11/7/2021
contrapicado.net - Revista de cine 'online' - Brune/Blonde
Brune/Blonde Une exposition Arts et cinéma Un texto de Paula Arantzazu Ruiz
El cine noir imaginó el cabello femenino como una enredadera marítima, como la onda definitiva de un océano inescrutable; la feminidad ya no misteriosa, sino abismal. La cabellera es sin duda uno de los elementos que mejor definen lo femenino en el imaginario colectivo. Objeto de diversos usos simbólicos a lo largo de los siglos, no resulta baladí recordar que las tres principales religiones monoteístas obligan a las mujeres, con mayor o menor firmeza, a esconder su melena bajo un manto textil. Las diferentes constelaciones de significados sobre la cabellera femenina y sus articulaciones según los movimientos culturales a lo largo de la historia y, con especial hincapié en el cine, son el
fin último sobre el que se erige la muestra que el crítico cinematográfico Alain Bergala ha presentado en la Cinemathèque Française; una exposición que no solo comprende el espacio museístico, sino que se extiende por un amplio programa fílmico, un conjunto de textos críticos coordinados por el propio Bergala, además de cinco pequeños, pero no menores, trabajos audiovisuales realizados para la ocasión por Pablo Trapero, Nobuhiro Suwa, Abbas Kiarostami, Abderrahmane Sissako, Isild Le Besco y Yousry Nasrallah. Diseñada por Nathalie Crinière -encargada de exposiciones dedicadas a Grace Kelly bajo el padrinazgo de los Grimaldi (2008), de la escenografía de la subasta de las piezas pertenecientes al
fallecido Yves Saint Laurent (2009), además de ser la flamante responsable del interiorismo del Nuevo Louvre en Abu Dhabi-, el espacio museístico dedicado a la muestra se estructura en cinco escenarios: mitos, historia y geografía del cabello, gestos, el cabello en la ficción y cabello-materia. La proyección en una pantalla de la eternizada cabellera de sirena de Shu Qui en Millenium Mambo (Hou Hsiao-hsien, 2001), seduce al espectador a adentrarse en una primera mitología del cabello femenino a partir del retrato Bruna Brunelleschi (1882), de Dante Rossetti, óleo donde la ondulada melena de la retratada florece en el lienzo, para confrontarlo con sus sustitutas contemporáneas,
heroínas cuyo cabello salvaguarda y exhibe el peso simbólico de sus antecesoras. En un cuadro de varias pantallas televisivas desfilan el desafiante corte bob de la femme fatale por excelencia, Louise Brooks, el platino de Jean Harlow, la cabellera-río de Veronica Lake o la melena voluptuosa de Angela Molina en Ese oscuro objeto del deseo (Luis Buñuel, 1977). En mitad de la sala, un cubículo transparente exhibe colgadas portadas de revistas femeninas: a un lado lucen orgullosas las dedicadas a las rubias, en el contrario, no menos aún, las morenas. De los sugerentes desnudos de Picabia a las fotografías de las starlettes de Warhol, el espacio sirve como preludio del siguiente
escenario, donde lo político del cabello toma protagonismo: no es sólo una historia y geografía de la cabellera lo que se presenta, sino una cartografía, mínima, de cómo se ha construido el mito de lo rubio como el hegemónico no sólo en la cultura occidental, sino, tras la Segunda Guerra Mundial, a nivel global. En tres pantallas se sucede una historia filmada de la imposición del rubio como color que dominará el canon estético, una genealogía de esa tendencia que se retrotrae al auge de los fascismos y la implantación de lo caucásico como norma, y que pronto encontraría sus dobleces al hacer equivaler de manera sucinta la inocencia de la claridad del cabello rubio con la posibilidad de contrapicado.net/old/periferia.php?id=38
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