Mi Memoria No. 5 - Asoc. de Alzheimer de PR

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Mi Memoria AÑO XXVIIII NÚM.2

Diciembre 2012

REVISTA OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN DE ALZHEIMER

¿Depresión Navideña? Por Rafael Babilonia Llamas, Tanatólogo Certificado Así llaman, algunos estudiosos de la celebración Navideña, al ambiente que prevalece en algunas personas, durante el período en que a se conmemora el nacimiento de nuestro Salvador, Jesucristo. Pero, ¿se trata realmente de una depresión/enfermedad o es en realidad un estado anímico que afecta nuestros sentimientos y emociones? Veamos cuál es la situación en nuestro país. Hasta mediados del Sigo XX desde principios de diciembre en Puerto Rico se empezaba a oír “el murmullo de una brisa suave” (1) y en la escuelas los estudiantes cantaban “por fin llegaron las Navidades…” (2) o recitaban: ¡Disiembre! En la tierra mía el mes que me sabe a gloria, El mes que gualda en su historia La Conserción de María. (3) La mera expectativa de la proximidad de las Navidades creaba todo un ambiente de alegría y felicidad. La celebración conllevaba todo un montaje que requería la participación de toda la comunidad: ciudadanos, empresas comerciales, la radio, gobierno y la iglesia, en conjuro con la naturaleza. Las familias adornaban los hogares con luces multicolores y un nacimiento. Las empresas comerciales adornaban las vitrinas de sus negocios con escenas alusivas al nacimiento, las cuales atraían la visita de los grupos familiares todas las noches. En la calle no faltaban los grupos musicales tocando música adecuada a la festividad y pidiendo aguinaldo. Las estaciones de radio, después de Acción de Gracias, comenzaban a transmitir la música típica. La iglesia se preparaba para la celebración de las misas de aguinaldo y la Misa de Gallo. La familia se reunía en más de una ocasión para cenar todos juntos y repasar los acontecimientos familiares durante el año. La naturaleza cooperaba con su brisa suave, el cántico de los coquíes y con la abundancia de las matas de pascua y los plátanos para los pasteles. Uno de los personajes más esperados en los hogares era el cartero que nos traía las postales

Asociación de Alzheimer de Puerto Rico

de Navidad o los paquetes que se intercambiaban entre los grupos familiares. Todo este montaje ahora luce muy lejano y sólo en la memoria de los que peinamos canas. Gradualmente los actores han ido haciendo mutis de este montaje por diferentes razones. El proceso de globalización, la tecnología digital, la situación económica, la criminalidad, la propaganda comercial, el materialismo, la política, el individualismo, la inversión de la escala de valores, el egocentrismo y la falsa sensación de autosuficiencia se han combinado para dar al traste con la alegría de la expectativa y la celebración del período conocido como las Navidades. Esta situación tiene un denominador común: le hemos quitado el sentido cristiano a la Navidad y nos hemos concentrado en las añadiduras. Celebramos con bombos y platillos el que el hombre haya pisado la luna y haya bajado a las profundidades del mar pero no le damos la misma importancia al hecho de que Dios se hizo hombre y camino sobre la Tierra. De eso se trata la Navidad, que nosotros nos empeñamos en llamar Navidades. Sin embargo, tenemos que reconocer que en nuestras comunidades hay un grupo de personas que quizás tienen razones válidas para sentirse privados de experimentar la alegría de las celebraciones, y que a veces no son comprendidos o pasan desapercibidas. Estas son las personas que están padeciendo de una enfermedad terminal, o una enfermedad sin cura predecible, como el Alzheimer, y las que están atravesando por un proceso de duelo debido a haber experimentado una pérdida significativa. Una pérdida significativa puede representar la jubilación, la pérdida de empleo o el fracaso económico, la separación conyugal o divorcio, el encarcelamiento, una enfermedad o lesión física por accidente, las mudanzas y traslados, la hospitalización o el asilo de un familiar, y la pérdida por muerte, que ocasiona el mayor nivel de tensión (stress) según el Social Readjustment

Rating Scale desarrollado por el Dr. Thomas H. Holmes. Tanto las personas que están padeciendo de una enfermedad terminal como las que están atravesando por un proceso de duelo necesitan nuestro apoyo y comprensión. No debemos olvidarlos ni ignorarlos nunca pero es de vital importancia que tengamos esto presente en la Navidad. Si ellos no pueden o no quieren participar de la celebración en nuestro entorno, llevemos la celebración a su entorno; démosle el mejor regalo que ellos pueden recibir: el regalo de nuestro tiempo y nuestro amor. Al comienzo planteé la pregunta de si el ambiente que prevalece en esta primera década del Siglo XXI se trata de una depresión/enfermedad o de un estado anímico y creo que los párrafos anteriores nos llevan a concluir que se trata de lo segundo y ésto nos priva de disfrutar el regalo más significativo que el ser humano pueda recibir jamás; Dios mismo encarnado que se nos da. Para combatir este estado anímico negativo/ depresivo comencemos devolviéndole el sentido cristiano a la Navidad, acercándonos al pesebre y entonando, “yo como no tengo nada, te ofrezco mi corazón”. (4) Anotaciones: Brisas de Navidad – Benito de Jesús Folclore Navideño - Anónimo Poema Diciembre – Virgilio Dávila Villancico Yaucano – Amaury Veray

Los Rostros del Alzheimer

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