



Felipe Augusto Forero
Museo Parque Arqueológico de Tunja: Cercado Grande de los Santuarios. Todos los derechos reservados. Prohibida la distribu ción total o parcial y la reproducción sin autorización previa. Tunja, Boyacá, Colombia. 2022. Felipe Augusto Forero Rojas.
IdeaUPTCoriginal, textos e ilustraciones
Estudiante Licenciatura en Artes Plásticas
Profesora Escuela Licenciatura Artes Plásticas
Diagramación y diseño de portada Título de portada: Goranchacha luminoso Año: 2022
Felipe Augusto Forero
COMITÉ EDITORIAL
Director Museo Parque Arqueológico de Tunja Cercado Grande de los Santuarios. UPTC
Director Trabajo de Grado
Sandra Gabriela Numpaque
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DirectoraUPTC de Trabajo de Grado

Pedro María Argüello García
https://tunjamatm.wixsite.com/museoarqueologicothttps://pictogramaev.wixsite.com/pictograma-evSITIOWEB:CÓDIGOQR:

Lorena Rodríguez
Licenciada en Lenguas Extranjeras. UPTC Correctora de estilo
Es común haber escuchado que el campus de la UPTC de Tunja era un cementerio indígena hace mucho tiempo. Sin embargo, ¡No era solamente eso!, este lugar constituía un punto culminante dentro del peregrinaje ritual de los muiscas de Hunza. De hecho, en El Cercado Grande de los Santuarios ocurrían diferentes prácticas ceremoniales como el alojamiento de los antepasados momificados en residencias fúnebres y la multitudinaria procesión al templo de Goranchacha.
Esta procesión, “La Gran Fiesta de Goranchacha”, era un evento al que acudían miles de personas de diferentes lugares del territorio del Zaque. Tenía lugar entre lo que hoy conocemos como Convento de San Agustín y los predios al interior del Campus de la Sede Central de la UPTC. Allí se encontraba el Templo de Goranchacha dentro de una imponente empalizada bordeada por el rio Farfacá, anteriormente reconocido como “El Garbaquedaque”.
¿Sabías que el territorio que ocupa la Sede Central de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia fue utilizado por nuestros antepasados muiscas como centro ceremonial y religioso hace más de 2000 años?, ¿Sabías que en esa época, este era reconocido como el Cercado Grande de los Santuarios?
El Cacique Goranchacha mandó construir este templo de piedra donde acudía acompañado de una enorme procesión, adorando a su padre, el sol. En 1935, mediante excavaciones arqueológicas, se hallaron vestigios que presuntamente pertenecen al templo y que fundaron diferentes testimonios sobre este acontecimiento. Esta publicación ofrece un testimonio más, una visión fantástica de este importante evento religioso.

PRIMERA PARTE
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urante unos meses, mientras cumplía la edad para casarme y decidir, acompañaba a Tío a todas partes. En una ocasión fuimos a Hunza a celebrar una ceremonia que duraba nueve soles. Desde mucho antes los señores del pueblo hablaban sobre el festejo y acordaban todo lo necesario: las ofrendas y las pinturas corporales, los vestuarios, las máscaras y los cientos de mantas tejidas de los colores más vistosos, las bebidas, las comidas y por supuesto para la ocasión, los músicos y sus instrumentos.
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La preparación de esta fiesta tardó lo que varias lunas llenas, de ella dependían la buena fortuna en el clima y el éxito de las cosechas del siguiente año. Recuerdo claramente a las mujeres del pueblo, a mamá, a las hermanas, incluso a la abuela, trabajando juntas y encargándose sabiamente en la producción de las vasijas ceremoniales.
CERCADO GRANDE DE CERCADOZAQUEDEL LOS SANTUARIOSHUMEDAL RioGarbaquedaqueFuenteGrande Rio Funsi Calzada Calzada Calzada TEMPLO GORANCHACHADE LOMA DE MOTAVITA LOMA DE SAN LÁZARO CERRO DE PIRGUA

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Tío iba hasta el bosque de la montaña, o la laguna sagrada, o se internaba en una cueva solitaria. Desde allí meditaba y visualizaba el futuro, ofrendaba y preparaba su cuerpo. Recuerdo también que, aunque estaba emocionado, se mantenía sereno y digno, analizando muy bien cada una de sus acciones. Faltando pocos soles para el festín y después de varias lunas juntos, Tío me dijo que me llevaría. En mi casa todos estaban felices, sería el primero de nosotros que iría a una ceremonia tan importante. Yo apenas podía aguantar la ansiedad.
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Para la ocasión, nuestro pueblo estaba encargado de la elaboración de múcuras y vasijas, por lo que para lograr repartir la totalidad de los utensilios debíamos anticiparnos a Hunza durante tres soles. De mi pueblo íbamos veinte en total, pero a la ceremonia solo podían entrar cinco: Tío, dos de sus subalternos, el vidente del pueblo y yo. El resto eran cargueros y ayudantes. De los cinco, yo era el que menos rango tenía, pues era mi primera vez, y por eso debía mantenerme alejado del centro ceremonial: El Cacique Goranchacha, hijo del sol.
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Durante el camino hacia Hunza, Tío mandaba enterrar algunas vasijas en diferentes lugares, unas enteras y otras que habían sido quebradas. A veces sacaba una pequeña ofrenda de oro y la en terraba el mismo. Tardamos una jornada en llegar a Hunza y otra en llegar hasta el Cercado del Zaque. No recuerdo haber visto cercado más imponen te, estaba emplazado entre los árboles, sobre una montaña, en una planada donde se podía divisar el río sagrado de Hunza y todo el valle que bordeaba el templo. Enormes troncos rojizos conformaban su valla empalizada; y de los más gruesos colgaban láminas de oro con la insignia del Goranchacha.
* Angarillas:
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Con las ofrendas sobre sus angarillas*, entraron los superiores y los ayudantes cargueros al Cercado del Zaque. Entendimos, por el ajetreo al interior, que el Cacique se encontraba ocupado recibiendo señores de diferentes pueblos. Tío traía una múcura especial de ofrenda para él. Los que ingresaron, a excepción de los cargueros quienes salieron apenas entregaron los paquetes, pasaron la noche adentro.
Camilla, anda, litera. Vehículo cargable a mano donde se transportan personas, objetos y cualquier tipo de carga.
Los oficiantes, astrónomos, pensadores, sabios y videntes más importantes, así como reconocidos guerreros, cantadores, bailadores y artesanos, venían desde partes recónditas para acompañar al Cacique Goranchacha. Junto a ellos se acercaban al Cercado del Zaque acaudalados comerciantes de mantas de sal y de esmeraldas, con ser vidumbres cargadas de ofrendas, para luego acomodarse a lo largo del camino por donde la procesión pasaría.
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Al siguiente día, temprano, nos ordenaron seguir con las angarillas que quedaban. Estas estaban colmadas de vasijas, cubiertas con hojas y paja para protegerlas. Entre la gente, entregábamos los vasos a distinguidos caciques y sacerdotes. Cuando bajamos la colina, vimos una multitud acomodada en bohíos improvisados a ambos lados del camino. Entre ellos salían columnas de humo de colores que se disolvían en el cielo e insignias ondeando hasta donde alcanzaba la vista.
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Frente a los bohíos, en mesas o en el suelo sobre mantas, se encontraban: vasijas, conchas, esmeraldas, carnes, sal, chicha, maíz, papa y plantas medicinales; asi como ofrendas de oro, de madera y de barro, entre muchas cosas más. Parecía un mercado donde todo estaba dispuesto para la celebración. Mientras descendíamos por la colina entregando las vasijas ceremoniales la jornada iba avanzando. Los caciques recibían sus menajes, agradecían sonrientes, y servían la bebida brindando entre ellos.
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Esa noche todo estuvo preparado para comenzar la ceremonia al despuntar el alba. Los que estaban todavía en el Cercado del Zaque salieron, dejando al Goranchacha con sus mujeres y su ayudante más cercano, quien era también pregonero del pueblo. No podía contar cuantos éramos, pero se escuchaban silbidos, chillidos, carcajadas y gritos sollozantes en la lejanía; todos anticipando el júbilo que se avecinaba. Entrando en calor, todo estaba por verse. Aquella noche..., apenas pudimos dormir.
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SEGUNDA PARTE

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o primero que recuerdo fue escuchar en la lejanía el grito que lanzaron algunos quienes iban cubiertos de plumas que hacían como el piqui * y la música que otros tocaban con tambores, pitos y ocarinas. El retumbar de los tambores se sentía vibrar en el estómago. Este alboroto cesó apenas se iluminó el panorama con el primer rayo de luz. Todo quedó en silencio, solo se escuchaba el aire mecer los árboles y el sonido de algunos animales.
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* Piqui: Paujil de pico azul. Ave endémica colombiana que habitó el ecosistema muisca prehispánico.
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Tío estaba en la entrada del Cercado del Zaque esperando al Goranchacha para acompañarlo durante el recorrido. Nosotros, en cambio, estábamos mucho más adelante, donde las personas del común y junto a los recién ingresados en el culto. Lo primero que me sorprendió fue que todo el suelo de la calzada estaba cubierto de mantas finísimas, producto del trabajo arduo de artistas tejedores y pintores. El camino parecía un gran tejido, una serpiente multicolor.
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La calzada baja desde el Cercado del Zaque por un lado de la montaña, bordeado por una enorme laguna donde se surten de agua los habitantes de Hunza. Sigue por la orilla de esta laguna hasta alcanzar el valle inundable de la parte baja de la ciudad, justo en la salida hacia el pueblo de Motavita. Por este valle pasa el rio Garbaquedaque y sobre él hay un enorme puente para ingresar en el Cercado Grande de los Santuarios.
En ese momento, recuerdo, había muchos árboles y bohíos con sus sembrados esparcidos a lo largo del camino.
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El ambiente brumoso combinaba con el frío intenso. La salida progresiva del sol despejaba el ambiente y calentaba el suelo. Todo estaba muy húmedo, las hojas de los árboles vibraban tupidas de rocío, el Garbaquedaque, abundante, paseaba tranquilo en medio del valle, hasta juntarse con el pozo de Hunzahúa. A veces se veían venados entre los árboles, mordisqueando alguna rama o bebiendo de una quebrada. El cielo de Hunza permanece nublado la mayor parte del tiempo, pero para esta temporada, no tardó mucho en despejarse del todo.
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Para llegar a nuestra ubicación, debían recorrer las estribaciones que se veían desde donde yo estaba. La gran vía conectaba el Cercado del Zaque con el Cercado Grande de los Santuarios. Todavía faltaban horas para poder ver al Cacique detalladamente. Todos andaban inquietos a mi alrededor, algunos estaban muy emocionados por el poder de la bebida y sonreían con enrojecidas caras dilatadas.
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Venía amparada por un silencio casi imposible y descendía muy lentamente, avanzando por la calzada serpenteante.
Sobre la media mañana, apareció a lo lejos la procesión encabezada por el Cacique Goranchacha, el gran legislador.
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Al anochecer, ya habiamos prendido las antorchas y hogueras para curarnos del frío, cuando el Goranchacha alcanzó nuestro lugar. Venía caminando bajo las estrellas con absoluta dignidad y orgullo. Concentrado en el camino, respirando profundamente, alejado del resto que lo seguía a la distancia. Era un hombre maduro, tenía cabello negro, largo y abundante. Su casco de oro brillaba junto a la pechera que hacía ruido al caminar y su respiración iba al compás de sus pasos. Vestía un traje blanco con pieles rojas que caían desde sus hombros y una enorme nariguera tejida que le cubría medio rostro. Todo su oro deslumbraba en medio de la noche, iluminado por las hogueras a los lados del camino.
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Cuando el Cacique Goranchacha pasó recordé lo que se decía sobre él en los pueblos. Era muy reconocido y venía de lejos, de Guachetá*. Allí nació en forma de esmeralda, de una virgen fecundada por el sol. Ya maduro y después de mucho recorrer el territorio Muisca, decidió establecerse en Hunza, la Capital de los Zaques, desde donde gobernaba con rigor y violencia. Mandó erigir un templo de piedra en nombre de su padre, en el Cercado Grande de los Santuarios, donde se realizaban estas famosas procesiones. Se dice que era un vidente y un mago, que podía cambiar de forma y desaparecer de los lugares.
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* Guachetá: Actualmente municipio del departamento de Cundinamarca. Poblado indígena que en la época prehispá nica era devoto de Sué (dios del Sol). Lugar donde dice el mito muisca que nació el Cacique Goranchacha.
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Después del Goranchacha, venían caciques y oficiantes de pueblos importantes, acompañados de ayudantes que alumbraban el piso con antorchas. Meditando en silencio, todos avanzaban muy lento. Los principales portaban capas y vestidos de colores, algunos llevaban cabezas de venados, como gorros. Otros, una capa de piel de jaguar. Todos llevaban collares de conchas, huesos, dientes y gemas preciosas. Allí estaba Tío, danzando a su ritmo, rodeado de imponentes señores ataviados de oro y mantas coloridas. Cuando pasaron estos dignatarios el silencio se apoderó de la vía nuevamente.
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El Cacique Goranchacha, por ejemplo, caminaba lentamente, avanzando dos pasos hacía el Cercado Grande y devolviéndose uno hacía el Cercado del Zaque.
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El silencio de los grandes señores contrastaba con la música que se aproximaba sin parar, sonando cada vez más fuerte. Se escuchaban chillidos y gritos en todas partes.
Para ingresar en la procesión, debía esperar el final de la fila y seguir el compás de la danza, como todos lo hacían: dos pasos hacia adelante y uno hacía atrás.
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Muchos iban desnudos, bailando, saltando y cantando con sus cuerpos pintados de rojo y amarillo. Hombres y mujeres se movían jubilosos. Los músicos tocaban canciones del fuego y de la tierra, acompasadas con tambores que replicaban un golpe y después dos más graves. Unas veces lento y otras veces muy rápido.
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Los cuerpo-pintados pasaron frente a nosotros cuando alumbraban los primeros rayos de sol. Había unos que traían coloridas máscaras y tocados de plumas en la cabeza. Cada vez más se veían robustos cargueros llevando largas angarillas, donde reposaban ollas de barro rebosantes de chicha. Sobre cada tarima venía un enmascarado encargado de servirla durante el recorrido; todos se arremolinaban alrededor, extendiendo sus vasijas para recibir la bebida. El ágil enmascarado nunca dejaba de servir. Al anochecer, apenas pasó el final de la fila por mi lugar, pude por fin meterme en la ceremonia.
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Me fijé entonces que la gente bebía y entraba en un trance. Saqué mi vasija personal, la cual había cocido Hermana mayor, y me acerqué a las tarimas de bebida. Con la sed calmada me resultó más fácil continuar. Bailé toda la noche y el otro día. Bailaba con hombres y con mujeres, brindando en nombre del Goranchacha y de su padre luminoso. Había quienes seguían esperando que pasara la fila para ingresar. Nunca en mi vida había visto tanta gente reunida.
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Entusiasmado, comencé a bailar, saltando dos pasos adelante y uno atrás; recordando el consejo de Tío: “hay que respirar bien porque si no se va el aire, aprende a resistir”. Cambié varias veces la marcha, pues me resultaba muy difícil mantener la intensidad de la danza.
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Un silencio impecable ambientaba la mañana de la cuarta jornada. Como yo lo veía, todos acompañábamos al sol en su ocaso y renovación. En este punto comenzaba la transformación. Aquietados, meditábamos y adorábamos con los brazos estirados. Otros cuantos brindaban con las vasijas hacía el cielo y susurraban incomprensibles oraciones; algunos más se arrodillaban y juntaban las manos alabando el nuevo día.
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Camino a Hunza, Tío me contó que, al cuarto amanecer el Cacique llegaba al Cercado Grande de los Santuarios, y se internaba los siguientes tres soles acompañado por una pequeña antorcha. Dentro del Cercado se disponían, en varios lugares, recipientes de diferentes tamaños llenos de agua oscura que funcionaban como espejos del firmamento. Estos recipientes eran acomodados por el Cacique después de la observación de los astros, de manera que reflejaran alguna constelación o conjunto de estrellas, donde los astrónomos pudieran leer los designios del cielo.
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En el suelo de los Santuarios, el Cacique Goranchacha enterraba ofrendas de oro con esmeraldas, algunas veces enterraba huesos de venado. También visitaba ancestros en sus postreros recintos, ingería pócimas para viajar entre los mundos y observaba los movimientos de los astros: el despla zamiento solar durante los días; las fases lunares y las constelaciones durante las noches; así como las corrientes de viento, las nubes y la temperatura del ambiente. El resto de asistentes, nos mantuvimos en silencio durante los tres soles con sus lunas, comiendo y hablando lo mínimo posible entre los dientes. Algunos nos acercábamos lentamente a la salida del Cercado Grande para apreciar el retorno majestuoso del hijo del sol.
El Cercado Grande de los Santuarios es una imponente construcción de madera, donde está emplazado el Templo de Goranchacha. En el interior hay bohíos de diferentes tamaños, con columnas de madera y piedra que salen del piso, árboles y extraños orificios en el suelo. También hay hornos para tostar el cuerpo de los antepasados y conservarlos en sus recintos con techumbres de paja. Piedras enormes acostadas en el piso que marcan la residencia de órdenes, o de las familias de los pueblos de la región, que habitan ahora en el mundo de los muertos.
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El templo de Goranchacha consiste en siete columnas de piedra clavadas en el piso en forma circular. Estas habían sido traídas por ayudantes del Goranchacha desde pueblos como Ramiriquí y Moniquirá y estaban asentadas sobre los cuerpos de siete jovencitas de sacrificio. Aparte de esto, Tío comentó que el templo servía como observatorio solar y que era un misterio cómo el Goranchacha descifraba los mensajes de las piedras. Eso era todo lo que sabía.
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TERCERA PARTE

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E l Goranchacha salió del Cercado Grande de los Santuarios en el séptimo amanecer. No traía su traje, caminaba amparado por sus tobilleras, brazaletes, su nariguera, su pechera, su casco de oro y un pequeño taparrabos de cuero de venado. Vibrante, tenía todo el cuerpo ungido de dorado, parecía una ofrenda. Brillando, caminaba por el puente con los brazos levantados, semejaba el oro. Era en pleno el hijo del sol.28
Mientras regresábamos a nuestros lugares, después de haber recibido al Cacique, escuché de la gente, que todo esto era estudiado por los sabios para gestionar la buena fortuna en las cosechas.
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Cuando atravesó el puente de regreso al Cercado del Zaque, los videntes y astrónomos más preparados de nuestra gente entraron en el Cercado Grande de los Santuarios, y, con suma veneración, recogieron los designios del cielo recogidos por el mago Goranchacha en los cuencos con agua y en las marcas sobre la tierra.

Me apresuré a retomar mi lugar para apreciar nuevamente al Cacique de oro y poder terminar mi primera ceremonia.
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Su brillo era impresionante, alumbraba el camino a su alrededor y su piel parecía recubierta por cuero dorado.
Tiempo después, los señores caciques iniciaban su marcha.
Así transcurrió la jornada, hasta que, al anochecer, el Goranchacha pasó frente a nosotros con gran solemnidad.
El Goranchacha continuó sobre el tejido de mantas multicolor que bordeaba el Garbaquedaque y se metía en la montaña.
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Volví a incorporarme en la procesión, renovado y alentado por la chicha, danzando satisfecho por lo vivido y agradecido toda mi vida con Tío por haberme permitido asistir a la Gran Fiesta de Goranchacha.
El último día de celebración llegamos al Cercado del Zaque en lo alto de la montaña. El Cacique ingresó en su aposento, mientras lo despedíamos jubilosamente.
Recorrimos bajo el mismo ritmo los pasos de regreso, acompañando al renovado Goranchacha hasta su trono, desde donde iluminaba a todos.
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Tío y el resto de señores subieron en las angarillas y se sentaron en las bancas; los cargueros tomaron aliento, apretaron firmemente los mangos de madera y levantaron a sus caciques.
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Nosotros esperamos un tiempo hasta dispersarnos. Por todos los caminos iban grupos volviendo a sus propios pueblos, parecía un enjambre. Muchos de los asistentes decidieron tender un toldillo, o echarse en el suelo para regresar a sus casas al amanecer. Nosotros comenzamos el recorrido de vuelta, acordando descansar más adelante.
FIN
La Gran Fiesta de Goranchacha
surge como producto gráfico de la investigación desarrollada por el autor durante su pasantía en el Parque Museo Arqueológico de Tunja: Cercado Grande de los Santuarios. Pasantía realizada para obtener el título profesional de Licenciado en Artes Plásticas de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia UPTC.
LA GRAN FIESTA DE GORANCHACHA
Esta publicación está acompañada por la cartilla de actividades: “La Gran Fiesta de Goranchacha” con la que se afianzan y profundizan los conocimientos consignados aquí. Los documentos pueden ser consultados y adquiridos en:
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https://tunjamatm.wixsite.com/museoarqueologicot
Esta puede ser utilizada como cartilla de estudio y guía de mediación entre la colección permanente del Parque Museo Ar queológico de Tunja, particularmente el Templo de Goran chacha, y las diferentes poblaciones que lleguen a adquirirla.
D. Moyas de San Ricardo. D1. Detalle de una de las oquedades en la piedra. E. Registro fotográ fico de la necrópolis muisca en el Museo Arqueológico de Sua mox, en Sogamoso. E1. registro de una fotografía en el mismo museo donde se eviden cia El Infiernito de Villa de Leyva. B. Escultura del Cacique Goran chacha del Maestro Luis H. Rivas, 1995. UPTC, Tunja. B1. Detalle, rostro de la escultura. C. Templo de Goranchacha en laactualidad y en 1937 cuando fuedescubierto por Gregorio Her-nández de Alba. C1. Fotografía de la excavaciónde Gregorio Hernández de Alba.C2. Fotografía de estudiantes dela Normal en la zona de excavación. C3. Detalle textura de las piedras. A. B. C. D. E. B1. A1. A2. D1. E1. C3. C1. C2. A. Monolitos hallados en la UPTC, emplaza dos actualmente en el Pozo de Donato. A1. Lito antropomorfo tallado. A2. Detalle de rostro en el lito antropomorfo ta llado.


