Revista Pokerface Ed #60

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Manifiesto POKERFACE Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases. En el poker ocurre algo similar, pero la lucha no es de clases: la lucha ocurre entre las mentes. La mente superior domina a la mente inferior. Debido a eso, si tanta fe se tiene en la cartas, en la cartas en su aspecto más precario, en la cartas reales, las que tenemos en la mano, naturalmente, las cartas acaban por desaparecer. Los jugadores de poker no tienen intereses propios más que en la mesa. Jugar es divertido, pero ganar es más divertido aún. Esa es la prioridad, divertirtse y ganar; todo lo que estorbe deberá hacerse a un lado. El coraje, la audacia, la rebelión, serán elementos esenciales de nuestro juego. Y aunque la mano ideal no existe, pero puede construirse, el jugador de poker no sabe de dónde viene ni por qué está ahí. Solo se sabe jugando y es soberano... Sin embargo, la buena voluntad no garantiza en absoluto la victoria. Es claro que en el poker lo inevitable no necesariamente es obligatorio. Si en una mano todos tienen razón, tratemos de no tenerla. Porque saber es conocer lo imposible. Y dominarlo es ganar manos cuando nadie lo espera. El jugador de poker se acostumbra pronto a esta esclavitud del misterio, que termina por crear dulces placeres. Pero el jugador de poker no siente culpas por victoria dada, sin embargo la conoce, la respeta y se le aleja. Un buen juego es amor, un juego ganado es amor puro. Damos mucho amor para recibir muchas fichas. Gozar de las complicaciones es la mejor forma de doblar las fichas. Disfrutar es parte del estrés provocado. Por eso estaremos dispuestos a perder una mano por mera curiosidad, pero sabiendo que los cuatro colores ya están inventados. En todo caso el juego no se planea, se constata y acomete. Una carta del mazo, no llama mundo al mazo. Un jugador en la mesa, hace de la mesa un mundo y construye sus bases, su juego, su historia... El poker no selecciona a los receptores (llámese receptor al jugador), sino que funciona por atracción. El imán es invisible, deportivo, y suma cada vez más uvas al ciberespacio. Pero el azar es un insecto que pica feo, los mejores repelentes fueron, son y serán, la concentración y el pensamiento. Lo maravilloso no siempre es igual en todos los torneos; lo maravilloso participa oscuramente de cierta clase de revelación general de la que tan solo percibimos los detalles, son esos detalles los que hacen diferencia, los que reconocen señas, los que observan lo indecible, los que hacen ganar una serie. Leer lo maravilloso depende de la magia de la concentración que llega como bálsamo en forma de ave. Para conocer sus secretos, solo es necesario una pluma que genere carcajadas. Y para no olvidar... ser As, o no ser As. Como diría Paturuzú: “¡¡¡Canejo!!!!, me tocó una buena mano”.

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