EL ABC DEL COMUNISMO (Nikolai Bujarin) Escaneado y corregido por: Juan Nogueira (CJC) Libre reproducción, siempre y cuando se señale CJC como fuente.
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NOTA EDITORIAL En 1919, cuando Nikolai Ivánovich Bujarin escribe “ABC del comunismo”, era un hombre joven —había nacido en Moscú en 1888—, pero ya una figura importante dentro del Partido bolchevique, al que pertenecía desde 1906, y con una activa historia dentro de él que incluía cárceles y exilios, un anticipo de lo que sería su fin. Había vuelto a Rusia, como Lenin, tras la revolución de febrero de 1917 y aquel verano sería elegido para el Comité Central; menos de dos años después, en marzo de 1919, en el Congreso cuyo programa sirve de base a este ABC, miembro suplente del Politburó; en 1924, titular. Su brillante carrera tiene especial interés porque, además, Bujarin había estado siempre en la oposición dentro del partido, siendo uno de los animadores constantes de su ala izquierda —ya en la conferencia de Berna de 1915 tuvo sus pequeñas diferencias con Lenin sobre el programa mínimo del partido, posteriormente exageradas por la propaganda oficial de Stalin—, constituyéndose en su cabeza visible durante los primeros meses de la Revolución y el «comunismo de guerra», especialmente durante las discusiones sobre la conveniencia o no de la firma del tratado de paz con Alemania —el tratado de Brest-Litovsk, que fue aceptado— a la que oponía vehementemente la de la necesidad de resistir hasta el estallido de la revolución mundial, que creía inminente. Pese a ello, ya en 1918 sus posiciones, sobre todo en el campo económico iban aproximándose más a las de la mayoría del Partido y, progresivamente, fue cediendo en su condición de cabeza visible del izquierdismo, sobre todo cuando se abandona la línea más reformista del «capitalismo de Estado» leninista ante la situación creada por la guerra civil, y se endurece la línea autoritaria del partido. Posteriormente continuó su carrera, incluyendo puestos fundamentales en la Comintern hasta que, en 1928, comenzó a ser atacado como líder del desviacionismo derechista; en 1929 se le destituyó de sus cargos en la III Internacional y del Politburó, hizo «autocrítica» y conoció una cierta rehabilitación —en 1934 fue elegido miembro suplente del Comité Central— pero estaba sentenciado: en 1937 se renuevan los ataques y, en 1938, es condenado a