XVII
3.
Diccionario enciclopédico de la lengua yãnomãm@
El sistema de sonidos. 3.1.
Las vocales.
El yãnomãm@ cuenta con siete vocales que se distribuyen de la siguiente manera:
Anterior
Central
Posterior
Alta
i
@
u
Media
e
ë
o
a
Baja
Se entenderá que la /i/ se pronuncia como la “i” de pila, que la /@/ es central (este sonido no tiene equivalente en español, pero se produce con el dorso de la lengua flexionado hacia el paladar); la /u/ se pronuncia como la “u” española; la /e/ también se pronuncia como nuestra “e”; la /ë/ no tiene equivalente en español, se pronuncia como la primera “e” de premier en francés. Todas las vocales orales tienen un equivalente nasal. Durante el fenómeno de la nasalización, la /a/ y la /o/ se abren, de manera que la /ã/ se pronuncia como en la palabra francesa brin (Σ), y la /õ/ como en la palabra francesa ombre (õ). Sin embargo, el entorno vocálico puede producir interferencias, y debemos considerar esta simplificación como provisoria; la nasalización, repetimos, nunca ha sido seriamente estudiada. Las nasales más frecuentes son la /ã/ y la /õ/; si una u otra aparecen en un lexema, todas las /a/ y las /o/ son sistemáticamente nasalizadas. La /a/ y la /o/ también se nasalizan siempre que aparecen precedidas por una /m/ o una /n/4. Las /a/ y las /o/ de los morfemas gramaticales (casi siempre sufijos), se nasalizan igualmente cuando la raíz es nasal. No es pues el morfema el que establece el límite de la nasalización, como lo creía Migliazza. Las otras vocales, en cambio, se resisten a esta contaminación: sólo se nasalizan de manera aislada, y con mucho menos frecuencia. Con todo, existen algunas excepciones, todas ellas explicables. Tenemos por ejemplo la palabra kõpina (avispa), en la cual la /a/ final no se nasaliza, a pesar de la presencia de una /õ/ al comienzo de la palabra. Parece ser que kõpina vendría a ser una forma petrificada de las palabras kõpi na en la cual na es un clasificador que agrupa a diferentes artrópodos, como las abejas, las avispas y ciertos miriápodos, y los clasificadores que no están unidos a los lexemas con los que se vinculan (otros elementos pueden intercalarse entre ellos), se resisten a la nasalización. En ciertos casos la nasalización constituye en sí misma un signo diferencial, y muchas palabras se distinguen entre sí sólo por la presencia de un sonido nasal, como sucede en los siguientes ejemplos: shii/sh∏∏
wao/wãõ
h@r@rou/h∞r@∞rõu
yahi/yãhi
4 Por lo tanto no indicamos nunca la nasalización de la /a/ y de la /o/ después de /m/ y de /n/.