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Usos y costumbres afroperuanas

Delia Zamudio Palacios35

Yo escribí un libro que se llama Usos y costumbres afroperuanas, en el cual señalo lo religiosos que somos nosotras y nosotros los afrodescendientes, nuestras creencias y cómo en su mayoría creemos en nuestros ancestros. Cuando ellos se van, cómo los extrañamos, cómo les hacemos sus misas, cómo los tenemos presentes. Hay una frase que dice “mientras no te olvide, no te has ido”, y nosotros difícilmente olvidamos a nuestros ancestros. Yo nací en la Hacienda Hoja redonda en Chincha. Luego, migré al barrio popular de la Victoria. Siempre tengo en la mente a mi abuela con sus consejos y a mi abuelo con sus cuentos. Ellos nos enseñaban el respeto a los mayores y el buen comportamiento. Si nos portábamos mal, las consecuencias eran los castigos de Dios.

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CUENTA LA TRADICIÓN…

En el distrito de Ingenio hay una campana fundida por los descendientes de los esclavos angoleños. Según la tradición, se dice que fue confeccionada con bronce y oro rescatados de los entierros de los Jesuitas. La campana tiene la fecha de fundición. Contaba Sabino Caña, quien fue sacristán de la iglesia de la Quebrada fallecido en 2002, que el barco que traía a las negras y negros esclavos estuvo a punto de zozobrar al ser atrapado por una tormenta. Uno de los esclavos que eran traídos para ser vendidos sacó un papiro y lo abrió. Dentro de él había una pintura de una virgen negra. El dueño se ríe y le dice “crees que esa negra nos va a salvar”, a lo que este responde

35 Directora del Grupo Negro Mamaine. Destacada activista afroperuana y por los derechos de las mujeres afroperuanas. Primera dirigente sindical luchando por los derechos de los/las trabajadores/as; y también la primera mujer que dirigió la Confederación General de Trabajadores del Perú, la principal central sindical del país. Fundadora de la Casa de Refugio San Juan de Lurigancho para víctimas de Violencia Familiar y Sexual. Escritora reconocida por su libro testimobial “Piel de mujer” (1995)- FOVIDA

“no se ría amo, ella tiene poderes”. Todos los negros esclavizados seguían suplicando de rodillas, la mar se ponía más brava y parecía que se iban a pique. Entonces, asustado el dueño del barco le pide perdón a la virgen negra, prometiéndole que si llegaba a buen puerto le haría una iglesia Se calmó poco a poco la tormenta, y ellos lograron llegar al puerto de Tambo de Mora. De ahí, por los túneles, fueron llevados a la hacienda San José, donde fueron vendidos. Otro grupo que separó el esclavista llegó hasta Cañete, y levantaron la iglesia de la virgen negra en La Quebrada (San Luis). Esta fue tapiada por muchos años por la propia Iglesia católica, quien ordenó cubrir, pintar o tapiar todo santo que fuera de color negro. Por esa época, la Iglesia era muy radical y racista. Negaba, incluso, la participación de los negros como curas o sacerdote hasta la quinta generación. Prueba de ello fue el caso de San Martín de Porres, quien nunca pudo ordenarse como sacerdote, y se quedó como hermano lego. La iglesia de la virgen negra fue descubierta en septiembre de 1986, de casualidad, por el sacristán Sabino Caña mientras trabajaba en la refacción de la iglesia. Como esta había sido tapiada, al tratar de despegar el tarrajeo, sobresalían algunos bordes que llamaron su atención. Indagó más y descubrió que detrás de estas capas de pintura había una figura. Él logró enviar una carta con la fotografía al Arzobispado de Lima, quienes enviaron a investigadores para verificar el hecho. Luego de comprobado, los investigadores enviaron su versión al Papa, quien finalmente la reconoce como Santa Efigenia. Según la historia, en la época de Jesús, ella se convirtió en su seguidora. Como era una reina, su primo pretendía casarse con ella por su reino y la ambición, pero ella no quiso por su amor a Jesús. Así que el pretendiente decidió darle muerte para casarse con su hermana menor que ascendió a reina. De este modo, logró apoderarse del reino. Reinó con mano dura, aunque finalmente el reino se incendió. Desde entonces, ella aparecía cuando había peligro y salvaba muchas vidas. También conocí a Sabino Caña, un sacristán de la iglesia de La Quebrada. Ahí tenemos la virgen negra, y nos reunimos de diferentes lugares para festejar el día de la Virgen y para dar a conocer nuestra religiosidad. Un periodista dijo que, para conocer una virgen negra, la gente no iba acudir. En cambio, si decíamos que era una fiesta para comer gato los negros, entonces sí muchos curiosos iban a acudir esta fiesta. Pero ha quedado demostrado que acudimos por nuestra religiosidad por y el amor a Dios, como también acudimos a la procesión del Señor de los Milagros, quien fue pintado por un negro angoleño. También, se difundió la integridad religiosa de San Martín de Porres, a pesar de la prohibición de la Iglesia a que los negros —hasta quinto grado consanguíneo— pudieran llegar a ser sacerdotes. Él murió siendo hermano lego y luchando por lo que creía suyo, su forma religiosa de ver este mundo, su forma religiosa de ver el amor de Dios. Vemos cómo se les daban oportunidades a las personas de piel clara hasta en la religión. Se ha visto también cómo hay huesos de cadáveres

en pequeñas celdillas que ponían en la hacienda San José, en Chincha, para castigar a los negros cimarrones que trataban de huir del maltrato del amo. Uno se queda pensando cuán grande ha sido nuestra religión, cuán grande ha sido nuestro amor que no nos convertimos en bandas de asesinos, sino más bien en una resistencia callada, pero fuerte. El racismo era muy asentado, incluso, en el grupo sacerdotal. Fueron capaces de tapiar imágenes, ya que no querían que se viera ninguna figura negra.

UNA FE INQUEBRANTABLE…

Los afroperuanos somos un pueblo esencialmente religioso, creyente, católico que practica su fe celebrando las festividades religiosas de manera colectiva, en familia y de manera individual. Las más importantes festividades son la Semana Santa, la Navidad, fechas conmemorativas de los santos como la Virgen del Carmen, El Señor de los Milagros, la fiesta de la Cruz, y el Día de todos los Santos y nuestros ancestros. La religiosidad afroperuana forma parte de nuestra vida desde la colonia cuando los esclavizados heredaron y adoptaron la doctrina católica. Las manifestaciones religiosas colectivas se presentan desde que los esclavizados pudieron formar cofradías y hermandades, que fueron adoptadas para organizar a los afrodescendientes con el fin de evangelizarlos más fácilmente, pero ellos lo usaron con diversos propósitos. La Iglesia católica vio la necesidad de adoctrinar y evangelizar a los esclavos para que abandonaran a sus dioses y costumbres propias de África, ya que las consideraban “salvajes”. Había que instruirlos en las verdades de la fe católica para hacerlos dóciles. Los domingos, eran los días que los sacerdotes adoctrinaban a los negros para ser buenos cristianos. Sin embargo, las costumbres no se borran fácilmente y ocurrió una mezcla de dioses, rituales y ceremonias. Los esclavos no olvidaron a sus dioses africanos y los trajeron. Gracias al mestizaje, se convirtieron en santos católicos. Luego de que fueron liberados, los esclavos eligieron como protectora a la Virgen de Carmen. Llamaba mucho la atención, y aún hasta ahora, cómo en las festividades religiosas de las comunidades afroperuanas hay una gran presencia de diversas costumbres ancestrales religiosas: procesiones, misas, rituales, siempre acompañados de música, bailes, cantos, comida, bebida. Tenemos muchas fiestas religiosas que festejamos colectivamente de una manera propia, donde el fervor religioso se expresa en danza, música, canto, rezos, propios de la costumbre afroperuana. Las imágenes religiosas representan el espacio en el cual el negro podía manifestar sus costumbres. Por ello, eran y son muy importantes para el ritual, para la ceremonia.

Existe mucho cuidado de las “andas”, que son cuidadosamente adornadas con flores, tules, milagros de plata e incluso de oro. La vestimenta de los santos y vírgenes son elaborados por artesanos locales, haciendo gala de lujo y esplendor. Esta es una forma de venerar a los santos. En cuanto a los grupos que acompañan la procesión, también cuentan con vestimentas especiales que son cada vez más espectaculares. Se ensayan los bailes todo el año y requieren de cada danzante un gran esfuerzo físico y disciplina para trabajar en grupo. Cabe señalar que tanto la vestimenta como la danza han desarrollado una simbiosis con el mundo andino. Otra manifestación religiosa grupal heredada de aquella época, son las novenas, actividad propia de mujeres. Por nueve días, ellas se reúnen en las iglesias en torno a un Santo al que rezan y cantan para merecer sus favores. En el plano familiar, la religiosidad afroperuana es muy fuerte. La ceremonia de los bautizos, primera comunión, confirmación, matrimonios, son motivo de celebración familiar. La labor de los padrinos era muy importante. Un compromiso de por vida con el ahijado y motivo de agasajo de los compadres, lo que muchas veces se convertía en una fiesta. Había una gran participación de todos los miembros de la familia: abuelos, tíos, primos, así como de los vecinos. La celebración podía durar hasta varios días.

A nivel individual, son muchas las tradiciones transmitidas por generaciones, pero que se han ido perdiendo en el tiempo. La fe individual se manifiesta con la asistencia a la misa, el acompañamiento a las procesiones, en aceptar todas las creencias transmitidas por la Iglesia, como el uso de ciertas vestimentas (mantillas, hábitos, etc.). Hay una fuerte creencia en el demonio, en el infierno y en el castigo divino que marca la vida de las personas.

RELACIÓN CON LA MÚSICA, EL BAILE, LA COMIDA Y LA BEBIDA…

Los afroperuanos nos caracterizamos por ser un grupo alegre. A pesar de tener un gran respeto por la religión, sus manifestaciones religiosas se desarrollan en medio de alegría que se traducen en su música y en la danza. Las comparsas suelen ser muy bulliciosas. El inicio y el final de las procesiones son motivo de algarabía en el grupo. También, es un acompañamiento obligado las comidas y bebidas propias de cada celebración. Por ejemplo, para la Semana Santa se solía preparar “frejol colado” y comer solo carne blanca: pescado. En Navidad, los tamales; y para octubre, durante la procesión del Señor de los Milagros, el turrón. Durante estas celebraciones, también se bebe mucho: últimamente, cerveza, pero anteriormente chicha.

COSTUMBRES ANCESTRALES…

Desde siempre, nosotros creemos en el vudú, en la magia. Curamos a los niños con rezos. Gracias a esto, se han salvado muchos niños. Mi madre curaba del susto, curaba de una serie de cosas. Ella usaba alumbre, usaba huevo, usaba cuy. Curar el susto pasando el huevo era una costumbre muy común a principios de siglo XX. Consistía en ir rezando —oraciones católicas y cánticos ancestrales— mientras se pasaba el huevo al niño, quien presentaba mucho llanto sin razón aparente. Incluso, se elegía un padrino o madrina de susto. Había otras tradiciones como curar el aire con barra de azufre o poner una planta de sábila en la puerta de la casa para espantar las envidias, entre muchas otras. Yo he visto sanar a personas, y creo que todos esos tipos de medicinas ancestrales debemos recuperarlas para ver lo bueno que nuestros ancestros dejaron a la cultura, y que se está perdiendo.

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