“Relaciones bañadas de gracia” “Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres, porque esto es justo. «Honra a tu padre y a tu madre —que es el primer mandamiento con promesa— para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra». Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor. (Efesios 6:1-4) Existen dos extremos en la delicada y compleja labor de criar hijos. Por un lado, está el estilo de paternidad dictatorial, donde los hijos crecen en un ambiente de terror y miedo, donde nada está permitido y todo está prohibido. Es el tipo de ambiente donde los hijos no pueden expresarse, ni pueden equivocarse jamás. Todo intento de libertad y gracia, queda limitado a intenciones frustradas. Los hijos crecen, como dice Pablo: enojados y frustrados. En el otro extremo, igual de peligroso, está la completa ausencia de disciplina y límites en el hogar. En esta clase de ambiente, los padres e hijos “son amigos”, no hay restricciones, todo es permitido, “no sea que crezcan traumados por la presencia de límites claros”, dicen con orgullo los “padres-amigos”. Es bueno tener una guía clara y efectiva que es la eterna Palabra de Dios. Los hijos tienen una gran motivación por cumplir con su papel vital, que consiste en “obedecer y honrar” a sus padres. Se obedece con acciones y se les honra con actitudes. Dios promete a los hijos que así obran, que les va a ir bien y vivirán en esa bendición por muchos años. Hijos queridos, sólo piensen en lo contrario de este precepto.
Por otro lado, los padres amorosos establecen límites claros, ejercen disciplina e instrucción amorosa. Ni están ausentes, ni son sobre-protectores en su accionar con los hijos. Tanto unos como los otros, deben mantenerse viviendo en la gracia de Dios. Es decir, existe el amor, la tolerancia, la compresión, el perdón, y echamos fuera el orgullo. Esto es vivir la verdad en amor. Los padres tenemos mucho que aprender de nuestro Padre Celestial, pero los hijos tenemos mucho que aprender de Jesús. Esta perfecta y maravillosa relación entre ellos, nos permitió a nosotros, no sólo tener la seguridad de la salvación, sino toda clase de bendiciones que inmerecidamente recibimos día con día.
Piénsalo...
30
45