motivación, como esas formas de darse lo humano. De tal manera que frente al gobierno de la ínsula se mezclan las posiciones y pareceres de los personajes en una sola. El gobierno de Sancho de la ínsula Barataria representa el sueño más alto alcanzado por parte del escudero, ya que siempre evocaba y vivía de ilusiones frente a que algún día su amo le entregará una ínsula para que él fuese el gobernador y, en efecto, ya a punto de concretar su ideal casi lo

pone en duda. No obstante, no desperdicia ser el gobernador de ella. Este gobierno, al contrario de lo que piensan los Duques aragoneses, es un ejemplo trascendente de ética política muy apropiado incluso de recalcar en nuestros días. Como buen político, Sancho idea un programa y

de poesía, pobrecitas paredes, a l g u i e n d e b e r í a p r o t e s t a r, preocuparse, cuidarlas, alimentarlas con el sagrado potaje alimenticio del sentido de los poemas que incitan a vivir, porque eso es lo que necesitamos, tanto nosotras estatuas andariegas, como las otras que llevan tanto tiempo metidas en la cárcel de una postura amarrada al metal sin que nadie pueda decir cuál fue el delito que esas estatuas cometieron para que las condenaran a semejante nudo ciego de inmovilidad, no entiendo, por ello nuestra organización está comprometida a defender el derecho de las estatuas al movimiento, no descansaremos hasta no verlas corriendo felices y desnudas por una pradera, para siempre ebrias que es el estado en que una estatua debe permanecer para no caer en el congelamiento de una estatua, ya que cuando se está ebria de lo que dan ganas es de bailar para quitarse de encima el peso de los días, pero también porque sí, porque a nosotras las estatuas lo que nos gusta es bailar, porque nosotras las estatuas es mentira que seamos estatuas, es completamente de otra forma, ni siquiera nos llamamos caldas, obando, valencia, josé hilario, nos llamamos culper killer, edy jumper, rupy blast, boylan strong, para mencionar sólo unos nombres, y nos gusta andar en moto cuando el día todavía es un caballo arrasando puertas, o nos gusta hacer bulla con tambores hasta quebrarlo todo o derretirlo, o nos gusta andar entre cosas recién hechas para brillar o para sonar o para volar fuera de las cavernosas cuevas del deber cumplido, es cierto, no lo negamos, podemos repetir de forma distinta lo que vemos, una mariposa no tiene por qué morir sin antes haber dicho denme un trago, un muro no tiene por qué no ser un muro que nunca nadie atraviesa, se está al comienzo de la noche y cada estatua quiere empezar a reír, queremos por lo demás sentir las cosquillas en el agua, que se revelen de una vez por todas los labios, que salten las hormigas para siempre como fósforos, que la fisiología entienda lo invisible y

muerda, en consecuencia recibamos estos anuncios tendientes a despertar mejores transiciones, es lo justo, una muchacha tiene que hacer todo lo posible para que el viento no la olvide, eso fue lo que hizo la estatua de la musa, se pintó los párpados y también la miel de azul, olvidó la lira entre los escarabajos, dejó a su poeta llorando alejandrinamente, y se perdió ahí donde el verano no era un espectáculo para cualquiera, pero antes dijo que en yampopa faltaban más cines, no era que se quejara, fue más bien que recordó una vieja tonada, pero luego las manos se le volvieron inexorables o vivas parásitas de hielo, los pies no quisieron esperar el paso de los trenes, y ya no hubo quien pudiera volver a acoplar tantas sílabas que quedaron regadas como flores en el piso, alguien quiso leer un adiós pero le salió un lado imprevisto a la calle, un lado que estaba contando otra historia distinta, no que hubieran robado como oro la inmovilidad de las estatuas, sino que había venido el desierto blanco por donde salieron corriendo inmediatamente se dieron cuenta que en el horizonte estaban completamente desnudas, pero antes pusieron los templos sobre pequeñas agujas, y al cabo sucedió que cayeron y se quebraron, no fue posible que nadie asistiera a la última misa, ni siquiera nadie encontró abierto los armarios, ni respondidas las preguntas que el viejo policía hizo mientras la luz roja de las patrulla giraban fingiendo no saber nada, ni siquiera la niña que era yo pudo decir por qué del blanco salieron pontífices detrás de tantos colores alterados por la situación de emergencia producida, claro que se trata de un estado de excepción, o si no miren como quedaron las pastillas, los meses de reventados, los cristales en fragmento, la línea exacta de las cosas se partió y repartió por las grandes gradas en voluptuosos pliegues de color indeciso, pero aquello fue otro asunto distinto, vagamente remediable con sólo abrir un pequeño hueco en la tierra junto al pedestal vacío donde antes alguien estuvo tanto tiempo siendo lo mismo, pastoreando los lentos caracoles babosos y cansados, porque un hueco bien hecho remedia cualquier inconveniente o rebaño, o si no miren lo que sucede en los cementerios donde nada se oye palpitar como antes, donde sólo preguntas quedan que ni para qué, donde el grado de lo que no está parece más hondo, y todo por cavar un hueco, por reestablecer no se sabe ya qué orden, pues por más que se ponga una palabra tras otra, ya no se dirá lo mismo,


si cambia el humo, por qué no la música que reorganiza los encuentros, las fugas de las estatuas, la noche misma en que volvemos a mirarnos,

uno se acostará en la hierba y le saldrán a bailar los osos tras cualquier distraimiento, vendrá la madre a recogerle a uno las manos, pero una ya no es una niña que no pueda dar patadas en el paterno muro o que no sepa ciertas cosas, como que todo puede explotar si uno lo quiere, como que todo puede volverse del color que no ha sido, pájaros con cara de haber volado más allá de todo, más allá de mí misma, donde las estatuas son de la furia la alegría, donde lo inviolado es el cáliz de una lívida rosa, donde la carretera es un mar de gafas que hemos dejado en el camino, donde el viento por las orillas abre los párpados de muchachos recién dormidos, y no es que se vaya desnuda pero a continuación la espalda flota, la vida flota, no hay hierro que no se pudra entre las flores del jardín, ni señora que no diga dios mío cómo llegó a tanto, mientras otras manos recogen los utensilios casi evaporados, las cigüeñas blancas desplumadas, los pujantes machos untados de amarillo, la púrpura desteñida y rota de razas soberbias, la zurda banda de pillos y gañanes, y también las palabras perdidas, con las que no se nombra ni a una hormiga blanca, ni a la flor de humo que cayó al pozo del principio completamente muda y sin pétalos de los que se pudiera hablar afuera de la fiesta, mientras se toma aire y nos dicen que nunca nos vieron pero que nos conocían, la ciudad es grande contesta uno, o todas las estatuas, o por qué no las montañas si está la luna, para todo hay un posible, unos pies jugando en el lodo, una frente en llamas apagada, una banda de pájaros golosos, un libro de corte fino y largo, se trata de que la noche tiene tantos lados donde esconder el hueco de una duda, una cenefa quebrada, donde poner la pieza del puzzle perdido, donde desescribir una historia, donde revertir algún sentido, donde descubrir que nunca nos fuimos, y que por ello nos volvemos a ver, sólo que también cambiamos, pues si cambian las piedras,

hay que saber entender estos juegos, jugarlos, habitar entre líneas quebrándose como si no importara, ser la que se asoma a lo que no somos, soy la reina de las vagas mariposas, todo consiste acaso en saltar, en golpear, en expandir cada punto, en guitarrear con poimandres, en artimañar con estrictas manos, en bailar acaso como las sombras de los árboles en un muro blanco, es posible que la noche no termine, y que nada vuelva al sitio de antes, es posible unir el hilo del número uno y el hilo sin vocales para tejer esa frase que ha quedado sin decirse, pues adentro, adentro, la música le envolvió las manos y no dijo adiós, no dijo árboles florecidos, no dijo largo reposo aletargó la espada, no dijo ni porque la tempestad de seda en que se perdieron las nociones de los cuerpos, ni porque la puerta fue de diamante para cuando volvió a entrar el que se había ido a otro barrio a conseguir el chorrito de vino para la sed nunca clausurada del deseo de reírme, si reírme por todo, por las estatuas, de las estatuas, con las estatuas bailarinas de blancos senos redondos y desnudos, y más tarde cambiadas, hundidas en los estanques creyendo que son pozos de alcohol, o sentadas afuera de todo lo que se quedó dormido, de todo lo que no se dijo en el justo momento en que puño va, araña roja viene con uñas a la cara, y el pelo ni hablar de lo derramado por lo azuloso que se puso, en medio de tantas verificaciones que se hicieron para ver quien fue el que originó el castillo cayéndose a golpes, o la marea por las ventanas con gritos que se oían venir del piso de arriba, y la voz que dijo, resurja ya el paisaje lleno de neblina y vámonos porque han sucedido muertos, Corramos y que las estatuas robadas nos alcancen montadas en sus cabellos amputados, quien se quede dormido no encontrará ni sus

forman, se impregnan de los dotes de sus amigos, adquiere sus principales características por el intercambio, por el encuentro. Si sólo se quedara encerrado en sus quehaceres domésticos su perfil no hubiese logrado mayor revelación, como le sucede al cura, al barbero y a los amigos de Alonso Quijano, que no tienen mayores cambios en el curso de las historias, por estar ellos anclados en sus mundos, mientras que Sancho y el Quijote amplían sus panoramas y perspectivas: el camino los forja. Sancho desde luego representa el lado pragmático y popular de la historia, es un campesino egoísta y leal, sin embargo es el perfil bromista ante un Quijote convencido a cabalidad de sus irrealidades, es el complemento ideal para el contraste del caballero. Pero sus alcances van más allá de los matices o de verlos como complementariedad, porque ambos son uno mismo, una misma entidad vista desde su diversidad y complejidad. Don Quijote y Sancho Panza constituyen un ser humano poético. Sancho representa al apego a los valores materiales, mientras que Don Quijote ejemplifica la entrega a la defensa de un ideal. Muestran la complejidad de la persona, materialista e idealista a la vez: son una contradicción.

Algunas acciones de Sancho Panza Hay que decir que Sancho es un hombre pacífico y que no le interesa participar de las andanzas pendencieras de su amo. En las batallas rehúsa tener una directa intervención más que la de prevenir al Hidalgo de sus delirios y de ser quien define lo que está sucediendo ante las alucinaciones y fantasmagorías del Quijote. Su desconocimiento del arte de las caballerías lo postergan como un solo observador de los fenómenos, también su perfil bajo y sus solas ganas de quedar con lo que se gane en las luchas. En este sentido se obtiene una figura antitética de lo que sería un real escudero.

Esto le dice Sancho a su amo en una de las batallas: Señor, yo soy hombre pacífico, manso, sosegado, y sé disimular cualquier injuria, porque tengo mujer e hijos que sustentar y criar (…) que en ninguna manera pondré mano la espada ni contra villano ni contra caballero, y que desde aquí para delante, de Dios perdonó cuantos agravios me han hecho y han de hacer. De tal manera que en varios de los episodios de batalla Sancho no sólo va a toparse con la peor de las partes, así no tenga una participación directa, sino que va a contar de manera expectante; sin embargo, a medida que acontecen las aventuras y pasan las desgracias Sancho se introduce en las peleas; pero es sin duda el transcurrir, las múltiples conversaciones entre Sancho y Don Quijote las que hacen que cada uno acoja de sí cada cosa. Por ejemplo, Don Quijote asume que Sancho no debería hablar mucho porque lo hace sin pensar, de ahí un refrán muy conocido que pronuncia el Hidalgo, “al buen callar llaman Sancho”, y le pide sobriedad en sus

comentarios, pero esto sólo será una simple disposición porque Sancho no cesa nunca de hacer sus apreciaciones. Don Quijote gana en su capacidad de bromista, es decir, va a realizar en sus apuntes comentarios graciosos como lo hace Sancho constantemente. En la primera parte hay dos hechos de relevancia que van mostrando un perfil de Sancho, el primero consiste en otorgarle al Quijote uno de los nombres más reconocidos con los que se lo identifica, luego de verlo maltrecho por la aventura sostenida con el cuerpo muerto o de los encaminados; estando en una venta a oscuras en uno de los cuartos y bajo la luz de una vela, a Sancho se le ocurre llamarlo El caballero de la triste figura, rótulo que no desdeñó su amo, que le pareció apropiado, que tomó como apelativo y que usaría en varias oportunidades. Sin duda es un nombre que demuestra el lado poco apacible de la representatividad Quijotesca, su realidad, su mirada agónica, melancólica y desfallecida, es el nombre que se antepone a la ensoñación, al idealismo y lo coloca desde el punto de vista material. Martín de Riquer anota que ese nombre viene del caballero Belianís de Grecia, que se hacía llamar el caballero de la rica figura, o de uno de los inspiradores de Cervantes, el príncipe Deocliano del libro Clarián de Landanis, quien se apelaba como Don Quijote (Riquer, 1970: 78).


Quijote al inicio de la obra y cuando por poner un extremo- gobierna la ínsula.

Cómo surge y quién es Sancho Panza En este tiempo solicitó Don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien (si es que este título se puede dar al que es pobre), pero de muy poca sal en la mollera. En resolución, tanto le dijo, tanto le persuadió y prometió que el pobre villano se determinó salirse con él y servirle de escudero. Decíale, entre otras cosas, Don Quijote que se dispusiese a ir con él de buena gana, porque tal vez le podía suceder aventura que ganase, en quítame allá esa pajas, alguna ínsula, y le dejase a él por gobernador della. Con estas promesas y otras tales, Sancho Panza (que así se llamaba el labrador) dejó su mujer e hijos y asentó por escudero de su vecino (Cervantes, 1976: 51-52). En primera instancia se podría decir que Sancho es producto del azar y de la necesidad. Es una de las pocas situaciones que no tiene en cuenta Don Quijote cuando después de leer libros días y noches enteras se le llena la cabeza de encantamientos y decide armarse caballero, piensa en sus armaduras, en su caballo, en sus rituales, en su amada, en sus principios, trata de cumplir con las exigencias de la caballería, sin embargo se olvida de contar con un escudero. Es sólo hasta la segunda salida del Quijote, cuando luego de retornar a casa para sanar sus heridas después de las primeras peripecias y desasosiegos que recibe, cuando piensa tal vez de forma utilitarista- en su escudero, producto de los consejos de un ventero quien le recomienda que tenga un acompañante que lo ayudase. Utilitarista porque al verse maltrecho en sus primeras aventuras ve la necesidad de un acompañante para que lo ayude en su recorrido, no por

principios caballerescos, esto último se le ocurre posteriormente. Es el escudero el único de las pocas criaturas que no tiene que crear, ni imaginar, pues no tiene que inventar su nombre, tampoco le pone mayores desafíos, sólo el de servirle y acompañarle. No obstante, es gracias a Sancho que Cervantes rompe con la estructura de soliloquios del caballero e inserta la magia de los diálogos, nos permite ver a Don Quijote por la finura de la conversación en dos contrastes paradójicos: el de un tipo seco de carnes, alto, lánguido y repleto de la dosis más alta de fantasía, y el de una figura bonachona, rústica, baja, “elemental”, provista de poca capacidad imaginativa aunque esto pueda ponerse en duda-. El hecho de no tener que fantasmagorear con Sancho también marca la trama realista de la historia: a tanta irrealidad y fantasía era preciso otorgarle la visión plana y cruda de los acontecimientos. Algunos interpretan que la aceptación de Sancho ante semejante desparpajo que significaba abandonar a su familia y encaminarse a las andanzas era producto de la situación desastrosa que vivía España en la época en donde se enmarca la obra. Cualquiera hubiera aceptado el reto de vagar por el mundo a cambio de cualquier ofrecimiento, aunque es precisamente la búsqueda de aventuras, el camino, el intercambio de palabras, donde se forman los principales elementos de la personalidad de Sancho y Don Quijote. Recordemos que lo que incita a irse a Sancho con el Quijote es su idea de ganar fortuna, obtener los botines de lo que quedara en las peleas y -algo de lo que Sancho no tenía ni idea qué significaba- y convertirse en Gobernador de una ínsula. Si bien es válido pensar que Sancho es un tipo codicioso, que sólo va con Don Quijote por un interés muy particular, su manera de pensar cambiará rotundamente. Sancho es de los hombres que en el camino se

párpados cuando venga, no encontrará sino que todo se perdió cuando apagaron la luz, ni un precepto siquiera podrá desdoblar para cumplir con lo que dijimos, así que digan cómo es que corren o tapen el frasco del amarillo que se riega, digan ya que están detrás de sus rostros corriendo como crujidos enlazados o como casto abanico cuyos pliegues recata, o si no quieren no digan nada pero hagan algo para recibir a los que vienen sin entender por qué es que corremos tan extendidos de manos, casi difuminados de contornos blancos ya muy lejos de lo que al principio se dijo, que hemos sucedido en líbico marfil con todo y que me han declarado temblor enemigo de estatuas y otros animales homéricos, de modo que a destrizar la sórdida gavilla, amputemos los cabellos de las siglas, no acepto coronas queriendo que diga que no se puede y que no arda ni hable como una cinta entre papeles anemológicos que ellos sellan fuertemente firmados, diciendo aquí están los estatutos formales no disueltos por ninguna risa, aquí está el orden de lo pensado sin gatos donde el viento quema flores o mancille los ínclitos aceros, la lechuza no teme tijeras porque va en bicicleta con dos diamantes como filo,

esta es la hora en que el alma asesina al cuerpo, cunden rumores de que


Sancho Panza: La Identidad Quijotesca John Harold Giraldo Herrera Estudiante de la Maestría en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira. Docente en la misma universidad.

Introducción En la dinámica de conmemoración de los 400 años de la obra representativa de la Literatura Hispánica se habla de forma preponderante de la figura de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de sus múltiples aventuras, de sus relaciones simbólicas, de las implicaciones socio-culturales, del ideal de hombre que subyace en él, de las fracturas que ejemplificaron una época y unos estereotipos, de su platonismo hacia Dulcinea, en fin… Pero poco crédito se le concede a su amigo de andanzas, y este será un intento por poner en el centro del

análisis a Sancho Panza y reclamar sus connotaciones y por ende su significado, apreciar cómo sin este sería imposible concebir la misma constitución de Don Quijote. Más aún, no sobran en las Instituciones educativas las relaciones arbitrarias y desafortunadas de profesores que comparan por desidia y por una absoluta ignorancia- a Sancho Panza con algunos estudiantes para decirles que son o se van a quedar “brutos”. Vaya sinrazón y falta de conocimiento real de la importancia y significado del personaje para el mundo de las letras y para la misma arquitectura y desarrollo del sin par libro de caballerías. Entre las diversas miradas que se hacen del Quijote hay una que debiéramos exaltar porque tiene una vigencia inigualable: cuando las sociedades tienden a enclaustrar a sus individuos, a encerrarlos en unas circunstancias de sedentarismo y aislamiento frente al mundo, es entonces cuando la figura de Don Quijote y su amigo nos invitan a explorar el mundo con su ejemplo, a recorrer el camino, ese donde es posible el encuentro, el diálogo y el hallazgo de las aventuras, es en el transitar donde el hombre habita y persigue sus utopías, sus desencantos también, sus búsquedas más batalladas; recordando unas palabras del escritor Eduardo Galeano en su texto Ventana sobre las utopías: “Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-, me acerco dos pasos y ella se aleja dos pasos, camino diez pasos y el horizonte se corre diez paso más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar”. Por consiguiente, en el Quijote, en ese género sorprendentemente bien elaborado que es el del diálogo, se hace la siguiente intervención: La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres (II, 58). Como si fuera una premonición o una advertencia, Cervantes revela una de las cualidades que doblega y somete al ser humano: la de vivir en cautiverio, preso de las circunstancias, esclavo del tiempo, encerrado en sus fronteras y postergado a sus realidades. Cuando hoy la sociedad enfrenta un problema de valía, ese de la soledad, el Quijote nos incita, nos provoca a vivirnos, a encarar las aventuras para salir de la cárcel y perseguir los ideales como faros a alcanzar. Don Quijote y Sancho no sólo asumen la aventura para ir por el mundo en la necesidad de componer desvaríos, sin razones que enmendar, enderezar entuertos, deshacer agravios, imponer la justicia, sino que van tras la búsqueda de sí mismos, de concretar sus sueños, de explorar lo inhóspito. Sancho es la demostración, es el ejemplo latente de cómo realizarse, de cómo encontrar sus claves y misterios, es el personaje que desde una iniciación muy ingenua va adquiriendo trascendencia, cobra vigor, gana en desarrollo: es de los personajes de iniciación en la literatura que construye una personalidad y un perfil trascendente, así al principio no lo parezca. En este sentido hay que referirse a dos Sancho Panzas o a dos momentos, porque Sancho no es el mismo cuando sale guiado por Don


Un rosario de sumas y restas Rubiel Medina Quintero Estudiante del Programa de Español y Literatura, Universidad del Quindío

¿Qué parecido hay entre una hermosa mujer paisa con voluptuosas curvas y una cara angelical con un hombre paisa millonario, de costumbres vulgares y aspecto físico ordinario? Sencillo, no sólo que ambos son paisas sino que son los protagonistas de las últimas dos películas colombianas producidas en Medellín: Rosario Tijeras, dirigida por Emilio Maillé y Sumas y restas, por Víctor Gaviria. Los directores coincidieron para estrenar por el mismo tiempo sus más recientes producciones.

son producto de la ficción, sino hechos “cotidianos” de los que se han apropiado los escritores de estas historias para crear a través de la imagen y los artilugios del cine producciones que han dejado mucho que decir; un mostrario de talento, inteligencia y de ingenio colombiano que aunque teniendo como materia prima el lado negativo de sus gentes, utiliza adecuadamente los recursos literarios, actorales y fílmicos para dar belleza a estas situaciones y mostrar una Colombia que duela en el exterior más que por la violencia que acá se produce, porque se muestra la cruda realidad que obliga a que sus gentes hagan lo que sea por satisfacer sus necesidades, por hacer respetar su dignidad o por defender lo que tanto aman. Cuando se ven ambas películas, se siente que el horror y la desazón se apoderan de la mente y duele hasta los huesos ver que el país se desangra por la herida de la intolerancia hecha por el cuchillo de la ambición y la lucha “a toda arma” por conseguir una oportunidad de supervivencia o un medio de hacer realidad un sueño.

Estos filmes narran crudas historias que recogen lo más duro de la realidad de la “Ciudad de la Eterna Primavera”; sus situaciones cargadas de ironía, delincuencia y sangre, no

Indudablemente, hay que resaltar las apropiadas interpretaciones de los actores en ambas películas. En Rosario Tijeras la excelente actuación de Flora Martínez, constituye un factor de éxito. Pasará mucho tiempo antes que la fuerza interpretativa, espectacular cuerpo o hermoso rostro de la actriz se borren de la retina del espectador. Claro que no sólo ella iluminó la pantalla; el actor español Unax Ugalde (Antonio), que aunque un poco perdido con el acento, haciéndose al inicio bastante fastidioso, en el transcurso de la película empezó a encantar (borrando del mapa a Manolo Cardona, “Emilio”); actúan además Rodrigo Oviedo (Johnefe), Juan David Restrepo (Wilmar en “La virgen de los sicarios”), Alejandra Borrero (doña Rubiela, la mamá de Rosario). En Sumas y restas de Víctor Gaviria, y aunque su estilo es trabajar con actores naturales, es de admirar el excepcional encuentro con la actuación de Juan Carlos Uribe (Santiago) y de Fabio Restrepo, un taxista que accidentalmente quedó en el reparto del film. Su personaje, Gerardo, un hombre cuarentón, dueño del negocio de producción de cocaína, muestra todas las facetas que como negociante, “un levantado de la plata”, y como hombre puede tener y padecer. Sin decir que hay actor malo, pues todos son naturales, esta película sin lugar a dudas muestra la evolución cinematográfica de Víctor Gaviria, que sin deslindarse de los conflictos orilleros de Medellín y de los constantes hijueputazos, demuestra que está preparado para la globalización y que desde hace rato está al nivel del cine internacional. El flashback, el buen manejo de las cámaras, de las actuaciones, la fotografía, la dirección de arte y la musicalización ochentera de Rosario Tijeras fueron recursos muy adecuados para la certera adaptación de lo que Jorge Franco Ramos quería mostrar en su libro. Incluso, la novela se ve superada por la película en la forma magistral como se soluciona la muerte de Rosario; su antiguo amor después de un último beso le devuelve el veneno de la muerte con un mortal balazo. La producción audiovisual colombiana está en déficit de historias. Hay mucha gente para trabajar sin saber sobre qué. A pesar de ello emociona muchísimo que historias como estas, tan nuestras, con ingredientes novedosos, creadas apenas para satisfacer el morbo colombiano, son reconocidas y aplaudidas a nivel mundial, donde aún creen que todo lo que aquí ocurre es ficción.


Periodismo literario con Ciudad X

Editorial

Beyddy Muñoz Loaiza Estudiante Programa Español y Literatura Universidad del Quindío

Realidades caóticas e historias deslumbrantes de la urbe carcomida por la humanidad y demás desechos es lo que describe la revista Ciudad X del programa de Comunicación Social y Periodismo. El proyecto arrancó en agosto de 2003 pero mostró su trabajo concreto con el primer número en junio de 2004, con notas esparcidas en 8 páginas en blanco y negro. La propuesta tomó más fuerza y fue así como en noviembre de 2005 salió el segundo número con 20 páginas (8 en blanco y negro y 12 en color), contando dentro de ellas con un pequeño texto concerniente al acercamiento del proceso de la escritura de Mario Mendoza escrito por él mismo y titulado El mar y el desierto.

Este semestre es esperado el tercer número con todas sus secciones: Señales (reportaje), Ópticas (crónica), Tríptico (poesía), Garaje (cuento), Sinfonías (música), Peatones (escritor invitado), Esquizotipia (cómic), Espectros (reportaje gráfico). Ciudad X se puede conseguir en todos los puestos de revistas de la ciudad y en la Librería El Quijote. Pueden encontrar más información sobre la r e v i s t a e n www.ciudadcafe.com/ciud adx y enviar sus escritos e imágenes a la dirección: ciudadx@hotmail.com

Es un placer para el Comité Editorial presentar esta nueva edición de Polilla, Revista Literaria , u n a pub l icación comprom e tida con diferentes manifestaciones de la producción escrita. En este número se destaca la narrativa colombiana contemporánea, tanto en la creación como en la reflexión crítica (ensayo, reseña, fragmento de novela). Así mismo, la poesía y la prosa poética forman parte de los contenidos expuestos en esta edición. Destacamos el fragmento de una novela de Francisco J. G. Campillo, A.P.P.E.C.E.P.O, la cual es percibida por él mismo como “se supone que APPECEPO, es un fragmento de la novela que uno de los personajes ha querido siempre escribir: una novela sobre las estatuas de Popayán; ahora bien, el personaje autor del APPE C EPO es un pe r sonaje masculino pero quien quien narra esa novela es la voz de una muchacha muy joven y un tanto rebelde que de algú n modo represe n ta a este personaje cuyo nombre es Daniel Graz. En relación a Fragmenta es dificil poder dar una idea, pero lo intentaré: Fragmenta es, por una parte, el nombre de la novela, pero es por otra, el nombre de Popayán en la novela. Y como el sentido de la palabra fragmenta lo indica, hace alusión a la experiencia de lo fragmentario: la vida se compone de fragmentos q ue l u ego uno va intentando ensamblar para construir figuras del sentido (...) En el fondo, Fragmenta es una visión-otra de Popayán, eso creo que está presente en APPECEPO. Agradecemos la participación de la comunidad universitaria en el presente proyecto y los invitamos a seguir formando parte de él.


Contenido Editorial

Tinta que corre

3 John Harold Giraldo Herrera. Sancho Panza: La Identidad Quijotesca.

8

Daniel Mauricio Rodríguez León. El componente sociocultural como soporte pedagógico en el proceso de aprendizaje de lengua y literatura en la educación básica.

11

Daniel Mauricio Rodríguez León. Imagen e identidad femeninas, en Adiós a la virgen de Óscar Collazos.

14

Luis Eduardo Marulanda. Zalamea y Díaz-Granados: Perspectivas urbanas que traspasan el umbral del tiempo.

18 Mariana Valencia Leguizamón. De la marginalidad a la identidad colectiva. Sobre el uso del lenguaje en la novela Un beso de Dick, de Fernando Molano Vargas.

22 Julián Alberto Duque Uribe. Maqroll: el héroe novelesco en

Rector Marco Alfonso Nieto Vicerrectoría Académica Julio César Victoria Aguirre Vicerrectoría Administrativa José Fernando Echeverry M. Vicerrectoría de Investigaciones Alfonso Londoño Orozco Decano Facultad de Educación Luis Eduardo Téllez Chivatá Director Programa Español y Literatura Numael Mora Álvarez

Amirbar y sus viajes (Paralelo con el héroe Griego).

25 Rafael Antonio Sánchez. Bernardo Pareja García: Una visión trágica del mundo.

Di-vagando

29 Beyddy Muñoz Loaiza. Poemas. 32 Carlos Mario Cortez Hurtado. De entre las flores del hombre yo bebo Rosas.

32 Daniel Moreno López. Parpadea… 33 Alexander Ríos. Poemas. 34 Juan David Zambrano Valencia. Rúbricas de cambio. 38 Francisco J. G. Campillo. A.P.P.E.C.E.P.O Entre líneas

43 Rubiel Medina Quintero Un rosario de sumas y restas. 44 Beyddy Muñoz Loaiza. Periodismo literario con Ciudad X

*** Polilla, Revista Literaria Número 2, abril de 2006 ISSN 1900-9623 Red Nacional de Estudiantes de Literatura REDNEL Nodo Quindío Dirección Mariana Valencia Leguizamón Comité Editorial Beyddy Muñoz Loaiza Daniel Mauricio Rodríguez Ángela Bibiana Mejía Julián Alberto Duque Asesoría Editorial Carlos A. Castrillón Susana Henao Portada e ilustraciones Pedro José Giraldo Giraldo Diagramación Juan Andres Muñoz Gallego Contactos revistapolilla@yahoo.com


el tiempo

ISSN 1900-9623

Organiza:

Estudiantes del Programa Licenciatura en Espa単ol y Literatura


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