Edición Egresados Periódico Estudiantil Nexos

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LA CASA DEL EGRESADO / JÓVENES Y DESEMPLEADOS / CINCO AÑOS DE EXPECTATIVAS / EGRESADOS DESTACADOS / ¿CÓMO HACER POESÍA? / SI ME HUBIERAN DICHO... / BREVE TEORÍA PERSONAL SOBRE LAS PUERTAS

ISSN: 2322-74GX - Año 34 - Edición Egresados - 1000 ejemplares - Medellín, Julio 2021-www.eafit.edu.co/nexos


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Asociación Cultural Periódico Estudiantil Nexos JULIO 2021

ÍNDICE

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Jóvenes y desempleados María Camila Gómez Ortiz

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Cinco años de expectativas María Fernanda González Molinares

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Egresados destacados Alejandro Lopera: Una tarde con la nostalgia Salomé Arango Botero

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Egresados destacados Luz María Martínez: Mujeres a la vanguardia David Ochoa Soto

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Egresados destacados Juliana Arbeláez: El derecho a soñar Nicole Rubinstein

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Egresados destacados Andrés Felipe Lopera: Una pasión musical Salomé Arango Botero

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Egresados destacados Maria José Bernal: “El único trabajo que no me gusta es el poquito” Nicole Rubinstein

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Egresados destacados Fabián Andrés Restrepo Zambrano David Ochoa Soto

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¿Cómo hacer poesía? 10 consejos de R. Maria Rilke Juan J. Mesa

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Si me hubieran dicho...

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Breve teoría personal sobre las puertas Daniel Bravo A.

Conectando ideas Presidenta: Sara Gálvez Mejía sgalvezm@eafit.edu.co

Editora: Silvia Natalia Rojas Castro snrojasc@eafit.edu.co

Director de Desarrollo Humano: Andrés Osorio Zápata aosorioz@eafit.edu.co

Directora de Mercadeo Digital Laura Osorio Vásquez losoriov1@eafit.edu.co

Director de Relaciones Públicas Pablo Sierra Saldarriaga psierras@eafit.edu.co

Vicepresidente Financiero: Sebastián Arango Lazcano sarangol@eafit.edu.co

Equipo editorial Andrés Vélez David Ochoa Eliana Tabares Jimena Delgado Juan J. Mesa Juliana Heredia Juliana Londoño María Fernanda González Mariana Arango

Equipo de Desarrollo Humano Ana María Cardona Mariana Uribe Miguel Gómez Andrea Herrera Susana Mojica Diego Arcila Valentina Velásquez Lucy Ortega Manuela Vahos Manuela Solera María Alejandra Amaya Marialejandra Domínguez Valentina Jaramillo Echeverri

Equipo Mercadeo Digital Alejandra Cardona Manuel Gutiérrez Andrea Betancur Manuela Buriticá Estefanía Roncancio María Isabel Muñoz Gabriela Pupo Narly Álvarez Gina Criollo Roberto Saldarriaga Jimena Delgado Verónica Hoyos Isabella Franco Isaac Plaza Mariana Arango

Equipo de Relaciones Públicas Sofía Trujillo Alejandra Agudelo Susana Mojica Edier Múnera Tomás Quintero Elisa Villegas Valentina Motoa Isaac Plaza José David Bustamante Juan Londoño Juana Hernández Laura Arango Manuela Diez

Portada Nicolás Sanabria Sánchez Instagram: @insomnia.illust Correo: insomniast.visual@gmail.com

María Camila Gómez Matilda Lara Natalia Torres Nicole Rubinstein Salomé Arango Susana Blake Idárraga Susana Estrada

Diseño y montaje Pablo Agudelo @pabloagart Preprensa e impresión Casa La Patria

Fundado el 13 de agosto de 1987 por Jorge Restrepo, Jaime Cadavid, Claudia Patricia Mesa y Gustavo Escobar. Carrera 49 No. 7sur-50 / Bloque 29 oficina 517 EAFIT edicionnexos@gmail.com / Teléfono: 261 93 02 (574) 2619500 extensión 9302

Los artículos firmados son responsabilidad de los autores y no representan expresamente el pensamiento editorial del periódico. Este periódico se imprime en papel Earth Pack, el cual es fabricado a través de fibras naturales de caña de azúcar, no tiene componentes químicos que afecten el medio ambiente.


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La Casa del Egresado Sara Gálvez Mejía

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sgalvezm@eafit.edu.co

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@saragalvez03

Cortesía Centro de Egresados

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n 1965 la Universidad entregó a Medellín y a Colombia su primera promoción de profesionales; fueron ellos los primeros en confiar en Eafit y elegirla como su Alma Mater. Desde entonces, año tras año han egresado profesionales de diferentes áreas: todos con el sello característico y la impronta de lo que implica ser eafitense. Sin embargo, fue once años después, el 3 de diciembre de 1976, cuando se fundó el Centro del Egresado. En principio sus funciones estaban exclusivamente relacionadas con la búsqueda de empleo, pero hoy es mucho más que eso: su visión se ha transformado entendiendo que su objetivo principal persigue formar entre los egresados una comunidad –académica, solidaria y de talento– que continúe ligada a la Universidad. El Centro del Egresado está ubicado en el barrio la Aguacatala, a pocos metros de la portería número 4 de la Universidad, contigua al edificio de Ingenierías sobre la Avenida Regional. Funciona como parte de la Dirección de Desarrollo Institucional y Egresados y durante sus 45 años se ha dedicado a que los graduados vivan el deseo de aportar a la comunidad desde sus distintos caminos profesionales, de tal modo que el vínculo que se forja con la universidad durante los años de estudio permanezca siempre vivo.

Esta misión tan importante es llevada a cabo a partir de tres líneas: en primer lugar, el área de Comunicación crea enlaces y estrategias para formar espacios en los que los egresados se articulen con la Universidad y sus departamentos. Por su parte, el área de Intermediación Laboral es aquella que, continuando con la función para la cual fue fundada la Casa del Egresado, brinda asesorías personalizadas, acompañamiento psicológico en el proceso de búsqueda de empleo, charlas para fortalecer las competencias laborales y ayudas para potencializar la hoja de vida; pretende enlazar a las empresas y las organizaciones que buscan talento eafitense. Por último, en el Observatorio para Graduados y Procesos de Calidad se obtienen y procesan los datos e información respecto de los egresados, con miras a certificaciones y acreditaciones para seguir siendo una universidad que forja profesionales de calidad. Así las cosas, el Centro del Egresado tiene claro que la Universidad no termina su labor edificadora al momento de entregar el diploma y cambiar la borla del birrete de un lado a otro. Es por esto que el proceso de acompañamiento que brinda el Centro del Egresado inicia desde que el futuro

profesional entra en la recta final de su pregrado, pues se considera que el estudiante es un graduado en potencia y es ahí donde debe comenzar un vínculo sólido y duradero con la Universidad. Para ello, se ha creado el programa Última Milla, donde egresados con experiencia actúan como mentores para acompañar a través de diferentes actividades a aquellos que están próximos a dar el paso hacia la vida laboral. Adicionalmente, la Casa del Egresado tiene un enfoque predominantemente filantrópico y actúa en sinergia y estrecha relación con el Centro de Filantropía. Esto se debe a que se cree firmemente que son los egresados, como personas que pudieron vivir de primera mano la experiencia enriquecedora que es formarse en Eafit, los principales llamados a retribuir a la Universidad para brindarle a otras personas esta misma oportunidad. Para esto, existen los apoyos financieros, la ciencia e innovación y los desafíos institucionales. Ahora bien, el Centro del Egresado está en constante transformación y su reto es acercarse más a los estudiantes de pregrado –entre quienes reina un desconocimiento general de los beneficios que siguen teniendo en la Universidad

Eafit una vez se gradúan–. Además, la narrativa en torno a esta dependencia está cambiando y esto quedó claro el pasado mes de junio, cuando la rectora se dirigió a los graduandos en lo que fueron las primeras ceremonias presenciales desde 2019; allí les dejó un mensaje muy claro: “se convierten en graduados, más no egresados, pues esta siempre será su casa”. Es por eso que hoy repensamos el concepto de egresado como alguien que se va y no vuelve. La invitación a todos los estudiantes, en especial a aquellos que estén próximos a graduarse, es a integrarse con amor y orgullo a la comunidad de profesionales eafitenses. Hay muchas maneras de seguir en contacto con su Universidad, a través de la docencia, la filantropía, la investigación y los distintos empleos que esta genera. La Universidad permanece, ella no se va, no se olvida, no desaparece y, como también lo dijo nuestra rectora, a la universidad estamos llamados a llevarle los retos, los problemas y los desafíos del hoy, para edificar juntos.


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Jóvenes y desempleados María Camila Gómez Ortiz |

@camg.fotografia |

@camigomez2699

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egún Google, la juventud es “la temporada que precede inmediatamente a la edad adulta y se sitúa después de la infancia”; dentro de esta definición se ubica a las personas de los 15 a 28 años, lo que significa que pasamos más de diez años en la vida siendo demasiado grandes para seguir disfrutando de las cosas simples, pero muy pequeños e inexpertos para los temas importantes. Dentro de ese período forjamos gran parte de nuestro carácter, vivimos los amores desmedidos, las pasiones turbias, definimos y pulimos las características más importantes del ser. Por eso, ser joven, y aún más en Colombia, es anhelar mantener lo simple, sin tener siquiera la oportunidad de llegar a lo importante. En el contexto actual, que podría nombrarse como una crisis nacional, con las alarmantes cifras de muertos por la pandemia del Covid-19 y los problemas sociales que esta ha agudizado, se han presentado múltiples protestas lideradas por jóvenes, quienes entre muchas otras cosas reclaman: creación de empleo y gratuidad de la educación. Exigencias del todo sensatas, dado que la tasa de desempleo juvenil duplica la tasa de desempleo nacional, lo que da como resultado a una generación inconforme, efervescente y crítica reclamando lo que le pertenece. Lejos de lo que casi se ha convertido en un discurso popular y alineado, los jóvenes no tenemos una mala actitud frente al trabajo, no somos inconformes ni demasiado frágiles, tampoco buscamos el mínimo esfuerzo ni somos contestatarios. Por el contrario, tenemos una mayor conciencia social, más conocimiento de nuestros derechos; la fragilidad la llevamos en el alma, pues tendemos a la sensibilidad y empatía, no tememos expresar nuestros sentimientos y vamos a terapia, porque creemos en la salud emocional. Nos esforzamos en lo que nos emociona. El problema se presenta cuando esos “pequeños adultos” llegan a sus empleos tradicionales, los pocos que logran obtener uno, y tienen que laborar bajo métodos y nociones de productividad tan distintos a los suyos. Si bien es cierto que las brechas generacionales siempre estarán presentes, ahora son más perceptibles y problemáticas. Con la creciente era digital y avances tecnológicos, los jóvenes empleados buscan la simplificación en los procesos, prefieren los trabajos creativos, manejan sus propios tiempos y se desempeñan mejor bajo presión; tienen un mayor sentido crítico y buscan que su trabajo se adapte a su vida y no adaptan su vida al trabajo;

Ilustración: Alejandra Vélez | estas son características muy propias de una generación que duerme poco pero sueña en exceso. Como parte de ese grupo de personas, he pasado gran parte de los últimos años universitarios persiguiendo ideas como “haz lo que sueñas”, “vive de lo te gusta”; lo que me ha llevado a anhelar tener “un trabajo que no se sienta como trabajo”, uno que me permita viajar y mantener cierto estilo de vida. Pensando en el origen de este tipo de anhelos, considero que nuevos oficios como el del influencer, trader y las personas dedicadas al marketing de afiliados han llegado para debatir los requerimientos para alcanzar ese nivel de riqueza y libertad, sin la necesidad de algún título profesional o estudio alguno. El problema no viene siendo el oficio como tal, sino la envidia que despierta ver sus excentricidades desde el escritorio de un trabajo miserable o desde la imposibilidad de conseguir uno. En contraposición están las generaciones de nuestros padres y abuelos, empleadores de industrias tradicionales y sectores primarios, acostumbrados a que un máximo esfuerzo es proporcional a una máxima recompensa; así, los empleados son personas más disciplinadas, saben seguir normas y el trabajo los dignifica. Esos, nuestros padres, anhelan silenciosamente nuestro éxito e independencia; exigiendo un poco de su estabilidad en nuestras vidas sin tener en cuenta que los jóvenes son mayoritariamente contratados

por tercerización, con contratos a término fijo por unos pocos meses, lo cual excluye del precario salario las prestaciones sociales e impide el idílico anhelo de una pensión. Dejándonos con una constante sensación de inestabilidad, ansiedad e inconformismo. En este sentido, la industria, en un intento de actualización, ha optado por diseñar perfiles en los que los candidatos deben, además de poseer conocimientos concretos en un área específica, demostrar que tienen habilidades trabajando en equipo, creatividad, adaptabilidad, liderazgo y conocimientos en áreas digitales. Habilidades blandas que se salen de los conocimientos técnicos y teóricos de los estudios profesionales. Esto pone de manifiesto la falta de concordancia que existe entre las cualidades que demanda el mercado laboral colombiano con la formación profesional disponible en el país. Del mismo modo, dicha formación profesional poco o nada garantiza un mayor éxito laboral ni salarial. A diferencia de lo que ocurría antes, mayores estudios profesionales no son sinónimo de empleabilidad: al contrario, se ha evidenciado que las personas con un mayor número de títulos profesionales tienen mayores barreras para conseguir un empleo al estar sobre perfilados. Así, se evidencia una preferencia por contratar a tecnólogos, quienes tienen conocimientos más pragmáticos y cuya contratación resulta

@amarillaverdelimon

más económica para el empleador. Esto lleva a los jóvenes a buscar, por los medios que sean necesarios, una fuente de ingreso, así esto implique tener empleos donde no se encuentran satisfechos y ganen mal o no ejercer su carrera y seguir el ideal de ser su propio jefe, siendo parte del 48,6% de los colombianos que trabaja bajo la informalidad o emprende. Son otros pocos los que logran el ideal de nuestra generación y se convierten en freelancers, manejando sus propios tiempos, priorizando los procesos creativos y evitando las brechas generacionales, aunque esto implique la falta de garantías sociales y nunca sean promotores de empleo. Aunque el gobierno ha planteado algunas soluciones como la validez de la práctica profesional como experiencia laboral, o los recientes estímulos de contratación prometidos por el presidente Iván Duque como un subsidio de 25 % del salario mínimo por joven contratado, todo esto sigue siendo insuficiente. Por ello, la solución parece ser la misma que se plantea para los problemas complejos: abordar lo estructural. Es preciso remover las barreras que limitan la oferta educativa en términos de calidad, acceso y cobertura. También es necesario lograr una modernización en la industria, acogiendo y escuchando las ideas de los jóvenes. De no ser así, las calles se seguirán llenando vez tras vez de jóvenes inconformes, ansiosos por acceder a educación de calidad y un empleo digno.


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Cinco años de expectativas Experiencias de jóvenes en la vida universitaria María Fernanda González Molinares |

@mafsince99

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n Colombia, el acceso a la educación superior es limitado. El país tiene una tasa de cobertura del 52,2% según un informe reciente del Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana. En este panorama, son pocos los jóvenes que pueden acceder y permanecer en la universidad, razón por la cual graduarse constituye un importante logro para los universitarios, sus familias y la sociedad en general.

diantes para promover la educación, la cultura y la participación política.

Al analizar en retrospectiva este período, estudiantes de últimos semestres y recién graduados destacan el espacio de aprendizaje y crecimiento personal que la universidad les proporcionó. Hablamos con ellos y nos compartieron algunas de sus reflexiones de los últimos años.

La versión mejorada de Laura:

“Yo terminé el pregrado profundamente enamorado de la comunicación. También, conocí personas fantásticas que son muy cercanas. Cuando miro hacia atrás pienso en lo mucho que he aprendido, pero más importante aún: ahora sé que me queda mucho más por aprender y que puedo volver a estudiar en cualquier momento”.

Laura Yepes Arango se está adentrando en un nuevo camino. Todavía no tiene muy claro cómo lo va a hacer, pero con la cautela y la minuciosidad que la han caracterizado ha ponderado sus opciones y calculado sus movimientos. La estudiante, próxima a graduarse del programa de Estudios Literarios de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, aún recuerda las palabras del Presbítero Edward Posada en su entrevista hace cinco años: “Laura, tú estás empezando y elegir una carrera inmediatamente hace que tus opciones se reduzcan, porque estás delimitándote a un campo del conocimiento. A medida que tomes más decisiones, más vas a ir definiendo tu camino”.

Mariana escribe su propia historia: Mariana Hoyos Restrepo se enamoró de la universidad a través de las series de televisión y las películas, aunque sabía que su experiencia sería diferente por su realidad, se creó ideas y expectativas alrededor de esta nueva etapa en su vida. Contó los días restantes en su último año del colegio y se imaginó con emoción los cambios y las nuevas experiencias que viviría.

Estas palabras se han mantenido presentes en Laura y han revoloteado en su cabeza, especialmente, en los últimos meses.

Al igual que Mariana, los primeros acercamientos de muchos jóvenes con la idea de la universidad fueron influenciados por la representación de dichas vivencias en los medios de comunicación masivos. “Yo entré a la universidad muy joven, de dieciséis años, entonces no conocía muchos aspectos de la realidad, por eso, ansiaba aprender y conocer más del mundo”. Y lo hizo, en cinco años pasó de ser una joven débil y susceptible a una mujer fuerte y segura de sí misma. Cree que el principal cambio entre esas dos versiones está relacionado con las herramientas que tuvo que desarrollar al enfrentarse a la alta exigencia académica y a los cambios mentales, físicos y relacionales de ese período. “Recuerdo a la Mariana de primer semestre nerviosa todo el tiempo, a la expectativa, intentando tachar experiencias de una lista. Sabía que lo que había visto en series y películas no era del todo cierto, pero, aun así, lo comparaba con mi vida y lo valoraba según eso”. Con el tiempo, comprendió que debía respetar y valorar su proceso por lo que era y no por su semejanza con las series y películas dirigidas a adolescentes, que desconocen las particularidades de

Ilustración: Camila Cano Tapias | los diferentes países y sus respectivos sistemas educativos. En la actualidad, Mariana se encuentra cursando el último semestre de Lenguas Modernas en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Los sueños en Colombia se cumplen, pero no como en las películas: Conseguir una beca. Conseguir una beca. Conseguir una beca. Era lo único en lo que Andrés Carvajal López podía pensar en 2016. El joven sabía que esa era la única manera de entrar a la educación superior y cumplir su sueño de estudiar en Eafit. “Los sueños en Colombia no se cumplen como en las películas que simplemente dicen: lo soñé y lo logré. Yo estudié, me quemé las pestañas, lloré, hice muchísimas cosas. Pude, aunque el nivel de dificultad fue muy elevado”.

@canotaapias Para el recién graduado de Comunicación Social de Eafit, su objetivo más grande era poder asistir a la universidad; “ni siquiera graduarme”, añadió. Al principio le parecía irreal, tanto que no loF asimiló durante los primeros semestres. Casi cinco años después, Andrés destaca las transformaciones personales y profesionales que su paso por la universidad posibilitó: “cuando comencé era una persona muy centrada en mis estudios, era muy reservado, no disfrutaba de la vida social y eso cambió por completo”. Cree que su falta de expectativas le permitió aprender y disfrutar de la experiencia, piensa que de haberlas tenido es posible que aún se estuviese lamentando de no haberlas cumplido. En cambio, se involucró en diferentes grupos de trabajo y lideró a otros estu-

“Para mí es importante tenerlo claro: ¿de qué manera quiero reducir, ampliar o complementar el camino que elegí cuando comencé la universidad?, ¿de qué manera es útil lo que aprendí para mi proyecto de vida?” Aunque no tiene todas las respuestas, tiene la certeza y la pasión que le generó poder conocer y aprender sobre cómo otras personas han visto el mundo y el arte. También, destaca la valentía que tuvo al estudiar algo que pocas personas se atreven y de encontrar en la literatura un modo para vivir. “No tuve muchos amigos o salidas como se ve en la multimedia alrededor de la vida universitaria, pero cumplí mis expectativas: conocí personas con mis mismos intereses e inclinaciones. Además, mi amor por la literatura se transformó en una actividad diferente, que me ha desafiado y mostrado nuevas caras de mí misma”. “Creo que soy la versión mejorada de la Laura que comenzó en 2017”, señaló entre risas.


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EGRESADOS A*

Alejandro Botero López: Una tarde con la nostalgia

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ue un jueves 15 de julio cuando el actual presidente de Sufi, Alejandro Botero López, me devolvió la llamada que teníamos para hacerle una entrevista. Se disculpó por la hora, había sido un día de mucho ajetreo y yo le respondí: “¡Me imagino! Antes muchas gracias por este espacio, sé que eres un hombre importante”, Alejandro respondió: “Yo diría un hombre ocupado” y así, con su sencillez y humildad comenzó la entrevista. Alejandro entró a la universidad en 1995, se graduó de administración de negocios, “siempre tuve claro que quería ser administrador y en Eafit”; tenía varios conocidos que le habían hablado muy bien de la experiencia universitaria allí. Le pregunté sobre el acontecimiento más significativo que le dejó la universidad, no me habló de uno sino de varios. “Eafit deja una condición indispensable para los líderes de este país y es que combina lo académico con lo humano”. Alejandro también recalcó todo lo que aprendió trabajando con los otros

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en equipo, y me llamó la atención el gran interés que le genera participar en el debate. Le hice recordar las idas a la pecera y las sentadas con sus compañeros en los huecos. Alejandro mencionó a un profesor que le dejó una marca, Francisco López: ¡cómo olvidar a aquellos maestros que nos enseñan a vivir! Se escuchaba emocionado, desde que inició la entrevista se le notaba cierta alegría al hablar sobre la universidad que le ha dejado tantas cosas. Su relación con Eafit sigue siendo la misma que la de un estudiante primíparo. Mantiene una conexión estrecha: “La universidad que me tocó a mí no se compara con la de ahora, si antes provocaba estudiar, conversar, estar relajado, ahora aún más. El espacio que se construyó invita a la creación, a construir ciudad”. Uno suele escuchar decir que el colegio o la universidad fueron las mejores etapas; para Alejandro la universidad definitivamente fue la época más enriquecedora de su vida.

Cortesía Alejandro Lopera López Un empresario que se arrepiente de solo una cosa por su paso universitario: no haber hecho un intercambio académico en el extranjero. Aunque tuvo tres experiencias fuera del país, él dice que le faltó saber qué era estudiar su carrera en otro lugar.

Luz María Martínez: Mujeres a la vanguardia pro de cumplir con este sueño tomó tantos cursos del campo de la ciencia aeroespacial como pudo y estudió en Eafit ingeniería física, una carrera que, en sus palabras, “le iba a permitir entender el porqué y el cómo” de muchos de los fenómenos que ella esperaba entender y tratar algún día.

Cortesía Universidad EAFIT

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Le hizo falta participar en espacios de debate para construir ciudad. Al final de la entrevista esa alegría que percibí se siguió notando, pero con un aire de nostalgia. Antes de colgar dijo: “siempre tendré el espacio para hablar de mi universidad”.

a seriedad, amabilidad e inspiración que brotan de aquella mujer de cabello negro y ojos oscuros son características que representan el espíritu de una egresada de la Universidad Eafit que ahora asombra a la sociedad científica y a la ciudada-

nía colombiana con el trabajo que ha realizado en el Jet Propulsion Laboratory de la Nasa. Luz María Martínez fue desde niña una soñadora que esperaba trabajar y entender los fenómenos que, como ella lo expresa, “conforman todo el cosmos”; y en

Durante su paso por el campus universitario tuvo muchas actividades extracurriculares: hizo parte de la Organización Estudiantil siendo miembro de la primera promoción del comité de ingeniería física IGPHI, jugó para la selección de fútbol de la universidad, investigó siendo parte del semillero Quasar, etc. Luz María reconoce el beneficio de hacer parte de grupos estudiantiles y de investigación a la hora de fortalecer algunas habilidades blandas, como lo son la comunicación y el trabajo en equipo, que resultan de vital importancia en la vida laboral. Esta mujer entregada a su trabajo y a sus metas, es también una persona que busca resaltar la importancia de la mujer en la comunidad científica,

siendo ella un ejemplo a seguir, no por hacer parte de la Nasa, sino por su forma de ver los logros como un conjunto de pasos que todos somos capaces de dar si trabajamos para lograrlo. Las estrellas y el espacio exterior son su principal campo de estudio, pero las personas y la potenciación de sus capacidades son otro aspecto en el cual Luz María está trabajando, ya que ella es una fiel creyente del potencial de las nuevas generaciones para generar un cambio. Así, entiende la importancia de compartir información con los jóvenes para motivarlos y darles a entender que hay un “cosmos” enorme esperando por ellos. Luz María Martínez Sierra, que recomienda comer chocorramo y acompañarlo con granizado de café para soportar las largas noches de investigación en el campus universitario, se encuentra ahora en Estados Unidos. Es la representación de una mujer colombiana ejemplar y digna de reconocer como una egresada inspiradora y destacada de la Universidad Eafit.


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D E S TACA D O S Juliana Arbeláez: El derecho a soñar

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ientras hablaba, Juliana Arbeláez repitió varias veces que se considera una persona privilegiada. A pesar de lo pixelada que se ve su cara en pantalla, sus ojos brillan con energía al hablar sobre su fundación y la misión que se empeñó en cumplir. Como egresada de derecho de la Universidad Eafit, Juliana siempre pensó que su destino estaba en el sector público, trabajando desde un contexto político. Sin embargo, descubrió que su verdadera vocación era el servicio a la comunidad desde abajo –como dice ella–. Eso fue lo que llevó a Juliana a fundar la organización Somos Visibles, en Moñitos (Córdoba). Según dice Juliana, hay una diferencia entre ser pobre y ser pobrecito. Los habitantes de Moñitos son pobres, pero no son pobrecitos. Juliana los describe como personas fuertes y muy capaces de superarse y cambiar sus vidas. Sin embargo, carecen de oportunidades y acceso a la educación para avanzar y salir de ese estado de pobreza. Esa es la preocupación de Somos Visibles, su misión: empoderar a las personas empobrecidas con formación de calidad, en lo académico y lo práctico.

Recordando sus años en Eafit, Juliana reconoce el impacto de sus estudios en su labor actual. Aunque no ejerce como abogada, Juliana recalca que la esencia del derecho es servir, y eso se quedó con ella toda la vida: la inspiró a emprender su esfuerzo comunitario y de asistencia social. Sobre todo, Juliana recuerda a sus profesores, pues considera que el aprendizaje estaba basado en una relación de cercanía y co-construcción entre maestros y alumnos. Fue un espacio que le permitió cuestionar e indagar más allá; el sentimiento crítico y la empatía fueron el motor primigenio de Somos Visibles. A pesar de sus grandes logros, Juliana conserva una humildad enorme en lo que hace. Admite con orgullo que no sería la persona que es hoy sin toda la formación previa que le dieron sus profesores mientras estudiaba derecho. Así, con ese deseo de servir que la impulsa, Juliana se afirma como una egresada ejemplar íntimamente comprometida con el derecho a soñar.

Cortesía Somos Visibles

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Andrés Felipe Lopera: Una pasión musical y ha pasado por varias universidades e institutos en Estados Unidos. Ahora es director de una orquesta en Oregon, cuando unos años atrás era un niño tocando para la banda de su colegio en Don Matías (Antioquia). Se me eriza la piel al ver y escuchar semejante ensayo en la pantalla de mi computador, y aunque me separa una temporalidad y espacialidad, me siento sentada en una de las sillas de aquel auditorio.

Cortesía de Andrés F. Lopera

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stoy frente a la pantalla escuchando un fragmento de Scheherezade de Nikolay Rimsky-Korsakov. En ella logro divisar a la orquesta de Xalapa ensayando con el director Andrés Lopera, un egresado de la Universidad Eafit que con solo once años decidió encaminarse en el mundo de la música. Apenas es un ensayo y ya es melodía. Se siente la armonía y coordina-

ción de cada uno de los integrantes de la orquesta. Andrés mueve los brazos, se arrodilla, sube, baja, siente la música por todo su cuerpo y hace que el espectador disfrute. La carrera del director no se quedó en Eafit; se fue a hacer una maestría a la Universidad de Austin (Texas), estudió música y dirección en Argentina

más de la música, de sus alumnos, por querer transmitirles esa pasión y el amor por la música. Sus estudiantes lo describen de buena manera, una de ellas, Cammie Lee, dice que él la respeta y que quiere de ella lo mejor que pueda dar. Otro de ellos, Barry Fowier, cuenta que lo aprecia porque le ha ayudado a crecer y realmente es muy buen mentor. Andrés es un ejemplo para muchos jóvenes. La música le transformó la vida. Es un ejemplo de perseverancia y amor. Con solo ver su cara enseñando y dirigiendo puedo ver el goce y la pasión en sus expresiones, en sus ojos. No muchos pueden realizarse en lo que les apasiona, son pocos los que cuentan este tipo de historias. Otra más que confirma que los sueños son para desempolvarlos de la almohada.

Su paso como mentor de bandas juveniles en Estados Unidos le ha dejado un aprendizaje inconmensurable. En uno de los videos del programa de televisión Oregon Art Beat muestra un breve documental de lo que es un día para el maestro Andrés. El director le dice a sus alumnos “I want more, more” y yo misma puedo percibir su apuro por cada vez querer

* Información de quien escribe: AyD

Salomé Arango Botero @salomearango_b

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Nicole Rubinstein @nicole_rubinstein

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David Ochoa Soto @esetal_ochoa


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Maria José Bernal: “El único trabajo que no me gusta es el poquito”

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“Empresarios son todos, desde la señora que vende empanadas hasta el zapatero, el tendero y el dueño de una multinacional. Todos caben en Fenalco.” Esas fueron las palabras que Maria José Bernal dijo al posicionarse como Directora Ejecutiva de Fenalco Antioquia el pasado mayo de 2021. Son palabras poderosas, especialmente si se tiene en cuenta que María José es la primera mujer en ocupar este cargo dentro del gremio. Con solo 24 años, esta joven economista viene con nuevas ideas para ayudar a Fenalco a crecer y evolucionar. María José es egresada de la Universidad Eafit y actualmente estudia una maestría en economía aplicada en esa institución. Era una estudiante diligente y recuerda con orgullo que se ofrecía de voluntaria para toda oportunidad que se le presentara. Cuando piensa en sus años en Eafit, María José considera que su experiencia más significativa fue en el semillero SIEDE (Semillero de Investigación de Estudiantes de

Economía). Bajo el ala del ex-profesor Luis Gullermo Vélez, lideró un grupo que giraba en torno a libros de economía y que hizo crecer su amor por sus estudios. También fue a través de este semillero que dio con la organización Students For Liberty y eventualmente se volvió directora nacional de este ente. Al recordar la estudiante que fue en Eafit, María José admite que llegó a ‘matarse’ por su carrera y todas las actividades en que participaba. Reconoce que todo valió la pena, que asumió los retos sin queja y que la determinación de esos años cimentó su presente. A su juicio, el único trabajo que no le gusta es el poquito; dedicarse a lo que uno ama enriquece la vida y permite adquirir las experiencias más valiosas. Así, su mensaje para las nuevas generaciones de estudiantes: luchen por lo que quieren lograr. Para Maria José, la vida se trata de probar el mérito personal, hace falta dar el mayor esfuerzo para alcanzar las metas propuestas.

Cortesía Fenalco

Fabián Andrés Restrepo Zambrano

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abián Andrés Restrepo Zambrano es el presidente de Pastas y líder de la Estrategia de Transformación Digital del grupo Nutresa. Culminó su especialización en Gestión de Sistemas y Bases de Datos en la Univer-

sidad de Antioquia, y posteriormente realizó un MBA en Comercio Electrónico en el Tecnológico de Monterrey. Ha sido Gerente proyectos comerciales especiales para Servicios Nutresa S.A.S., Gerente General de Pastas

Comarrico S.A.S., y Coordinador de desarrollo de clientes en la Compañía Nacional de Chocolates S.A.S. Fabián Andrés es un ingeniero de sistemas de la Universidad Eafit quien,

con su recorrido académico y laboral, se ha ganado el reconocimiento por parte de la Casa del Egresado como un graduado destacado que lleva consigo las premisas de la Universidad: inspirar, crear y transformar.

* Información de quien escribe: E

Nicole Rubinstein |

@nicole_rubinstein

¿Cómo hacer poesía?

Diez consejos de R. Maria Rilke Juan J. Mesa | grafiasdeunsofiante.com

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David Ochoa Soto |

@esetal_ochoa

No hace falta especular o sobre-imaginar para concebir el tema del poema: la vida propia es el referente más fiable de inspiración.

La soledad no es una condena, sino la independencia del artista. Solo en el silencio se puede proponer un diálogo consigo mismo.

Usa la ironía como medio para captar la vida, entendiendo, sin embargo, que en el fondo hasta lo más pequeño tiene su grandeza.

Madura, abarca con mayor amplitud, acoge más seres e ideas; madurar es desarrollar hospitalidad ante la vida.

Cada verso se debe sentir y la necesidad de decir debe ser principio rector de la escritura. Sé agudo: en todas partes abunda la belleza, mas no los ojos puros para verla. No hagas poesía para vivir: vive para hacer poesía.

Habla desde el interior, ahí reside la originalidad ¿Si el poema no pretende ser único, entonces, a qué aspira? No te arrepientas de haber sufrido, porque sólo así podrás hallar tus propias palabras. ¡Conserva la pregunta! La intriga es motor de la vida, así, lo es al mismo tiempo de la poesía.

Nota. Aprendizajes del curso Estudios del Texto Poético, Eafit 2020.


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Si me hubieran dicho... Algunos compañeros graduados este 2021 nos dejan sus consejos:

Entra a cuanto grupo estudiantil puedas y aprovecha todos los espacios que te da la U.

El derecho es una carrera muy bonita, y si se pone al servicio de la gente, es una mezcla de aprendizaje y trabajo que siempre se hará con amor y satisfacción.

No escojas materias con amigos, escógelas con buenos compañeros de trabajo.

No canceles materias.

No te dejes asustar con recomendaciones de profesores que pueden ser complicados porque todo es lograble.

Aprovecha todas la oportunidades y espacios que da la U. No vayas solo a estudiar.

Sigue pa’ lante. Cree en ti, que las decisiones que tomarás son las correctas. Puede haber momentos difíciles, pero todo será para lo mejor. Solo aprende y con toda.

Sigue estudiando el inglés, es muy importante. Utiliza mejor tu tiempo libre y no te abrumes por la Universidad, es una época hermosa. Siempre habrá cosas de la carrera que a uno no le gusten, pero que hay que enfocarse en las cosas más bonitas e inspiradoras de lo que uno estudia y en saber que todo lo que uno aprende es para poner al servicio de los demás.

No te metas a negocios y sigue tu sueño de ser médico.

¡Métete a un grupo estudiantil desde el primer semestre!

Sé más confiada.

Tu percepción de la vida va a cambiar, aprovecha las personas y las oportunidades de la U.

Aprovecha cada minuto, enamórate, vibra, siéntete libre. No dejes de conectar con la gente y vivir la experiencia universitaria al mejor nivel. La vida te dará la oportunidad de irte al exterior. Que ahorres y disfrutes mucho el calor humano y los pequeños detalles que nos ofrece la interacción.

Piensa en que todo lo que aprendas será de valor siempre y cuando el proceso esté marcado por la dedicación y la constancia, y no solo por la responsabilidad de cumplir. Ve más allá de las clases, sé autodidacta y busca además los diferentes servicios y grupos que ofrece la universidad.

Busca espacios para no abrumarte con la carga académica. Siempre un grupo estudiantil, un semillero, un club, una actividad de educación artística serán buenas opciones para ser más feliz en la U.

Relájate, las cosas terminan fluyendo de la manera en la que tienen que fluir. No todo lo tienes que hacer perfecto: aprende de las frustraciones, levanta la cabeza, afronta y déjate llevar por lo que te depara cada día de formación personal y profesional.

La universidad va a ser la mejor época de tu vida, aprovéchala, métete a un grupo estudiantil en primer semestre. No estudies solo por pasar un examen, sino que profundiza más y no le huyas a los profesores “difíciles”: tú eres capaz y te van a retar mucho.

Enamórate cuantas veces puedas. No te dé pena hacer amigos fuera del pregrado.


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Asociación Cultural Periódico Estudiantil Nexos JULIO 2021

Breve teoría personal

sobre las puertas Daniel Bravo A. |

dbravoandrade@gmail.com

N

unca había pensado que tenía un problema con las puertas hasta que, en medio de un viaje de costa a costa por Estados Unidos, la pregunta inocente de un amigo me hizo darme cuenta de que no recordaba la última vez que había cerrado una. Durante varias semanas había atravesado el país contando con que otros lo hicieran a mis espaldas o dejándolas abiertas, como si fueran una novedosa tecnología norteamericana a la que yo apenas me enfrentaba. La parte de mi cerebro o espíritu que se encargaba de recordar cerrarlas decidió tomarse, como yo, unas largas vacaciones.

la puerta de la nevera y olvidar qué estábamos buscando, y entrar a una habitación y olvidar qué íbamos a hacer en ella. La ciencia ofrece una explicación para ambos fenómenos; ya no es cuestión de dioses, sino de nuestro cerebro, esa nuez defectuosa. Una serie de experimentos comprobó que la memoria de una persona se volvía imprecisa si se le hacía una pregunta justo después de atravesar el umbral de una puerta. Los científicos a cargo del estudio teorizaron que nuestra memoria está optimizada para mantener cierta información a la mano hasta que su vida útil expira, y luego es evacuada a favor de nueva información relevante. Pareciera, entonces, que atravesar una puerta es un buen momento para esa limpieza del sistema. Más aficionados a lo descriptivo que a lo metafórico, los investigadores nombraron el hallazgo como el “efecto puerta”.

Dentro de su vasto panteón, los romanos tenían no solo uno sino dos dioses a quienes encomendaban el cuidado de puertas, llaves y otras necesidades de la propiedad privada: Portunus y Janus. Ambos seres tenían dos caras, una que miraba hacia adelante y una hacia atrás: no había portal que dejaran desatendido. “Cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana”, dice el adagio. El problema era que, en mi caso, ni Dios ni los dioses recordaban hacer lo uno ni lo otro. Siguiendo el silogismo, cuando Dios no cierra una puerta, tampoco abre una ventana. Pocos objetos tienen un simbolismo tan universal y evidente como la puerta. La más antigua de la que se tiene registro fue encontrada en Zúrich y era usada en el 3000 A.C. para protegerse, con todo y bisagras, del frío y la noche primitiva de las orillas del Rin. El arqueólogo que documentó el hallazgo la calificó de “sólida” y “elegante”, adjetivos que igual podría haber utilizado para describir una piedra o una novela de Umberto Eco. Aunque tiene pomo, la noticia sobre la puerta de Zúrich no menciona nada sobre una cerradura. No sería descabellado. Se cree que desarrollamos la tecnología de la cerradura por lo menos en el 6000 A.C., y una llave de madera con dientes similares a las de hoy se encontró en Nínive, donde cerró algún candado en el 2000 A.C. La llave es otro objeto con un significado igual de elemental al de la puerta, y ambas van de la mano como, bueno, una puerta y una llave. La puerta protege, esconde, prohíbe. La llave responsabiliza, enseña (es decir, muestra), descubre las vulnerabilidades. Pienso en todo esto porque en el 6000 A.C., cuando fui estudiante, en el llavero donde estaban las de

Ilustración: Sofía Betancur Silva | mi casa pude contar también con las de Nexos. Eran no solo una sino tres, pues había otras dos puertas que debía pasar para llegar a la redacción, con lo que la responsabilidad de abrir todas las mañanas y cerrar todas las noches era triple. De haberlo conocido en ese entonces, me habría encomendado a Portunus. El viaje continúa y yo me salvo de cerrar puertas en tiendas y supermercados, donde su propio peso o algún sistema automático las hace clausurarse cuando paso. En vez de llaves en los hoteles de carretera nos dan pedazos de plástico que más parecen tarjetas de crédito y me recuerdan al carnet de la universidad, que antes de viajar saqué de mi billetera y dejé en la mesa de noche. Era otra llave: de entrada a la universidad (que está “Abierta al mundo”), que a su vez es la puerta a los conocimientos y experiencias que marcan la adultez temprana de muchos. No en vano el carnet se usa bajo

@soda.re

el portón, que simula el marco de una puerta, es decir, es una estructura que se atraviesa, a modo de portal, de rito de paso, de trasposición y separación entre dos mundos, afuera y adentro. Portón, portal, puerta, todos comparten la raíz latina “porta”, cuyos orígenes significan “pasar a través de”, “cruzar”, “puente”. Algo similar pasa con “portus”, de donde sale el puerto, que los poetas se han cansado de llamar la puerta al mar. En la casa que nos recibió en medio del desierto mormón de Utah tenía que cerrar la puerta para mantener el frío adentro. En nuestro hogar en Indianápolis, era para que quedara afuera el gato feral que merodeaba la cuadra. A pesar de las advertencias, en ambas experimenté lapsos de portero que me valieron algún regaño. Me alivia, no obstante, pensar que no estoy solo en ellos. Hay dos situaciones comunes en las que asociamos las puertas y el olvido: abrir

Es una forma avalada por la ciencia de intentar explicar lo que me pasaba, de justificar mi falta de atención portal. Sin embargo, me atrevo a confesar otra posible causa, la llave de interpretación de este texto y acaso de mi psique. Antes del viaje había terminado una relación de varios años con mi novia. Tal vez la incapacidad para cerrar a mis espaldas era una forma de dejar la puerta abierta para una eventual reconciliación. Tal vez era, como el mismo viaje, mi evasión del duelo y la angustiante realidad de tener que apagar la luz, echar candado a una más de las estancias de mi vida y tragarme la llave o arrojarla al fuego, como hacían los romanos durante la Portunalia. Tal vez estoy hilando muy fino y no fueron otra cosa que descuidos naturales de alguien para quien cada habitación era el descubrimiento de un país nuevo, un paso místico mas no psicodélico por las puertas de la percepción del otro hemisferio. No sé tras cuál de estas puertas se esconda la verdad sobre lo que me pasó. Podrían ser todas, abriéndose a una misma habitación circular con muchas entradas y salidas. Y tal vez ahí, en el núcleo de todo, esté la verdad, alguna verdad, alguna otra llave. Cierro este texto con la idea de que sirve de algo construir esta teoría personal, este acercamiento a algo que se cierra para que algo nuevo se abra. Les entrego a ustedes la llave y salgo ahora de la escalofriante habitación de la página en blanco. Espero no escuchar que alguien toca la puerta a mis espaldas.




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