La situación límite de la gracia En agosto de 2008, tras finalizar mi año sabático, me dispuse a regresar a Colorado, en Estados Unidos, pero me sentía agotado física y espiritualmente. Resulta que fue muy ambicioso de mi parte haber usado mi tiempo de descanso para ministrar en Estados Unidos. Unos días antes de mi regreso, estaba orando y después supe que un reconocido anciano de Corea llegaría a Colorado por una asamblea. Aquella noche sentí un deseo de querer encontrarme con él y fui a verlo al hotel. Mientras hablamos sobre el ministerio, el oró por mí y me hizo escuchar la voz del Espíritu Santo que me dijo: “Tú que eres bueno hablando, escribiendo y puedes hacerlo todo con tu propia fuerza, ¿ahora qué vas a hacer?”. Lo que más me sorprendió fue que esto mismo me lo había dicho un pastor en el pasado. Durante todo este tiempo yo publiqué quince libros sobre la fe, sobre los jóvenes y la salud. Desde que fui profesor de la facultad de Medicina me empezaron a reconocer por dictar buenos seminarios, luego, cuando ministraba siendo laico e incluso cuando pasé a ser pastor. Sin embargo, mi autoestima se derrumbó al escuchar aquellas palabras. Me postré ante Dios inmediatamente y me entregué por completo. En ese momento pude gozar de la libertad que me quería dar el Señor, tras reconocer mi soberbia, mis pecados y mis límites ante Dios. Dios exige a quien no reconoce su autoridad, por la vanidad espiritual, para que llegue un punto en el que se rinda. La misma misericordia y compasión que permite que Él nos utilice a pesar de nuestra debilidad, la podremos sentir cuando reconozcamos nuestra limitación y el poder del Señor. De Sueño del Reino de Hwang Seong-joo *Tomado del Tiempo con Dios
11 de Junio del 2017/Boletín Semanal. Año 45 No. 74