Cuento Amor en las calles de Retalhuleu

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Amor en las Calles de Retalhuleu

Amor en las Calles de Retalhuleu

En el corazón del barrio antiguo de Retalhuleu, donde las calles empedradasguardabansecretosysusurrosdeamores pasados, se encontraba el Café para Alma. Era un pequeño local con ventanas amplias y cortinas de encaje, donde las tazas de café humeante y las risas se entremezclaban con el aroma a pan recién horneado.

Clara, una joven de espíritu inquieto y mirada soñadora, trabajaba como barista en el café. Su cabello liso caía en cascada sobre sus hombros, y sus ojos, siempre atentos y curiosos, parecían esconder un mundo de historias por contar. Clara disfrutaba de las conversaciones con los clientes habituales y de los momentos de calma en los que podía perderse en sus pensamientos.

Una tarde de verano, cuando el sol comenzaba a teñir el cielo de tonos anaranjados, Martín entró al café. Era un joven arquitecto, nuevo en la ciudad, que buscaba un lugar tranquilo para trabajar en sus proyectos. Alto y de porte elegante, Martín irradiaba una mezcla de seriedad y dulzura que no pasó desapercibida para Clara.

Martín eligió una mesa junto a la ventana y, sin darse cuenta, quedó atrapado en la magia del lugar. Clara, con su habitual sonrisa, se acercó a tomar su orden. Desde ese primer encuentro, una chispa invisible pareció encenderse entre ellos. Las miradas cómplices y los breves intercambios de palabras se convirtieron en parte de la rutina diaria.

A medida que los días se sucedían, Martín y Clara fueron construyendo una amistad especial.

Compartían anécdotas, sueños y aspiraciones. Martín lehablabadesusproyectosarquitectónicos,decómo imaginaba edificios que contaran historias a través desusformasyestructuras.Clara,porsuparte,lerelatabasusdeseosdeviajar y conocer el mundo, de cómo cada rincón de Retalhuleu le inspiraba a escribir.

Un día, visitaron juntos el Parque Central y se sentaron en una desusbancas,observandoelmovimientodelaciudad.Martínle contó a Clara sobre su fascinación por la Iglesia de San Antonio de Padua, y cómo sus formas coloniales le inspiraban a diseñar edificaciones que fusionaran lo antiguo con lo moderno. Clara, por su parte, le habló de sus caminatas por el Museo de Arqueología y Etnología, donde se perdía entre las historias de los ancestros mayas.

Una tarde, mientras la lluvia caía suavemente sobre las calles, Martín decidió que era el momento de abrir su corazón. Había llegado a comprender que sus sentimientos por Clara iban más alládelaamistad. Sinembargo,noqueríaapresurarse; deseaba que ese momento fuera especial, único.

Preparóunbocetodeunedificioimaginario,unlugardonde los sueños y las realidades se encontrarán. En el centro del dibujo, una figura femenina, inspirada en Clara, observaba el horizonte.Enlaparteinferiordeldibujo,escribióunanota:"Para Clara, mi musa, con quien deseo construir el futuro."

Esanoche,cuando elcaféestabaapuntodecerrar,Martín ledijoaCaraquese sentaranenunamesa,élteníaeldibujoensusmanos.Con el corazón latiendo con fuerza, le entregó el boceto y esperó su reacción. Clara, al ver el dibujo, sintió que el tiempo se detenía. Sus ojos se llenaron de lágrimas de emoción, comprendiendo en ese instante los sentimientos de Martín.

Sin decir una palabra, Clara se acercó y lo abrazó. En ese abrazo, ambos supieron que habían encontrado algo único, un amor verdadero que había nacido entre las tazas de café y las conversaciones compartidas. Desde ese día, el Café del Alma no solo fue testigo de su amor, sino también el lugar donde dos almas se encontraron y decidieron caminar juntas por la vida.

El barrio antiguo de Retalhuleu siguió guardando secretos y susurros, pero entre ellos, resonaba la historia de Clara y Martín, un cuento de amor que floreció en el rincón más encantador de la ciudad.

Fin

Autoría propia

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