Papa pintor taco issu

Page 1

El esposo era un hombre que pintaba. Pintaba todo lo que veía. Pintaba al niño. La pintaba a ella en el jardín con el mar al fondo. Pintaba la esquina de la farola, el puente de la entrada del pueblo, los gorriones en el alambre de luz.

ISBN: 978-612-4186-07-3




Un sello editorial de Colección: Héroes cotidianos Título: El papá Pintor ©2013, Liset Lantigua ©Santillana S.A. © De esta edición: 2013, Santillana S.A. Av. Primavera 2160, Santiago de Surco, Lima 33, Perú Teléfono: 313 4000 Gerencia de Proyectos Institucionales: Raphael Pajuelo Dirección Editorial: Rubén Silva Edición: David Abanto Aragón Ilustraciones: Joan Ulloa Diseño de colección: Wendy Drouard ISBN: 978-612-4186-07-3 Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú: 2013-03521 Registro de Proyecto Editorial: 31501401300194 Impreso en Perú / Printed in Peru Industria Gráfica Cimagraf S.R.L. Torres Paz 1252, Lima 1, Perú Primera edición: marzo de 2013 Tiraje de esta edición: 18 000 ejemplares Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, digital, magnético, fotoóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.



En esta casa que está frente al mar vive un niño solo con su padre. Antes no era así, cuando el niño tenía 2 años su mamá vivía con ellos, se asomaba al balcón y regaba las margaritas. Tenía un moño alto, muy alto. Era más alta que la más alta planta del balcón.

4


5


Algunas veces la mamá del niño parecía solo un moño que volaba sobre las flores, hasta que se asomaba despacio la figura toda: primero el brazo, luego la bata de casa y los pies de la mamá. También paseaba con el niño por la playa, y con su esposo.

6


7


El esposo era un hombre que pintaba. Pintaba todo lo que veĂ­a. Pintaba al niĂąo. La pintaba a ella en el jardĂ­n con el mar al fondo. Pintaba la esquina de la farola, el puente de la entrada del pueblo, los gorriones en el alambre de luz, la hamaca del vecino entre dos almendros.

8


9


Pintaba el mar con barcos o sin barcos. Pensaba que habĂ­a que ser bueno con el mar porque les daba mĂşsica, abrigo, gaviotas, los mejores azules y verdes y por las tardes unos tonos rojizos y anaranjados que hacĂ­an al pueblo lucir lindo.

10


11


El pintor, el niño y la mamá se sentaban a ver la puesta del sol frente a la playa. Un día de esos de puesta de sol la mamá regresó a casa del brazo del pintor con dificultad. Se había enfermado. El pintor consultó a todos los médicos que conocía y a otros más, pero nada. Consultó con las personas más viejas que quedaban en esa playa, y nada. Quiso hablar con el mar pero el mar hizo un silencio largo que entristeció al pintor por mucho tiempo.

12


13


14


La esposa del pintor murió y el niño y él quedaron solos en la pequeña casa, en el mundo —que en estos casos resulta muy grande—, y en la playa aquella que ahora estaba como sin olas.

15


Los amigos también se sentían muy solos al verlos a ellos. Y el pintor empezó a pintar cuadros sin colores, o mejor dicho: pintaba con un solo color, el gris. Hasta que su hijo, que no sabía hablar aún, le dijo algunas cosas.

16


17


Una mañana el pintor estaba frente a él cuando abrió los ojos. Estaba mirando a su hijo porque sentía que ya se iba a despertar. Y el niño aprovechó esa mirada que era como un puente y le dijo:

18


«Ahora tendremos que ir de la mano a cualquier parte. Ahora cuidaremos nuestra casa como lo hacía mamá. Regaremos las flores. Jugaremos juntos. Abriremos las ventanas para que entre la música del mar. Veremos solos la puesta del sol». También le dijo: «Si hacemos todo eso, mamá seguirá con nosotros, en forma de brisa o de luz, por eso no podemos vivir tristes».

19


Y el papá pensó en todo lo que el niño dijo. Luego tomó el pote de pintura amarilla, y el rojo y el blanco, y en un lienzo que tenía desde algunos meses sin pintar hizo el cielo, el cielo de la tarde. Y el mar, como agradecido, se metió en ese lienzo. Y fue como si todos los atardeceres que vieron con ella estuvieran ahí, en la pequeña casa, a toda hora, en ese cuadro que llena toda la sala. Frente a él desayunan, leen algún libro, se ríen de cualquier cosa y hablan de lo que soñaron en la noche.

20


21


22


Y cuando llega la tarde conversan de las cosas del día y de las cosas del alma de ellos. Y mientras esto ocurre, aparece un rayo verde en la pared de agua de la sala. Un rayo limpio y vivo, salpicado de luz con las sonrisas de ellos. A veces el niño y el papá ven el atardecer por la mañana, en la sala de su casa, o al mediodía, o en la noche.

23


Basta con que se pongan a desearlo despuĂŠs de conversar y de abrazarse mucho. Ahora, en la casa del pintor y de su hijo, cabe toda la luz del atardecer.

24



El esposo era un hombre que pintaba. Pintaba todo lo que veía. Pintaba al niño. La pintaba a ella en el jardín con el mar al fondo. Pintaba la esquina de la farola, el puente de la entrada del pueblo, los gorriones en el alambre de luz.

ISBN: 978-612-4186-07-3


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.