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Carmela Fry Palacios

Dolor sepulcral

Carmela Fry Palacios 79

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En el corazón del Callejón de Huaylas se agrietó la entraña de Yungay, la utopía y realidad se abrazaron acreditando la razón del hecho a la fe: persecución por creencias religiosas antagónicas, que por ello el encono del titán precipitó...

Áncash y el Perú se estremecieron 7.8 fue su Escala Sui géneris catástrofe Latinoamericana.

¡Debacle, llanto, desolación! Gime el silencio ante tanto dolor que en ambas cordilleras retumbó...

Por el Majestuoso Huascarán las carreteras se esfumaron... Avalancha en el nevado, bloques colosos de hielos desplomados: Miles de almas, bajo siete metros a este paraje insondable fueron eternamente a morar! Muchedumbre de hermanos damnificados, unos pocos en el cementerio se refugiaron, los niños que fueron ese trentaiuno al circo, también lo contaron... Los temblores, cual campanas repicaron... Cuatro palmeras incólumes sobrevivieron con el Cristo Redentor...

Nuevo Yungay renace de cenizas, como ave fénix algunos valientes empezaron y otros coterráneos emigraron.

79 Carmela Fry Palacios. Docente del Área de Comunicación de la IEPM CMLP. Fundadora y directora del Taller Extramuro Póetico. Autora de libros de poesía y narrativa.

1970 La hecatombe de Áncash 500

Y este Mayo, que se cumplen cincuenta años de aquel fatídico trentaiuno: en nuestras memorias las cicatrices se tornaron recorriendo los trechos de callecitas estrechas, con el cielo dibujado, y el Colosal Huascarán enarbolando!

El magestuoso nevado El Huascarán (Foto: DBP.)

Laudomios - endechas del tiempo

Norka Zulema Bríos Ramos 80

"Me acechan los recuerdos, de un 30 de mayo, cuando la araña tejía los hilos de la cordura, vio cómo se moría el sol, sombras siniestras cubrieron el cielo y velaron la vida.”

Inmemorian 70

Profusión anunciada

Cuando los Apus rugen en este laberinto de sueños, busco entre retamas y capulíes, los sueños perdidos que laceran el alma.

Esos que la tormenta los robó, en una tarde donde el sol se ocultó, despertó su ira la Pachamama, a los corazones dormidos.

Los Apus rugieron sin piedad, en lastimero grito el valle vomitaba lodo y piedra.

Solo cuatro palmeras temblaron impotentes ante el terror, convertidas en cuatro cirios como testigos en mudo silencio.

Esperanzas truncas y sueños dormidos que jamás despertaran,

80 Norka Zulema Bríos Ramos. Nació en San Miguel de Corpanqui, Bolognesi. Estudió en

UNFV, UNMSM, PUC, UNAC. Miembro de Poetas del Mundo, integra AEPA, fundadora de

CPEC. Tiene publicado más de 15 poemarios. Cuenta con muchos reconocimientos.

1970 La hecatombe de Áncash 502

fugaron en penumbras eternas.

En el olor a tierra mojada buscan los pasos perdidos en el tiempo, solo quedan huellas de dolor de una tarde fatídica.

Como palomas mensajeras llovieron mensajes de paz.

Llegó el tiempo de espera grita el alma al mundo, los Apus anuncian, pero nadie escuchó… son oídos ciegos y ojos sordos, corazones dormidos en el ego de la inconsciencia, nadie escucha mensajes que perturban el alma.

Los fantasmas del pasado volverán a rugir, donde los vientos soplan, es tiempo de curar karmas.

Hoy se escucha el sonido del silencio en la nada.

Endechas del tiempo

No hay lugar para lamentos, hoy Campo Santo mudo testigo de una tragedia anunciada.

Recordar el momento me ha engullido, ruge el Huascarán, y abrió sus fauces, el pavor se apoderó del alma, mas anduvo perdido como lacayo como una rueda suelta.

Que corre y corre, hacía el río Santa pero el lodo lo alcanzó, siente caer a un abismo, le atrapa el miedo y cae a las profundidades con terror.

No hay tregua por lo que la caída es inminente el miedo y el frío recorren su sangre le hace su esclavo y desaparecen más de mil atrapados sin piedad como la bravura de una mandrágora.

Sus pies se arrastran al lúgubre cementerio cae en una cubeta flotante, quedarán sendas sin geografía sin nombres...

Las tinieblas esconden el último grito, el último suspiro, el último deseo de sus sueños construidos en polvos de viento en vez de piedras..

Tan solo tardó unos minutos para derrumbarlos las frágiles estructuras en una endecha del tiempo.

Laguna de Llanganuco (Foto: DBP.)

Tu recuerdo

Juan Rodríguez Jara . Los largos eucaliptos, de tiernas hojas inquietadas en una tarde desconcertada no se han repuesto en cincuenta años porque los caminos salieron a lejos.

Gritos y desconsuelos atrapados resuenan en tu callejón de Huaylas sin salida; escalando tus cordilleras van despareciendo, el río Santa en agonía sigue su destino.

Huascarán enterró a su Yungay hermosa dejando las palmeras de testigo eterno. Rosas ya no florecen en el Campo Santo porque nadie riega, ni el Huascarán.

Pasaron cinco décadas sin fin que en tres minutos te dañaron; todos tus hijos se fueron lejos se olvidaron sin razón ahora dicen quererte con corazón.

Así fue tu actual destino hermosa suiza peruana. Ahora eres muy ajena de quienes te conquistaron

Áncash. En un minuto te cambiaron con el roer de una explosión; tus tejados rojos eclipsaron. Tus calles empedradas callaron, tus hijos se marcharon sin adioses se alejaron. Tus heridas se multiplicaron tus nieves en retirada se fueron yo de lejos te doy mi corazón.

Tu río santa se va secando crisoles andinos en silencio, decantan lágrimas de oro que sucumben en llanto con la eterna corrupción. Hoy día aniversario de luto el cementerio está llorando, con las almas en sufrimiento en soledad de un ocaso.

Gran cruz de Rataquenua mi Huaraz pinta de alegría, Señor de la Soledad en mirada, la ciudad en progreso dibuja y tu voluntad de paz sea. Cristo de Yungay en vigilia, Huascarán celoso, cada día riega rosales del cementerio para Yungay su jardín re rosa.

Sismo del 70 en Áncash

Un día como hoy, tarde sin aliento, de allá llegan aullidos de los perros que tantean el suelo rebelarse, al salir entierran vidas en calma. Los largos eucaliptos, de tiernas hojas en una tarde futbolera inquietadas, no se reponen en cuarenta y ocho años porque se olvidaron los ancashinos. Los gritos y desconsuelos atrapados en un callejón de Huaylas sin salida; entre las cordilleras van despareciendo, el río Santa, por ser santa se recuperó.

Huascarán enterró a su Yungay hermosa dejando las palmeras de testigo eterno. Rosas ya no florecen en el Campo Santo parece ya se olvidaron del 31 de mayo.

Caminos cruzan, metas se perdieron para ancashinos que se olvidaron, de luchar para revivir con ilusión poniendo alma y corazón.

Yungay sepultó a once corazones: Guardias civiles en centinelas, se ahogaron en barro y piedras dejándonos sabias enseñanzas.

La ayuda de los sinches se olvidaron que en vuelo de cóndores ayudaron salvando a pueblos de la nación. Dejando huellas de la GC, en Aeropuerto de Anta-Huaraz. 1970

La hora del renacimiento Yungay 1995

Elmer Neyra Valverde 81

Ya murió en mi recuerdo, en la sombra blanca. Un regimiento de flores, cruces, pasos, nichos, latas, papeles, lágrimas, crónicas anuales del terrón mortal del mayo negro, del mayo trágico y reflexión de campanas. Solo eso.

Y no tan lejos, a tajo de vista, el coloso, el waskarán en grietas, convoca concursos, paseos, escalamiento, fogatas, carpas, escarpines, alud, gritos, victoria, nieves de rumor cristalino.

Caminos, zigzag, troples de flores, bocinas, parque nacional. Dos lagunas adormiladas, tejiendo belleza y poemas.

Dos tazones urdiendo un verdor de leyendas. Sombras de pishtacos; verdes espigas clamando la hora del renacimiento.

81 Elmer Félix Neyra Valverde. Nació en Piscobamba. Estudó licenciatura y doctorado en educación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.Ejercio la docencia en colegios y en las Universidades de San Marcos, San Martín de Porres, Universidad Garcilaso de la Vega y Universidad María Inmaculada.

Cementerio de Yungay

Corría solo con mi alma, por la ruta bañada de sol; Jadeaban las hojas de maíz, acechaban las piedras caldeadas.

Temblaban los ijares velludos del cariñoso alazán; sus ojos brillaron al constatar el aliento del recodo, al lijar las piedras de la curva.

Cerca, cerca ya, estábamos al cementerio de rudos setos, sin canturías de muerte, sin huéspedes de féretros, sin hisopos de limón partido, sin rocíos en los rojos ojos.

Solo un zorzalito casi negro agitaba un trino casi miel, en sus brincos de cruz en cruz. Y la quietud sepultada yacía, casi muerta, en los blancos nichos.

Tantas veces pasé por el cementerio, hasta que las cruces se alegraban al trotar musical de mi alazán; sonreían ante la espiga de mis ojos.

Yungay en el tiempo

Antonio Carrión Támara 82

¡Oh Yungay! La bella inmarcesible de penas, lamentos y alegrías; de esperanzas que hoy vivimos. Yungay, jamás moriste en el tiempo, sólo fue el embate que se detuvo en la estación de tu prosperidad.

¡El Huascarán, sí, el bello Huascarán! Aunque digan que fue cruel contigo, pienso que sólo te abrazó rudamente como queriendo que sus hermanos; o sea, tus hijos no se aparten de él. Yungay, ahí pervives junto a ellos.

Fue su exageración que estremeció a la tierra y los ahogó en el silencio, envolviéndolos con el frío manto hasta la inmortalidad del paraíso; y las palmeras son mudos testigos de dolor y clamor en la oscuridad.

Cómo no reencontrarme contigo, llegar a tus entrañas y abrazarme con mis hermanos que en tu regazo duermen. Mi Yungay… ahora lloro mis penas y la nostalgia me consumen, porque fue un día del mes de mayo.

Recorro imaginariamente tus calles, alzo la cabeza y al Cristo blanco veo, también al Huascarán cuando volteo; embrujas entre retamas y molles, ofreciendo tus aromas inmortales. ¡Eres mi Yungay, grande y eterna!

82 Antonio Carrión Támara. Natural de la provincia de Yungay. Músico y compositor. Director actual del Conjunto Musical “Lejanías del Perú”, tiene también un programa radial con ese nombre.

Cuaderno del damnificado 1970 Aquella vez del sismo

Román Obregón Figueroa 83

¡Hasta que latidos duraron los segundos! ¡Hasta que siglos dolieron los latidos! airada la tierra o enferma de tiempo gemías hondamente latigueaba cerros y valles retorcida vidas y trinos.

Los gritos fueron entonces más gritos la sangre licor derramado. Segundos robaron siglos y la muerte tuvo gestos de fúnebre polvareda. Que parto apocalíptico para nacer y renacer nosotros. Incrédulos aferrando gritos mordiendo gritos gritando gritos.

Después la plural herida las casas que amor guarecieron los días sus inciertos minuteros los hijos y los padres memorizándose la sangre cuan evidente roja ¿y así hablar del hombre sus flores con amor cultivadas? Hablar de la vida sin reconocer la muerte?

Huascarán

83 Román Obregón Figueroa: Nació en en Caraz. Estudió en la UNMSM. Es narrador, poeta, crítico y dramaturgo, ganador Juegos Florales de la UNMSM, Juegos florales de municipalidad de Huaraz 1997. Cuenta con más de 30 obras publicadas.

1970 La hecatombe de Áncash 511

Un toro blanco de testa airada. Toro de nieve de voz helada.

Llegó bramando y cegó vidas, cayó rugiendo con feroz ira. Con sus pezuñas de lodo y piedras aplastó risas dejó honda pena.

Un toro blanco nos quito, ay, -Toro asesino –Nuestro Yungay.

Cuando el dolor era denso

Buscaban a los suyos llorando.

Hurgaban los escombros llorando. Abrazaban sus muertos llorando. Se acordaban de Dios llorando.

Los tonos oscuros

Amanece. los muertos reposan siglos o tan sólo alaridos? Miramos los escombros las campanas han sido

rescatadas están llamando a misa.

Nos vemos sin vernos. isla de palomas asustadas el corazón. Nuestros amigos tienen rostros extraños.

La noche nos persigue.

Bajo este lodo reseco

Bajo esta inexorable garra, bajo millones de alaridos petrificados Yungay duerme.

Conjeturamos: Por ahí estaban las calles que nos daban bienvenidas. Aquí la risa, el arroyo, la espera, las palabras gratas. Aquí el templo, la yerba, la lluvia

que nos hacía correr rezongando. Pero también se acierta: aquí vivían nuestros buenos amigos. (Y pensar que ya nunca podremos saludarles Como antes)

¡50 años del terremoto de Áncash! ¡¡Florecimiento de Yungay hermosura!!

Julio César Portella Medina 84

Cincuenta años de constante progreso: 1970 a 2020 Han transcurrido: cincuenta años del ímpetu del Huascarán, aquella tarde impertérrita-aterradora del treinta y un de mayo, el poderío vibratorio de la naturaleza ¡¡Impone sin desmayo!!, la furia de aluvión arremetió, toneladas de lodos descargarán. ¡Antiguo Yungay: devastado-enterrado! Solo cuatro palmeras de la gran Plaza principal persistieron rígidos, e invulnerables, la ciudad imanada de historial- andina, fenece en las certeras corrientes de aluvión y desaparecen en fangos indescriptibles. “La perla del callejón de huaylas” ¡Emporio- andino inspirado!, vislumbrando a los montes, y nevados es Yungay Hermosura, ¡Eterno Edén admirado por sus bellos horizontes- iluminados! Renace desde los escombros con fuerza bravía, y preciosura. Es el “nuevo Yungay”, que, como ave fénix, ¡renace triunfador! Una metrópoli de embeleso inspirador y paisajes maravillosos, apunta con su crecimiento, desarrollo regional, y tan alentador, armonía atiborrada de preciosura con fulgores- esplendorosos.

84 Julio César Portella Medina. Limeño. Estudió Economía en la Universidad Particular Inca

Garcilaso de la Vega. Prolífico escritor ganador de concursos. Usa el nombre poético: “El

Emperador del Amor”. Tiene en proyecto su libro: ¡Espejos Azules!

1970 La hecatombe de Áncash 514

La hecatombe de una bella y tranquila tarde

Alfonso Jara Castillo 85

Bajo el cielo azul infinito de los andes en una tranquila y bella tarde de mayo el viento rompió su voz al silencio para alzar su grito “El terremoto del 70 Las cumbres se redoblaron de un lado a otro como balanceándose al frio de las alturas mientras los ojos habitantes se enloquecían al murmurante llanto de ancestrales misterios. De pronto, un movimiento alerto a la flora y fauna los hombres y mujeres de entonces vieron el fin en inmensas negras sombras caídas del más allá. La soledad se espantó al movimiento de la tierra y pronto cayo la noche, abrazando al silencio en los pueblos rodaron lágrimas de dolor como inmensas bombas atómicas de piedras. El corazón de la tierra fue tocado en sus llagas herida por desgarradores chasquidos del viento ni una lluvia cayó, solo grandes lágrimas de dolor en el silencio de la luna, sin truenos ni relámpagos El tiempo desapareció en segundos a la ciudad los floridos campos perfumados de entonces lloraron la nieve derretida alcanzó sus brazos fracturados y estos arrasaron con los hemisferios del lugar El Sur y Norte habían sido enterrados para siempre el Este y Oeste fueron desnudados por la muerte la luz del día contaba a setenta y cinco mil almas en ellas el dolor había desaparecido desde sus raíces Quien danzaba en la piel de los huesos era la muerte

85 Alfonso Jara Castillo. natural de provincia Antonio Raimondi. Docente de educación primaria. Coautor de la edición del Libro de Oro de la Provincia Antonio Raimondi. Publica sus relatos y poemas en revistas.

1970 La hecatombe de Áncash 515

el apacible aire vigilaba a telúricas víctimas del setenta millones de sentimientos brotaron con su triste canto refulgiendo al paisaje recortado en minúsculos pedazos. Las blancas cumbres perdieron sus colores de cristal en su tristeza, la tierra miró a la luna más no al sol, la muerte es un dulce sueño carente de dolor ella no sufre, no se queja, solo mira en silencio Las cordilleras son fuentes de vida junto al viento ellas cantan en silencio acariciando toda existencia mientras los paisajes se acomodan a nuevos días el murmullo de las aguas recorre los recuerdos Las flores del campo también murieron de pena arrojando aromas a nocturnos vacíos de la soledad la muerte es un pájaro andante de eternos sueños cuando se pierde la luna en las nubes por el viento. La luna es un ojo de agua, a espalda del sol es una montaña con orillas de un gran río una alcoba con aguaceros lacerados del tiempo de rocíos asfixiados por el azul cielo infinito Las penas son nubes que se elevan a las colinas y allí ondulan sus tristezas para bajar a los ríos entre lágrimas de abnegados ritmos de nostalgia en silenciosos ecos del viento en la montaña El dolor que respira la limpidez de mansas aguas son lágrimas que bullen arrecifes de nostalgias mazorcas de maíz que adornan heladas escarchas que peinan los cielos del ande en mansa agonía Los cóndores sollozaron en lúgubres noches de mayo ocultando ritmos desconsolados de profundos dolores más de setenta mil vidas fueron arrancadas al día en el terremoto del treinta y uno de mayo del setenta

El renacer de Yungay

Justo Ponte Cruz

Letras dedicadas a sus pobladores que hicieron renacer de los escombros a la nueva Ciudad.

Princesita de Yungay

En un lugar apacible del Callejón de Huaylas, se encuentra la provincia de Yungay hermosura, retahíla de muchos encantos turísticos y de historias que marcaron a su gente.

Tierra de mujeres emprendedoras, graciosas y bailarinas, que causan admiración al verlas, provocando hondos suspiros a propios y extraños.

Bella ciudad emergente y admirable, castigada por el cruel terremoto del año setenta del siglo XX. eres la perla y capital turística de mi Región, ciudad ancashina de ilustres hombres y mujeres.

Destaca espléndidamente, la Princesita de Yungay, embajadora cultural ¡orgullo peruano!, alegrando la vida y los corazones nuestros, con su canto andino angelical sin igual, es nuestra nisei hermosa encantadora voz.

Eres nuestra pionera que transmites con tu canto, el mensaje telúrico de los pueblos andinos, viajas por todas las regiones y el mundo entero, como nuestra digna representante cultural, para beneplácito de todos los ancashinos.

Te pedimos que sigas fascinando ¡oh mujer! con esa gracia cautivadora de tu sonrisa, preciosa embajadora del empíreo celestial, letras que emocionan al mundo entero.

¡Doña Angélica Harada Vásquez!

Nuestro homenaje en vida y agradecer a dios, por tu presencia que enorgullece a todos, llevando peruanidad y el encanto ancashino, en tu peña del distrito de los Olivos.

Angélica Harada Vásquez Kobayashi, más conocida como Princesita de Yungay

Yungay eterna

Generosa tierra fértil ancashina, la muy cálida población progresista, llamada: Yungay hermosura, ciudad de las 7 maravillas naturales, que con sus bellos guardianes como el gran Huascarán, el Huandoy laguna de Llanganuco su espejo del cielo del ande, son sus atractivos turísticos importantes.

Bajo el amparo y protección de su Cristo del camposanto, descansan el sueño eterno muchos yungaínos/ de ayer, cada espacio del cementerio, guarda un recuerdo de cada uno de ellos,

Son tus nevados que refrescan el aire andino, que impulsaron nuevos bríos a tu gente emprendedora, resurgiste rápido de los escombros, para volver nuevamente a la vida prospera actual.

Yungay eterna ciudad emergente y progresista, inspiras composiciones, cantos y versos, que llevan en alto tu nombre, tienes a tu hija predilecta Princesita de Yungay, que le canta a la vida, al amor y a su tierra natal adorada.

Sus inspiraciones son un pináculo de ternuras, el manantial que refresca las almas, llegando a todos los corazones enamorados, como todo se puede olvidar, menos el primer amor de juventud.

Tu grandioso cielo azul adorna el bello paisaje con sus flores aromáticas que perfuman su aire andino; lleva mis sentimientos en tus aguas río Shacsha, para que lo encuentre mi bella amada. Mientras espero su llegada al pie de la palmera, sueño pronto estar con la magia destellante de su rostro.

Yungay cuna prospera de grandes hombres intelectuales como: Corina Alva Billón, Aníbal Quijano Obregón, Danilo Bambarén, Julia Tello Olivera entre otros

Su danza guerrera y brava de los Shacshas, te representan magistralmente con maestría, lindas fiestas costumbristas tradicionales, donde rinden tributos a la Virgen del Rosario, para que bendigas a tus devotos, acompañados de sus bandas musicales y roncadoras.

El baile del minué

Antonio Sarmiento 86

Dijo Kon: el terremoto montes remueve de cuajo; y es la costa un gran cadáver con la arena por sudario

Manuel González Prada

Yo he venido a escuchar el epicentro la hulla y la antracita mordiendo la ciudad voluptuosa abultada y carnosa en sus costados los paraguas que se abrían en el fondo del mar el viento de la Entente barriendo a metrallas las olas/ la fábrica donde se golpeaba el metal del pescado.

Ya escucho la gran eclosión de mayo a las palomas emigrar al sur la huelga general del sindicato las mujeres salían de la fábrica, bullosas y sensitivas como una muchedumbre de pardelas cruzando La Florida Baja 3 de la tarde, hora en que Marilú se encontraba con Manuel saliendo también del sindicato con una bandera roja el lugar: los muros roídos del Wembley “La revolución artística no se contenta con conquistas formales, J. C. Mariátegui” rezaba un cartel en la exposición itinerante que el loco gritaba a voz en cuello junto a sus trastos y a sus líricas muñecas Moncada fue el profeta, él encarnó la Odisea el ideal, la locura divina del arte/ tiempo de los cíclicos hervores de Arguedas

86 Antonio Sarmiento. Natural de Chimbote. Poeta, crítico e investigador literario. Ganador de premios en los Juegos Florales de Poesía de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega (1985) y el Premio Copé de Poesía 2015, entre otros. Tiene publicados varios poemarios y obras teatrales.

1970 La hecatombe de Áncash 520

el diarismo a sueldo y los nuevos ricos proclamaban una belle époque anestesiando zonas sensibles de la ciudad con whisky y quema de billetes en las cantinas las redes atrapaban el cobre y se embaldosaban los bolsillos de los armadores los epitalamios regios eran pan de cada día y la próspera burguesía tentaba el arte con guantes blancos.

Pero natura no les dio la razón la tierra empezó a gestar en sus entrañas el colosal trastorno de fondo y forma la gran revuelta de la vanguardia geodésica no el arte por el arte/ el Movimiento Sísmico Internacional/ el Onirismo Sueñista de las Almas Rotas/ el Expresionismo desgarrado de calles y plazas agrietadas/ el Escapismo del Sálvese Quien Pueda representaciones sombrías de cuadros de Klee de Humareda de Dalí circulando en el blindado aire del Barrio de Acero muecas de rostros contorsionándose de dolor y vértigo y protesta metafísica del ser trílcico vallejiano en su envoltura.

En medio del estropicio con las almas en la estratósfera y el viento de la Entente escupiendo fuego con los máuseres después de las 3 de la tarde Manuel en el epicentro Manuel en el centro de la plaza con su sueño de sindicalista en pleno sacudón tectónico artístico en pleno remezón geocultural se puso a cantar a esa hora de la tarde

la espesa muerte removió su sombra asentada en el fondo de los valles

busquemos el arte

no el de los capituleros el de los pozos humeantes en el aire

busquemos el arte

en la gran danza de minué de los muertos que hizo girar a la tierra parte a parte

busquemos el arte

a la hora trastornada del reloj que enviudó a las 3 de la tarde

busquemos el arte

muchachos párvulos y soñadores en los propios descensos de la sangre

busquemos el arte

en las montañas y en las ventanas desnudas antes de desnucarse

busquemos el arte

sin música sin color sin arte como Dios que está en ninguna y en todas partes.

Marilú y Manuel aquí y ahora Manuel y Marilú se juntaron por siempre con el trocito de riñón puntual testigos fueron las almas tristes en la intemperie ¡dulcísimas evocaciones de su muerte! ¡Ay! el baile de minué que movió unos grados a la tierra de su eje.

Sentimiento ancashino

Elver Villalva Pinedo 87

Aún pervive el recuerdo, siempre latente Mil novecientos setenta del mes de Mayo Un domingo treinta y uno, muy lamentable, Tembló la tierra con una fuerza inusitada; Unos minutos, que parecían interminables, Dejó sumido a todo Ancash en desconsuelo.

En tiempos de floreciente adolescencia Sentí que la vida pendía de un milagro La naturaleza con su furia incontenible, Causó angustia, desolación y desesperanza; Dejando heridas profundas e incurables En todo Ancashino que lloramos la desgracia.

Han transcurrido cincuenta años, de ese día Se siente el latido de un dolor muy lacerante, Un homenaje a los hermanos que nos dejaron, Y a los que quedaron asimilando ese designio; Nuestro abrazo a los hermanos sobrevivientes, En la etapa de nuestros años ya otoñales.

87 Elver Villalva Pinedo. Natural de Corongo. Estudió Administración de Empresas en la Universidad San Martín de Porras. Artista profesional de la Escuela Superior de Folclor José María Arguedas. Compositor y cantante de la música ancashina con muchos reconocimientos.

1970 La hecatombe de Áncash 523

Yehudi Collas Berru 88

Yungay

Ya no ara su descanso ni fatiga su lucha de pueblo corazón a juego y llanto; guerrillero hasta su último organismo trastrocado, reposa ya como una rambla silenciosa la visión de su torturada sobrevivencia.

Desde su lejanía a camposanto ya se ombliga su cuerpo desprendido de su alma.

En veces se oye desde su aire lejanado exaltación a gritos sacudidos que se destilan en las sombras sin responder a su mutismo metafísico ¿Qué cómo fue? Jamás sospecharán la forma como fueron muertos para siempre, que rebalsaron entre el lodo y piedras ¡nunca lo creerán!

Una mano que deshelándose se estira desde las alturas del cielo el sol, es fábula que se retumba en la rueda de los cerros, que renueve el abono virgen de su frente que vence desde que cimientos a la pirca maciza, que se Electra de esencia humana con el frotarse entre las piedras.

Como un adolecente desbocado, no quiere hacerlo, no debe hacerlo, pero no frena ni desvía ese su fogoso impulso acumulado, ya no puede consigo mismo y tiende mortalmente su mano noble y de coloso ampo Huascarán.

Los calendarios que amarillan a flor de mayo enquistan en el tiempo su medida convencional.

88 Yehudi Collas Berru. Natural de Huaraz. Es abogado de profesión. Difusor de la música ancashina. Autos de varios libros.

Es ímpetu desesperante que mueve a su contemplación hiperestésica, es fragor sonoro íntimo que acelera su arremetida furiosa como si nunca fuera a exterminarse con toda su masa insoportable. Es una de esas veces en que la gravedad irradia ese atractivo de soltería ante el cual el coloso se le rinde con todo su vigor de toro viril y embravecido, circunscribiendo su destino sobre ella, poseyéndola… abrazadoramente… y dejando tras su mano homicida tufo de barro y seres desorganizados.

Es transubstancia de los hombres de las hormigas de los animales domésticos. es el irreversible sentido escrito del desafío de quien no quiere soportar el ente desde su giganta fondo humano.

La gravedad tan grávida de soledad y sensual de preñez quiso escuchar retumbos con apoyaturas de un ay de muerte y fue una sinfonía que, en aquella tarde, tálamo eterno de la guerra y el amor doblaba a paca a paca.

Nunca se vio así, tal descenso de viacrucis, Huascarán no lo quiso, no ambicionó a abortar tamaña idea de creación de amaneceres descorazonados. ¡Nunca en la mañana de cantos canaros sucedió tal sepulta miento de desasidos! (solo un día que amaneció anochecido -y he aquí el hombre avezado al reto inevitablehurgó también en sus entrañas y se carcomió a sí misma la rediviva asoladora de la andes. y en otra tarde que permaneció de noche, tronó el aguan del ande que se duele y llora, ahogándose en su mismo tiempo,

los hombres fueron nada frente a su molécula).

Nunca hubo aqueste reabsorberse del destino a sus ironías. Entonces todos los valles del mundo vertieron lágrimas y con sus músculos cristalizaron es voluntad del hombre, de reparar… ¡Cómo iban a dejar acallados boca a boca a tanto hermano en tanta gana de gritar, mientras la madre natura quedaba insatisfecha de un todo legendario el Huascarán que ha desfogado en ella su energía.

Por qué no se puede morir en los momentos en que más arrecia esa muerte de tronada en quebrada enhiesta, el hombre, así amputado, comenzó a adobar su teja hasta multiplicar sus miembros viriles y fecundar el gravitante seno cuarteado de la tierra… Siguió trabajando, impasible a la noche de las estrellas, rencoroso hasta las salivas, cuando le sorprendió otro amanecer del día del sol pisando aún lodo humano silvestre.

Por qué no se debe morir entre pausas sobrecogedoras a veces de empequeñecerse con el fulgor de una remota estrella; y por qué la ilusión que no se nos cuela a través de ese infinito tras otro infinito del horizonte que tipografían los nevados, Yungay se hace inmutable y llena de sus sed.

El hombre ha mantenido su sonrisa altiva, sus músculos de bronce, su orgullo de granito Él, solo él, sabe de la sordidez de sus andares por lo ya aprendido.

Nativa

Fredy Hernán Vara Reynoso 89

I

La natura es la madre que bondades entraña, desde tiempos remotos que el hombre infiere; raras veces, sin pena con nosotros se ensaña y con fuerza salvaje desde el alma nos hiere.

Ella es sabia y dadora y a la vez muy huraña, bien esconde o resalta lo que el hombre requiere, contribuye con fuerza en su histórica hazaña o le quita sin pena cuando él más lo requiere.

Ella tiene el sustento que constante buscamos, con los cinco sentidos que nosotros tenemos, en los senos fecundos de su fértil entraña.

Nos ofrece con gusto lo que a diario hallamos, lo que lleno comemos o lo que harto bebemos, lo que cura los males, lo que a veces nos daña.

89 Fredy Hernán Vara Reynoso. Natural de Pomabamba. Docente de Lengua y Literatura, egresado del Instituto de Educación Superior Pedagógico Público de Pomabamba. Escritor como “El Cisne de los Andes Peruanos” Es una de las más preclaras figuras de la poesía y del mundo cultural.

II

Cuando, muy dentro, el nervio pétreo se le encabrita a furores extraños de sus duras entrañas, como a frágil juguete a todo que en ella habita, zarandea y destroza con sus fuerzas extrañas.

Con su ritmo y arritmia, porfiando debilita a la mole más fuerte de entre níveas montañas, que se yergue brillando cual blanca estalagmita y desploma en segundos a pisadas hurañas.

A su arranque confuso se azora de pavura, todo aquello que alberga en su palma rugosa al mirarse arruinado en su fama y en su altura.

No quisiéramos nunca que se enoje natura, porque ante ella sucumbe nuestra paz más gozosa, las innatas bellezas, nuestra humana cultura.

Municipalidad Provincial de Pomabamba (Foto: DBP.)

La furia del Huascarán

Wilson Antonino Tolentino Moreno 90

Aquel día, a fin de apagar la aurífera ansiedad de su sed El sol buscaba en su parte fontanal y reposo vesperal Las aguas embriagadoras del cielo que tomar, Sin saber que la maldición se deslizaba por la nívea abertura del Huascarán.

Y de pronto cuando se hizo presente Un movimiento de lo más profundo Y prolongado de la tierra; Por doquier aullaban los perros Se acentuaban los gritos lejanos y cercanos saturados de pánico y espanto.

Era que del Huascarán su envío devastador y diluviónico se puso en camino como un castigo de Dios; el tiempo ya había previsto otro acontecer contiguo de las desdichas de Ranra Hirca o sea, su tendencia de enterrar a los vivos volvió a repetirse esta vez con los de Yungay como si esos pueblos bajo su implacable sombra glacial hubiesen sido construidos soñando sepulturas.

Los ojos perdieron

90 Wilson Antonino Tolentino Moreno. Nació en la provincia de Pomabamba. Literato y escritor. Con muchas obras literarias y teatrales publicadas. Es autor de la música y letras de la Danza del Gaticuy; comparsa pastoril, parte del acervo cultural de tradiciones navideñas de Pomabamba.

la claridad del día ante la removida oscuridad de polvo la intemperie acogedora de nuestras noches de desvelo por la inaccesible continuidad de sísmicos ruidos no admitía el consuelo maternal de la luna Era una cosa de dormir en sobresaltos a su telúrico impacto se avidriaron amaneceres y atardeceres de los pueblos ancashinos cual rosicleos ventanales del sol.

Pasaron los días, poco a poco como a través de un percudido velo de luz los abismos que fueron destrozados por los quenuales recobraban su existencia en los lugares por donde pasó el aluvión los campos se aquenaron de vientos cuyas notas les salían cubiertas de polvo como si hubiesen estado guardado por mucho tiempo.

Ahora después de cincuenta años que fui atacado por mis impresiones y nunca pude escribir unos versos Pero hoy que he vuelto a verme con mi recuerdo ahí donde las glebas de escombros dejó en descubierto el sísmico arado desde lejos el Huascarán me advierte con esa serenidad de su gélida mirada la amplitud panorámica de la ciudad de Huaraz ¡Esa es poesía!.

Susto y carrera

Blanca de los Ríos Vivanco 91

Tarde inolvidable de trauma y dolor. No, no estaba en Áncash, estaba en Lima. En una tarde de conversación placentera con la visita de una amiga, quien ansiosa quiso conocer, al retoño que pocos meses tenía, de haber llegado a mi dulce hogar, dormía plácidamente en el segundo piso de la casa con sueño profundo de infante.

De pronto, con un ruido extraño se inicio el movimiento intenso y tan interminable de la tierra, que, angustiada por el bebe, subí de prisa y asustada al segundo piso sobre los peldaños de la escalera como sobre una canoa en movimiento en alta mar; igual los cuadros que adornaban la escalera se ladeaban sobre mi de izquierda y derecha con riesgo y peligro, de caer y lesionar me.

Susto y carrera, subir las escaleras temblorosas coger al bebe y bajar de prisa, y el movimiento interminable. Fuera de mi casa ya, corrí, corrí, entre casas a lo largo de un largo pasaje, que me saludaban inclinando se como palmeras al viento, pudiendo caer sobre mí.

Por fin ya en la calle. ¿Qué?, ¿paro el sismo? no, seguía y en mi cerebro el retemblar de vidrios de las casas, como platillos en un gran concierto.

Eso fue momento de terror, un momento tan largo, mientras toda Yungay quedaba sepultada, bajo fango y tierra, muy lejos de mí, en la bella Áncash. Que hizo llorar a todo el Perú, en un instante.

91 Blanca de los Ríos Vivanco. Poeta y narradora. Institucionalista, animadora de reuniones culturales. Autora de varios libros.