22 EL DESAFÍO SENDERISTA Y LA HERENCIA DEL DESARROLLISMO, 1980-1990 Los años ochenta han sido presentados en la historia de América Latina como una década perdida; en el Perú fueron, ciertamente, un decenio muy duro. En el terreno político la organización democrática basada en elecciones periódicas y la separación de poderes fue abiertamente cuestionada, a pesar de que un sector de la izquierda fue incorporado al sistema político. La Constitución de 1979 levantó las restricciones impuestas a los partidos comunistas, de modo que todos los partidos de izquierda pudieron participar en las elecciones y llegaron a obtener una cuota importante de legisladores. La cooptación de los líderes izquierdistas como parlamentarios y alcaldes fue, empero, percibida por otro sector de la izquierda, de origen social más pobre y provinciano, o como una traición a los intereses de las clases populares, o, en el mejor de los casos, como una sutil maniobra de la derecha para desactivar el potencial subversivo de los grupos izquierdistas. A la izquierda de la izquierda apareció, entonces, desde finales de los años setenta, un sector más radical que, denunciando las limitaciones de la “democracia burguesa” desataría una cruenta lucha armada que se prolongó por 20 años.
EL FRACASO ECONÓMICO DEL DESARROLLISMO
Los gobiernos de Fernando Belaúnde Terry (1980-1985), del partido Acción Popular y Alan García Pérez (1985-1990), quien llevó al apra por primera vez al sillón presidencial, representaron gobiernos de centro o de centro-izquierda, en el sentido de que procuraron armonizar los intereses de la clase empresarial y propietaria con las reivindicaciones de
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