Los objetos de idolatría o de lo oculto que poseamos, nos
traerán maldiciones. Dios decretó en su Palabra que tales
objetos sean destinados a la destrucción.
Hay un testimonio de una joven presbiteriana que sufrió
intenso dolor de cabeza durante una enseñanza sobre cosas no permitidas por Dios. Algo que
llamó la atención fue el crucifijo de madera que adornaba su cuello. El Espíritu Santo reveló que
ésta era la causa del dolor.