Una mirada a los medios de comunicación y a los resultados de algunas encuestas en la
República Dominicana de hoy nos revelan un creciente miedo a la desaceleración
económica, que en las noticias se cruza con la multiplicidad de voces demandantes de
políticas efectivas para disminuír los dramáticos niveles de pobreza que permanecen en
una sociedad que en los 90 se caracterizó por el alto crecimiento económico. La RD de
principios del siglo XXI se enfrenta a tres grandes retos. El primero, hacer sostenible un
ritmo adecuado de crecimiento económico que sirva de base a un proyecto de futuro. El
segundo, articular una verdadera política social, que coherenciada con la política
económica (por ejemplo, vinculando estratégicamente educación y empleo) pueda reducir
significativamente la pobreza a través de metas prácticas. El tercer reto, que integra a los
dos anteriores, es precisamente el de definir visiones de futuro que puedan dinamizar y
mover a la sociedad dominicana y conver