Secuestrados por extraterrestres antonio ribera

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he aquí que un carro de fuego... separó a uno de . y Elías subía al cielo en el torbellino.

1" r

Reyes, "

n, 2·11

n menos de media hora la isla (volante) se aproximó

IIlsta tal punto, que no había más de cien pasos de dis1 111 ia entre ella y yo. Adopté entonces diversas posturas lIumildes y suplicantes, y hablé con el tono más conmov 'dor, mas no recibí respuesta. Los que se encontraban .

cerca de mí me parecían, a juzgar por su vestimenta, P Tsonajes distinguidos. Se consultaban entre sí y mi1'lIban a menudo hacia donde yo estaba. Finalmente uno d' Has se me dirigió en un lenguaje claro, cortés y muy dulce, cuyo sonido recordaba al italiano: fue pues en esta I 'ogua que yo le respondí. .. Aunque no nos entendíamos, lIIi aflicción fue comprendida; me indicaron por señas qu me bajase de la roca, y que fuese hacia la orilla, cosa lUC hice; descendió entonces la isla volante hasta un nivel nveniente, me arrojaron desde la galería inferior una adena que llevaba sujeto un pequeño asiento, en el que me senté, y en un santiamén fui abducido por medio de una polea. 111 S

JONATHAN SWIFT,

Viajes de Gulliver

3.' parte, «Viaje a Laputa»


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