Edición del 15 de octubre de 2023 Año 115 - N°6.6408
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Obispo Óscar Blanco Martínez OMD
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Semanario fundado por Mons. José Fagnano el 19 de enero de 1908
“La Iglesia sinodal que sueña Francisco es la Iglesia abrazo de Dios”
EL PAPA DE LA SINODALIDAD Se está celebrando en Roma la primera etapa del Sínodo de la Sinodalidad, del 4 al 29 de octubre. La segunda etapa, será en octubre del 2024.
S
ínodo significa caminos que se juntan y se encuentran. El Papa Francisco quiere que la Iglesia Universal viva una experiencia de sinodalidad, donde por primera vez, laicos, mujeres, religiosos, sacerdotes, obispos, tengan voz y voto en el Sínodo de la Sinodalidad; hasta ahora los sínodos, institución creada por Pablo VI, eran solo de obispos. El relator general del Sínodo, el cardenal JeanClaude Hollerich presentó el documento base de trabajo, fruto del camino sinodal recorrido por toda la Iglesia y abrió el primer módulo de debate: “Por una Iglesia Sinodal. Una experiencia integral”, que será analizado en los círculos menores, donde se hace presente el Espíritu. La sinodalidad ha de confluir como conclusión en el ámbito de la Iglesia de comunión, en consonancia con la inclusión de la diversidad y con la cultura del encuentro. Francisco usa dos imágenes para expresar la sinodalidad, la pirámide invertida y el poliedro. La Iglesia deja de ser piramidal para ser circular, en el medio del círculo está Jesús y en torno a él, todo el Pueblo de Dios en sus tres vocaciones, todos iguales y hermanos. Parece acertada la imagen del poliedro, que rescata la diversidad dentro de la comunión. El poliedro es la figura geométrica que tiene muchas caras distintas. “El poliedro refleja la congruencia de todas las parcialidades, que en él conserva la originalidad. Nada se disuelve, nada se destruye, nada se domina, todo es integral” (Papa Francisco, 2014). La Iglesia sinodal que sueña Francisco, es la Iglesia misterio de Dios y Pueblo de Dios en comunión fraterna, la Iglesia en salida, presente en las periferias humanas y geográficas; es la Iglesia abrazo de Dios, especialmente a mujeres y hombres abrumados, fatigados, cansados, que se sienten acogidos y la Iglesia que decide en espíritu de amor y de comunión. Ese es el gran sueño del obispo de Roma, Francisco, el Papa de la Sinodalidad. Sin el “nosotros” nunca habrá sinodalidad, nunca caminaremos juntos Sinodalidad es caminar juntos y eso supone pasar del “yo” al “nosotros”, del individualismo a la comunión, de pensar única y exclusivamente en mí, desde mí y para mí, a pensar en nosotros, desde
nosotros y para todos y todas. Una tarea complicada, pero en la que con este Sínodo sobre la Sinodalidad se están dando pasos importantes, inclusive podríamos decir que irreversibles, sin vuelta atrás. Sínodo, modo de ser de la Iglesia El Papa Francisco insiste constantemente en que Sínodo es el modo de ser de la Iglesia, un caminar juntos que supone un cambio de mentalidad, una conversión personal, pero también una conversión de estructuras, un pasar de una organización piramidal a un ser y estar en modo circular, en mesas redondas, donde los avances se van poniendo en el centro, donde todos ven desde la misma distancia aquello que es fruto de la comunión, del nosotros. El nosotros también tiene que llevarnos a reflexionar sobre las tentativas de idolatrar a personas concretas, gente que quiere, sirviéndose de él, opacar al propio Dios, ocupar el lugar del Señor. Un nosotros que se construye con mayor facilidad en la medida en que nos aproximamos de Dios y sintonizamos con él para poder descubrir su voz en el otro. El discernimiento comunitario, la conversación espiritual, modos no nuevos, pero sí poco comunes para mucha gente de Iglesia, ayudan a avanzar en el nosotros, en lo consensos. El Espíritu protagonista del Sínodo Es la voz del Espíritu, que es el protagonista del Sínodo, el que se manifiesta a la comunidad, a la Iglesia, lo hizo en Pentecostés a aquel pequeño grupo de discípulos medrosos, lo ha venido haciendo a lo largo de la historia, y hay señales de que está presente en el Aula Pablo VI, en medio de esos bautizados y bautizadas que en su diversidad están construyendo un nosotros eclesial, reflejo del nosotros Trinitario que revela la identidad de Dios. Esa necesidad de ser comunidad, ese nosotros, es lo que hace que, en medio de las tensiones, los círculos menores y la Asamblea Sinodal como un todo consigan avanzar. Desde un compartir una experiencia personal se va moldeando con el cincel de la oración y del Instrumentum Laboris una pieza común, fruto del hecho de encontrar en la palabra del otro, de la otra, una novedad que me confronta, que me interpela, que nos lleva a salir
de uno mismo y nos abre a lo común, al nosotros. Lo diverso enriquece visto desde el nosotros Las posiciones distintas, que existen y es bueno que existan, vistas desde el nosotros adquieren un sentido que enriquece y lo hace porque es fruto de una creatividad común. Es tiempo de ser valientes, y uno gana en valentía cuando se siente arropado por un nosotros que sentimos a nuestro lado, una valentía que lleve a la Iglesia a dejar de poner remiendos, y entrar en la dinámica del Espíritu, que como muchas veces ha dicho Francisco resuelve las situaciones, inclusive los conflictos, por desborde, algo no fácil de llevar a cabo y que demanda mayor contundencia a la hora de dar algunos pasos. Ese es el camino para superar los miedos y limitaciones, que empequeñecen a la Iglesia, que la mundanizan, que la dejan ser guiada por ese Espíritu que desborda y abre nuevos caminos. Es en los temas complejos donde la Asamblea Sinodal es desafiada a jugársela, a apostar como un nosotros en cambios sean irreversible, un deseo muy presente en Francisco. (Fuente: Religión Digital)