El papel de las artes y la cultura en el posacuerdo (1) 2

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EL PAPEL DE LAS ARTES Y LA CULTURA EN EL POSACUERDO. (En la transición o de la posguerra)

Margarita Ariza Aguilar*

Agradezco la invitación que me hacen a participar de este importante espacio de reflexión en torno a el papel que el sector cultural y sobre todo las diferentes prácticas artísticas juegan en un momento tan relevante para la historia del país como resulta el acontecimiento de la firma de la paz en Colombia. (de la firma de los Acuerdos de la Habana Cuba entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC). Las prácticas artísticas tienen un papel decisivo en este proceso ya que posibilitan el trabajo con las comunidades afectadas, con las víctimas y victimarios y con la sociedad en general de tal forma que tengamos la oportunidad de reparar simbólicamente el daño, reconstruir y reelaborar los hechos dolorosos y transformar los imaginarios del conflicto. Para explicarlo me parece necesario hacer dos precisiones, la primera respecto al término posacuerdo y los retos que se enmarcan alrededor de la cultura de paz y por otro lado la diferencia que existe entre lo que se denomina como arte en el sentido del ejercicio de determinados lenguajes expresivos y lo que una práctica artística supone. Finalmente quiero llamar la atención sobre la necesidad de reconocer que a pesar de que el posacuerdo se vislumbra como una oportunidad para los artistas es necesario considerar que las prácticas artísticas se han desarrollando históricamente alrededor de diferentes problemáticas. Lo que se plantea en este momento es el surgimiento de unos desafíos en el impacto de estas prácticas que supone una mayor preparación para abordar las necesidades de los diferentes contextos. Sobre el mismo nombre del posacuerdo quisiera llamar la atención sobre la importancia que cobra el uso del lenguaje en todos los aspectos de nuestra vida y cómo estos aspectos que podrían pasar inadvertidos tienen necesariamente implicaciones políticas. El uso del término posacuerdo ha sido sujeto de críticas criticado por muchos, sin embargo, señala este momento de cambio y admite que

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no se suprime o se da fin al conflicto, como se podría inferir del término “Posconflicto”, sino que se da una oportunidad para construir después de esta firma del fin de la confrontación armada las posibilidades de transformación de unas realidades con base en las dinámicas y conflictos propios de las circunstancias que vivimos. En palabras del profesor Alejo Vargas Velásquez, Director del Centro de Pensamiento y Seguimiento a los Diálogos de Paz, de la Universidad Nacional, la firma del posacuerdo con la guerrilla: “es empezar el desafío de la implementación” del mismo. 1 Con ello se confirma que su implementación supone otra serie de conflictos e intereses que es necesario asumir. En este sentido quisiera aproximarme al concepto de cultura de paz, para la Unesco una definición de ello es: consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos que rechazan la violencia y previenen los conflictos tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas, los grupos y las naciones. 2 Por otra parte, tenemos el enfoque propuesto por el Observatorio para la Paz, entidad dirigida por Vera Grabe que realiza procesos formativos, para activar la Paz asumida esta como una necesidad humana apostando a las potencialidades de cada persona y comunidad. El observatorio propone asumir la paz como: cultura y la educación en emergencias: distintos sentidos de educación en emergencias, que comprende un sentido positivo de la emergencia como emergencia cultural, hasta la paz como factor protector.3 En este sentido establece que la paz no es un elemento utópico e intangible, sino una posibilidad diaria desde la cual podemos vivir en la convivencia permanente con distintos tipo de conflictos. De acuerdo con la UNESCO la cultura de paz debe encaminarse como un esfuerzo generalizado para modificar mentalidades y actitudes con ánimo de promover la paz. Significa transformar los conflictos, prevenir los conflictos que puedan engendrar violencia y restaurar la paz y la confianza en poblaciones que emergen de la guerra. Pero su propósito trasciende los límites de los conflictos armados para hacerse extensivo también a las escuelas y los lugares de trabajo * Artista y Decana de la Facultad de Artes Visuales y Aplicadas, Instituto Departamental de Bellas Artes. 1 http://agenciadenoticias.unal.edu.co/detalle/article/el-desafio-de-la-paz-es-la-implementacion-delposacuerdo.html Centro Cultural Guillermo Barney Materón de Palmira, Valle del Cauca, en la Cumbre Nacional por la Paz, desarrollada por la U.N. Sede Palmira. 2 Recuperado de http://unescopaz.uprrp.edu/documentos/culturapaz.pdf. 3 Recuperado de http://www.obserpaz.org/.

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del mundo entero, los parlamentos y las salas de prensa, las familias y los lugares de recreo4. Esta definición comprende elementos clave para acercarse a las metodologías propias de la práctica artística en la contemporaneidad. Sobre la definición me pregunto en primera instancia ¿Es en realidad es posible “Restaurar la paz”? y en segundo lugar ¿Cómo incide el arte o la práctica artística en la transformación de mentalidades y actitudes? En cuanto a la restauración de la paz, es importante preguntarse por la acepción misma del término, si se asume como restablecimiento esto significaría que en un período anterior existía esta paz, de manera ideal. No obstante, nuestras complejas realidades nos indican que vivimos justamente en medio de conflictos de diversa índole y que esta figura no supone únicamente la ausencia de la guerra, sino la opción de elegir en medio de esta realidad prácticas no violentas y conductas solidarias que tengan en cuenta a la comunidad y a los Otros, que nos hagan más conscientes del fenómeno de la interdependencia y de sus implicaciones en el tiempo. Posiblemente la guerra es justamente la manifestación absoluta de la deserotización de la vida humana tal como la plantea Franco Berardi, fundador de Radio Alicia Internacional: La deserotización es el peor desastre que la humanidad pueda conocer, porque el fundamento de la ética no está en las normas universales de la razón práctica, sino en la percepción del cuerpo del otro como continuación sensible de mi cuerpo. Aquello que los budistas llaman la gran compasión, esto es: la conciencia del hecho de que tu placer es mi placer y que tu sufrimiento es mi sufrimiento. La empatía. Si nosotros perdemos esta percepción, la humanidad está terminada; la guerra y la violencia entran en cada espacio de nuestra existencia y la piedad desaparece. Justamente esto es lo que leemos cada día en los diarios: la piedad está muerta porque no somos capaces de empatía, es decir, de una comprensión erótica del 5 otro.

Así, cuando ha habido guerra y se ha sufrido daño, restaurar la paz posiblemente deba asumirse como “re-construcción”,6 tal como la ciencia médica lo aplicaría a pacientes que han perdido una parte de su cuerpo o como los restauradores de arte proceden con el cuerpo de la obra.( Porque todo esto pasa por los cuerpos). 4 5

Recuperado de http://www.unesco.org/cpp/sp/proyectos/cppinfo.htm. http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-94544-2007-11-12.html.

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Para ello debe existir la voluntad de reparar. El propósito será entonces el de lograr con este trabajo lo más parecido a su estado original, sin embargo, la restauración supone un proceso distinto al de su génesis, por lo cual implica una nueva ejecución de la que surgen necesariamente situaciones sobre las cuales decidir y definitivamente surgen nuevos elementos. Así esta “restauración” requiere un proceso sin afanes, dedicado y cuidadoso, que se origine con base en la investigación y el conocimiento mismo de la naturaleza y el contexto del sustrato y que se lleve a cabo de manera respetuosa siendo fiel a estas necesidades. Adicionalmente requiere la preparación para abordar esas nuevas construcciones y las implicaciones que se derivan de esta intervención. Desde esta perspectiva podría afirmarse que la tarea que corresponde a las prácticas artísticas , no necesariamente con el posacuerdo sino en su naturaleza misma, es justamente esa posibilidad de generar cambios reales en las mentalidades y actitudes de determinados contextos que permitan orientarse hacia procesos de transformación social. Sin embargo este es un reto que no necesariamente se logra en todos los casos. Frente a este desafío me parece importante subrayar que en este caso la posibilidad se concreta no a partir del ejercicio de un lenguaje expresivo particular, sino de una práctica artística que vincule los saberes y las disciplinas que le permitan aproximarse a las realidades de la vida cotidiana de quienes han padecido el conflicto de manera directa y también de los múltiples escenarios de nuestras sociedades. Como lo menciona el documento de UNESCO ¿cuál?, es necesario extender la práctica más allá del conflicto armado para entenderla como una posibilidad de reflexión en el ámbito de la cotidianidad. En este sentido surgen como una oportunidad de reflexión aspectos que podrían parecer más sencillos, como el uso de las palabras, la manera de relacionarnos, de mirarnos a nosotros mismos. En la actualidad las prácticas artísticas hacen uso de diversas disciplinas y saberes en un ejercicio que partiendo de lo artístico, se sitúa en la esfera del campo social. Dependiendo del contexto y de las comunidades, se requiere de una formación en diferentes ciencias sociales o del apoyo de equipos interdisciplinares con los cuales generar espacios de trabajo conjunto. Para acercarnos a la identificación de los elementos que configuran las Prácticas Artísticas mencionaré algunos artistas y autores. Rolnik define la acción de las prácticas como una fuerza sobre las personas y los grupos que supone un impacto sobre sus condiciones de vida,

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[…] una fuerza que instaura en la subjetividad una crisis que presiona y produce incomodidad. Para responder a esta presión se moviliza en el hombre la vida en cuanto potencia de resistencia y de creación, es decir la incomodidad lleva a crear una nueva configuración de la existencia, una nueva figuración de si, del mundo y de las relaciones entre ambos; lleva del mismo modo a luchar por la incorporación de los nuevos contornos, su 7 existencialización.

De esta manera podemos pensar que son estas prácticas artísticas a través de diferentes dispositivos, las que instauran acciones de resistencia relacionadas con la posibilidad de ver, pensar y sentir de manera diferente las representaciones que habitamos. En el caso de Luis Camnitzer, se destaca que, […] el arte no es asunto del uso de una técnica en particular, es solamente un agente interpretativo. La función de la práctica artística para este autor supone la capacidad de subversión sobre situaciones particulares: Subvertir una situación significa crear una distancia perceptual del statu quo, una distancia que ayuda a reevaluar y que genera una voluntad de cambio. La subversión permite introducir el sentido común y la justicia en situaciones embrutecedoras8. Mientras, Fernando Escobar, comprende las prácticas artísticas como un amplio conjunto de prácticas sociales atravesadas por circuitos, instancias y agentes diversos, lo que suele activar, limitar, definir o impulsar indistintamente la generación de productos culturales en situaciones sociales particulares, ampliando el campo de conciencia sobre el campo social mismo. Asimismo, advierte Escobar: que las prácticas artísticas, acciones colectivas, han tenido lugar en escenarios de la lucha social contemporánea, es decir, fuera del campo del arte9. En relación con ello el Ministerio de Cultura en el año 2013, realizó los encuentros de educación artística a partir de los cuales se generaron reflexiones sobre la importancia de las diferentes experiencias que existen en el país que han contribuido a generar estos procesos de cambio. 7

Rolnik S, El ocaso de la víctima: la creación se libera del rufián y se reencuentra con la resistencia. Texto reelaborado a partir de una Conferencia pronunciada en Sao Paulo durante el evento Situaçao #1 COPAN, curaduría David C. 23–27 nov 2003. 8 FUENTE. 9 FUENTE.

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En relación con la posibilidad de generar cambios en las estructuras sociales y empoderar a las comunidades a partir de las prácticas artísticas, se destaca en el documento titulado Memorias del Encuentro Nacional de Educación Artística de 2013, realizado por el Ministerio de Cultura. En las orientaciones para la formación artística con enfoque diferencial y acción sin daño señaló lo siguiente, La educación desde las artes aporta al disfrute, la contemplación reflexiva, a la construcción colaborativa de conocimientos, otorga herramientas para que cada participante desarrolle propuestas alrededor de intereses propios, valora a cada ciudadano y a cada comunidad, crea procesos de apropiación o fortalecimiento de los saberes o de resignificación de las prácticas, aporta a la construcción de la memoria y la reparación simbólica, integra a los miembros de una comunidad generando procesos de cohesión social y fortalecimiento de la identidad individual, local o colectiva, y potencia la capacidad de una comunidad para la autogestión y la generación de procesos reales de transformación social.10

Así reconstruir también es una palabra que alude a la memoria, de ahí que, no solo se reconstruye física o formalmente, también se reconstruyen, se reconocen, se reúnen y se elaboran para resignificarse los hechos dolorosos o ciertos imaginarios. De igual manera, en el Plan Nacional de las Artes 2010 se establece en relación con el derecho a las prácticas artísticas en el numeral 81: Muchos proyectos artísticos contemporáneos encaminan sus objetivos al trabajo con comunidades, incidiendo en sus deseos de resimbolización o propiciando procesos de cohesión, convivencia y otros valores ciudadanos y democráticos. El acceso a las prácticas artísticas es un derecho universal que debe ser garantizado en condiciones de libertad, equidad y dignidad, y ello, a lo largo de toda la vida. La historia social del país y el reconocimiento del importante papel de la cultura en la transformación de la vida, hacen de su dinamización una poderosa estrategia para atender las necesidades de inclusión y cohesión social.

Desde la perspectiva del derecho es necesario subrayar como la aparición de la práctica artística no se inscribe como una solución coyuntural, sino que debe 10

Mincultura (2013). Memorias. Encuentro nacional de Educación artística Bogotá 2013 (1st ed.). Bogotá: Mincultura. Recuperado de http://www.mincultura.gov.co/areas/artes/educacionartistica/encuentros/Documents/MEMORIAS%20ENCUENTRO%20NACIONAL%20BOGOTA%20V ERSION%20FINAL.pdf.

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posibilitarse de manera continúa como una experiencia vivencial para todas las comunidades. Con ello resulta necesario generar las condiciones para que la educación artística esté presente en los currículos de los colegios y en las metodologías con las que procedemos en diferentes niveles de la educación. Esto unido a una sólida formación en valores que permita a los estudiantes reconocerse como responsables de los cambios necesarios, introducir métodos y formas de proceder que les permitan observar las construcciones culturales que habitan para cuestionarlas y construir sus propias opciones de vida. Por muchos años hemos afirmado que la educación artística y la educación especializada en artes hacen mejores ciudadanos y mejores personas sin embargo eso está en discusión. Se requiere hoy más que nunca, además de una revisión de los planes de estudio, una reflexión sobre las formas de aprendizaje experiencial en las cuales los ciudadanos nos formamos. En las historia de Colombia y particularmente del conflicto armado interno se han posicionado frases que instrumentalizan la función del arte dependiendo de las circunstancias. Se ha dicho por ejemplo que: “Quien empuña un instrumento musical nunca empuñará un arma”, y lastimosamente en algunos casos no ha sido verdad. La masacre del Salado mediada por la ejecución musical con instrumentos típicos del lugar11, se encargará de recordarnos que se requiere más que la enseñanza de técnicas o lenguajes expresivos para construir un pensamiento crítico, propositivo y en el sentido de Berardi erótico que considere al otro como extensión de si mismo. Aquí habían mandado unas tamboras, acordeón, aquí había un grupo de gaita, habían mandado los instrumentos para que los pelados fueran comenzando a

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http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/informes2009/informe_la_masacre_de_el_ salado.pdf El recurso de la música y la algarabía, asociado por los victimarios a sus atrocidades, aunque puede no haber sido planeado, no es arbitrario, pues canaliza mensajes hacia la comunidad y también hacia sus enemigos. La irrupción en el territorio, y el sometimiento de la población constituyen un triunfo sobre el adversario, y la música lo proclama con ese sentido de fiesta y de vulneración del orden del enemig o. M ása l lá́ d el ainten ciónd elo svictim ario s, e l re cu rs o a la música en el escenario de la masacre se inscribe en un repertorio de prácticas de crueldad extrema que ahondan la degradación de la dignidad de las víctimas y agravan el sentimiento de humillación que experimentan los sobrevivientes. Ahora bien, aunque no se puede atribuir una intencionalidad demasiado sofisticada a los victimarios, las repercusiones de su acción en las víctimas se extendieron hasta la re-significación de prácticas culturales vinculadas a la música y a la fiesta, las cuales quedaron “marcadas” por el terror.

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practicar, todo eso se apoderaron ellos. Ésta cancha, ahí era cuanto muerto mataban, tocaban, tocaban tambora, tocaban acordeón y todo, si cargaban grabadoras, porque en las casas habían buenas grabadoras y hasta cogían las grabadoras, y todo eso ponían la música [...]Sacaron unos tambores de la Casa del Pueblo, cantaban después de matar... se les veía el placer de matar12.

Y no solo las masacres, sino de nuevo esos aspectos de violencia sutil instaurados en la sociedad y que no excluyen las dinámicas del campo del arte y el sector cultural. Acciones que parecen irrelevantes que se afirman por la costumbre y justamente por esa falta del sentido de colectividad, por ejemplo, las decisiones de faltar a la verdad que afectan distintos grupos, privilegiar el interés personal sobre cualquier otra cosa, la invisibilización del Otro cuando conviene, las acciones por abarcar los beneficios económicos de las bolsas de trabajo, así como el uso de las palabras que resultan tan importantes para construir o destruir la imagen y la reputación de las personas. Creo que es allí donde más trabajo nos falta por hacer, pero también donde surge el constraste con las más significativas experiencias. En mi paso por el Ministerio de Cultura, tuve la oportunidad de conocer el trabajo de muchos ciudadanos que no necesariamente son artistas de formación pero que sin embargo en su práctica, se encuentran todos los elementos la definen como tal. Personas, colectivos y prácticas que incluso con su presencia hacen la diferencia entre la vida y la muerte. Uno de los elementos más poderosos que utilizan las prácticas, es justamente lo opuesto al silencio, es la posibilidad de ver de cerca el conflicto y darle protagonismo, de trabajar con él y a partir de él. También reconocen y respetan los saberes de las comunidades involucradas y trabajan de manera colectiva potenciando los conocimientos de quienes participan. Me parece relevante que prácticas como estas puedan socializarse y generar dinámicas de trabajo que inspiren otros procesos. Laylis Quiñones, es un ejemplo de como la cultura puede configurar realmente un entorno protector: Genera una estrategia de investigación en Saberes tradicionales, que fortalece el establecimiento de vínculos entre los actores de su comunidad, donde abuelos sin nietos adoptan a nietos sin abuelos y juntos construyen y recuperan saberes , apalancándose en procesos de emprendimiento cultural. 12

Fuente.

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Su Fundación en Tumaco trabaja en la recuperación de los valores y saberes ancestrales, construcción de instrumentos tradicionales, música y danza del pacífico, que se configura como un proceso de resistencia para los jóvenes en medio de la violencia del conflicto. Ella misma es un símbolo de ello y su presencia reduce los niveles de violencia en el lugar. En el contexto de los laboratorios de artes del Ministerio de Cultura surge un proyecto que deriva en la organización de una comunidad en Montería en un barrio reconocido por sus mismo habitantes como peligroso, que se organiza en un colectivo denominado Afirmacción que resignifica la manera de verse a si mismos como comunidad y empodera a sus miembros para organizarse y gestionar un festival audiovisual. Este proyecto que ha incluido otras comunidades se titula Glosario de términos para la vida: cartografías de autonomía. Fue planteado por Jimena Andrade y Marco Moreno del Colectivo Interferencia y constituye un ejemplo de cómo las prácticas artísticas pueden incidir en los procesos de procesos de cohesión social y fortalecimiento de la identidad individual, local o colectiva, y potenciar la capacidad de una comunidad para la autogestión. Ejemplos como estos hay muchísimos en diferentes lugares del país. Cerca de aquí el profesor Jaime Candelo, en Puerto Tejada, bombero y bailarín introduce elementos para la socialización entre grupos enfrentados entre sí desde la danza. La realidad de la práctica artística exige hoy que el sector educativo revise contenidos y metodologías para dar herramientas y elementos que permitan a quienes están estudiando prepararse para aportar desde su disciplina a la construcción y reconstrucción de nuestra historia.

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