PLUP :: Carlos Gradin

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**Poema realizado con los resultados de una búsqueda en Google mediante la frase “cae la tarde y”

A la hora en punto de la cita, Viggo Cormanti -las manos le tiemblan, el cabello rubio destella humedecido por la lluvia, (...) - está al fin ante mí. (*** ??) La tierra compacta de la Sierra de Juárez, al pie de la Rumorosa, entre Mexicali y Tijuana, se ilumina por el tono rojizo de un sol que parece llorar sobre el imponente y mágico desierto de la Laguna Salada. Cae la tarde, y en la trágica esquina de avenida Rivadavia y Cabral, es arrollada por un camión Isabel Elisa Martínez de Ibarreta. En ese inmenso silencio de los templos tibetanos, el buda reencarnado va durmiéndose. Cae la tarde y el mundo sigue, y la luna se asoma. Hoy probamos otro misil de largo alcance. En la Plaza Italia comienzan a juntarse los que celebran la muerte de Pinochet. Cae la tarde y Boca pierde 2 a 1. Cae la tarde, y en el cielo de Madrid. Cae la tarde, y cae la noche, me llama el Carlos pa un güen derroche.

*** Carlos Gradín nació en Buenos Aires en 1980. Es Lic. en Letras. Tradujo manuales de informática, escolares y páginas web, además de catálogos de arte y libros de sociología. Compiló y tradujo la antología :(){ :|:& };: Internet, hackers y software libre en 2004, disponible en la web. Actualmente edita la revista PLANTA, de crítica de arte, literatura y nuevas tecnologías (www.plantarevista.com.ar), y mantiene el blog Diario de un viaje a Misiones (www.diariodeunviajeamisiones.blogspot.com)

Cae la tarde y Gilberto Gil guitarrea en la terraza de su departamento, en uno de los edificios de la colorida Vila do Farol. Cae la tarde y el mundo sigue, algunos árboles se tuercen, aún no sabemos dónde vamos a dormir. Cae la tarde, y Anahí debe marcharse. La caravana avanza. Se desata la tempestad. Tu hija te ruega para que la lleves al desfile de la rambla. En el altiplano una vaca da de mamar a su ternero, junto al lago Titicaca. La arista de roca, un pañal tendido, y, encima de todo, el aliento de la anchura, el vaho de sal y de miel del verano levantino cuando cae la tarde. Y entonces Sigüenza percibe el grito interior sobrecogido: “¡Campo mío!” (Gabriel Miró) Cae la tarde, y la verdad es que hipnotiza. Cae la tarde y el sol impiadoso de febrero. Cae la tarde y el viento arrecia, y esperás paciente. Cae la tarde, y Christopher tiene mucho ánimo para desvelarse esta noche. Desde las escaleras de una escuela de medios audiovisuales en la Pcia. de Buenos Aires, se vislumbra la silueta de un hombre de estatura mediana.


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