Revista Caritas extraordinaria 2017

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EDITORIAL EUCARISTÍA Y CARIDAD La celebración de cada Eucaristía nos habla con fuerza de dos realidades que forman parte de nuestro código genético cristiano: la comunidad y el servicio, las dos encarnaciones más visibles de la Caridad. Celebrar la Eucaristía no es un privilegio del sacerdote, sino de la comunidad de creyentes que se sabe convocada por el Señor para nutrirse en la mesa del Pan y la Palabra. Es la experiencia constituyente de la iglesia, el momento de su máxima visibilidad, donde Cristo, centro de la comunidad, llama nuevamente a sus discípulos, los sienta a la mesa del altar y, desde el sacrificio de su amor, vuelve a invitarnos a hacer realidad el gran sueño del Padre: ver toda la humanidad formando una gran familia, una comunidad en la que no haya más normas que la de amarnos unos a otros como Él nos amó (Jn 15,12). La experiencia eucarística es una amenaza para la mentalidad individualista de nuestra sociedad, es el antídoto para ese virus que sustituye las enseñanzas de Jesús por el subjetivismo del “yo ya me entiendo con Dios a mi modo y a mi manera” y que termina produciendo vidas estériles para Dios y para la sociedad. Nadie se apunta a una coral para cantar sólo en la ducha, el bautismo y la eucaristía nos hacen tomar conciencia de que estamos invitados por Cristo a participar en la gran sinfonía de la Redención.

CONTENIDO EDITORIAL Página 1 NUESTRO DÍA A DÍA Presentación de las actividades de Caritas a través de los testimonios de sus voluntarios Páginas 2 a 7 INFORMACIÓN DE INTERÉS Página 8

La experiencia comunitaria de la Eucaristía lleva consigo la vivencia de la comunión o, dicho de otra forma, de la unión con Cristo y con los hermanos, aceptando la pluralidad de éstos, sus limitaciones y debilidades, sus riquezas y sus pobrezas, porque como nos recuerda San Juan: “Si alguno dice: ‘Yo amo a Dios’, y odia a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” (1Jn 4,20). La comunión no es un rito sino un estilo de vida. Comulgar es dejar que Cristo invada la inteligencia, la afectividad y la voluntad, para sentirnos portadores de sus palabras, sus sentimientos y su manera de obrar allí donde nuestra vida diaria se desarrolle. Es caminar con los hermanos y trabajar con ellos en la construcción del Reino que Jesús vino a anunciarnos. Toda comunión lleva consigo la misión: “como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros” (Jn 20,21). San Juan Pablo II expresó todo esto en el nº22 de su encíclica Ecclesia de Eucharistia diciendo: “la Iglesia recibe la fuerza espiritual necesaria para cumplir su misión perpetuando en la Eucaristía el sacrificio de la Cruz y comulgando el cuerpo y la sangre de Cristo. Así, la Eucaristía es la fuente y, al mismo tiempo, la cumbre de toda la evangelización, puesto que su objetivo es la comunión de los hombres con Cristo y, en Él, con el Padre y con el Espíritu Santo”. Para terminar, tomemos conciencia de que la comunidad que nace de la celebración eucarística y vive la comunión como un anticipo del Reino de Dios, lleva en sus entrañas la subversión de valores de este Reino. En él, el Maestro y el Señor se pone de rodillas ante sus discípulos para lavarles los pies (Jn 13), se proclama dichoso al pobre (Lc 6,20) y se propone el servicio, y no el ejercicio del poder, como camino de salvación: “Os aseguro que todo lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40). El estilo de vida propio de Cristo, que pone al marginado, al enfermo y al pobre en el centro de sus signos para dar a entender el Reino de Dios, invita, a todos los que participamos en el sacramento de su amor, a descubrir en su Muerte y Resurrección el verdadero sentido de la solidaridad, que tiene poco que ver con el “dar” y mucho con el “darse”, porque toda Eucaristía es una entrega sin condiciones (“Tomad y comed todos de él porque esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros”) y una llamada a seguir sus huellas (“Haced esto en conmemoración mía”. Ángel Almansa Rodríguez Párroco de Argamasilla de Alba


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