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Carolina del Príncipe Un Oasis de Cultura y Arte

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Por:

Matías Ocampo Cadavid

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Michelle Gallego Campero

María Clara Galeano Henao

Juan David Correa Galeano

José Sebastián Quiroz Sánchez

Estudiantes grado décimo Institución educativa Presbítero Julio Tamayo representativos, como el Museo Histórico y diversas imágenes de personajes públicos que han sido relevantesenlahistoriadelmunicipio. La arquitectura de la Casa de la Cultura,deestilocolonial,semantiene como patrimonio cultural del municipio, resaltando la preservación de la rica herencia arquitectónica de CarolinadelPríncipe.

Carolina del Príncipe, un encantador municipio enclavado en elnortede Antioquia,es un tesoro cultural que se destaca por su rica herencia artística y su vibrante vida comunitaria.Conocidocomoel"Jardín Colonial de América" por su bien preservada arquitectura colonial, este municipionosoloesundeleitevisual, sino también un epicentro de actividades culturales gratuitas que enriquecenlavidadesushabitantesy visitantes.

En el corazón de esta efervescencia cultural se encuentra la Casa de la Cultura, un espacio dedicado a la promoción del arte y la cultura. Originalmente, la Casa de la CulturafuelaNormaldeSeñoritasdel Norte de Antioquia y, posteriormente, funcionó como colegio antes de convertirse en lo que hoy conocemos como la Casa de la Cultura. Lleva el nombre del poeta y escritor Sergio Vélez Vélez, un destacado líder en poesía del municipio, cuyas frases están presentes en el himno del municipio.

LaCasadelaCulturaeselprincipal escenario donde se desarrollan todas las actividades artísticas y culturales del municipio. Carolina del Príncipe cuenta con varios lugares tradiciones

En la Casa de la Cultura se ofrecen diversas actividades culturales y artísticas, tales como danzas, instrumentos de cuerdas pulsadas y flotadas (guitarra y violín), coro y piano, teatro, artes plásticas y zancos. Estas actividades son accesibles de manera gratuita para toda la comunidad, fomentando asílaparticipaciónyeldisfrutedelarte entodassusformas.

CarolinadelPríncipeesmásqueun municipio; es un vibrante centro cultural que celebra su historia y su arte, invitando a todos a participar y disfrutar de su oferta cultural única. Explorar Carolina del Príncipe es adentrarse en un viaje a través del tiempo y el arte, en un lugar donde la cultura florece y se comparte generosamentecontodos.

Carolina del príncipe ha dado vida a ciertos personajes que han influido en lahistoriadelmunicipiodesdelosocial y lo cultural, lo cual ha servido para que el jardín colonial de américa ofrezca un atractivo para propios y visitantes, esos personajes que cuentan una historia en cada pueblo de Antioquia, entre tantos personajes de este Carolina encantador nombraremos algunos.

Javier Torres, más conocido como Javier Canasto, persona bastante particularquecaminoporlascallesdel pueblo; sus últimos días los paso en albergue de ancianos, se caracterizó por ser amable y humilde.

Juan Esteban Aristizábal Vásquez: JUANES, reconocido cantautor y musico, fusiono los géneros como el rock, el pop y la música tradicional, ha ganado varios premios a nivel internacional, Juanes, no solo tiene talento con la voz, también se ha desatado por su abordar temas sociales.

Rigoberto Montoya: Reconocido musico en Carolina del Príncipe, aunquenacióenAmalfi,lamayorparte de su vida la a pasado en Carolina, dondefundolaescuelademúsicaque hoy lleva su nombre “Rigoberto Montoya”, escuela que saco adelante con amor y dedicación, donde formó a músicosquehoysonlosprofesoresen la escuela de música.

No Siempre Es Primavera

Autora:

Libia Rosa Vásquez Echavarría

Docente Lengua Castellana

Institución Educativa Presbítero Julio Tamayo

En un lugar de Antioquia, del cual sí quiero acordarme y acordarme por siempre, nació en el año 1957 el día 5 de mayo una preciosa niña, hija de una feliz pareja, conformada en ese entonces por el papá, la mamá y otra hija pequeña.

Era una familia altamente feliz, creyente de los mandamientos de la ley de Dios y de las normas dadas por la sociedad. Allí se vivía en franca paz, respeto, armonía, fe, amor y felicidad. Dicen los que saben, que esta familia era como un campo exuberante en plena primavera. El amor iluminaba cada rincón de aquella pequeña y organizada casa.

Pasaron los años, y la niña seguía creciendo física, espiritual, mental y emocionalmente. Para los padres, tíos, y abuelos era motivo de gran alegría, ver como la niña se convertía cada vez en una hermosa, inteligente, y feliz mujer. Todas las cosas lindas que traía el universo en cada amanecer, la tocaban con una varita mágica invisible a los ojos, pero visible al contacto con su alma sonriente y festiva.

A la edad de 7 años, ingresa a estudiar al grado primero, en la inolvidable escuela Panamericana, teniendo como maestra de primer grado a la señorita Celina Sepúlveda, insigne dama Carolinita. En el transcurso de la mitad de año, ya la niña sabía leer, escribir, sumar, restar, narrar historias, decir poemas, componer textos cortos, los cuales musicalizaba con una voz parecida a la melodía de los ángeles en los coros celestiales. ¡Era bellísimo todo este proceso!

Con el andar del tiempo, que jamás se detiene, se observan los avances de esta feliz niña, que ya era capaz de bordar una linda y perfecta ardilla sobre un pedazo de tela blanca, quien asombraba por la finura y elegancia al bailar cumbia, Bambuco, mapalé y sin dejar de lado su marcada destreza para nadar como pez en los charcos del Chocho, el Sacatín y los Milagros.

En ella todo era lindo, brillante, prodigioso. Con toda su motivación y empeño logró superar todos sus logros de primaria e ingresa al colegio de nuestro municipio, al recinto del saber, y desde aquí empieza otra etapa valiosa de la vida. Todo es placentero para ella, porque tiene deseos vivaces de llegar a convertirse en una gran profesional de la medicina, de la danza o el teatro. En su recorrido académico llega a terminar el grado sexto, reprobando el área de Educación física, la cual no logra superar en los trabajos remediales, y así toma la decisión de no volver al colegio a pesar de las súplicas de sus padres y demás familiares.

La niña ya es una adolescente, bien bonita físicamente, con una dentadura blanquísima y perfecta, con unos ojos expresivos como las estrellas cuando titilan en la inmensidad del cielo, con su cabello corto, lacio e impecable en su organización, motilado y looks inventados, que la hacen ver como una adolescente de aquellas que el cine mostraba, como tipo de mujer excepcional

La vida era para ella como una luna llena, rodeada de farolitos y luces de esperanza.

En su vida por fuera de las aulas de clase, aprendió cosas nuevas las cuales la motivaban para visionar su futuro promisorio y feliz.

Así caminando día a día, fue logrando la admiración y el cariño de la gente de la gente de su amado pueblo, de esta bellísima Carolina del Príncipe, municipio que enamora y nos lleva a soñar con todos los paraísos posibles.

Fue así como la niña hermosa, convertida en mujer valiente, empezó a construir en su mente, castillos dorados, dónde estaba su Príncipe Azul, convertido para ella en un héroe sin rival. Pero la vida le presentó príncipes reales, hombres de bien, respetuosos y respetables, seres de esos que vuelan como el colibrí a traer buenas nuevas y a reanimar el alma de una mujer enamorada.

Cuentan muchos y muchas que fue una chica asediada y muy bien conquistada.

Gracias a su naturalidad conquistó el corazón de jóvenes que al igual que ella, querían embarcarse en la nave del amor. Cierto día, cuando más florecido estaba el jardín de su vida, llegó el terror de una fatídica y triste noche y con la furia de un huracán, arrasó claveles, margaritas, girasoles, azucenas, begonias y hortensias; todo cayó...y la noche dio poco a poco comienzo a un nuevo día.

El día que llegó, trajo una huella de dolor casi eterno y la joven que soñaba con pintar la luna, se quedó recogiendo los pétalos de las margaritas arruinadas y en su callado y ausente silencio, se repetía: ¡Me quiere! ¡no me quiere! Y ese eco con sabor a su infinita tristeza, se ha repetido por años y años y el atrapasueños de su existencia los ha capturado y le revierte de nuevo el eco: ¡Te quiere! ¡no te quiere! y así con este eco, ríe, canta, sonríe, habla, guarda pausas, escucha música, ora al Padre Celestial, le envía mensajes de amor a su hijo amado, recuerda los tiros de fusil que, en el año 1986, escuchó cerca de su cuerpo, cuando en su estado de no cordura, atravesó las montañas de La Herradura.

La María y Santiago. Sus instantes de dicha se cubrieron y recubrieron con el frío del invierno y hoy en pleno siglo XXI con el recuerdo de lo que un día fue, pregunta con una queja profunda en el alma: ¿La gente es buena?, la gente es mala? Las personas al escucharla, la miran con un gesto de tristeza y le dicen: "La gente es buena" y ella sonríe lentamente, mira a su alrededor y responde: ¡Mire que buena es la gente! Vea como estoy yo hace 38 años, se da cuenta. ¡Vivo feliz a mi modo!

A mí me rompieron el corazón la vida en mil pedazos y mi corazón se quedó parado con sus manecillas marcando la hora de la infamia. Pero yo sé perdonar porque eso me enseñaron mi gran papá y mi gran mamá.

Identidad

Autora:

Olga Lucia Macias Cuartas

Docente Preescolar

Institución educativa Presbítero Julio Tamayo

Después de haber cumplido un sueño: “Ser alcalde de Carolina del Príncipe”, Un nombre con nobleza, puesto en honor al príncipe de Asturias, extraños que vinieron de conquistadores, se enamoraron de nuestras tierras y se quedaron llenos de ambición, me siento a descansar en pleno zaguán de la casa paterna, ubicada en tenche, trayendo a mí, recuerdos de montaña que abrigan el alma, el frio rocío, el olor a pino, el color de las flores, el canto de las aves, la aguapanela de mamá Rosa, cocinada en el fogón de leña. Una matrona un ejemplo de alegría de la casa, aquella que recibió lo blanco del pajar y las grietas den su cara, enseñan riquezas de vida a toda una generación: Creer en Dios, respetar, compartir, trabajar, ser honesto y estudiar.

Recuerdo a mi maestra, la que nos esperaba en el viejo portón rojo y anaranjado donde estaba la campana, enseñando el inicio y el final, pero también disciplina. Ella, con una frase inolvidable: “Buenos días, ustedes son muy importantes para mí”.

Todo allí era argumentado con lógica, se apoyaba en Carreño para que aprendiéramos normas de urbanidad; el espacio de cuidar la huerta y la siembra de semillas, nos encaminó a la búsqueda de nuestros sueños; el paisaje, dibujado con detalles, nos dio buena observación; el rio claro, nos ejercitó en nuestra motricidad gruesa y nos ubicó en medalla de oro frente a la adversidad; la mejor investigación, se hizo con las hormigas con su ir y venir cargando hojas para el invierno, mostrando que si se puede el trabajo en equipo y la camaradería sana.

Hoy cuando el mundo se revoluciona por un virus que llego sin pedir permiso, tocando el alma de todos y diciendo: “STOP”, teniendo que actuar con mayor responsabilidad, escucho la pregunta de mis nietos sobre las circunstancias anteriores. ¿Qué pasa, abuelo?, ésta me lleva a responderles con una historia amena, jocosa y real llamada “IDENTIDAD”.

Todo era tranquilo en Carolina del Príncipe hasta que muchos coronavirus se unieron para terminar con lo allí viviente, contaminaron el agua de los embalses y bocatoma, de esta manera tomarían el poder absoluto.

Los niños, guardianes del municipio, fueron enterados por una semilla de maíz, la cual los había escuchado, que por ser tan pequeña había pasado desapercibida.

Los guardianes, de inmediato, se pusieron alerta, llevando a todas las autoridades a la plaza mayor; “sus padres y alcalde”, se reunieron y así idearon un plan:

Esa noche, todos fingieron dormir y cuando los coronavirus rodearon el municipio, desplegando rayos plateados de infección, apareció una barrera súper brillante de semillitas.

Extendieron sus manos, atrapando los coronavirus en inmensas burbujas de jabón, los capitanes también salieron también salieron desplegando rayos de colores contra las burbujas, convirtiéndolas en flores.

Así fue como la paz, regreso al municipio, salvándose de la contaminación y fortaleciendo el trabajo en equipo; el coronavirus ya no puede brillar, solo hace parte de la historia de Carolina del Príncipe, llamado también “Jardín Colonial de América”.

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