Nelson Manrique
El gran ausente En general, no se ha reparado en el hecho de que Haya de la Torre estuvo físicamente desvinculado del Perú entre 1949 —cuando se refugió en la embajada de Colombia huyendo de la persecución de Odría, para salir directamente al exilio apenas le permitieron abandonar el cautiverio— y 1969, cuando el golpe de Juan Velasco Alvarado hizo pensar que la revolución militar podía significar el fin del Partido Aprista y esto le obligó a retornar al país, donde permaneció los siete años siguientes sin salir ni una vez al extranjero. Fueron veinte años de ausencia física, durante un periodo marcado por la existencia de regímenes democráticos —Prado en 1956 y Belaunde en 1963— en que el Apra formó parte del gobierno, controlando en los hechos el Parlamento. Andrés Townsend decía creer que Haya se apartó deliberadamente «para dejar el partido en la etapa de la Convivencia». Recordaba asimismo que hubo por lo menos dos años en los cuales la fiesta de la fraternidad se celebró sin Haya de la Torre presente. Pero, precisaba, donde estuviera, «Haya siempre quedaba como la última instancia partidaria» (Hildebrandt 1979b). Esta ausencia contrasta con la terca permanencia de Haya en el Perú al frente del Apra entre 1931 y 1948, un periodo marcado por una dura clandestinidad apenas interrumpida por el paréntesis del gobierno de Frente Democrático de 1945 a 1948, en que el Apra cogobernó con José Luis Bustamante y Rivero. Tal fenómeno merece al menos una reflexión. Luego de salir de su cautiverio en la embajada de Colombia en 1954, Haya viajó por América y se estableció después en Europa, no retornando al Perú sino por breves temporadas, mientras que el gran aparato partidario aprista se encargaba de mantener su nombre vigente. En 1954, luego del fin de su cautiverio y de su triunfo en la confrontación con Seoane en Montevideo, Haya de la Torre retomó plenamente el control de la organización que había fundado. Seguía proscrito en el Perú y, luego de algunos viajes por América Latina dando conferencias, se dirigió a Europa, donde permaneció con escasos intervalos durante los quince años siguientes. «El año de 1955 [escribe Luis Alberto Sánchez] fue, así, su año de renovación, de estudio y experiencias. Los trabajos que realizó en Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia le inspiraron nuevas ideas, dentro del marco genérico del APRA» (LAS 1985: 416). Durante ese receso político dio a la publicidad su libro Treinta años de aprismo. La ausencia de Haya en el Perú se hacía sentir a medida que el agotamiento del régimen de Odría y la proximidad de un nuevo periodo electoral creaban las condiciones para reactivar las organizaciones partidarias. Pero Haya no daba señales de querer volver al Perú, así que Luis Alberto Sánchez lo conminó a hacerlo en una carta enviada desde Puerto Rico, el 21 de enero de 1955: 176